miércoles, 29 de diciembre de 2021

Fallece de soledad (y no de Covid) la primera vacunada de Gran Canaria

En un acto solidario en la calle Triana
de Las Palmas de GC 27/12/15

Mari Carmen Déniz Marrero, la conocida expresidenta de la “Frater” de España murió en la Nochebuena. Sus amigos habían podido oír sus últimos washaps: “Cada vez más sola. Triste por eso”. Su voz nos habla de esta “enfermedad” silenciada de tantos y tantos que mueren de soledad. No lo dirá el certificado de defunción, ni documento escrito alguno pero esa será la verdad. Ni la autopsia lo diría. Pero no faltan estudios sociológicos que ya contemplan este hecho. Y hasta por el mundo hay más de un Ministerio de la Soledad. El otro día, sin embargo, un buen sociólogo pedía mascota para la soledad de su madre, aunque intentara añadir en su descargo que también le serviría para hacer ejercicio.

Estas muertes de soledad cada vez que se endurecen las medidas ante el covid  quizá deberíamos llamarlas “asesinatos”. A más de uno nos parece una pregunta tan justa y ética como científica. El papa Francisco ha dicho para escándalo de algunos y silencio de otros que “esta economía mata”. Pero ¿hay un asesino a quien llevar a juicio? ¿cómo mata en concreto? Acierta el refrán: “entre todos la mataron y ella sola se murió”.  No hace falta que nadie apriete el gatillo, es más simple aunque parezca más complejo.

Es la gestión de la pandemia lo que se ha llevado por delante a Mari Carmen. Ha sido el decreto aislacionista. Mari Carmen tenía un largo historial de enfermedad pero supo vivir y luchar. No tenía la movilidad que quería, ni autonomía total pero fue capaz de luchar por los derechos de las personas discapacitadas y perteneció al movimiento eclesial “Frater” y a la asociación civil Cocemfe. Supo trabajar por reducir las barreras físicas y las de una mentalidad que a veces margina a las personas por algún tipo de discapacidad.

Desde posiciones científicas ya hay sanitarios que dicen “¡Hay que parar esto! Dejar de hacer para poder hacer” (www.saludineroyap.blogspot.com) refiriéndose a que no se puede seguir dejando de hacer todo lo que hay que hacer (cuidar y cuidarse) en nombre de una lectura de la problemática covid chata, mezquina y farmamafiosa (hacer negocio con la enfermedad). Ya sabemos que el 2021 va a dar peores cifras de aumento de la mortalidad que 2020 porque, si bien el covid es cosa sería y asesina, más asesina es la gestión de la pandemia. Duro y triste pero tan real como que el hambre, la ignorancia y la enfermedad que existen simplemente (no complejamente) porque son negocio.

En la primera ola murieron muchos ancianos en soledad. Ya nos quejamos entonces. Entonces muchos profesionales sanitarios se saltaron con ciencia y con ética tan malvada imposición y permitieron despedirse a los moribundos de sus seres queridos. Otros no pudieron o no supieron. Pero seguir haciéndolo tan mal veintiún meses después es mucho más grave.

Mari Carmen fue -como dijo Manolo Medina en el cementerio- una profeta, una luchadora. Mari Carmen vivió aquel “Levántate y camina” de Jesús, de no quedarse atrás, de exprimirse en favor de los demás, de vivir con alegría las pequeñas cosas de cada día; supo ser de la manera más plena: dándose.

Como usuaria de la residencia El Pino estaba tan harta de confinamiento que fue con gusto la primera vacunada de Gran Canaria. Cuando la entrevisté para “Solidaridad” en la Emisora diocesana fue muy clara: “Hemos sobrevivido gracias a las Auxiliares, ¿por qué no nos han dejado bajar al hermoso jardín?”. En la pandemia hemos ido todos en el mismo barco, pero unos en primera y otros en tercera, e igual que el el Titánic los de tercera murieron mucho más.

Aprovechando “que el Pisuerga pasa por Valladolid” hablemos de política una vez más. No quiero decir que este o aquel sean los únicos responsables de estas muertes, no, no quiero decir eso. Pero tampoco quiero callar. Mari Carmen no habría fallecido si no se la hubiera recluido en la soledad con motivo de las condiciones de aislamiento hospitalario de -en este caso- una clínica concertada. Todos somos más o menos responsables -unos más y otros menos- si hemos enterrado nuestros talentos con la secreta pretensión de al menos conservarlos. Si eso ocurre siempre se pierden, como en el relato de Jesús, frecuentemente tachado de injusto. Es así: creyendo conservarlos parecerá que nos los han arrebatado contra nuestra voluntad y miraremos con envidia a quienes se los ganaron simplemente usándolos, simplemente viviendo, simplemente practicando.

Mari Carmen descansa en paz pero murió antes de tiempo quizá por la descansolatría de quienes enterramos los talentos. Murió antes de tiempo, quizá por nosotros adorar esa propia tranquilidad que Tolstoi llamó “bajeza moral”. No es extraño que Francisco haya dicho “¡Hagan lío!”. ¿También quizá se referiría a promover democracia en la vida política?

Ahora más que nunca: Solidaridad

Eugenio A. Rodríguez


miércoles, 22 de diciembre de 2021

El TOTALITARISMO no es la defensa DEL BIEN COMÚN (si es que éste existe).


La restricción de derechos individuales durante la Pandemia y una estrategia de vacunación basada en la discriminación y la coerción, se ha justificado en el “Bien Común”. Uno de las características del totalitarismo es la negación, o al menos la limitación severa, de los derechos básicos de la personas. La justificación en muchos casos es proteger el “Bien Común”, los intereses de la sociedad en su conjunto, de la "gente de bien" o el de "los de aquí". Pero los intereses que se defienden no representan los intereses de la sociedad, ni ningún “bien común”, sino los intereses del Estado, de los que gestionan éste y de los que éstos representan, es decir los intereses del poder político y económico. 

Cuando uno apela al “bien común”, la cuestión inmediata que surge es quien lo define. En el caso de la gestión de la Pandemia se ha dado por hecho que es el Gobierno y el coro de expertos que le acompañan (una vez excluidos todos los científicos disidentes) en su discurso y respaldan sus perspectivas. Así, el “bien común” no se considera algo sujeto a debate y negociación, sino como verdad absoluta "revelada" a los gobiernos. No se contempla tampoco que lo que se considera "bien común" depende de valores de grupos e individuos. 

No se debería aceptar, y de hecho habitualmente se cuestiona, que la postura del 
Gobierno representa en bien común. Sin embargo, en el caso de la Pandemia, implícitamente hasta la izquierda ha aceptado esa idea. Incluso aunque las propuestas del Gobierno representaran la opinión de la mayoría (hecho muy dudoso porque la opinión de la mayoría refleja la capacidad de gobiernos y el poder económico de influirla y no al revés), tampoco creemos que se se pueda aceptar a “priori” que los intereses y opiniones de la mayoría son el bien común. Soon intereses y opiniones de la mayoría y como tales deberían ser respetadas, pero en ningún caso debería deslegitimar las posiciones de las minorías ni por supuesto cuestionar derechos individuales. Unos derechos que no deben estar sujetos a otros deseos que no sean los propios, derechos como la libertad de conciencia y expresión y el derecho a la autonomía personal y a no sufrir imposiciones en ámbitos estrictamente individuales.

