miércoles, 27 de enero de 2021

Una cruz sobre la puerta del templo

Un amigo me comentó que un grupo político de su ayuntamiento organiza rutas para visitar “Cruceiros” (las Cruces de Piedra de Galicia) de la zona y me hacía a continuación esta observación: “¿Que le contarán a la gente sobre los Cruceiros?” Yo le contesté que eso tenía poca importancia porque una cruz tiene un claro significado y cuantas más mentiras cuenten y más manipulaciones hagan, pues, más desprestigio tendrán en el futuro.

Se pueden contar muchas historias, medias verdades e incluso falsedades, pero las personas estamos llamadas a conocer la verdad y si descubrimos que alguien nos manipula o nos engaña, nos parecerá mal, ¿y tú como responderías?

En la revista Cairón nº 4 (Boletín do Instituto de Estudos Ulloáns) se hace una presentación de la cruz que está en el tímpano sobre la puerta románica de acceso en la Iglesia de S. Martín de Amarante del Ayuntamiento de Antas de Ulla. En el escrito se pueden leer los párrafos siguientes: “En el tímpano podemos observar un elemento escultórico universal, quizás el más atrayente para los cristianos, por su significado simbólico universal como es la cruz griega, con sus cuatro aspas iguales... La cruz de cuatro brazos iguales, la griega, tiene un carácter universal, que la encontramos en todas las culturas del universo, mucho antes de que el cristianismo la adoptase como referencia para personalizar en ella la muerte de Cristo” ...”En todo eso, la cruz no deja de ser un símbolo totalizador en sus ramificaciones y variantes en diversas áreas culturales, místicas y religiosas. Mas aquí estamos hablando de la cruz mística que los primeros cristianos adoptaron como símbolo en sus primeros inicios”. Cuando habla de la presencia de cruces en las culturas menciona las mesopotámicas, egipcias, griegas, celtas, aztecas y africanas.

Lo que sorprende es que no se haga referencia a la civilización que dejó más huellas en nuestra historia, la romana, y no se pregunta si la cruz forma parte de la práctica de los romanos y, si es así, para que la usaban. Sí, es cierto que los romanos empleaban la cruz y lo hacían como instrumento de suplicio y pena de muerte para ciertos delitos. Pero conviene no olvidar que esta pena era para los que no tenían la condición de ciudadanos romanos.

La cruz no es un símbolo que adoptaron los primeros cristianos, sino que es una realidad ineludible en su origen. Esta cruz está en un templo porque en él se reúne la asamblea (ekklesia) de los seguidores de un tal Jesús de Nazaret, que era un israelita de la tribu de Judá. Lo que nos manifiesta es que la pena de muerte se la aplicó el poder romano a través de uno de sus gobernadores y no el poder judío. Si la pena de muerte se la aplicase el poder judío sería apedreado (lapidación).

Ante este hecho surgen muchas preguntas como algunas de las que se formulan a continuación: ¿Qué hizo ese Jesús? ¿Qué dijo ante sus oyentes? ¿Por quién se tenía? ¿Tuvo un grupo de seguidores, cómo eran y cómo actuaron? ¿Quién lo acusó, de qué y por qué? ¿Cómo se desarrolló el proceso? ¿Quién, cuándo, y por qué firmó su pena de muerte? ¿Cómo actuaron en el proceso sus amigos? ¿Qué hicieron a continuación y unos días más tarde? ¿Qué sucedió en el intermedio? ¿Cómo es que aparecieron y siguen existiendo hoy seguidores suyos no pertenecientes al pueblo judío, terminando como terminó? ¿Qué huellas de Él se ven en la historia? ¿Cómo su presencia transformó la historia y a incontables personas? ¿Qué es eso de “a. C.” y “d. C.”? ¿Qué dicen y que hacen sus seguidores? ¿Es posible tener hoy un diálogo-encuentro con ese Jesús? ¿Cómo es posible que en la España actual haya alrededor de 13.000 españoles que por causa de Él se vayan a la selva, a barriadas pobres de grandes ciudades, a países en guerra... para dar testimonio de Él y servir a las personas que los poderes de este mundo descartan por improductivas, débiles, enfermas...?

Está bien que nos ayuden a ver las influencias históricas y culturales a la hora de descubrir cómo se elaboran las representaciones históricas de la cruz, ya que, por ejemplo, podemos percibir una experiencia espiritual con matices diversos en la cruz y Cristo de Velázquez y en el de Dalí. Pero claro, siempre y cuando no nos oculten lo fundamental de por qué está la cruz presente entre los cristianos, quién murió en ella, y que luego resucitó según nos muestran las huellas de ese hecho que en la historia se ven desde entonces.

Ahora más que nunca: verdad

Antón Negro


martes, 26 de enero de 2021

Prometeo

 «Prometeo fue atado a una roca y su hígado era devorado por un águila» (Dión de Prusa). 

Hasta ahí todo bien, el titán estaba sujeto por cadenas a una roca para así ser escarmiento de todo aquel que se rebelaba contra los dioses. 

El águila que le devoraba el hígado debería ser nuestra conciencia. 

Según tengo entendido hay un precioso cuento, relatado por Carlos Díaz, en el cual el águila, para duplicar su vida, se retira a su morada para cambiar el plumaje y arrancarse las garras con el pico. De este modo le vuelven a crecer y se hacen fuertes para poder seguir consiguiendo alimento para subsistir. 


¿Quiénes son nuestros dioses? Todos tenemos nuestros diosecillos, camuflados muchas veces camaleónicamente entre engañosas buenas intenciones, por algo somos humanos.

Distinguir a nuestros dioses no es tarea tan fácil. Algunos, los más avezados, podrán replicar que, si a los cincuenta no sabes quiénes son tus dioses, mal vamos. Y no. No voy tan mal. Esos avezados deberían saber que, al igual que Prometeo es un mito, es un mito también el estar de vuelta de todo y, cuando una persona se encuentra tan ufanamente situada, es el momento del ‘águila’.

Yo confieso que cada vez que mi conciencia me trae a la mente un episodio escondido, de esos que barremos debajo de la alfombra, me siento miserable, un dios escondido que se rebela. Si soy capaz de profundizar un poco en mis actos, descubro dioses que no sabía que habitasen en mí. Me escandalizo de mí mismo, mi poquedad me avergüenza: verme tan endiosado y buscar ofuscadamente justificarme.

Recurro a Gregorio Luri para proseguir: «La búsqueda de comodidades viene acompañada de un desmedido afán de vanagloria y orgullo, el hígado se nos aumenta cuando somos alabados y se nos encoge cuando nos censuran». «Cuando Heracles rompió las cadenas de Prometeo y mató el águila, en realidad estaba liberando al titán de su vanidad y de su ambición desordenada».

Me descubro una y otra vez observando mi ombligo, fuente de alimento cuando fue preciso. Mas cada ser humano tiene su propio ombligo, y si únicamente miramos lo propio de uno, estaremos predispuestos a golpearnos unos a otros de continuo, pues no levantamos la cabeza. El ombligo es una señal inequívoca de que hemos necesitado de otra persona para ser alimentados y estar en este mundo; mas, una vez que se ha cortado, ya no tiene utilidad, es una cicatriz que nos recuerda un tiempo pasado. Ahora nos autoalimentamos, somos independientes en ese aspecto, y a la vez dependientes.

