viernes, 29 de abril de 2022

jueves, 28 de abril de 2022

MULTAR MENDIGOS. LA ORDENANZA DE LA VERGÜENZA

El pasado 15 de febrero el pleno del Ayuntamiento de Alicante aprobó la ordenanza de Convivencia Cívica en sesión extraordinaria y telemática. Esta normativa salió adelante con los votos y el apoyo de PP, Cs y Vox (16 votos) y el rechazo de PSPV, Unidas Podemos-EU y Compromís (13 votos).

Con esta tristemente famosa ordenanza de la vergüenza, el gobierno local afirma que pretende terminar con las mafias, la prostitución y la mendicidad en las calles de la ciudad. Mientras que la oposición y varios colectivos sociales afirmamos que es un ataque hacia estos colectivos vulnerables.

Las medidas que se aprueban en esta ordenanza y que han generado más polémica suponen sancionar actitudes supuestamente incívicas como dormir, orinar o lavarse en la calle y buscar en contenedores. Tal vez esas medidas punitivas serían justificables si las personas infractoras tuvieran alternativas y pese a ello, no hicieran uso de las mismas. El problema se da cuando esas personas no tienen alternativas. Y eso implica, por tanto, criminalizar estas conductas. Implica en esencia sancionar la pobreza, establecer multas (de hasta 3.000€) que no se cobrarán pero que pueden suponer un lastre vital a muchas personas a la hora de tratar de salir de la marginalidad. Pero es que además se les genera una situación de indefensión ante un procedimiento sancionador, porque quien no tiene domicilio ni informes económicos, difícilmente puede defenderse en un procedimiento de estas características ni, en su caso, acudir a abogados y procuradores de oficio por carecer de la documentación necesaria para acceder al beneficio de justicia gratuita.

La ordenanza que ha servido de base propuesta por la FEMP (Federación Española de Municipios y Provincias), cuyas infracciones copia la de Alicante, establece en estos casos alternativas desde acción social: informe social y traslado a centros médicos o de acogimiento, seguimiento por los servicios sociales y conmutación de la sanción. También incluso "toques de atención" previos a sancionar. En la ordenanza de Alicante todo esto desaparece y por eso ha generado un rechazo muy mayoritario en el tejido social. Por poner algunos ejemplos: Cáritas, Médicos del mundo, la mesa Alicante trata cero, las entidades que se coordinan en REAPSHA (Red de Entidades para la Atención a Personas Sin hogar de la ciudad de Alicante), la plataforma contra la pobreza de la ciudad, los sindicatos. De nada han servido las críticas ni las alegaciones presentadas.

De este modo es como se ha aprobado una medida que penaliza la pobreza. La penalización de la pobreza es el castigo social al hecho de ser pobre. Este castigo se evidencia de forma llamativa en cómo el sistema se comporta de forma excluyente y discriminatoria con todas las personas que se desvían de la normalidad, y en especial con quienes se sitúan fuera del sistema de producción y consumo. Las formas de encarar y gestionar la miseria y la exclusión social se están transformando y en la actualidad, las políticas se decantan más por un tratamiento penal de la miseria y el aumento de la estigmatización que por la búsqueda de soluciones asistenciales o de bienestar. Las nuevas formas de control, ejercen una vigilancia diferenciada sobre quien es diferente y sobre todo, sobre quien se encuentra fuera del mundo del consumo; al tiempo que las desigualdades siguen aumentando. Esto se traduce de facto, en un tratamiento punitivo de las personas en situación de exclusión.

El Gobierno municipal de Alicante conoce perfectamente a qué personas van dirigidas algunas de las conductas típicas que redacta en su ordenanza, especialmente en lo referente a conductas como dormir, orinar o asearse en la vía pública: las personas en situación de exclusión social y sin alternativa habitacional o asistencial.

El control policial y la sanción sobre las prácticas sexuales únicamente en espacios públicos (en la calle) sólo persigue la finalidad de que esta no sea visible. Realmente no se persigue la explotación sexual sino eliminar la visibilidad de la prostitución de la vía pública sin importar la situación de las mujeres y sus necesidades.

La Ordenanza va a obligar a la clandestinidad de la prostitución, a situaciones y lugares más escondidos y más vulnerables para las mujeres. O se traslada a clubes y pisos donde terceras personas adquieren parte de sus ganancias, da lugar a más proxenetismo y/o situaciones de explotación sexual y de trata de personas o se traslada a polígonos o áreas más apartadas donde hay menos seguridad para las mujeres y van a ser más susceptibles de ser víctimas violencia de género, abusos y conductas delictivas. Además, conlleva imposibilidad y mayor dificultad de las entidades sociales para llegar a donde están las mujeres, impidiendo que se pueda velar por su bienestar y que puedan ser informadas de los derechos y recursos a los que pueden tener acceso.