Habría que demostrar de forma fehaciente que se pone en peligro DIRECTO e INMEDIATO la salud, la vida y el bienestar de otras personas, para que se pueda plantear limitar derechos individuales, y solamente cuando no exista otro medio de impedir ese daño sin restringir libertades individuales. Está claro que nadie puede contagiar a nadie una enfermedad causada por un virus de transmisión respiratoria si el posible contagiado pone los medios necesarios: mantiene distancia de seguridad, no permanece en espacios cerrados periodos prolongados si no está asegurada una correcta ventilación o renovación del aire, etc. 

En el caso concreto de que la vacuna protegiera del contagio y transmisión, los vacunados para no complicarse la vida y tener que adoptar precauciones no pueden pedir a los que no quieren recibirlas, unas vacunas con dosis enormes de incertidumbre. PERO ES QUE ADEMÁS, LAS VACUNAS ACTUALES NO IMPIDEN NI LO UNO NI LO OTRO.

Ahora más que nunca: Autogestión

José R. Loayssa

martes, 21 de diciembre de 2021

¡Qué raro! ¡Las vacunas funcionan!

Juan Gèrvas

¡Qué raro! 
Las vacunas covid19 "funcionan". Sí, "funcionan".
España, que tiene que enseñar al mundo su gestión de la pandemia, con el 91% de la población vacunada, sometida a una sexta ola que todo arrasa! Casos, hospitalizaciones, UCI, muertes. Es raro, sí. 











2/9
Los vacunados covid19 tienen miedo de los novacunados covid19. 
Como las vacunas covid19 "funcionan", no hay quien entienda ese temor.
¿La protección de las vacunas covid19 no protege ante los novacunados?
¡Qué raro, siendo vacunas que "funcionan"!

3/9
Hay muchas vacunas que fuerzan la evolución de los gérmenes. 
Por ejemplo, de tosferina y de neumococos.
Quizá las vacunas covid19 fuercen el escape del virus y la aparición de variantes como la delta, la omicron, etc.
Es raro, siendo vacunas que "funcionan".

4/9
Las vacunas covid19 "funcionan". 
Por eso el certificado covid19 caduca a los seis meses de la última dosis.
Por eso hay que re-vacunar con otra tercera dosis, y en el futuro con una cuarta. Y quizá cada seis meses, o menos.
Son vacunas que "funcionan", pero poco (parece).

5/9
Cada vez más restricciones, más intensa implantación de certificado covid19, más avisos de peligro, más miedo, más mascarilla, ...
¡Y cada vez Europa más población vacunada y re-vacunada!
Es raro ¿no?
¿Es esta la eficacia de más del 90% de Pfizer hace poco más de un año? 











6/9
Los vacunados covid19 se contagian y contagian, como si nada (eso, como si no estuvieran vacunados).
Es raro, ¿no? ¡Siendo vacunas que "funcionan"!
De hecho, los vacunados y el riesgo moral (comportamientos "atrevidos" al creerse protegidos) son los causantes de la sexta ola.

7/9 
La mayoría de las vacunas no producen inmunidad de grupo, tampoco las de covid19. ¿Y la promesa del Presidente de España de que se conseguía en verano 2020? No, las vacunas covid19 no producen inmunidad de grupo/rebaño. Y siempre lo hemos sabido:
http://saludineroap.blogspot.com/2021/08/el-espejismo-de-la-inmunidad-de-rebano.html

8/9
España tiene 89.000 muertos covid19, en gran parte evitables. Políticos con sus expertos y generales, orgullosos. 
¡Ni responden de los viejos muertos de sed en los asilos!
Es raro. No establecen planes de investigación, tampoco para la efectividad de las vacunas covid19.

9/9
En síntesis y en español vulgar: "las vacunas covid19 funcionan pero vamos jodidos con la pandemia covid19". 
¡Y eso que el efecto "cosecha" ya se llevó en 2020 a los más frágiles y tratados con más medicamentos! 
Es raro, ¿no?

Ahora más que nunca:  la ironía (y la alegría)

domingo, 19 de diciembre de 2021

CENSURADO en el periódico "EXPANSIÓN": Basta ya

Imagen de la médica y viñetista Mónica Lalanda
que no tiene relación directa
con lo referido en el artículo.
Fernando del Pino Calvo-Sotelo
Escribo desde hace diez años en Expansión con entera libertad. Sin embargo, ayer, en el último minuto y de modo injustificable, Expansión censuró y retiró este artículo que iba a publicarse hoy. Lamento que un periódico como Expansión censure un artículo cuyas fuentes son, entre otros, The Lancet (una de las tres publicaciones médicas más prestigiosas del mundo), artículos de reconocidos epidemiólogos en el Wall Street Journal (el periódico económico más importante del mundo), comunicados del JCVI británico y del Ministerio de Sanidad de Japón y datos oficiales del Ministerio de Sanidad español.

Esta locura debe acabar. El programa de vacunación masiva con vacunas y terapias genéticas en gran medida experimentales para combatir una enfermedad que cursa leve para la inmensa mayoría de la población se está convirtiendo en un escándalo de salud pública, y su extensión a niños y adolescentes sanos es simplemente inmoral. Contrariamente a lo que repite la histeria colectiva creada por el contubernio político-mediático-farmacéutico, la vacunación a estas edades no protege a los niños de nada, pues para ellos el covid es levísimo, ni protege a sus padres o abuelos, pues los contagios de niño a adulto son inhabituales[1] y, sobre todo, caramba, porque estas vacunas no impiden ni el contagio ni la transmisión[2], como estamos viendo. En cambio, exponen innecesariamente a los niños a potenciales efectos adversos a corto plazo que aun poco probables pueden ser serios, como la miocarditis (“con cuadro clínico atípico y de pronóstico incierto a medio plazo”, según el JCVI británico[3]), y a la incertidumbre de efectos secundarios desconocidos a largo plazo. ¿Cómo calificarían ustedes a una sociedad que pone en riesgo la salud de los niños para que algunos adultos duerman más tranquilos? Por tanto, recomiendo a los padres que, antes de tomar una decisión que será irrevocable, se lo piensen mucho y no se dejen arrastrar por razones equivocadas como la presión social, sino valorando exclusivamente los riesgos y beneficios para sus hijos, que no pueden defenderse ni opinar por sí mismos. Asimismo, si sus pediatras recomiendan vacunarse exíjanles la firma de la correspondiente receta para que asuman su responsabilidad.

Una miríada de estudios y datos epidemiológicos recientes confirman que las vacunas y terapias genéticas no impiden ni el contagio ni la transmisión del covid y que su eficacia para reducir la gravedad se ha reducido mucho. De ahí la sorpresiva tercera dosis, inoculada en estado de pánico por Israel ante la evidencia del fiasco vacunal y promovida de tapadillo en España para intentar disimular dicho fiasco. Hace poco nos decían que dos dosis y un 70% de inmunidad de rebaño acabarían con la epidemia. Ahora son tres o cuatro dosis (¡en pocos meses!) y un 95%. Vaya tomadura de pelo.