Dependemos en primer término del aire para seguir viviendo, mas no podemos considerarnos autosuficientes. Nunca lo seremos. El alimento que recibimos procede del trabajo de otros. De alguna manera siempre estaremos encadenados a esta roca, mundo, sutilmente engañándonos, pensando que somos autosuficientes e independientes, o, por el contrario, agarrándonos a ella para sentir que realmente estamos inmersos y sujetos a un elemento sólido y auténtico.

Nos dice Manuel Villegas Besora en El error de Prometeo: «… (fue) olvidar o no tener en cuenta que el ser humano no se regula de forma espontánea o natural, sino que precisa de un orden social interiorizado a través de la conciencia moral». Se nos ha regalado la vida fisiológica, mas «la dimensión moral no es una dotación originaria del ser humano, sino que debe ser añadida a su naturaleza primigenia».

Quisiera hacer notar nuestra dependencia a todos los niveles: fisiológicos, anímicos, espirituales, que se transforman en eslabones de la cadena que forma la humanidad. El ser humano postrado en una cama está ayudando a que otro ser humano salga de sí mismo para llegar a él, olvidando su ombligo y fijándose en el del postrado.

Podemos considerar dos tipos de cadenas. Las cadenas que nos hacen mejores personas y las que nos inutilizan como tales. Los dioses, de los que he comentado algo, no dejan de ser malas cadenas.

Ahora más que nunca: Solidaridad 

Israel Durán 

viernes, 22 de enero de 2021

Gonzalo Cardona, in memoriam


Estas semanas tenemos la agenda llena de eventos para profundizar en los "trends" de la sostenibilidad del año que estrenamos. También ha salido el muy esperado mapa de #riesgosdel World Economic Forum para el #2021. Hablaremos mucho de enfermedades infecciosas, cambio climático, propósito, OKRs, ODS, green deal, economía circular, ... Y hablaremos muy poco de los que están dando su vida encarnando la ecología integral, que es mucho más que la #sostenibilidad. Para cientos de empobrecidos anónimos el 2020 ha costado muy caro y el 2021 no augura un cambio a mejor. Alguno dirá, "¡Cómo te pones de tremendista!" y quizá no le falte razón. Pero no puedo, ni quiero pasar por alto el asesinato de Gonzalo Cardona. Porque los que dan la vida por los demás, merecen ser considerados algo más que una estadística.

Gonzalo y sus compañeros no necesitaron debates sesudos sobre la importancia de intregar el Propósito en su organización. Tenía y tienen grabado a fuego la urgencia de trabajar por el bien común de todos sus congéneres y del planeta. Creo que Francisco, en #FratelliTutti, habla de Gonzalo y sus compañeros cuando afirma que "los últimos en general «practican esa solidaridad tan especial que existe entre los que sufren, entre los pobres, y que nuestra civilización parece haber olvidado, o al menos tiene muchas ganas de olvidar. Solidaridad es una palabra que no cae bien siempre ... que expresa mucho más que algunos actos de generosidad esporádicos. Es pensar y actuar en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos. También es luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, de tierra y de vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales".

Aquellos que vibramos con la sostenibilidad, el medio ambiente, la naturaleza, la responsabilidad social, deberíamos mirarnos más en mujeres y hombres como Gonzalo Cardona, Berta Cáceres, Angélica Ortiz y menos en Obamas, Von der Leyen y otros tantos de la élite. La solidaridad que practican los empobrecidos no necesita de planes estratégicos, metas, ciclos PDCA, DAFOS, ni matrices de materialidad. Necesita manos llenas de coherencia, de vida entregada por la comunidad, de humor, amor y dinamismo.

No. No vamos a dejar que sus muertes sean una estadística. Hoy quiero hacer un homenaje a personas como Gonzalo Cardona y a organizaciones que entregan su vida dia a día, a veces hasta la última gota, haciendo Historia en defensa de nuestra Madre Tierra y todos los que la habitamos.

AHORA MÁS QUE NUNCA: VERDADERA ECOLOGÍA 

Marta Sanz Buezo (enlace aquí)

jueves, 21 de enero de 2021

¿Por qué se han censurado fotos en la pandemia?

Foto de una protesta laboral en 2017
Efecto “boomerang” suele llamarse a recibir el golpe de un objeto que tu mismo lanzaste dadas sus peculiaridades aerodinámicas. 

Cuando las autoridades políticas decidieron impedir el fotoperiodismo en la sindemia no esperaban pagar tan caro semejante silenciamiento. Decimos silenciamiento porque todos podemos darnos cuenta de que no ha habido fotos dramáticas respecto de la sindemia. Todo eran aplausos en las calles, sirenas festivas y -en los hospitales- pasillos de honor a los recuperados. 

No es extrañó que asociaciones de periodistas hayan protestado (Aquí) y lanzado hasta manifiestos ofreciendo alternativas. Tienen razón: el COVID no puede ser excusa para la censura. Las organizaciones firmantes dicen: Lamentamos que la COVID-19 esté siendo utilizada como una coartada para, en determinados casos, ocultar información.

Los expertos en accidentes de tráfico afirman que entre las medidas más eficaces están esas campañas que algunos criticaban por escabrosas. Pero ver delante de tus ojos a dónde puede llevar el exceso de velocidad es un instrumento de conciencia.

Si hubiera habido fotoperiodismo no sería necesaria tanta represión porque habría más conciencia. Y no digo con esto que se elimine toda coacción. De hecho los expertos en tráfico dicen que también han sido esenciales las penalizaciones “por puntos”. Ninguno de estos elementos es perfecto, ya sabemos, solo queremos insistir en que podían haberse promovido (y no impedido) las acciones fotoperiodísticas.

Hacia el año 2000 el ser humano más informado de la tierra dedicó una serie de mensajes a agradecer y elogiar, una a una, todas las vocaciones profesionales. Algunos dirán que a mi me interesa porque soy forofo del Papa pero no creo exagerar si afirmo también que está muy bien informado y hasta Pedro Sánchez, que no visitó a Trump, quiso visitar al Papa. Las profesiones todas pueden servir al bien común, el fotoperiodismo también, aunque moleste al poder.

Estuve un rato pensando que fotos me parecen imprescindibles en los grandes medios y con la cobertura que le dan a la banca, el deporte y otros grandes temas:
-Madres de niños autistas paseando con un pañuelo azul en el brazo.
-Familias enteras metidas en una habitación.
-Trabajadores hacinados en fábricas de carne a bajísimas temperaturas.
-Temporeros sin condiciones higiénicas.
-Enfermos graves en UCIs.
-Sanitarios sin medios de protección.
-Reunión en la que ¿el PNV? logra que la fábrica de mascarillas en España vaya donde ellos digan.
-Reunión en que se discute si bajar o no el IVA a las mascarillas.
Y tantas otras.