Básicamente esta norma somete a las personas más perjudicadas por el sistema a una más difícil situación, en la que poder sobrevivir, aun en el espacio público, les está prohibido y les es injustamente sancionado. Esta Ordenanza de la Vergüenza no busca la inclusión social ni resolver los problemas de las personas alicantinas más desfavorecidas.

Lo que está en juego con esta norma es que Alicante no se deshumanice. Que no deje de dolernos y comprometernos la elocuencia del sufrimiento de estas personas con unas vidas suficientemente maltrechas. No tiene sentido multarles "para acabar con las mafias", como afirman los representantes políticos que la pretenden justificar.

Humanizar la política pasa por humanizar las decisiones que se toman y que afectan a las personas que más necesidades tienen. Pobres, excluidos y excluidas y ahora multados. Legislar contra los pobres y no contra la pobreza es señal de haber perdido el norte en política.

Ahora más que nunca: Fraternidad

Manolo Copé

lunes, 25 de abril de 2022

MASCARILLAS. Renuncio a la inmortalidad



Estos días hay cierto revuelo, parece, con el tema de las mascarillas. El Gobierno ha determinado que dejan de ser obligatorias también en espacios interiores con algunas excepciones. Pensaba que la noticia sería recibida con un alivio general y, efectivamente, creo percibir que así ha sido para la mayoría. Aun así, me sorprendió escuchar, en mi vida cotidiana y en diversos medios de comunicación, cómo no pocas personas afirman que siguen y seguirán usando la mascarilla en interiores (y algunos también en exteriores).

Vaya por delante que ante una decisión libre como es usar una mascarilla cuando a uno le parezca bien, no tengo nada que objetar. Lo que me ha llamado la atención no es esa decisión, sino la repetición machacona de los mismos argumentos. A saber: que el coronavirus sigue aquí, que se previenen también otras enfermedades víricas, que la gente está más tranquila si vamos enmascarados, que es casi una cuestión de conciencia y respeto a los demás y que, por precaución, sería conveniente que a partir de ahora la lleváramos siempre que estemos en un sitio cerrado o con mucha gente.

Es relevante que ese argumentario esté exclusivamente basado -¡cómo no!- en la que sería la razón última: la Ciencia (en mayúscula, como la Religión) ha demostrado que el uso de las mascarillas salva vidas. He intentado repetidamente comprobar que esa afirmación es cierta, pero no he podido más que concluir, hasta la fecha, que las mascarillas puede que prevengan enfermedades si son usadas en algunos contextos concretos y de forma adecuada. En cambio, no he sido capaz de llegar al convencimiento de que el uso masivo y permanente de mascarillas en la vida cotidiana tenga utilidad.

A pesar de la multitud de artículos científicos a este respecto, realmente sigo sin saber, supino ignorante como soy, en qué evidencia se han basado los ‘expertócratas’ que decidieron que era necesario el abuso de mascarillas sin atender a los posibles efectos adversos que ahora parecen comenzar a percibirse (ansiedad al descubrir la cara en adolescentes, trastornos del desarrollo del lenguaje en niños…).

Seguramente, tras leer el párrafo anterior, muchos podrían lapidarme con “evidencias” arrojadas como piedras: ¡las mascarillas nos protegen del coronavirus y de otros virus!, ¡si las usamos habrá menos enfermedades infecciosas!

Bueno, vale, ¡tampoco es para ponerse así! Supongamos que sí, que es así, que me convenzo de ello, que la evidencia es indiscutible… Pues, resulta que, aun así, me sigo oponiendo al uso generalizado y permanente de las mascarillas. Más aún, incluso si la mascarilla nos confiriera inmortalidad, renunciaría a las dos, a la mascarilla y a la inmortalidad. Esto, dicho así, sugiere obstinación, estupidez, tal vez locura. No niego ninguna de esas acusaciones, aunque intentaré explicarme.

A nadie se le puede escapar que lo que aquí he expresado es únicamente mi posición personal y vital. Además, en estos tiempos de cientismo duro, es preciso también recordar que un posicionamiento vital no se basa sólo en datos científicos, que la vida humana incluye muchas otras facetas. Y es en este recordatorio en el que, de eso sí estoy convencido, se encuentra el principal escollo en estos debates.

Desde la Revolución Científica de los siglos XVI-XVII, la Ciencia se ha ido progresivamente consolidando como la única fuente de verdadero conocimiento. Así, el saber tecnocientífico, con su búsqueda constante de cada vez mayor certeza, con su método, ha ido desplazando a otras formas de conocimiento (Filosofía, Teología) o dando un barniz “científico” a lo que no puede serlo (Medicina, Psicología, Sociología).