El desmedido afán de lucro de las empresas farmacéuticas, la incalificable campaña de terror mediática y oscuros intereses políticos propiciaron desde un principio que el foco se pusiera en reducir el número de contagios y no el de muertes, algo absurdo en una enfermedad que cursa leve para la mayoría. Acto seguido se torpedeó sistemáticamente la aparición de tratamientos baratos y prometedores dirigidos sólo a los enfermos de riesgo y se hizo creer a la opinión pública que la única esperanza eran unas lucrativas vacunas poco testadas y dirigidas a toda la población. Una vez vacunada la población de riesgo era imprudente y estéril continuar vacunando indiscriminadamente, pero nos dijeron que las vacunas pararían la epidemia y nos devolverían a la normalidad. “Primero les encerramos, luego les asustamos y finalmente les vacunamos a todos”, fue la consigna. Pues bien, la falacia se ha topado con la realidad. Las altas tasas de vacunación no están frenando los contagios. En septiembre, un estudio realizado en 68 países observó que, al contrario de lo esperado, “las zonas con mayor porcentaje de población totalmente vacunada tenían más casos de COVID-19 por cada millón de habitantes[4]”. En este sentido, según otro estudio publicado en The Lancet Infectious Diseases, los vacunados que enferman de covid parecen ser ligeramente más contagiosos que los no vacunados, con una carga viral similar[5]. Para más inri, otro artículo científico ponía de manifiesto que “la aparición y frecuencia de nuevas variantes resistentes a las vacunas está fuertemente correlacionada con las tasas de vacunación[6]”, es decir, que a mayor porcentaje de vacunados, más variantes. Y según un estudio sueco publicado como pre-print en The Lancet, Pfizer y Astrazeneca (85% de las vacunas administradas en España) no tienen “ninguna eficacia” para prevenir la infección de covid pocos meses después de su inoculación, y su eficacia para reducir la gravedad y muerte ha caído hasta un “indetectable” 42% seis meses después de vacunarse[7]. No olviden que todos estos datos son anteriores a la llegada de la famosa variante Omicron, convertida en chivo expiatorio del fiasco vacunal. Quizá por ello, según el Ministerio de Sanidad actualmente en España el 71% de los hospitalizados y el 80% de los muertos por covid mayores de 60 años son personas perfectamente vacunadas[8]. La evidencia comienza a ser abrumadora. Así, un recientísimo artículo en The Lancetcon datos de varios países ha denunciado “la gran negligencia” de las autoridades sanitarias al negar tal evidencia[9] en una cínica huida hacia adelante. En Alemania “seis de cada diez casos sintomáticos de COVID-19 de mayores de 60 son personas totalmente vacunadas [ya son siete de cada diez], proporcionando una clara evidencia de la creciente relevancia de los vacunados como posible fuente de transmisión”. En el Reino Unido, nueve de cada diez nuevos casos de COVID-19 entre mayores de 60 años “se produjeron entre los totalmente vacunados”, y una semana antes “la tasa de casos de COVID-19 por 100.000 había sido mayor entre el subgrupo de vacunados que en el de no vacunados” de 30 años o más. Y en Israel un brote hospitalario cuya fuente había sido un paciente vacunado tuvo como resultado que “catorce pacientes totalmente vacunados enfermaron gravemente o murieron, mientras que los dos pacientes no vacunados desarrollaron una enfermedad leve”. The Lancet concluye: “Es una gran negligencia ignorar a la población vacunada como una fuente de transmisión posible y relevante”. Estos datos desmontan por completo el paripé del pasaporte covid, la persecución de los no vacunados y los programas de vacunación infantil.

El carácter voluntario-obligatorio de estas vacunas en Europa ha vulnerado principios médicos y éticos. No así en Japón, donde el Ministerio de Sanidad deja claro que la vacuna COVID-19 “no es obligatoria ni forzosa, sino que sólo se realizará con el consentimiento de la persona a vacunar tras la información facilitada”. Y añade: “Le rogamos que se vacune por decisión propia, comprendiendo tanto la eficacia como el riesgo de efectos secundarios; no se administrará ninguna vacuna sin dicho consentimiento, y por favor, no obligue a nadie en su lugar de trabajo o a los que le rodean a vacunarse, y no discrimine a los que no se han vacunado[10]”. Y aquí, ¿dónde están los consentimientos informados? ¿Qué médico ha firmado nada? ¿Dónde queda el respeto a los no vacunados en este ambiente de histeria y fascismo sanitario? En España algunos sátrapas regionales, repanchingados en sus palacetes feudales, imponen a sus siervos la presentación de un salvoconducto para entrar en un hospital o tomarse una cerveza, y da igual que semejante atropello se base en una superstición, pues el vacunado transmite el virus exactamente igual (o más) que el no vacunado. ¿Y qué decir de la Sala del Tribunal Supremo (con la numantina excepción de un voto particular) que se ha prestado a esto autorizando el pasaporte covid con contradicciones que causan rubor?

Repito: esta locura debe acabar. Ha llegado el momento de exigir a los responsables políticos que digan la verdad a la población sobre las limitaciones de eficacia y seguridad de estas vacunas y que detengan la campaña infantil. Para los niños sanos esta vacuna tiene muchos más riesgos que beneficios y, como dice el inmunólogo norteamericano Robert Malone, coinventor de la tecnología de las vacunas ARN mensajero, “la razón que le están dando para vacunar a su hijo es mentira: sus hijos no presentan peligro alguno para sus padres o abuelos[11]”. Yo aún diría más. No es deber de los niños proteger a los adultos, pero sí es deber de los padres proteger a sus hijos.

Fernando del Pino Calvo-Sotelo

www.fpcs.es

[1] The Case Against Covid Tests for the Young and Healthy – WSJ
[2] Caza de brujas vacunal – Fernando del Pino Calvo-Sotelo (fpcs.es)
[3] JCVI statement on COVID-19 vaccination of children aged 12 to 15 years: 3 September 2021 – GOV.UK (www.gov.uk)
[4] Increases in COVID-19 are unrelated to levels of vaccination across 68 countries and 2947 counties in the United States | SpringerLink
[5] Community transmission and viral load kinetics of the SARS-CoV-2 delta (B.1.617.2) variant in vaccinated and unvaccinated individuals in the UK: a prospective, longitudinal, cohort study – The Lancet Infectious Diseases
[6] Mechanisms of SARS-CoV-2 Evolution Revealing Vaccine-Resistant Mutations in Europe and America | The Journal of Physical Chemistry Letters (acs.org)
[7] Effectiveness of Covid-19 Vaccination Against Risk of Symptomatic Infection, Hospitalization, and Death Up to 9 Months: A Swedish Total-Population Cohort Study by Peter Nordström, Marcel Ballin, Anna Nordström :: SSRN
[8] Actualizacion_524_COVID-19.pdf (mscbs.gob.es)
[9] The epidemiological relevance of the COVID-19-vaccinated population is increasing – The Lancet Regional Health – Europe
[10] COVID-19 Vaccines | Ministry of Health, Labour and Welfare, Japan|厚生労働省 (mhlw.go.jp)
[11] Between the Forceps and the Stone (substack.com)

miércoles, 15 de diciembre de 2021

INVENTOR DE RNAm no vacuna a sus hijos. Youtube retira su declaración. Se ve en otras plataformas