A continuación va el trabajo de ocho fotoperiodistas (de los mejores del país) que se unen y, ante la negativa de cubrir en condiciones para medios, forman su propio Archivo Audiovisual sobre la cobertura de la pandemia. 

Ahora más que nunca: Verdad en política

Eugenio A. Rodríguez


viernes, 15 de enero de 2021

Educación social: Se nos va de las manos

 


   Al lanzarla, el arco le susurra a la flecha “tu libertad es la mía”. En esta cita de Rabindranath Tagore, filósofo, dramaturgo y poeta bengalí, se recoge el sentido profundo de la educación social. El arco: una generación que mira el mundo que habita y se propone transformarlo para que quienes llegarán más adelante (la flecha) emprendan retos diferentes y continúen, a través las camadas venideras, lanzando un mensaje de esperanza, superación y aprendizaje en un ciclo que no termina y que siempre es diferente. Es la transformación constante del mundo a través de la transmisión de los errores y los aciertos y, sobre todo, la sabiduría que cada generación extrae de ellos. Es compartir el fuego, es “impulsar lo que no se controla” hacia el futuro, mientras se lucha por crear en el presente las condiciones para que ese futuro sea posible. Es ser el arco y ser la tierra, donde otros puedan florecer. 

    Estas comparaciones me sirven para hablar de la belleza de mi profesión. Pero no buscan sólo ser bonitas: todas hacen referencia a una tarea que implica las manos; tacto y precisión, firmeza y cuidado. Todas las tareas de mis comparaciones son oficios manuales que requieren conocimiento, experiencia y compromiso personal. No le confiaríamos un arco a cualquiera... ¿Verdad? 

    En el día a día, la intervención socioeducativa es un conjunto de tareas destinadas a generar espacios de valor y de valores educativos en pro de la vida en común, el espíritu y pensamiento crítico, la justicia y la solidaridad. Ya no como virtudes morales, sino como elementos clave de la supervivencia de la raza humana hasta la fecha. Estas tareas, se dividen en tres grandes grupos: 

    En primer lugar, la intervención directa con participantes (o generación de contextos con los y las protagonistas de las transformaciones que las educadoras sólo intuimos). 

    Por otro lado, diálogos de equipo (es obvio que los valores, prácticas y estilos que se promueven deben ser discutidos con rigor y estar presentes en el ambiente y esto requiere dedicación y revisión permanente) 

    Y, finalmente, revisión de procesos (rendición de cuentas a la institución que ampara estas tareas, registro documental que permita la memoria colectiva, evaluación de aprendizajes, etc) 

    En la actualidad la educación social que, según lo dicho más arriba, debería ser un bien común, está casi en su totalidad circunscrita a paliar la injusticia social. A parchear con limosna y/o entretenimiento situaciones sistémicas de pobreza, exclusión y otras violencias. En otras palabras, la educación social se vive como una asistencia para pobres y excluíd@s, para que se integren, para que se saquen el graduado, para que encuentren trabajo en Amazon, para que no de guerra y produzcan, como todos. Pero ese es otro tema. No podemos ocuparnos de este vicio flagrante de nuestra profesión porque estamos muy ocupadas; tenemos las manos en otra cosa: la burocracia. 

    La burocratización (entendida como el papeleo al servicio de la autobombo y no del registro profesional ni de la creación de memoria colectiva) de la intervención educativa ha provocado que la educación social “se nos vaya de las manos”. Educadoras y educadores no podemos pararnos a pensar para qué (y para quién) sirve realmente lo que estamos haciendo porque nos pasamos la mitad de nuestra jornada rellenando informes que nadie va a leer con interés, produciendo documentación con verdades a medias para legitimar un determinado flujo de recursos que no es adecuado ni suficiente y redactando objetivos que no desafían a nadie porque no son el fruto de ninguna búsqueda colectiva con participantes. Estamos muy ocupadas haciendo nuestra parte de la cadena para mantener este absurdo. 

    La educación social hoy está financiada por organismos públicos y privados: desde el Ministerio de Trabajo hasta Coca Cola. Más allá de sus intenciones filantrópicas o la responsabilidad social corporativa (y sus consecuentes desgravaciones en el fisco), en el caso de las privadas; más allá de la necesaria supervisión del cómo y en qué se emplean los recursos de la bolsa común, en el caso de los organismos públicos; más allá, en definitiva, de cuestionar las razones por las que los financiadores deciden poner dinero al servicio de determinados proyectos de intervención social, nos topamos con la siguiente cadena: su dinero, su interés, su objetivo. 

    Por tanto, si el Ministerio de Trabajo, considera que lo importante de un proyecto educativo con jóvenes es que formen parte de forma eficaz y ajustada del engranaje del mercado laboral, premiará en sus concursos a aquellas entidades (privadas de mayor o menor envergadura, pero con un gran músculo gestor, lo que supone una cantidad de recursos que deja fuera del juego a entidades pequeñas y a pie de calle como Asociaciones de Barrio, Juveniles, etc) cuyos programas tengan entre sus objetivos principales la empleabilidad. Hasta aquí es hacer política. Al servicio del mercado laboral y no del bien común, pero se le llama decisión política. Sin embargo es a la financiación de las entidades privadas o sus fundaciones algo a lo que no sé cómo llamar…¿estratégica inversión de capitales en márketing?; ¿producción de consumidores fidelizados a su marca por una experiencia personal, biográfica, de alta activación emocional?. No ahondaré en esta cuestión, pero el hecho de que transnacionales cuyo objetivo es sacar el máximo beneficio al menor coste posible estén financiando proyectos educativos debería ser incluso aún más preocupante, ya que los mecanismo de rendición de cuentas y depuración de responsabilidades de estas trasnacionales son mucho más vagos y laxos. Una vez más: quien paga, manda. 

    Además de las consecuencias éticas, en la contingencia del día a día, el resultado es que en las organizaciones dedicadas a la educación social, el tiempo que se dedica a tareas de gestión (para la captación de fondos o para la justificación de gastos) es cada vez mayor. Esto, a su vez, tiene dos consecuencias: Por un lado, educador@s, que deberían ser agentes de cambio, se limitan a cumplir con lo que se les pide para huir de la precariedad y quedan con las manos atadas al teclado y alejados del trato y el acompañamiento de las personas para las que realmente trabajan y de la reflexión colectiva y organizada como profesionales que sería tan necesaria ante un panorama como el actual. Por otro, la educación social, incluso la intervención socioeducativa más urgente por lo alarmante de algunas situaciones, se convierten en una feria de imágenes de niñas racializadas sonrientes, números que han de cuadrar, logos y sellos de calidad +500. Y en esta feria de concursos, licitaciones y sorteos sólo las grandes organizaciones con una gran cuerpo gestor y de marketing, tienen opciones de competir. Sí: competir. Abaratando el coste, precarizando a la plantilla, y reduciendo los recursos que deberían estar destinados a la implementación de los programas en pro del objetivo educativo. 