Esto, como parece lógico, ha terminado originando una sociedad hipertecnificada, gobernada cada vez más por ‘tecnócratas’ y ‘expertócratas’, que poco a poco parece olvidarse de que lo humano es mucho más que lo científico; que ha creído en las promesas de la Ciencia, que asegura que será posible desentrañar todos los Misterios y que llegaremos a controlarlo todo.

Memento mori, se recordaban hace ya muchos siglos. Memento mori, quiero recordar yo hoy. Pese a las falsas promesas y a los espejismos que la Ciencia nos ofrece, la muerte nos va a llegar. Y la gran cuestión no es si hay vida después de la muerte, sino si la hay antes.

Por eso me opongo a la inmortalidad, porque es imposible. Y por eso me opongo al enmascaramiento permanente y general, porque impide vivir antes de morir. Porque vivir es besar, es abrazar, es sonreír, es amar, es odiar, es compartir, es bailar, es vernos, es tocarnos, es encontrarnos, es llorar y reír juntos, es morir… y es muchas más cosas que no podemos “cientificar”.

La vida es riesgo, siempre. Podemos y debemos evitar ciertos riesgos innecesarios e imprudentes, como conducir borrachos, pero la vida es riesgo, siempre. Y lo hemos olvidado. Y hemos llegado a creer que es mejor, más humano, no visitar a la abuela, porque así le evitamos riesgos. Y estamos obsesionados con la seguridad, con la salud y con el control. Y esa obsesión nos está impidiendo vivir -o vivir humanamente-; nos está convirtiendo en individuos aislados y manipulables, en temerosos y asustadizos, en ‘homo ignavus’. La ingente cantidad de malestares psicosociales que padecemos, ¿no tendrá al menos parte de su origen en la frustración y la alienación que son provocadas por creer en unas promesas irrealizables?

Quizá tengo una edad en la que, como canta Drexler, la certeza caduca. Lo cierto es que no tengo respuestas definitivas para casi nada. Por eso este breve texto no debe tomarse como nada más que como lo que es: la expresión de una actitud ante la vida, de un posicionamiento personal que nace también de la preocupación ante la posibilidad de un futuro en el que sea difícil encontrar otras formas de vivir.

Juan Diego Areta Higuera
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viernes, 22 de abril de 2022

Los más pobres de Melilla

Unos días antes de que queden determinados los acuerdos para abrir la frontera de Melilla (y Ceuta) sería bueno recordar a ese colectivo de hombres y mujeres nunca tenidos en cuenta para cosas importantes pero siempre presentes a la hora de realizar trabajos duros, trabajos mal pagados, a la hora de enriquecer de alguna forma a los demás recibiendo a cambio unas migajas para “por lo menos comer algo”… Cuantas veces hemos oido en Melilla aquello de “por lo menos comen algo”
Muchas familias se concentran en Melilla en barrios marginales, viviendo en infraviviendas, en un estado de necesidad absoluta y universal ¡dicho así para acabar pronto!

Vecinos nuestros y con un arraigo de 10, 20, 30 años… de toda la vida… Trabajando en lo que nadie quiere hacer, viviendo en donde nadie quiere vivir, comiendo lo que nadie quiere comer. Sin documentación, sin sanidad, sin colegio para sus hijos, sin vacunas para los niños, sin…. Sin todo.

A pesar de ello no dejan de ser nuestros vecinos y muchas veces con más tiempo de estancia en la ciudad que sus “señoritos” ¡Por tanto! Debe de reconocerse su presencia en la ciudad, normalizar su situación, darles la documentación que les corresponda a cada uno.

Ni Marruecos ni España deben jugar con esas familias que residen en Melilla aunque nunca se les haya dado documentación por el estado de racismo y segregación que se ha vivido hasta ahora. Nadie debe de ser expulsado del país donde vive, ni debe ser admitido en otro país en el que no reside si no hay más motivo que la limpieza por el origen nacional del presunto expulsado.

Regularizar a las familias en su casa, el trabajo, el colegio y la sanidad de sus miembros debe de ser la primera medida a tomar antes de cualquier otra que se tome para normalizar el transito fronterizo

A varias familias de Melilla se les ha iniciado un proceso de expulsión tras haber logrado escolarizar a sus hijos. Muchas familias presas de pánico han solicitado asilo y se han marchado a la península. Otras al estar la frontera cerrada han aguantado al ver la imposibilidad de ser expulsadas, pero ahora, con la inminente apertura de la frontera son presas del pánico.