VÍDEO RETIRADO POR YOUTUBE. PUEDE VERSE EN ESTE ENLACE:(aquí)
José R. Loayssa
Antes de inyectar a su hijo, Robert Malone, uno de los descubridores de la técnica del RNA mensajero:
Mi nombre es Robert Malone y les hablo como padre, abuelo, médico y científico. Por lo general, no leo de un discurso preparado, pero esto es tan importante que quería asegurarme de que cada palabra y todos los hechos científicos son correctos.
Respaldo esta declaración con una carrera dedicada a la investigación y el desarrollo de vacunas. Estoy vacunado contra el COVID y generalmente soy partidario de la vacunación. He dedicado toda mi carrera a desarrollar formas seguras y efectivas para prevenir y tratar enfermedades infecciosas.
Antes de inyectar a su hijo, una decisión que es irreversible, quería informarle los hechos científicos sobre esta vacuna genética, que se basa en la tecnología de la vacuna de ARNm que creé:
Hay tres cuestiones que los padres deben comprender:
● La primera es que se inyectará un gen viral en las células de sus hijos. Este gen obliga al cuerpo de su hijo a producir proteínas S que son tóxicas. Estas proteínas a menudo causan daños permanentes en los órganos críticos de los niños, incluidos
○ Su cerebro y sistema nervioso
○ Su corazón y vasos sanguíneos, incluido provocar coágulos de sangre.
○ Su sistema reproductivo
○ Y esta vacuna puede desencadenar cambios fundamentales en su sistema inmunológico.
● El punto más alarmante de esto es que una vez ocurridos estos daños, son irreparables.
○ No puedes arreglar las lesiones dentro de su cerebro.
○ No se pueden reparar las cicatrices del tejido cardíaco
○ No puede restablecer un sistema inmunológico reprogramado genéticamente y
○ Esta vacuna puede causar daños reproductivos que podrían afectar a las generaciones futuras de su familia.
● Lo segundo que debe saber es el hecho de que esta nueva tecnología no se ha probado adecuadamente.
○ Necesitamos al menos 5 años de pruebas / investigación antes de que podamos comprender realmente los riesgos
○ Los daños y riesgos de los nuevos medicamentos a menudo se revelan muchos años después.
● Pregúntese si quiere que su propio hijo sea parte del experimento médico más radical de la historia de la humanidad.
● Un último punto: la razón por la que le están dando para vacunar a su hijo es una mentira.
○ Sus hijos no representan ningún peligro para sus padres o abuelos.
○ En realidad, es todo lo contrario. Su inmunidad, después de contraer COVID, es fundamental para salvar a su familia, si no al mundo, de esta enfermedad.
En resumen: no hay ningún beneficio para sus hijos o su familia al vacunar a sus hijos contra los pequeños riesgos del virus, dados los conocidos riesgos para la salud de la vacuna con la que, como padre, usted y sus hijos pueden tener que convivir por el tiempo. resto de sus vidas.
El análisis de riesgo / beneficio ni siquiera está cerca.
Como padre y abuelo, mi recomendación es que resista y luche para proteger a sus hijos.

El video pudo verse en este enlace de youtube: https://www.youtube.com/watch?v=GjUZ8a3HwYA
pero fue retirado





domingo, 12 de diciembre de 2021

¿Dónde está Dios cuando se muere "el amor de mi vida"?

Viñeta del cómic "La alegría del amor". Textos literales del papa Francisco, 
guión del sacerdote Eugenio A. Rodríguez e ilustraciones del matrimonio Cervantes-Bernal.

En estos días he visto fallecer a un hombre joven. He visto a su esposa de amor y de plegaria cada tarde. Cada tarde hemos rezado juntos mientras ella acariciaba incesantemente el amor que se le iba entre las manos. Sabía que iba, más todavía, a las buenas manos del Padre pero la esposa seguía necesitando esposo y los hijos seguían necesitando padres. Y los padres siguen necesitando hijos y los amigos siguen necesitado amigos. Y la sociedad nos sigue necesitando a todos y todos seguimos necesitando a Dios y Dios nos sigue necesitando a todos porque todos somos una familia y encima también Dios es familia, familia abierta que nos incorpora a todos y a cada uno con nuestras cadaunadas.

Sigo sufriendo algo cuando veo el sufrimiento porque cada sufrimiento es único y casi infinito y cuando pierdes la capacidad de sufrir pierdes la de amar y pierdes la de alegrarte y hasta la de respirar si me apuran. Ese sufrimiento no siempre es la antesala de la alegría sino de nuevos sufrimientos pero a veces también una luz brilla EN MEDIO de la noche y el sufrimiento -siéndolo- es también otra cosa, alegría y hasta placer. Porque dar calor en algunas cosas será perder calor, pero en muchas otras dar calor es recibir calor y cuando te dan las gracias por dar calor lo que te sale es decir “es un placer”. En esos momentos es preferible estar ahí, callar ahí; beber la copa de la presencia es mejor que tomarse un copa del olvido.

Siempre aparece la pregunta por Dios. Algunos todavía creen que Dios anda eligiendo el momento en que éste o aquel fallece y rezan por la salud o contra la enfermedad. Soy de la legión de los que no creen eso. Ya le pasaba a  mi madre que confiaba en la ciencia y rezaba, sí, pero no para que Dios le curara sino para tomar las mejores decisiones y que la sanidad fuera mejor para todos y que cuando nos falte la salud no nos falte la amistad, el apoyo, la solidaridad. Mi madre me llevada desde niño a las reuniones de la Frater (una asociación de "minusválidos" se decía entonces) más que nada por compasión a su madre a quien no quería dejar al cargo de semejante tormento. En aquellas convivencias me impresionaba aquel ambiente de cáscara tan dura (sillas de ruedas, personas con movimientos extraños y evidentes deformidades) y tan alegre AL TIEMPO. Se carcajeaban continuamente con cada ocurrencia, chiste o broma. Bromeaban de sus defectos también. Se ponían serios para hablar de barreras físicas y mentales “que son peores" decían. Y se ponían hasta violentos contra el paternalismo o contra una religión que les llamaba "preferidos" del Señor. "Yo soy igual que los demás, hago el bien o el mal y no soy preferido del Señor porque sí". Se rebelaban ante la idea de que Dios hubiera deseado esa enfermedad que a veces había sido irremediable y muchas veces era consecuencia de errores evitables o de lo que sea.... pero no cosa de Dios. Se rebelaban ante una sociedad que hacia de la enfermedad o la discapacidad algo todavía peor de lo que ya era. 