    En esta situación, un ambiente de resignación, de “no se puede hacer más”, de impotencia, de cansancio y de frustración se apodera de nosotras, educadoras, referentes, y nos vuelve dóciles para seguir reproduciendo el sistema que no sana las heridas, sino las perpetúa. Esto no está ocurriendo sólo con la educación e intervención social por estar casi completamente externalizada y sometida al juego de los concursos, sino que también está ocurriendo con la educación formal pública, como se recoge es este articulo de Andreu Navarra en El País, https://elpais.com/educacion/2021-01-04/educacion-burocracia-y-espectaculo.html

    Entonces, ¿Cómo se sale de este círculo vicioso? ¿Cómo recuperamos nuestra profesión, su dignidad y su capacidad de transformar el mundo e imaginar colectivamente un futuro mejor para todos? Probemos lo que ha funcionado siempre en la Historia y la Prehistoria de nuestra especie: es urgente que nos busquemos para aliarnos. Es urgente volver a la tierra y sembrar. Si somos necesarias para mantener despierta la pesadilla de Sísifo , eso quiere decir que también tenemos poder para terminarla. Aunque aún no sepamos cómo, está en nuestras manos.

Ahora más que nunca: Política solidaria

Garazi García Ortega

El padre (Reino Unido, 2020) de Florian Heller. “Cuando seas viejo, otro te ceñirán”

Florián Heller, un famoso dramaturgo francés escribió y dirigió un drama teatral titulado El padre que tuvo un gran y resonante éxito en Francia hace diez años, ahora la ha convertido en una más que estimable película, sobre todo porque se acerca a una cuestión que por mor de esta maldita pandemia nos preocupa a todos: los ancianos, las personas mayores por las que todos debemos de tener sumo aprecio y máximo cuidado. Y a la vez nos muestra algo de lo que parece carecer la sociedad: la virtud de la piedad, que no es el hábito de rezar mucho y bien, sino la actitud de misericordia, compasión hacia los mayores y especialmente los padres.

El padre es un drama intensamente doloroso y al mismo tiempo profundamente humanista, que se acerca a la vejez del ser humano explicitado dramáticamente en el padecimiento del mal de Alzheimer. Lo hace con delicadeza y cariño pero también con la dureza y la crueldad de la verdad. Todo esto y más se nos muestra a través de la colaboración de sus grandes actores, especialmente del gran Anthony Hopkins, que pese a los muchos años que ya tiene, hace aquí una interpretación casi sublime, merecedora sin duda de un gran premio Óscar.

Con una puesta en escena muy sencilla y funcional pero al mismo tiempo muy rigurosa y clásica, El padre nos va a mostrando los distintos encuentros de un padre anciano aquejado de un incipiente Alzheimer, con su hija, con su cuidadora y también con su yerno. Estos encuentros se nos hace contemplar desde el punto de vista del padre cuya memoria cada vez está más averiada, de modo que el espectador parece al principio desorientarse al cambiarse rostros y roles de los personajes que le rodean, pues no ve lo que objetivamente aparece sino lo que los ojos del padre ven. Quizás sea un error del director abandonar este modo tan original narrativo para en su segunda mitad retornar a contar la película de un modo más convencional, pero sin duda El padre tiene otras cualidades (por ejemplo, los hermosos diálogos) que indultan ese fallo.

De todos modos, nos encontramos con una inmensa variedad de registros en la sublime actuación de Hopkins, a veces irritablemente cómico y sobre todo perdido en los islotes de su memoria, en medio de un tiempo que se le escapa (algo que se nos representa en su manía de mirar constantemente el reloj) a la vez que su propia ininteligibilidad de la vida. Contemplamos el sufrimiento inevitable de la hija (la actriz Olivia Colman, a la que hemos descubierto como Isabel II en la serie de televisión “The Crown“), que por un lado siente el deber de cuidar al padre y al mismo tiempo encontrar su propia felicidad, vivir su propia vida, el posicionamiento obtuso del yerno Contrasta también aquí la dulzura y exquisita profesionalidad de la cuidadora.

El padre, en el fondo nos está hablando no solamente de la enfermedad y la vejez sino también de todo el periplo que es la vida humana representada en la pantalla como si fuera también la nuestra propia. Es una obra desoladoramente triste pero a la vez llena de la esperanza que da contemplar a la vida humana con ese cariño y respeto. El padre es una película, aunque triste, muy digna de ser vista. 

Ahora, más que nunca, piedad

José Luis Barrera Calahorro, 11 de enero de 2020.

jueves, 14 de enero de 2021

SOBRE LA INMUNIDAD DE REBAÑO: QUE NO NOS TRATEN COMO BORREGOS

Negar la posibilidad de alcanzar una inmunidad de grupo y insistir en que es una meta muy distante es parte del discurso oficial. Para respaldarlo ofrecen estimaciones de las personas que han sido infectadas que suponen porcentajes bajos de la población. Calculan, por ejemplo, que en España -según la encuesta de seroprevalencia recientemente concluida-  solamente el 10%-11% de la población ha pasado la enfermedad y  está inmune. Añaden que se necesitarían al menos 70% de inmunizados para considerar que se puede detener la infección sin medidas restrictivas severas. Ni una ni otra afirmación son exactas y se pueden poner en cuestión.

Declarar que solo el 10-11% tiene anticuerpos detectables no significa que esa sea el número de inmunizados. Personas que han pasado cuadros leves o no han tenido síntomas pueden hacer pocos anticuerpos séricos y a pesar de ello tener inmunidad, los linfocitos T pueden conservar memoria inmunológica aunque no haya en sangre anticuerpos circulantes con niveles que puedan ser detectados en las pruebas utilizadas en los estudios de seroprevalencia. Pero a este hecho hay que añadir el fenómeno de  la seronegativización: personas que han pasado la infección con síntomas y PCR + a las pocas semanas se vuelven negativo. Este fenómeno ha sido detectado incluso en las tres rondas del estudio realizado en abril-mayo separadas por pocas semanas: personas que habían sido testadas como poseedoras de anticuerpos en una ronda ya eran negativas en las siguientes. A estas personas se le debería aplicar la mismas consideraciones. Todos los datos que tenemos hasta ahora apuntan a que son personas que siguen conservando memoria inmunitaria. Por lo tanto habría que sumar un porcentaje no despreciable al 10-11% que se calcula ciñéndose estrictamente a los estudios de seroprevalencia. 

Pero cuando se establece el porcentajes de personas con inmunidad por haber tenido contacto con el virus de la COVID-19 (SARS-COV-2) no debemos olvidar otros datos:  en toda pandemia, la proporción de la población total afectada es relativamente baja. Es decir, hay un número importante de personas que nunca desarrollarán la enfermedad ni incluso anticuerpos, simplemente porque el virus no entra en su cuerpo. Probablemente, entre otras, haya razones de receptores celulares. En este caso también habría que añadir a las personas que tienen una inmunidad relativa debida a haber sido infectada por otro coronavirus. Esta inmunidad cruzada parece que esta demostrada. 