España y Marruecos deben estar a la altura por una vez y recordar a ese “colectivo de hombres y mujeres nunca tenidos en cuenta para cosas importantes” Que España anule las ordenes de expulsión en su caso. Que se regularice a las familias residentes efectivas en la ciudad. Que Marruecos se niegue a admitirlos si fuera necesario.

domingo, 10 de abril de 2022

Un héroe (Irán, 2020) de Asghar Farhadi.

El complejo camino de la fidelidad a la conciencia.

Lo mejor: Su honda preocupación moral.
Lo peor: que por no ser cine comercial, pase desapercibida.


Viendo la última película del director iraní Asghar Farhadi me acordaba de aquellas películas entrañables de Frank Capra (¡Qué bello es vivir!, Caballero sin espada) donde también aparecían unos héroes a los que después de muchos vicisitudes y problemas se premiaba su heroísmo con un final feliz de película típicamente americano. En esta película, no es así: los tiempos han cambiado y ahora los héroes lo tienen muy crudo y difícil. No sé si por eso carecemos, hoy día y en nuestra sociedad, de verdaderos líderes o héroes que nos muevan a construir un mundo mejor. Y es difícil no solo por la ausencia de éstos sino porque la misma sociedad se ha tornado escéptica, incrédula. Los mismos medios de comunicación no son ajenos a esto.

”Un héroe” es una película dirigida por el director persa Asghar Farhadi, uno de los grandes directores contemporáneos importantes en el panorama actual del cine de autor. Tiene en su haber películas de gran éxito y resonancia como son la oscarizada “Nadar y Simin, una separación”, ”El viajante”, “A propósito de Ely“ ,”La vida de los demás”(¡rodada en España!). Su cine siempre enfoca asuntos tan actuales e importantes como pueden ser el divorcio, la obsesión y el engaño, el aborto. Ahora este su último filme nos coloca ante el nudo gordiano de qué es la verdad o la mentira y si la bondad o la maldad dependen o están a merced de lo que diga la sociedad y los medios de comunicación. El protagonista, Shiraz, ha sido encarcelado por no poder pagar una deuda que contrajo para hacer un negocio que fracasó y le dan un permiso de dos días que él emplea para poder convencer a su avalista que retire la denuncia y así poder devolverle, trabajando, el dinero que le debe. La casualidad hace que se encuentre un sobre con ocho monedas de oro pero, en vez de emplearlas para pagar su deuda, decide devolverlas a su dueña. Este hecho le convierte en un héroe casi popular, aupado por la televisión y las redes sociales. Pero pronto, prejuicios familiares y obstáculos burocráticos volverán todas las expectativas creadas contra él.

La exaltación de la bondad y recta conciencia del protagonista se quiebran por los errores naturales y lógicos que éste comete y se ven a la mitad del largometraje arruinadas por las trabas burocráticas (un tema repetido en las películas de este cineasta) y por zancadillas que su propia familia realiza. Muy arduo y muy cuesta arriba es el camino del seguimiento de lo que su propia conciencia le dicta.

¿Quién es bueno y quién es malo en esta sociedad en la que vivimos?, ¿Es importante seguir el dictado de la conciencia hasta el final?, ¿quien marca el baremo de lo que es correcto y lo que es heroico?, ¿se puede distinguir entre la verdad y la mentira a través de las redes sociales?… Magníficamente interpretada, con unos diálogos naturales y densos, “Un héroe” es una película sumamente interesante y que incita un verdadero un debate sobre la moralidad del ser humano.

Ahora más que nunca: ser fiel a la conciencia.


Jose Luis Barrera Calahorro 15 de marzo de 2022

miércoles, 6 de abril de 2022

LA MEMORIA DEMOCRÁTICA


El 21 de julio de 2021 el Gobierno aprobó el Proyecto de Ley de Memoria Democrática para su defensa. Alrededor de esta ley se oyen muchos slogans, manipulaciones, frases grandiosas y vacías de contenido... La cuestión relevante es: ¿qué memoria democrática quedará de la actuación de este Gobierno? Para eso conviene tener claro lo que es una democracia y como se debe ejercer el poder democráticamente. Las exigencias tienen que ser las mismas, tanto para los partidos más afines como para los más opuestos.

La democracia se defiende sobre todo ejerciendo el poder democráticamente con respeto a los derechos de los demás, y eso va ser la memoria democrática real que queda “en la memoria”. Por eso entiendo que es necesario tener claro por lo menos lo siguiente:

1) La democracia como la mejor forma de gobierno de las sociedades se justifica por sí misma. Esto es así para la inmensa mayoría de los ciudadanos, pues en esta se hace un ejercicio del poder más justo y adecuado a la condición humana que el de cualquier dictadura o despotismo ilustrado. La democracia es más respetuosa con la libertad y con el protagonismo de las personas para construir la sociedad futura con la colaboración de todos.