La cosa es evidente, pero sigue dando la lata una vieja visión que mete la acción de Dios por donde les viene en gana. Un dios para la lotería, las oposiciones, para encontrar aparcamiento o para que se le rompa algo a mi suegra… La realidad es otra. Dios es amor y como cualquier padre sufre con los hijos que sufren. No decreta el sufrimiento, no juega a dar salud o enfermedad, o a poner fecha a la muerte de las personas. ¿Por qué? No lo sabemos. Lo que sí sabemos o intuimos sobre Dios nos viene de ver el comportamiento del amor de los padres hacia los hijos. ¿Cuántas veces no pueden evitar que el hijo se de un castañazo físico o moral? Algo semejante le debe pasar al buen Dios. Él decidió una forma de presencia en el mundo que no era inmediata sino mediada por la acción de los demás. ¿Por qué? No lo sabemos. Quizá -como le pasa a tantos padres- porque aspira a una relación fraterna con nosotros sus hijos.

Dios, como dice un santo medieval, "aunque sea impasible no es incompasible". Al menos eso. No sabemos del todo si sufre pero estamos seguros de que compadece. Aunque no padezca, compadece, podríamos decir. Él está decimos en la mejor tradición cristiana en el que sufre. El que no se ahorró la cruz esta en el que muere, en el que sufre por la muerte. Se explique como se explique (ríos de tinta se han vertido) algo hay en el “Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?” que de mil maneras repiten los hombres y mujeres de todos los tiempos. No quiero cansarles pero si les adjunto el audio con Arnaldo Pangrazzi que ha compartido estas experiencias vibrantes (https://antigonahoy.blogspot.com/2017/10/arnaldo-pangrazzi-sentido-del.html?m=1) y las reflexiones del gran teólogo dominico Martín Gelabert sobre “¿Cómo actúa Dios en el mundo?” (https://antigonahoy.blogspot.com/2019/09/como-actua-dios-en-el-mundo.html) Por eso creemos tener razón cuando no pedimos que Dios pare un volcán sino que pedimos por los vulcanólogos, bomberos, fuerzas de seguridad, vecinos, etc  Creemos hacer algo justo cuando no pedimos a Dios la salud para mí sino amistad, solidaridad, amor, justicia.

Cuando rezaba con Vanesa y con Domingo en no sabemos que estado, ella confesaba con lágrimas que creía firmemente en que seguiría unida al esposo porque los lazos del amor no se rompen. Que sus hijos también le tendrían presente. Que -de otra manera- seguían siendo familia y que algún día habría un reencuentro. La misma muerte que ahora de alguna manera separa, algún día -¡que paradoja!- volverá a re-unir lo que siempre estuvo unido. Haríamos bien los creyentes de medio pelo y los no creyentes si meditáramos estas experiencias. Esta belleza de la unión de los esposos es la mejor imagen de la unión de cada persona con ese Amigo que es Jesús. Nace, renace, se recrea, muere, renace.... La muerte da espanto pero EN MEDIO de la muerte también aparece la luz, también brilla la belleza.

Ahora más que nunca: Solidaridad

Eugenio A. Rodríguez Martín


viernes, 10 de diciembre de 2021

Pasaportes

Vineta de Dra.  Mónica Lalanda

Son urgentes sociedades donde el debate de calidad y respetuoso sea la norma, donde la discriminación de las personas no sea el suelo sobre el que se construye, incluso si así lo aconsejara la ciencia, que no es el caso


Hay un halo de silencio, una falta de debate, y no solo científico, en relación con diversos aspectos de esta pandemia a los que como sociedad no estamos dando respuesta de una manera respetuosa, rigurosa y serena. Y aunque no es fácil y el cansancio crece, nos parece imprescindible hacerlo.

Las medidas tomadas en esta pandemia requieren un intercambio de puntos de vista no solo científico, también ético, político... y por supuesto filosófico. Nosotras hoy, queremos compartir nuestra reflexión respecto a un aspecto actual: El llamado pasaporte covid19.

El pasaporte de vacunación covid19 no tiene base científica que lo sustente. Los más de 300 profesionales sanitarios y de otros ámbitos que conforman el Seminario de Innovación en Atención Primaria, extraordinario con motivo de la covid19, (SIAP Covid19) elaboraban en agosto 2021 un documento que dejaba claro su posicionamiento en contra de dicho pasaporte donde se afirmaba, entre otros aspectos: «Estas vacunas lamentablemente, no evitan suficientemente la transmisión del virus... Es decir, las personas vacunadas son capaces de transmitir, de contagiar el virus, en muchos casos en la misma medida que las no vacunadas, motivo por el cual los CDC de EEUU han cambiado recientemente su política, instando a los vacunados a tomar exactamente las mismas medidas de seguridad que los no vacunados». (https://labur.eus/HpO5s)

No es nuestra intención dividir a la población entre vacunados y no vacunados, suficientes divisiones hay ya, pero dado el tratamiento de algunas noticias, incluso el pronunciamiento por parte de algunas autoridades en este sentido, nos parece necesario puntualizar algunos aspectos. Hay estudios que hablan de una menor duración del virus en las mucosas de los vacunados versus no-vacunados y también hay quienes apuntan a un posible mayor riesgo de transmisión por parte de los vacunados al presentar muchas veces síntomas imperceptibles tras el contagio. (https://labur.eus/gZej9)

De cualquier manera, no tiene ninguna base científica segregar a vacunados versus no vacunados como medida para disminuir la transmisión. Se deja entrever con esa medida algo que no es cierto: que los vacunados no transmiten la enfermedad. Los vacunados también suponen un riesgo real de cara a la transmisión del virus. Un artículo publicado en la prestigiosa revista “The Lancet” advertía este 19 de noviembre sobre el riesgo de ignorar el posible papel relevante de la población vacunada en la transmisión del virus, es más, calificaba el hecho de ignorar ese riesgo como negligente. (https://labur.eus/0ZpCr).

La única diferencia clara, hasta ahora al menos, en términos de disminución de riesgo de infección y transmisión sería entre las personas que han pasado la enfermedad y las que no la han pasado, estén o no vacunadas. No quiere decir esto que necesariamente sea mejor pasar la enfermedad que vacunarse, especialmente en los más vulnerables, pero es un hecho que la inmunidad natural, tras haber pasado la infección, parece ser más duradera y más robusta que la adquirida tras la administración de la vacuna (vacuna que parece protege durante unos meses de desarrollar una evolución grave), con las implicaciones también para la transmisión que todo ello conlleva. (https://labur.eus/X5uDd, https://labur.eus/MEz0M, https://labur.eus/XqJbL).

Pero ni siquiera esa diferencia, sin embargo, justificaría un pasaporte como el covid19. Porque éticamente no se sostiene, al menos en nuestra opinión. Una cosa es diferenciación y otra muy diferente segregación. Sin base científica, porque la ciencia no lo avala; incluso con ella, la segregación y la discriminación de las personas en una sociedad puede abrir grietas peligrosas que todos pensábamos que estaban cerradas. (https://labur.eus/n53g9)

¿Qué derechos fundamentales estamos vulnerando con estos pasaportes? ¿Estamos con nuestro silencio avalando las decisiones tomadas? ¿Qué consecuencias puede traer todo esto?