Si la cifra del porcentaje de inmunizados que se está calculando es discutible y probablemente esté infradimensionada, al mismo tiempo cuando se calcula el porcentaje necesario para que exista inmunidad de rebaño y se habla de porcentajes altos como el 70 o 80% claramente se esta exagerando y partiendo de una concepción equivoca de la inmunidad de rebaño. Las instituciones oficiales, los que proclaman que son necesarias esas altas tasas cifras para alcanzar una inmunidad de grupo que merezca tal adjetivo, son unos ignorantes o unos malintencionados. LA INMUNIDAD DE GRUPO ES UN HECHO y ya nos está protegiendo. No para de crecer y cuánto más crece, más nos protege. Ahora mismo, más que suficiente para pasar por los 6 meses más cálidos en nuestro clima sin que la Pandemia tuviera un impacto excesivo en morbilidad y letalidad (aunque todas las muertes sean lamentables). Pero vimos muchos casos debidos al gran numero de PCR pero no un aluvión de hospitalizados y fallecidos.

Nos pretende vender la idea insensata de que la Inmunidad de grupo se consigue cuando se alcanza una determinada cifra (que se puede aumentar o disminuir a gusto de los que gestionan nuestra sociedad) y hasta ese punto no sirve de nada. Como esa cifra está alejada de la que ellos afirman que existe, un cifra que supone, como hemos explicado, una subvaloración del número de inmunizados, concluyen con la idea de que hay que mantener las medidas restrictivas de la vida social. Cuando se habla de esa necesidad de cifras de inmunizados tan alta para lograr inmunidad de grupo se olvidan varias cuestiones. La primera es que no hay una cifra mágica sino un continuo que incide desde el primer momento. Desde los primeros casos los que han superado la enfermedad y quedan inmunes forman un “colchón”, en su inmensa mayoría no son contagiables, por lo que una parte creciente (al principio pequeña pero que cada día aumenta) de los contactos sociales, aquellos en los que participan estas personas son inocuos. Al aumentar los contactos sin transmisión del virus el numero replicativo tiende a disminuir, aunque puede haber otros factores que tiendan a aumentarlo y neutralizar esa presión a la baja, por lo tanto se pueden dar aumentos transitorios de número replicativo (como estamos viendo) pero la tendencia es que esos aumentos sean más limitados y breves.

Por lo tanto, con cada contagio la inmunidad de grupo aumenta y reduce la velocidad de transmisión del virus. Incluso sin acercarse a cifras cercanas a la mayoría de la población nos podemos encontrar que el hecho de  que valores, en teoría  muy bajos, nos protegen de nuevos estallidos epidémicos. Un porcentaje bajo de la población inmunizada ya produce un importante efecto de deceleración de los contagios. Tanto que incluso valores bajísimos, <5%, sumados a la colaboración del buen tiempo HAN sido capaces de detener la epidemia en los meses finales de la primavera. De hecho la única explicación de que la segunda “ola” de la Pandemia hay sido mucho más limitada que la primera nos indica que algo está frenando una posible trasmisión explosiva y lo más probable, dado que ni la trasmisibilidad ni la virulencia del vius han cambiado, es que haya sido la inmunidad colectiva el factor más influyente aunque hay otros.

Cuando el Número Replicativo inicial del virus (cuando toda la población es susceptible) sigue siendo discutido. Ese numero no depende solo de características intrínsecas del virus sino de factores socioculturales como son el patrón de reacciones sociales de una sociedad (social mixing)  es difícil determinar que grado de inmunidad de grupo se necesita pero es muy improbable que la cifra necesaria sea muy alta, de hecho y sin tener en cuenta la heterogeneidad de la que hablaremos luego con un numero replicativo de 2, con el 50% de la población inmunizada o no susceptible lo esperable es que la epidemia desaparecería rápidamente, para continuar, en todo caso, de forma endémica. A esto hay que añadir otro factor muy decisivo y es que existe más heterogeneidad en la población de la que los modelos matematicos incorporan y es una de las razones de sus errores predictivos. Esos modelos matemáticos más “populares” y utilizados por los Gobiernos para justificar sus políticas restrictivas, han mostrado una incapacidad manifiesta para mostrar la dinámica de trasmisión del virus y han tendido a sobredimensionar la difusión de casos y por lo tanto de hospitalizados y muertes.

Cuando hablamos de heterogeneidad nos referimos a que no todos los individuos tienen el mismo peso en la difusión de la epidemia y que existen diferencias y son importantes en la dinámica de trasmisión: los llamados superpropagadores. La heterogeneidad de transmisibilidad en la población también explica por qué las alarmistas predicciones que proclamaban una y otra vez que estábamos a las puertas de un desbordamiento de los servicios asistenciales, no han acertado y ese desbordamiento solo se ha producido en contadas ocasiones. La razón es muy simple no es lo mismo una persona cuya vida social implica relacionarse con 500 personas diferentes a la semana (un repartidor domiciliario de un supermercado o un comercial) que una persona mayor que se relaciona con un grupo de personas limitado y constantes. Precisamente la COVID-19  ha puesto de manifiesto que los ancianos que se relacionaban con muchas personas porque acudían a centros de jubilados, a actividades para la tercera edad y/o vivían en instituciones sociosanitarias han sido carne de cañón. Ni siquiera hace falta considerar los grupos, estudiando la sociología, el mismo análisis matemático de heterogeneidad demuestra que ese umbral se alcanza en valores muy bajos. La ignorancia general de la población en matemáticas, su analfabetismo, ha sido muy útil para conseguir una ciudadanía tan miedosa y por ello tan cobarde. Pero que la población general no pueda juzgar la evolución de una pandemia no justifica que los expertos se nieguen a reconocer y ver la aplicabilidad a este caso de la función de Gompertz (https://es.wikipedia.org/wiki/Funci%C3%B3n_de_Gompertz). En suma vamos a seguir viviendo ondas alcistas de contagios sobre todo si el virus, estacional como hemos repetido, tiene factores que favorecen su difusión y su virulencia (dosis virales más altas) pero pensamos que esas ondas serán decrecientes. 

Sobre todo reclamamos un debate sobre estas cuestiones, un debate transparente y serio sin tantas descalificaciones y con más argumentos. Si siguen insistiendo en que estamos muy lejos de la inmunidad de grupo sin ofrecer razones sólidas pensaremos que hay intereses espureos y que a las motivaciones anteriores, mantener a la ciudadanía pasiva y asustada se añade la de  vender cuanta más dosis posibles de vacuna.

Ahora más que nunca: AUTOGESTIÓN

José R. Loayssa

martes, 12 de enero de 2021

Medidas científicas, medidas ideológicas

cienciamundana / 8 noviembre, 2020

Los domingos participo en el programa La galería de EITB. Como solo me dio para 10 minutos (que podéis escuchar aquí) y tenía muchas notas, he escrito este texto-guión.

Una amiga me contaba que un sábado, a las 9 de la mañana, iba por el casco viejo bilbaíno de camino al trabajo, una peluquería, esteticista, a echar 10 horas de trabajo, y le gusta fumarse “un piti” antes de entrar. Mientras maldecía en silencio el madrugón de fin de semana, un coche patrulla se le cruza, baja la ventanilla, y el agente le dice que se suba la mascarilla, ella se niega, que está fumando, que está sola en la calle. 70 € de multa. Aún está esperando que esa misma policía se pase por su centro de trabajo, por el de millones de trabajadores, para garantizar que se cumplan los horarios, las distancias, la ventilación, los EPIs…

¿qué evidencia hay detrás de las medidas coercitivas que se están tomando?

