viernes, 19 de marzo de 2021

DISTOPÍA Y TRABAJO DOMÉSTICO Y DE CUIDADOS

En los últimos años se han puesto de moda las DISTOPÍAS, libros, series y películas que hablan de mundos terribles y crueles: “Los Juegos del Hambre”, “Divergente”, “Black Mirror” o “El cuento de la Criada”, son algunos ejemplos de esto. Historias de ficción, que demasiadas veces recuerdan a nuestra realidad cotidiana.

Fijémonos en nuestro país, y miremos por una parte la realidad de la migración y por otra la de los trabajos de cuidado. Veremos:

- Una sociedad española envejecida, con más mascotas que niños.

- Con muchos ancianos y ancianas a los que su familia no puede cuidar, por la realidad sociolaboral que se impone, o directamente no quiere cuidar por lo que eso supone.

- Una realidad de gente joven y fuerte en países empobrecidos, a los que se les niega un futuro para vivir en su tierra.

- Miles de desplazamientos de personas jóvenes a nuestra tierra. Migraciones “forzosas”, pues no se puede hablar de voluntariedad cuando falta lo básico para vivir. Personas que dejan atrás familia, corazón, paisajes, olores y sabores.

- Una ley de extranjería que condena a la invisibilidad y la explotación a los recién llegados pobres. Se extiende el miedo, y con él el silencio, y se acepta cualquier cosa porque se necesita sobrevivir, y se dejan de exigir derechos básicos, y llega la vulnerabilidad.

Y se acaba aceptando como solución social al cuidado de nuestros mayores que mujeres jóvenes trabajen en condiciones de explotación (dinamitando los derechos laborales de estas mujeres en lo referente a salario, seguridad social, vacaciones, horas de trabajo y descanso diario y semanal...).

Y como resultado final, vemos como nuestra sociedad se va convirtiendo en uno de esos mundos distópicos, donde para el bienestar de unos pocos se condena a muchos, a través tanto de leyes injustas como del silencio, la inconsciencia o la ignorancia de la realidad de la mayoría.

¿Empezamos a hacer algo para cambiarlo?

Una sociedad en que padecemos (más o menos) estas situaciones tenemos que seguir dialogando y comprometiéndonos para responder a los problemas existentes.

Las que se han hecho conscientes de esta situación, pueden hacerlo público, denunciarlo, colaborar con las personas que lo sufren y trabajar para cambiar una realidad de injusticia institucionalizada.

Las personas que se están beneficiando de esa explotación, tienen que romper con la dinámica de deshumanización en la que están directamente implicados.

Y así podremos conseguir que nuestra sociedad se parezca cada día un poco menos a esas terribles distopías.

Ahora más que nunca: Verdad

Nuria Sánchez Díaz de la Isla

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