No vamos a defender ninguna segregación y menos ningún señalamiento. Es nuestra intención seguir cuidando sin juzgar a nuestros pacientes, familia, amigos y colegas. Son urgentes sociedades donde el debate de calidad y respetuoso sea la norma, donde la discriminación de las personas no sea el suelo sobre el que se construye, incluso si así lo aconsejara la ciencia, que no es el caso. Queremos formar parte de sociedades donde la incertidumbre no sea vista como una debilidad, sino como un elemento que forma parte de nuestra vida como ha sido siempre, donde las voces de todas, los diferentes puntos de vista, arrojan una luz que es insustituible a la hora de tomar las decisiones que afectan nuestras vidas. No deberíamos sustituir la participación por tecnocracia ni por expertocracia y menos limitarla con coerción. Es algo que creíamos estaba superado pero no parece que sea así. Aunque somos médicas y tenemos quizás, pero no necesariamente, más conocimiento sobre algunos aspectos de esta pandemia, carecemos de otros puntos de vista igualmente cruciales. Es por eso que escribimos este texto principalmente como ciudadanas. No hace falta tener un título para saber que segregar, jerarquizar, criminalizar personas y comportamientos fue el germen de momentos históricos más que negros, donde, sin embargo, nadie pensaba que «aquello iba a acabar así». No queremos volver atrás. No queremos causar más dolor. Estamos seguras que podemos aprender, mejorar y rectificar, si fuera necesario, el rumbo que están tomando los últimos acontecimientos (https://labur.eus/7NxLS).


Isabel Canales Arrasate y Virginia Canales Arrasate

miércoles, 1 de diciembre de 2021

SÍNTESIS DEL SEMINARIO DE INNOVACIÓN EN ATENCIÓN PRIMARIA «COVID19: DEL ESTADO DE ALARMA AL ESTADO DE SOLIDARIDAD»


-Zaragoza (España). 19 y 20 de noviembre 2021-

INTRODUCCIÓN

En tiempos históricos, excepcionales, se pretenden comportamientos heroicos. Pero lo que se precisa son simples comportamientos cívicos ya que, ante hechos extraordinarios, es fundamental el sencillo heroísmo de la vida diaria que se expresa como sentido común y tranquilidad (en estas situaciones es clave hacer lo que se debe, lo que la sociedad espera de cada cual).

Lamentablemente, frente a la situación extraordinaria que ha generado la pandemia covid19, provocada por el SARS-CoV-2, ha habido mucho de desmesura y no siempre ha prevalecido el sentido común y la tranquilidad y por ello, ante el consiguiente desasosiego profesional y social, ha habido respuestas “de base” varias. Entre ellas, las asociaciones vecinales de apoyo ante la soledad y la pobreza, el Parto es Nuestro ante el incremento de la violencia obstétrica asociada a protocolos sin fundamento científico (que llevaron a, por ejemplo, cesáreas innecesarias), etc.

También, el Seminario de Innovación en Atención Primaria “Covid19: del estado de alarma al de solidaridad”, organizado por el Equipo CESCA, en el que 326 profesionales, estudiantes y legos de varios países han participado virtualmente desde marzo de 2020 hasta la actualidad. Este Seminario ha tenido una fase presencial en la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza los días 19 y 20 de noviembre de 2021, con apoyo de la Delegación de Estudiantes y de la Red Española de Atención Primaria y participación presencial de 88 profesionales, estudiantes y legos.

PUNTOS CLAVE

En síntesis, podemos destacar las siguientes cuestiones del debate presencial (fuertemente influido por el debate virtual previo):