Tenemos dos tipos de evidencia, la que nos da la física y la biología, que muestra que el virus, respiratorio, se transmite por las partículas que se producen al hablar, estornudar o toser. El virus, para ser infectivo, necesita de humedad, así que, la eficiencia, la capacidad de infección es, por este orden, por gotas, aerosoles y superficies (fomites). Para que la infección se produzca por gotas se tiene que estar a menos de dos metros. Los aerosoles por su tamaño, flotan y se mantienen más tiempo y distancia. Y las superficies parece que no están siendo relevantes para la transmisión del SARS-Cov2 más allá de ámbitos donde la carga viral es altísima como pueden ser habitaciones UCI.

Y después tenemos la evidencia de las ciencias sociales, donde podríamos incluir la epidemiología al uso. Estas nos hablan de quiénes tienen más probabilidades de contagiarse y morir. Éstas nos demuestran que estamos ante una pandemia de la desigualdad.

En la revista española de salud pública se ha publicado un estudio sobre los determinantes sociales en la incidencia de la COVID-19 en Barcelona. Algunas conclusiones que extrae son: “Los barrios del quintil de menor renta presentaban un 42% más de incidencia que aquellos del quintil con más renta.” Esta correlación es debida a la desigualdad en salud, más enfermedades crónicas (obesidad, diabetes, sedentarismo, tabaquismo, etc.) y menos recursos sanitarios en general.

Hay otro dato que no lo explica del todo bien la biología o la física de aerosoles: alrededor del 70% de las muertes se produjeron en las residencias geriátricas. Sí, allí se concentran (nunca mejor dicho), aquellas personas con más riesgo de fallecer, pero la distribución no es homogénea entre toda la población de esas edades, o sea, estar en una residencia, además de por la edad, es un factor de riesgo importante.

La comunicación de ambas evidencias y la cuestión del riesgo es también crucial. Como con la metáfora del árbol que hace ruido en un bosque sin gente, la evidencia científica no es tal sino se hace realidad en la sociedad y los agentes decisorios. Así, la comunicación basada en una guerra contra el virus, en que hay que doblegar la curva, y en la responsabilidad social, está escondiendo y tergiversando la evidencia, al menos parte de ella. Poniendo el énfasis en parar todos los contagios, se pierde de vista que no todos los contagiados tienen la misma probabilidad de contagiar, contagiarse, enfermar y de morir, y que por tanto, a lo mejor habría que hacer un esfuerzo mayor en reducir los contagios en aquellos sectores de la población más vulnerables, y que no solo hay que hacerlo disminuyendo el riesgo de contagio total, sino el riesgo de enfermar, y como este último tiene que ver con la inequidad, lo que habría que atacar es esta.

Así que la comunicación de la(s) evidencias está sirviendo para que una, la biologicista, sea la hegemónica, mientras que la proveniente de las ciencias sociales y que va más allá del virus, prácticamente desaparezca.

La comunicación es tan importante que a su vez es fuente de evidencia nueva, aunque sesgada. Es el caso de las encuestas de lugares de contagio. En esta entrevista, Javier Segura decía que el Centro de coordinación de alertas y emergencias sanitarias (CAES) hace una encuesta de casos sin tener en cuenta variables sociales (ocupación laboral, clase social, etc) que daría mucha información de qué profesiones tienen más riesgo de enfermar. En otros países sí se hace. Nos hablan de % de ámbitos de contagio, pero en Madrid en el 75 % de los casos esta variable no se ha recogido. Aún así, medios y políticos han puesto el foco en el ocio, cuando el ámbito social es el 30%, el resto es el laboral y el educativo. Individual vs colectivo. “Esta pandemia es una pandemia de la desigualdad, un vector muy importante de contagio y uno de los factores es la precariedad laboral”

No quieren poner el énfasis en los riesgos. Estos se entrecruzan, son complejos, pero le quitan efectismo al marketing del solucionismo tecnológico. Los vendedores de mascarillas FPP2 ahora dicen que las quirúrgicas no valen, pero ninguno dice que cualquier prevención tecnológica lo que puede hacer es reducir el riesgo, y esta reducción es cada vez más difícil cuanto más cerca de cero está el riesgo. Hay cuatro factores que afectan al riesgo de infección que interaccionan: la situación del hospedador, los factores socioeconómicos, el patrón de contacto y lo ambiental.

El énfasis se pone en las medidas biofísicas: ventilación de lugares cerrados, mascarilla y aire libre; potenciales vacunas y fármacos, ¡hospitales! Ignorando la incertidumbre, culpabilizando a los individuos. Pero luego se ignoran esas mismas evidencias cuando tocan el corazón del sistema, el trabajo y la explotación. Ahí, mascarillas, distancia o ventilación no son relevantes, ahí no hace falta distanciamiento social.

Como todo el mundo está siendo bombardeado por el origen social de los contagios, cuando al dar positivo se le pregunta dónde cree que se ha contagiado, se tiende a responder “el bar” donde se tomó el café, en vez del metro o el trabajo, porque no forman parte del imaginario de posibles, o en menor medida. Por supuesto, esto último tiene que ver con la poca calidad de los datos epidemiológicos que tenemos. Un elemento fundamental de los recortes en Salud pública de la última década.

La hegemonía de la evidencia biologicista lleva a poner el énfasis en el individuo, en el mito de la responsabilidad personal, y no en las medidas estructurales para reducir el riesgo de enfermar y morir. Y esto, y el sesgo ideológico de técnicos y políticos, afecta a qué medidas se toman y cuáles no.

Un ejemplo es este reportaje de El País: “Un salón, un bar y una clase: así contagia el coronavirus en el aire. … estas son las probabilidades de infección en estos tres escenarios cotidianos dependiendo de la ventilación”. En este reportaje se centran en las evidencias biofísicas, sin embargo, ¿tienen en cuenta otras? A golpe de google encuentro dos que interesan: según la EPA, en el Estado español hay 19 millones de personas trabajando, y según la OIT, el 27% de las personas trabajadoras en el Estado español trabaja sin contrato, sin que se cumplan sus derechos. Por lo que es fácil deducir que buena parte de los trabajadores pasarán más de 40 horas semanales en su puesto de trabajo, e igualmente, es fácil deducir que en muchísimas ocasiones no se cumplen las normas de seguridad. Por tanto, no deja de sorprender que los escenarios cotidianos para esos autores sean todos menos donde pasamos más de un tercio de nuestra vida.

Cuesta mucho creer que el trabajo no sea “un escenario cotidiano” de transmisión cuando hasta el 7 de noviembre no era ni siquiera obligatoria la mascarilla. Si a esto sumamos el tiempo en el puesto de trabajo, los niveles de precariedad, la temporalidad, falta de prevención de riesgos laborales e inspecciones de trabajo, condiciones del transporte público, etc; nos hace pensar que el titular de esa infografía huele a propaganda.