2) Defender la democracia por medio de leyes penales, de leyes represivas, manifiesta que no se cree que este sistema de gobierno sea el mejor posible o, lo que aún es peor, que no se está ejerciendo el poder de manera democrática. En este caso el gobernante se considera el único propietario legítimo del poder y, por tanto, los adversarios son enemigos de la democracia y, aunque hayan sido elegidos por el pueblo, no los consideran gobernantes legítimos, por eso pretenden reprimirlos. En este sentido puede iluminarnos aquella viñeta de la revista El Hermano Lobo en la que un político decía en un mitin: “O yo o el caos”, y la gente contestaba: “el caos, el caos”, entonces él concluía: “Es lo mismo, el caos soy yo”.

3) En democracia los gobernantes son servidores del pueblo, no jefes de súbditos. Esto se manifiesta en el ejercicio del poder en la medida en que respetan a los ciudadanos y se comportan democráticamente. Así es importante ver si realmente respetan la separación de poderes, las instituciones sociales y los derechos de los ciudadanos (de las personas y de las minorías, familias y asociaciones). Todos los ciudadanos, individualmente o agrupados, tienen derechos que el gobierno debe respetar, que pueden reclamarse en los tribunales hasta llegar a los de fuera de España: el de Derechos Humanos de Estrasburgo o el de la Unión Europea en Luxemburgo.

Para los demócratas es importante que les quede en la memoria consciente que al gobierno se le puede limitar su abuso del poder y así lo han hecho los tribunales. Por ejemplo:

a) El Tribunal Supremo obligó al gobierno a darle a las Comunidades Autónomas el IVA que les había retenido (10-V-21), a que diera información sobre sus asesores (14-II-21) y que las Comunidades Autónomas paralizaran decretos del Ministerio de Sanidad en los tribunales durante la pandemia del Covid.

b) El Tribunal Constitucional consideró parcialmente inconstitucional el decreto del 1º Estado de Alarma (14-VII-21) e igualmente el 2º (27-X-21), por lo que ha habido que anular muchas sanciones que se aplicaron en base a él. También declaró nulo el cierre del Congreso de los Diputados (5-X-21) y anuló el decreto por el que el vicepresidente 2º entraba a formar parte del CNI (13-V-21). Igualmente el Tribunal Constitucional consideró no ajustado a derecho como se fijaba el impuesto a las plusvalías de las viviendas.

Se podrían citar más sentencias que anularon decisiones gubernamentales y leyes, pero son suficientes para que en nuestra memoria democrática quede claro que un gobierno no puede actuar caprichosamente, es decir, sin atenerse a la justicia, pues está al servicio de los ciudadanos y tiene que respetar sus derechos, tanto los personales como los de sus agrupaciones. En democracia los ciudadanos personalmente o agrupados en sus instituciones pueden recurrir a los tribunales contra los actos, decretos y leyes promovidos por los gobiernos que entiendan que lesionan sus derechos. Para ello los pobres debemos tener presente que la fuerza de los débiles radica en su unión, en la solidaridad, que ya lo expresaba muy bien aquella pancarta del 3 de julio de 1855 en Barcelona que decía: ¡ASOCIACIÓN O MUERTE! Aislados no se sale de la miseria y de la opresión.

Así que de las actuaciones de este Gobierno resulta que la “mejor” Memoria Democrática que queda es el hecho de que los tribunales invalidaron varias decisiones suyas, pues su acción gubernamental abusaba de los ciudadanos y de otras instituciones. Estos hechos enseñan y sirven más a los demócratas que la previsible Ley de Memoria Democrática. 

Ahora más que nunca: Autogestión

Antón Negro

lunes, 4 de abril de 2022

PREVENIR EN EXCESO NO ES MEJOR QUE CURAR. - ABEL NOVOA



En los comienzos de la pandemia el Dr. Abel Novoa hablaba de mucho más que el Covid. Se pueden sacar muchas conclusiones. 
-Una mirada serena es más eficaz
-Tener una visión global previa sobre sanidad (o cualquier otra cuestión) ayuda a mejorar la gestión de una emergencia.