  • Es imprescindible el cumplimiento del básico primum non nocere, el “primero no hacer daño”. Es clave tener en cuenta que toda intervención sanitaria puede dañar por más que sea bien intencionada.
  • Pueden dañar los medicamentos (vacunas incluidas), los consejos sobre comportamientos, las medidas no farmacológicas como las mascarillas y confinamientos, los cierre escolares, las intervenciones diagnósticas, los “pasaportes/certificados covid19”, etc, y, sobre todo, puede causarse mayor daño a grupos vulnerables (de dinámicas cambiantes).
  • Todas las propuestas de intervención y de no intervención deberían llevar un plan de evaluación que considere tanto posibles beneficios como posibles daños. Por ejemplo, sobre los comentados “pasaportes/certificados covid19”, para viajes y usos diario, es imprescindible un plan que incluya el debate para evitar la razón instrumental (el contestar sólo a dos preguntas, “¿Se puede hacer técnicamente?” y “¿Cumple sus propósitos?” olvidando la reflexión ética acerca de “¿Cuáles son sus consecuencias?”) pues tales pasaportes/certificados, entre otros efectos adversos, legitiman la respuesta tecnológica y el control social digital.
  • En la pandemia es fundamental una epidemiología básica capaz de responder a preguntas esenciales tipo: 1/ ¿qué?, 2/ ¿quién?, 3/ ¿cuándo? y 4/ ¿dónde? Hemos vivido y seguimos viviendo en un mar de datos que, irónicamente, no permiten conocer cuestiones básicas, como la mortalidad covid por ocupaciones (tipos de trabajo).
  • En noviembre de 2021 seguimos en la niebla epidemiológica ya que carecemos de información suficiente, por ejemplo, para determinar en la infancia-adolescencia la razón de letalidad de la infección (la proporción de muertes entre todas las personas infectadas) y la razón de  letalidad de los casos (la proporción de muertes entre los casos confirmados).
  • Conocer la letalidad real de la infección en los niños es fundamental para sopesar las ventajas e inconvenientes de su vacunación. En España, si consideramos la presumible gran infradetección de casos en los niños (mucho mayor que en adultos), la letalidad real podría ser de 1 por 100.000 o inferior. Precisamos estudios de seroprevalencia y de inmunidad celular.
  • En otros ejemplos, la falta de estudios de “casos” en lo que respecta a la mortalidad en centros socio-sanitarios, las carencias de estudios en poblaciones invisibles entre invisibles como prostitutas, etc.
  • Como problema general, la incapacidad para transformar en conocimiento el sufrimiento de los “casos personales” (que llaman anécdotas) por la preponderancia de la visión cuantitativa sobre la cualitativa. Bien se demuestra en la covid19 persistente, donde la narrativa de los pacientes se ha estrellado contra la soberbia de una medicina que desprecia los “síntomas médicamente inexplicables”.
  • La necesaria visión global general al considerar beneficios y daños. Son beneficios y daños los cambios a corto y largo plazo del estado de salud de personas, comunidades y poblaciones, en un amplio sentido.
  • Por ejemplo, es beneficio el soporte con los ERTE (Expediente de Regulación Temporal de Empleo) al consecuente desempleo generado por las normas de confinamiento, “pasaporte/certificado covid19”, toque de queda y otras, y es dañino el incremento de la inflación como consecuencia de los gastos y el derroche por la pandemia, pues tal incremento repercute en la capacidad de compra, especialmente de personas y familias de menor nivel económico.
  • Es beneficio la demostración de la potencia de los lazos comunitarios en situaciones extremas, y es daño el incremento con la pandemia de la violencia machista y contra infancia y ancianidad.
  • En otro ejemplo, es beneficio la probable disminución a corto plazo de los contagios por covid19 por las vacunas, y puede ser daño el incremento de contagios por cambios en la conducta de las personas vacunadas.
  • En el sentido social, es beneficio el implantar decididamente el Escudo Social desarrollado por el Gobierno de España (con sus debilidades, lamentablemente) y es daño el desarrollo de prácticas autoritarias aceptadas por la población. Etc.
  • Es necesario ver la pandemia como sindemia; es decir, como el encuentro del nuevo coronavirus con una sociedad enferma (sobreuso de medicamentos, obesidad generalizada, desigualdad socioeconómica, marginación de grupos varios, medicina patriarcal, expropiación de la salud, vulnerabilidad omnipresente, etc.).
  • Gran parte de las dificultades durante la pandemia se deben a problemas estructurales, básicamente a la escasa inversión en programas y organizaciones que protejan a la infancia y las familias, a la salud y la enseñanza, al desempleo y la vejez, a grupos específicos (personas en situación de dependencia, en las cárceles, etc.) y a la población general.
  • Por ejemplo, el incremento de la pobreza (especialmente por su impacto en la infancia), con dificultades de todo tipo para acceder a las escasas ayudas previstas; también la privatización y falta de regularización de las residencias sociosanitarias.
  • En otro ejemplo, el abandono de la atención primaria y de la atención hospitalaria públicas cuyos problemas se han agudizado con la pandemia y llevado a un incremento de las pólizas de aseguramiento privado.
  • Clave en la pandemia, la escasa inversión y desarrollo previo de la salud pública con falta de métodos de vigilancia y una capacidad insuficiente para llevar a cabo las necesarias investigaciones de casos a gran escala.
  • La misma sociedad que genera problemas estructurales al aceptar la baja inversión en lo público, genera desasosiego y malestar en personas, familias y comunidades.
  • Una economía capitalista, movida por el beneficio empresarial y no por el bienestar común, crea una sociedad insatisfecha, abrumada por el miedo a los inconvenientes de la vida.
  • Esta sociedad insatisfecha busca en los medicamentos y terapias psi un alivio vicariante, y en la exigencia de seguridad a toda costa una forma de consuelo ante el devenir vital de trabajos precarios y mal pagados, de vidas sincopadas y desarraigadas, de destino final viviendo y muriendo en los, muchas veces, mal gestionados centros socio-sanitarios.
  • El rechazo al sufrimiento, las enfermedades y la muerte lleva a la búsqueda del “riesgo cero”, que se espera conseguir con una prevención omnipotente (“pornoprevención”).
  • Cuando fracasa dicha prevención se intenta explicar culpando al enfermo (que fuma o consume otras drogas, se alimenta de comida basura-chatarra, no hace ejercicio físico, vive con ansiedad, tiene un pésimo estilo de vida, etc.) y transformando la enfermedad en justo castigo del pecado.
  • Todo ello lo ha favorecido en la pandemia un lenguaje militarizado que impone soluciones simples, con sus metáforas cargadas de arrogancia e ignorancia, como “es una guerra”, “quédate en casa”, “aplanar la curva”, “la vacuna es la solución”, “ahora no es tiempo de discrepar”, etc.
  • De ahí el salto a la criminalización de quienes se juzgan culpables, como ha puesto de relieve la pandemia: criminalización de la infancia, presentada como vehículo de contagio, criminalización de inmigrantes como portadores del SARS-CoV-2, criminalización de la juventud por su contagiante bullicio y ocio, criminalización de no-vacunados como culpables de los nuevos contagios y de las mutaciones víricas, etc.
  • Criminalización que en su lógica conlleva penalizaciones y uso de la policía (y hasta del ejército), como en Singapur al negar tratamientos a los no vacunados covid19, en Austria a su confinamiento selectivo, en Australia a reclusión en campos de concentración de contagiados y contactos y en casi todos los países a prohibir a los no vacunados covid19 el desplazamiento en transportes públicos, el ingreso en bares y restaurantes, y la participación en eventos varios, e incluso el trabajar (en Italia en general, y en varios países a los profesionales sanitarios no vacunados).
  • Las penalizaciones buscan el acatamiento de medidas autoritarias simples que pueden derivar en normas dictatoriales justificadas siempre “por la salud”, con un paternalismo salubrista que pretende vidas ejemplares ignorando que “todos los caminos de la virtud conducen al nazismo”.
  • Se precisan respuestas científicas en el sentido propio del término, bien lejos de la simplicidad de la “dictadura de los expertos” que ha focalizado en la pura biología los complejos problemas de la sindemia.
  • Ni siquiera ha habido transparencia acerca de los debates de tales expertos, ni de su trabajo con los políticos, pero tampoco ha habido escucha de otras áreas científicas, como la sociología y la antropología, ni de campos más generales, como la filosofía y la pedagogía.
  • Además, es imprescindible sumar las experiencias y saberes de quienes sufren la pandemia en carne propia, desde la infancia a la ancianidad, desde los marginados a los desempleados, desde los adolescentes en casas de acogida a las personas sin techo, desde los profesionales clínicos sanitarios a los “trabajadores esenciales” (limpieza, cuidados, etc.) pues sus conocimientos añaden perspectivas que ayudan en la toma de decisiones “heroicas” (como hemos señalado, de sentido común, con tranquilidad).
  • Queda, además, toda la tarea de evaluación para identificar aciertos y errores, pedir perdón si ha habido daños evitables, repararlos en lo posible y tomar decisiones que mejoren las respuestas ante próximas pandemias.
  • Habría que evitar la simplificación de protocolos ingenuos y cambiantes, a veces carentes de fundamento científico y en general aplicados con un rigor excesivo que lleva a ignorar las peculiaridades de personas, familias y comunidades y con ello ponen en peligro la seguridad del paciente.
  • Al respecto, existen centros de salud de atención primaria con capacidad auto-organizativa de forma que adaptaron/adaptan los protocolos y normas a las necesidades de sus pacientes y comunidades, y convendría emplear su ejemplo para benchmarking (modelo de buenas prácticas).
  • Respecto a las vacunas covid19 se pusieron excesivas esperanzas en su impacto para lograr “volver a la nueva normalidad”.
  • En la práctica, las cosas no están resultando sencillas, tanto por problemas en los ensayos clínicos de las vacunas, especialmente respecto a la transparencia y el acceso a los datos brutos, como por los efectos adversos y sobre todo por la pérdida de inmunidad al cabo de pocos meses. Ello ha hecho imperativo el añadir una dosis de recuerdo y provocado debates enconados acerca de la efectividad vacunal, con la consiguiente reticencia a la vacunación y a la re-vacunación.
  • En la Universidad los problemas se centraron especialmente en torno a la docencia, con una estructura que no estaba preparada para la actividad virtual, y con unas prácticas perdidas por más que sean esenciales en Medicina. En cierta forma la Universidad no ha propiciado debates, dentro y fuera de su estructura, acerca de asuntos científicos y sociales de la pandemia. Por ello no es extraño la falta de Proyectos de Fin de Grado sobre dichas cuestiones. Es urgente la necesidad de cambio tanto en forma como en fondo en lo que respecta a la formación académica en general y especialmente a la formación universitaria.