El ejemplo probablemente más flagrante es el de las residencias. Como decía, suponen hasta el 70 % de los muertos en algunas comunidades. En País Vasco, un 40 %, y eso porque a pesar de tener una norma nueva, en las residencias vascas se sigue utilizando el Decreto 41/1998, de 10 de marzo, sobre los servicios sociales residenciales para la tercera edad. Una norma de hace 22 años. Así, cuando el gobierno vasco confina los municipios, pero no pone los recursos para que se cumpla la nueva ley, y así reducir el riesgo de personas vulnerables, está claramente priorizando en base a prejuicios ideológicos, porque para reducir el riesgo de esas personas tendría que ir contra su espíritu privatizador (liberal).

Medidas tecnológicas y medidas sociales.

Algunos sectores ecologistas plantean que existe una forma de negacionismo de la crisis ambiental por parte de aquellos defensores del Green New Deal al ignorar (más o menos conscientemente) la imposibilidad del planeta Tierra de suplir de recursos materiales y energéticos para sus sueños de “crecimiento sostenible”.

De la misma forma, aquellos que han ignorado ciertas evidencias con respecto a la pandemia son negacionistas. Primero se ignoró que esto iba a pasar, que el aumento de las zoonosis por la destrucción de ecosistemas nos iba a llevar a sufrir una gran pandemia. Después, pasó y aceptamos con responsabilidad un estado de alarma y un largo confinamiento, sabiendo que muchas de las medidas eran no solo injustas sino contraproducentes al causar yatrogenia (como la de no dejar salir a los niños). Y las consecuencias que iban a tener sobre la salud. Exceso de mortalidad de 60.000. Más tarde nos dijeron que en la nueva normalidad se revertirían los años de recortes en salud pública y atención primaria. Y no se ha hecho, se han cruzado los dedos todo el verano. Llega la segunda ola en las mismas condiciones: sin atender ni siquiera tibiamente los principales elementos que aumentan el riesgo de contagio que son la densidad poblacional, sin rastreadores suficientes, sin la atención primaria reforzada, sin recursos ni medidas para las cuarentenas. Y se toman medidas ideológicas, sensacionalistas, no basadas en la evidencia.

Según Javier Segura, el toque de queda es un elemento de distracción, medidas aparentemente muy contundentes pero que no lo son en realidad. Dejan fuera las que realmente hay que tomar: refuerzo de atención primaria y salud laboral; y apoyo social y laboral.

Como dice Juan Diego Areta Higuera, “Deberíamos estar aplicando eficazmente medidas que sabemos que han funcionado: rastreo desde Salud Pública, refuerzo de Atención Primaria (que incluye la domiciliaria) y del sistema educativo, fomento de actividades al aire libre... Si eso no puede hacerse porque nuestro Estado no tiene capacidad para hacerlo, tal vez sería mejor hacerlo público y se hará lo que se pueda.”

Decía también: “Sin informar a la población adecuadamente, sin reconocer los errores cometidos, las incertidumbres en el conocimiento existente sobre COVID19 ni las limitaciones que tiene nuestro Estado, no podemos responsabilizar a la población, pues sólo le estamos dejando dos alternativas probablemente erróneas: o someterse ciegamente a medidas tomadas por razones no explicadas o rebelarse contra ellas”.

Los medios con el biologicismo hegemónico están creando una bomba de tiempo.

Si científicos y medios nos hubieran dicho a diario durante meses que da “igual” (entre muchas comillas) cuántos positivos haya siempre que nuestras poblaciones vulnerables estuvieran totalmente protegidas, entonces se entendería aún menos el que se confinara a los niños y niñas y se cerraran los parques. “Nos prohíben tomarnos un café a media mañana pero no pasar 10 horas quitando cejas a varios centímetros de distancia”.



Es cierto que las movilizaciones negacionistas están controladas por la extrema derecha, pero el caldo de cultivo de este descontento, desconfianza, caos informativo, etc. no es de su cosecha, sino de medios y biologicistas.

Referencias:

Más sobre residencias:

María Luisa Torijano Casalengua, Javier Sánchez Holgado, Cecilia Calvo Pita y María Pilar Astier Peña https://sano-y-salvo.blogspot.com/2020/05/la-terrible-pandemia-sobre-nuestros.html

Javier Segura

https://www.elsaltodiario.com/coronavirus/javier-segura-epidemiologo-no-tenemos-evidencia-toque-queda-sea-medida-adecuada-disminuir-contagios

Joan Benach

https://ctxt.es/es/20201001/Politica/33862/#.X56MTELay4M.twitter

Manuel Franco

https://www.eldiario.es/sociedad/manuel-franco-barrios-cinco-veces-contagios-deberian-cinco-veces-servicios-primaria-salud-publica-rastreadores_128_6247423.html#click=https://t.co/hiCWN0YQRT

Javier Padilla y Pedro Gullón

viernes, 8 de enero de 2021

Una ETT "humanitaria" busca trabajadores para ser explotados

Elena V. durante la conversación mantenida con La Mar de Onuba el pasado miércoles en Huelva

Jornaleras de Huelva en Lucha/facebook

"Alina Elena V. decidió probar suerte en el mundo agrícola y respondió a una oferta publicada en Milanuncios. Viajó desde Zaragoza hasta Huelva. A los seis días fue despedida y asegura que nada de lo que acordó por teléfono se ha cumplido.
Asegura que la empresa pagaba por debajo de lo establecido en el convenio,y que incumple de forma grave las medidas de seguridad ante la pandemia de COVID. «Me dijeron que nos harían pruebas, pero yo he trabajado seis días sin que me las hayan hecho y sin disponer de mascarillas»"

* Recién está empezando la campaña y ya estamos así...Luego dirán que les falta mano de obra y que la gente no quiere trabajar en el campo.

* Señora Yolanda Díaz Pérez está claro que es necesario aumentar y ampliar las inspecciones de trabajo durante toda la campaña del fruto rojo, ya que estos abusos se dan de manera sistemática en gran parte del sector. ¿ Podría aclararnos como será la situación al respecto este año?

* Señor Luis Planas ¿desde el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de España volveréis a defender las buenas prácticas de los agricultores esta campaña legislando en favor de estos, favoreciendo la mano de obra al sector y volviendo a mirar hacia otro lado ante este tipo de situaciones?

* Lo de Arima Siap,la empresa sevillana que ofrece servicios integrales a personas con problemas de salud mental y facilita acceso a empleos en el sector agrícola a «mujeres españolas en riesgo de exclusión social», y a «personas migrantes sin empleo en general» es digno de ser estudiado e investigado. Ya lo que nos faltaba, una "ETT con carácter humanitario", que asegura no recibir contraprestaciones por nutrir la plantilla de Emusa Fruit SL con mano de obra migrante y mujeres vulnerables.

* Por cierto, cabría recordar que Emusa Fruit SL , es una de las empresas que denunciamos a Inspección de Trabajo la pasada campaña y de la que aún no hemos obtenido respuesta.

*  Destacamos también otro detalle : "Le entregó una ficha dotada con un chip con el que la empresa contabiliza las cajas recogidas. Le advirtió de que tendría que pagar 30 euros si la perdía." 