Algunos de los temas que trata son:
(no hacemos transcripción literal pero sí fiel al sentido)

Murcia. En Murcia nos ha ido mejor en primer lugar porque hemos tenido SUERTE, aquí afectó después y eso nos dio tiempo. Además es una Comunidad pequeña, es más fácil actuar. Quizá hemos hecho bien algunas cosas como centrar la atención al Covid en la Atención Primaria, aunque fuera de manera telefónica. Eso evitó que el hospital fuera un FOCO. En los hospitales una vez que eran diagnosticados ya no podían volver a casa aunque tuvieran poco COVID. Esta decisión impidió la infección nosocomial (la que se da por estar en centros sanitarios)

Modelo hospitalocéntrico. En España esto ha sido un problema. Los recortes de años anteriores fueron a la Atención Primaria (AP), por ejemplo en Madrid. En AP han faltado mandos intermedios con capacidad organizativa. La AP es lo que realmente salva más vidas.

Modelo alemán. Es un mal modelo porque funciona a través de "seguros", no hay AP. Para el covid dio resultado porque son pequeñas clínicas y eso hace más fácilmente controlable.

Falsa confianza. A nosotros no nos pilló preparados. Cuando empezó en China yo mismo dije "están sobreactuando". Incluso la OMS lo pensó.

Covid en España. Hubo al menos dos o tres semanas antges que el de La Gomera

Materiales. La falta de medios para protegernos del covid muestra la fragilidad de nuestro sistema industrial.

Excesos en prevención. Nos sorprende que desaparecen las Urgencias de otro tipo. Una de las causas es que han bajado las pruebas. Si no se hacen escaner con contrastge para el riñon, o no se cambia la medicación a un diabético, por po ner algunos ejemplos, hay enfermedades que no aparecen PORQUE SON CONSECUENCIA DE NUESTRAS INTERVENCIONES. Esto debe hacer pensar. Si hay menos infartos y menos ictus puede tener que ver con  excesos de intervenciones. Hay estudios clásicos al respecto como una huelga de médicos tras la cual hubo menos enfermedades o un gran Congreso de cardiólogos en USA.

¿Cómo corregir? Es necesario dejar las inercias en que se puede caer, por ejemplo, en analíticas de colesterol o en revisiones permanentes por parte del especialista. Es necesario transmitir que la salud no viene de la atención médica. Hay problemas serios como la atención médica o los accidentes laborales.

¿Es mejor prevenir que curar? No. Hay muchos excesos en prevención. Hay mucho sobrediagnóstico. A veces se detectan cosas que no harían daño y se interviene sin necesidad. Además de los efectos secundarios. Muchas veces la prevención es otro negocio.

Democracia mejora la salud. Puede parecer que no tiene relación pero sí es así por ejemplo a través de la trasparencia. Una medicina que da cuentas mejora la salud.

¿Cómo viven los médicos esta crítica a la industria farmaceútica? Al principio les resultaba extraña porque la industria farmaceútica contiene avances muy buenos pero luego se han ido descubriendo los intereses, el sesgos que puede imponer.

Prescripción inducida. Se da cuando el especialista que ve solo su aspecto quiere imponer la prescripción de medicamentos al de AP, que es el que debe decidir porque ve el conjunto y puede ver exceso perjudicial. Hay pacientes hipertratados. Rebajar las prescripciones puede ser más sano y más sostenible. Es  la paradoja de la Atención Primaria: hay pacientes cardiacos que mejorar en AP porque pueden necesitar ese tratamiento mirando el conjunto de la vida.

Atención primaria. Es necesario que no se demore la consulta, eso hace que las personas se vayan a Urgencias. Es necesario quitarle tarea burocrática.

Tecnología blanda. Se aplica más en AP. Tiene poco prestigio pero a veces lo mejor es ese "vamos a esperar un poco". La tecnología es buena pero también aumenta la contaminación. Los medios de comunicación atienden a la gran tecnologçía pero no a la tecnología blanda que pueden ser cosas como tener vida cultural.

Residencias en Murcia. Hemos tenido buenos resultados  porque tuvimos suerte de que el covid nos pilló algo preparados al llegar más tarde. Hicimos el confinamiento en las propias residencias cuando no era necesario ir al hospital. Para eso los equipos médicos iban a las Residencias. Además las personas ya con gran deterioro que no cumplen los criterios de UCI los tratábamos con paliativops en las residencias. Hemos tenido ingresos de residentes de un 36% cuando la media nacional era del 56%.

Menos residencias. Tenemos que plantearnos la cuestión de los ancianos. Están mejor en casa. Debe haber menos residencias y más pequeñas Que el recurso vaya a la persona. Se ha puesto en la picota injustamente a las residencias, es un problema social. España se vive mucho pero no mejor, hay mucha soledad. 

Eutanasia. La idea social de eutanasia tiene mucho que ver con esta forma mala de vivir la ancianidad. Hoy ya es posible que una persona que tiene ya poca perspectiva de vida decida no ingresar una y otra vez en el hospital y ser tratado con paliativos. Eso no sería eutanasia.