CONCLUSIONES

La pandemia ha supuesto el encuentro de un nuevo virus, el SARS-CoV-2, con una sociedad enferma, en el sentido de desigual e infeliz.

Así, ante la pandemia, las respuestas políticas y de salud pública están agudizando las contradicciones sociales, especialmente al declarar anatema la discrepancia y el debate. Las respuestas simples a problemas complejos eluden los matices (que generan riqueza mental y libertad) y facilitan la difusión de ideas totalitarias de final incierto.

Es hora de generar dinámicas que permitan la participación popular y profesional para cambiar una sociedad que acepta sumisa graves daños, presentes y futuros, en la pandemia y en general (crisis climática, violencias estructurales, etc.).

NOTAS

En los SIAP no hay brecha de género, en el SIAPcovid19, tampoco.

Está demostrado que en las reuniones científicas y profesionales las mujeres participan menos en los debates, aunque haya igualdad de sexos entre ponentes (aquí y aquí). Al parecer, si es varón el primero que hace preguntas o comentarios en un debate todavía baja más la participación femenina. Por eso hace años que analizamos la participación por género en los Seminarios de Innovación en Atención Primaria (SIAP), en los que no se demuestra tal brecha.

Datos del SIAPcovid19 presencial:

  • En el #siap2021, de «Seminario covid19: del estado de alarma al estado de solidaridad» hubo 165 inscripciones, el 101 de mujeres (61%).
  • Hemos tenido 12 ponencias, y en el mes de debate virtual (on-line) de los resúmenes de las mismas hemos tenido 155 comentarios-respuestas a las preguntas que iban en dichos resúmenes, de ellas 107 de mujeres (69%).
  • Sólo dos debates virtuales fueron iniciados por varones, y en ellos hubo en total 18 comentarios-respuestas, 8 de mujeres (44%).
  • En el debate presencial en Zaragoza hemos tenido las 12 ponencias, en una reunión que ha ocupado en total 690 minutos (once horas y media, en dos días), y de ellos 91 se han dedicado a «cafés-descansos».
  • Los 599 minutos de reunión en sí se reparten entre 329 min para ponentes y 270 minutos para debate con asistentes.
  • Para las 12 ponencias hemos contado con 17 ponentes, siendo 10 mujeres (el 59%).
  • La asistencia ha variado entre un máximo de 101 y un mínimo de 72 personas; si elegimos un punto medio comprobado de asistencia, de 88 personas, hubo 35 varones y 53 mujeres (60%).
  • Por parte de la audiencia hubo 105 preguntas-comentarios, 55 de mujeres (52%).
  • En 7 casos (del debate de las 12 ponencias) inició el debate un varón, y hubo un total de 67 intervenciones en estos casos, 32 de mujeres (48%).
  • En total los ponentes respondieron oralmente en 54 ocasiones.
  • En resumen, ha habido un total de 260 intervenciones en el total del Seminario (virtual y presencial), siendo 157 de mujeres (60%) sobre una audiencia en torno también al 60%.
  • El ámbito virtual coincide con mayor participación femenina.
  • Cuando la primera intervención es de un varón ciertamente baja un poco la participación femenina, tanto en lo virtual como en lo presencial.

Respecto a cuentas

Ponentes y participantes no han pagado inscripción alguna y no han recibido remuneración alguna, y han cubierto de su bolsillo viajes, alojamiento y manutención. El uso del aula de la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza ha sido gratuito, por la participación de la Delegación de Estudiantes. La Red Española de Atención Primaria (REAP) ha dado apoyo haciéndose cargo de los 620 euros que ha costado contar con una bedela el sábado (día en que suele estar cerrada la Facultad); ese dinero proviene de las cuotas voluntarias de los miembros de la REAP, para el fomento de la investigación. Creemos que estos datos deberían darse y exigirse en toda actividad científica y/o profesional para evitar la brecha de género (aquí).

martes, 30 de noviembre de 2021

Covid 19 prolongado. Más incógnitas que certezas.

José R. Loayssa

Asistimos al surgimiento de muchos casos en los que pacientes que sufrieron Covid-19, o al menos pensaron que lo habían sufrido, experimentan síntomas variados por un periodo de tiempo prolongado. En principio no debería extrañarnos; no era descartable que viéramos pacientes que, tras la enfermedad viral, sufrieran un síndrome post-viral que puede durar varios meses (el síndrome postgripal se sitúa entre estos cuadros). Tampoco debe causar sospecha que cuadros graves de COVID-19 dejen secuelas en los pacientes que lo han padecido. Por ejemplo cuando ha habido una neumonía intersticial extensa no es descartable que se produzca una limitación permanente de la capacidad pulmonar aunque pocas veces afecta a la vida cotidiana de la mayoría de las personas. La propia estancia en la UCI, sea por el motivo que sea, si es prolongada deja daños duraderos.

Pero hay varias cuestiones en la “epidemia” de casos de Covid prolongado que obligan a una actitud cautelosa. La primera es que los casos de “Covid prolongado” no se correlacionan con la gravedad de la enfermedad aguda y ni siquiera se descartan casos en los que no existe constancia de que efectivamente se ha producido una infección por el SARS–COV-2. Otra cuestión que llama la atención es que entre los síntomas predominan aquellos que son vagos e inespecíficos y en los que los estudios médicos habituales no encuentran una causa clara que los explique.

Cuando alguien sufre unos síntomas tras una infección viral (u otro cuadro) la primera pregunta es si realmente el malestar se ha iniciado después de la infección o los síntomas venían fraguándose desde hace más tiempo, es decir si la persona hacia tiempo que no se encontraba bien y la Covid -19 ha servido para “cristalizar el malestar" y para que el paciente “se dé permiso” para sentirse mal.

Estamos ante un padecimiento que es en la mayoría de los casos diagnosticado por los propios pacientes y los médicos habitualmente no toman la iniciativa de hacerlo. Podemos asistir a una nueva enfermedad sin bases fisiopatológicas claras que se una a otras que ya conocemos (alergia multiquímica, a la electricidad, enfermedad de Lyme crónica, incluso fibromialgia) en las que después de muchos años siguen persistiendo incógnitas sobre su naturaleza. Como digo, eso no significa que no existan cuadros de secuelas crónicas que convendría diferenciar de otros menos definidos. Por último señalar que no hay que olvidar que estamos ante una enfermedad que ha sido presentada prácticamente como una condena a muerte. Ser diagnósticado de COVID-19 suponía la posibilidad de experimentar un miedo cerval. Ese miedo podía quedarse en el cuerpo, un síndrome de shock postraumático, compatible con los síntomas descritos, no es descartable y podría ser una de las explicaciones de esta enfermedad.

Creo que debemos seguir investigando con mente abierta esta nueva entidad clínica sin precipitarnos a colocar una nueva etiqueta diagnóstica sin suficiente fundamentación científica. Contrariamente a lo que pudiera parecer estos diagnósticos, que frecuentemente culpan al paciente, no van a ser útiles para recuperar la vida normal de los que padecen síntomas prolongados tras un COVID-19 y suponen de hecho una cronificación medicalizada.

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