Este es el famoso chip, que en algunas fincas tienes que pagar por él al empezar a trabajar o si lo pierdes, y que utilizan para al día siguiente obtener la lista de productividad con la que te amenazan y te obligan a trabajar como si fueses a destajo. Una ilegalidad en toda regla. 

+ Al igual que trabajar dependiendo de la producción, 3 o 4 horas al día y que te paguen a 5 euros la hora ¡¡ NO ES LEGAL!!

+ SI FIRMAMOS UN CONTRATO DE 39 HORAS SEMANALES , TENEMOS QUE TRABAJAR Y COBRAR 39 HORAS SEMANALES, QUE ES LO ESTABLECIDO EN EL CONVENIO COLECTIVO DE TRABAJADORES DEL CAMPO.

+ EL SALARIO DE PEÓN AGRÍCOLA, TRAS UNA SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO, NO PUEDE SER INFERIOR A 44,99 EUROS. A LOS EVENTUALES HABRÍA QUE SUMARLE LAS PAGAS EXTRAS Y LAS VACACIONES LO QUE SE CALCULA ALREDEDOR DE 48 EUROS.

+ LA JORNADA LABORAL ES DE 6 HORAS Y MEDIA MÁS LA MEDIA HORA DE DESCANSO

+ +INFOLAS HORAS EXTRAS DEBEN SER PAGADAS AL 75% MÁS DE LA HORA NORMAL.
QUE NO NOS ENGAÑEN NI SIGAN ROBÁNDONOS. CONOCE TUS DERECHOS Y DENUNCIA LOS ABUSOS Y LA EXPLOTACIÓN. 

TODA LA ADMIRACIÓN Y TODO EL APOYO PARA LA COMPAÑERA ELENA, POR SU VALENTÍA Y POR NO DEJAR QUE PISOTEEN SUS DERECHOS Y DENUNCIARLO

+INFO:
conviene leer y ver el documento de la revista "La mar de Onuba" (aquí)

miércoles, 6 de enero de 2021

Ser madre no es lo mismo que ser padre: la biología es políticamente incorrecta

En estos días en que se aprueba la igualación obligatoria de permiso laboral de padres y madres conviene leer el blog de ibone olza, con textos como este de marzo de 2018

Ibone Olza
La biología de la maternidad lleva camino de ser lo más políticamente incorrecto en estos tiempos. Decir, reconocer, que las mujeres gestamos, parimos, amamantamos, y que los bebés quieren estar con sus madres y en sus brazos significa exponerse a ser tachada de rancia o retrógrada o a recibir otros insultos y descalificaciones varias

Por eso a veces, como feminista apasionada de la neurobiología, me siento como el niño del cuento que señala que el emperador va desnudo. Es obvio que no es lo mismo ser madre que ser padre, es obvio que nuestra realidad biológica es profundamente diferente, pero ya casi nadie se atreve a decirlo. Queda mal. Y sin embargo hay que decirlo, y hay que empezar a reconocer las necesidades de los bebés, esos grandes olvidados. Y no, para un recién nacido o para un bebé de cinco meses no es lo mismo su madre que su padre. Les necesitará a ambos toda su vida, pero de formas y maneras muy diferentes, a distintos ritmos. Pero esto se quiere negar, ocultar, silenciar. Decir que el bebé necesita a su madre y quiere estar con ella es como digo lo más políticamente incorrecto que se puede decir ahora. Rompedor. Amenazante para este sistema que ha montado tremendo negocio precisamente a base de separar a los bebés de sus madres. Y sin embargo es así, los seres humanos, al principio de la vida necesitamos a la madre mucho más que al padre. Luego las cosas cambian: el rol paterno también tiene una neurobiología propia, y probablemente los padres sean necesarios e importantes para salir al mundo, tal vez sean imprescindibles, para explorar, para aprender, para que los pequeños empiecen a despegarse de la madre cuando empiezan a caminar y a hablar y salen ávidos de curiosidad al mundo cercano.

Por todo ello me declaro en contra de la propuesta de la PPiiNA, plataforma que aboga por unos permisos de maternidad y paternidad igualitarios, intransferibles y obligatorios. Les agradezco la intención: comparto profundamente su anhelo de una sociedad donde las mujeres no nos veamos discriminadas en el mercado laboral por la posibilidad de ser madres, menos aun por serlo. Pero no creo que su propuesta sea la manera de lograrlo. Más bien creo que , como dice Patricia Merino en este texto La maternidad como cuidado, «al patriarcado no se le podía haber ocurrido un modo mejor y más simple de abundar en la devaluación de la maternidad frente a la paternidad.»

Desde la PPiiNA tachan de desequilibrio el que el permiso de maternidad actualmente dure 16 semanas y el de paternidad. Pero no, no es un desequilibrio, es una diferencia. Las madres gestamos, parimos y podemos amamantar, los hombres no. Nuestro cuerpo se transforma con cada embarazo y así sigue durante meses o años. Los bebés necesitan contacto, cuerpo a cuerpo con la madre, mucha teta. A ser posible seis meses de lactancia exclusiva, y algunos años más combinada con otros alimentos. Las madres necesitamos, soñamos con, una sociedad que nos reconozca, que honre nuestra impagable función social. Es urgente. El principio materno universal es el de evitar el sufrimiento, no sólo el de nuestras criaturas, el de todos y todas.

Los hombres que desean compartir los cuidados de sus hijos ya lo están haciendo, de mil maneras, conozco muchos de ellos. Además obtienen un máximo reconocimiento social por ello, se les alaba y califica de padrazos. Con la propuesta de la PPiiNA, de llevarse a cabo, surgirían toda una serie de problemas añadidos. Si la madre no está con el padre, especialmente. Como ya está pasando con el delirante asunto (y dañino) de las custodias compartidas impuestas, ¡hay hombres que reclaman la custodia compartida desde el nacimiento! Pobres bebés.

Yo creo que si hablaramos de propuestas lo prioritario debería ser alargar la baja maternal a seis meses, mínimo. Asi al menos podríamos mantener la lactancia exclusiva el tiempo que recomienda la OMS, UNICEF y la Asociación Española de Pediatría. Y reconocer, apoyar, flexibilizar de mil maneras para poder ir a trabajar con nuestros bebés si queremos, cuando queramos. Ser creativos con las propuestas y soluciones. En cuanto a permiso parental, podría ser igualitario, tal vez, pero salvo las dos primeras semanas tras el nacimiento, el resto creo que tendría que ser a partir de los seis primeros meses, antes de los seis años. Que se lo pudieran coger cada vez que el bebé o niño pequeño lo necesita, cuando está malo, cuando empieza la escuela, cuando llega su hermano-a, etc…Es decir, en función de las necesidades y pasados los seis primeros meses, no antes. Sobre todo, creo que el permiso y la retribución tendrían que ser para quien cuida al bebé, incluso si es la abuela o la tía.

Seguro que me lloverán las críticas, pero, lo seguiré afirmando: ser madre y padre no es lo mismo, y todos los bebés quieren estar con sus madres o muy cerca de ellas.

+INFO:
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Juan Gérvas entrevistado por Joan C. March sobre Atención Primaria

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