Inmunidad de rebañoAntes o después nos contagiaremos todos de covid. La inmunidad de rebaño es necesaria y se adquiere dejando que la población sana se vaya contagiando.


sábado, 2 de abril de 2022

Covid-19: cómo debería cambiar la atención sanitaria en las residencias de mayores para evitar otra crisis

Abel Novoa

Las residencias de mayores han sido la “zona cero” de esta pandemia. Allí se concentra una población muy mayor y con una gran carga de enfermedad, el factor de riesgo más importante para desarrollar covid-19 grave.

Pero hay otras circunstancias que incrementaron el riesgo de brotes infecciosos en estos hogares. Por ejemplo, la alta dependencia e intensidad de cuidados de los residentes, profesionales escasos y con condiciones precarias, centros con elevada ocupación y habitaciones compartidas.

En este escenario, queremos hablar de un elemento que ha condicionado la calidad de la respuesta sanitaria: la falta de conexión entre el sistema de salud y las residencias

Desconexión entre residencias y sistema de salud

Durante décadas, la sanidad pública ha ignorado a las personas que vivían en estas instituciones. Simplemente, se ha considerado que no le correspondía su asistencia. La confusión derivaba de una ambigua regulación del sector que exigía la existencia de horas de médico y enfermeros en las residencias.

Pero quien se ocupó de tal regulación no pretendió nunca que esta presencia de sanitarios en las residencias sustituyera la atención médica y de enfermería del sistema público a la que los usuarios tenían derecho. Mas bien, el objetivo era que fueran un apoyo para el control de la medicación, la monitorización de los cuidados y de la atención preventiva y rehabilitadora.

De esta manera, tras décadas de desconexión, cuando el sistema de salud ha tenido que acudir al rescate de las residencias durante esta pandemia, lo ha hecho desconociendo casi todo. Entre otras cosas, su cultura de los cuidados, su organización y la enorme carga de enfermedad y dependencia de las personas que allí vivían.

Hoy, en el sistema sanitario sabemos mucho más de las residencias que antes. Por eso, podremos, seguramente, acertar mejor con las acciones necesarias para cambiar esta situación.

Dependencia y fragilidad de las personas que viven en residencias

Cualquier solución debe partir de un análisis de las necesidades médicas de la población residencial. Tras la tercera ola, el Servicio Murciano de Salud (SMS) realizó un esfuerzo para conocer el estado de salud de los 2037 residentes mayores que vivían en residencias que habían sufrido brotes. El estudio, que no ha sido publicado, se realizó en el 47,78 % de los residentes mayores de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia.

Este análisis era necesario pues teníamos el convencimiento, demostrado recientemente, de que los residentes supervivientes habían sufrido no solo por la covid-19 sino también por las propias medidas tomadas en los brotes y que afectaban a infectados y a no infectados.

Gráfico 1: Rangos de edad de los residentes estudiados. Extraído del ‘Proyecto para el Desarrollo de la Atención a la Fragilidad y Asistencia a las Residencias’ (DESAFyAR). Documento Técnico elaborado por la Coordinación Regional para la Cronicidad Avanzada y la Atención Sociosanitaria. 

El estudio arrojó resultados muy expresivos de las necesidades sanitarias de una población muy envejecida (Gráfico 1). El 47,3 % eran frágiles avanzados; el 45,4 % sufría demencia severa; hasta un 43,7 % tenía dependencia total (solo el 7,9 % eran autónomos o dependientes leves) y el 72,9% utilizaba pañal (lo que señala la intensa carga de cuidados).

Además, se observó (Gráfico 2) que existía una elevada prevalencia de uso de contenciones. Se utilizaban excesivamente medicamentos con efectos depresores del sistema nervioso central (un 69 % de ansiolíticos y un 33,2 % de neurolépticos) y existía elevada prevalencia de polifarmacia (el 21,6 % recibía entre diez y quince fármacos y el 8,4 %, más de quince).

Gráfico 2. Tipo de contenciones utilizadas. Extraído del ‘Proyecto para el Desarrollo de la Atención a la Fragilidad y Asistencia a las Residencias’ (DESAFyAR). Documento Técnico elaborado por la Coordinación Regional para la Cronicidad Avanzada y la Atención Sociosanitaria. 

Falta de conexión y sobrecarga de los profesionales

Además, se analizó cómo se organizaba cada una de las 33 residencias estudiadas, la mitad de las presentes en la Región de Murcia, en relación con la gestión de analíticas, recetas, pruebas complementarias, interconsultas, etc.

Ante la falta de circuito corporativo, cada residencia tiene que negociar médico a médico y residente a residente cómo proceder, lo que supone una sobrecarga descomunal para el personal de las residencias. De igual modo, comprobamos cómo los sistemas de información, sanitario y residencial, se comportaban como nichos de datos no interconectados. Se perdía información crucial de uno y otro lado.

Tras nuestro estudio concluimos que los residentes, a efectos prácticos, carecían de un equipo de atención primaria que conociera la globalidad de la situación clínica del enfermo.

Ello supone que cualquier problema médico medianamente complejo o que supere las funciones asistenciales de mínimos establecidas para los facultativos de la residencia es solucionado con una derivación a las saturadas urgencias hospitalarias. Allí, las personas profesionales de estos servicios de emergencia suelen activar intervenciones puntuales y desacopladas de la situación general del residente ya que, simplemente, esta es desconocida para ellos.

La terrible consecuencia es que una población muy envejecida, dependiente y enferma, con más de un 40 % de personas que podrían considerarse al final de la vida, tiene una atención sanitaria fragmentada, basada en derivaciones a urgencias y sin planes de cuidados individualizados. Este es el contexto perfecto para el encarnizamiento terapéutico y la iatrogenia.

¿Qué necesitan las residencias de mayores?

Las prioridades para mejorar la atención sanitaria en las residencias de mayores quedan claramente definidas por este análisis. Desde la Coordinación Regional para la Cronicidad Avanzada y la Atención Sociosanitaria (CORECAAS) hemos propuesto un plan de acción con cinco áreas de trabajo.

Asistencia. El objetivo es garantizar la atención a las necesidades sanitarias de esta población de manera inmediata. Para ello es imprescindible un enfoque de atención centrada en la persona, mediante un equipo específico asistencial que, desde cada área de salud, pilote actuaciones concretas (Tabla 1).



Tabla 1: Ámbito, acciones y objetivos asistenciales. Extraído del ‘Proyecto para el Desarrollo de la Atención a la Fragilidad y Asistencia a las Residencias’ (DESAFyAR). Documento Técnico elaborado por la Coordinación Regional para la Cronicidad Avanzada y la Atención Sociosanitaria. Author provided

Sistemas de información. Se busca la intercomunicabilidad, evitando el aislamiento actual de las herramientas informáticas sanitaria y residencial. También se trata de establecer escalas clínicas, parámetros e indicadores comunes.

Procesos asistenciales. Hay que estandarizar los circuitos para recetas, analíticas o interconsultas. De esta forma, las personas que viven en residencias no estarán discriminadas por su peor acceso al sistema sanitario respecto a las que viven en sus casas.

Coordinación. Favorecer la paulatina colaboración de los centros residenciales con las áreas de salud mediante comisiones y grupos de trabajo.

Formación. Integrar, mediante convenios bilaterales, al personal de las residencias en los programas corporativos formativos de los sistemas de salud.

Cambios que mejorarían la salud de los residentes

Es importante generalizar los cuidados paliativos residenciales, esencial en una población tan envejecida y dependiente. Además, debemos elaborar planes de atención individualizadamediante un proceso de planificación compartida de la atención.

Por otro lado, han de normalizarse medidas generales (especialmente, incidiendo en la ventilación) para la prevención de infecciones y brotes infecciosos. No solo por SARS-CoV-2sino también de gripe y otros virus invernales, sarna, procesos gastrointestinales, infecciones cutáneas, etc. En este sentido, es necesario mejorar la capacidad de diagnóstico precoz de infeccciones respiratorias como la gripe.

Recordemos que las residencias son el nicho comunitario más importante de bacterias multiresistentes, por lo que es fundamental la adecuada utilización de antibióticos y el correcto manejo de los residentes portadores.

Tampoco debemos olvidar que la prevención, el diagnóstico y el tratamiento precoz del delirium evitaría al máximo la utilización de contenciones y sedantes.

Por último, es necesario integrar las residencias en los barrios para que dejen de ser islas desconectadas de la comunidad.

Estos retos deben ser abordados respetando el carácter de hogar de estas instituciones y, por tanto, contando para su abordaje e implantación con los profesionales del sector, los residentes y sus familias. De igual modo ha de contemplarse la necesidad de una transición pilotada para que atención primaria cuente con recursos, sistemas de información y protocolos de cooperación validados.

Tras haber sufrido un daño desproporcionado durante la pandemia, es de justicia que la mejora de la atención sanitaria en las residencias se convierta en el objetivo prioritario de los sistemas de salud. Tanto sufrimiento no puede haber sido en vano.

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https://theconversation.com/covid-19-como-deberia-cambiar-la-atencion-sanitaria-en-las-residencias-de-mayores-para-evitar-otra-crisis-177928

Juan Gérvas entrevistado por Joan C. March sobre Atención Primaria

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