martes, 16 de febrero de 2021

¡Nos convencieron con la propaganda del hijo querido!

¿Qué entenderán por "Humanizar"?
Hubo una época en la que se hablaba mucho de los hijos deseados, de los hijos queridos y esto sonaba muy bien. Parecía imposible que hubiera personas que no estuviesen de acuerdo con esa postura.

El título no está improvisado, sino que pretende ser coherente con lo que se escribe a continuación. Esa propaganda del hijo querido me supuso una crisis cuando vi la definición del hijo querido, tanto por el medio en el que aparecía coma por la definición en sí misma.

El medio en el que aparecía escrita era la “Revista Española de Investigaciones Sociológicas” (nº 39, año 1987, pág. 202) que en aquel tiempo dirigía una tal Rosa Conde, que también dirigía el “Centro de Investigaciones Sociológicas”. El nombramiento para la dirección de esas dos instituciones era y sigue siendo cosa del Gobierno del momento, lo que quiere decir que era básicamente parte integrante del Gobierno y, por tanto, del partido del Gobierno. Más tarde fue ascendida a Ministra de la Presidencia y Portavoz del Gobierno, cuando estaba en los juzgados el tema de los GAL.

La definición dada del hijo querido es la siguiente: “SI EL COSTE DE PREVENIR EL NACIMIENTO DE UN NIÑO ES MAYOR QUE EL DEL NIÑO, ESTE PUEDE SER DEFINIDO COMO DESEADO”. La releí varias veces para entenderla bien, de forma que me quedó grabada en la memoria y tuve claro que es una definición para enmarcar y repensar por las consecuencias que se pueden derivar de ella.

Para entender bien esta definición conviene tener en cuenta las dos tendencias que están siempre presentes en el corazón de los humanos: la tendencia al amor y la tendencia al egoísmo. La definición está en el ámbito de la tendencia al egoísmo, por eso a un humanista serio le remueve la conciencia esta definición por estar hecha en clave de egoísmo y conveniencia.

En consecuencia, entre la aspiración ética a un ideal de vida al que estamos llamadas las personas o la praxis de un materialismo existencial, esa definición se mueve en un ámbito materialista cerrado, en el de los costes, es decir, el capital, el dinero y el beneficio. El camino hacia los grandes ideales humanos de vida se reduce a las conveniencias materialistas, o a una praxis de vida sólo dentro de los límites del materialismo economicista.

Si se leyese más el Evangelio se vería que aquí sería iluminadora la parábola del trigo y la cizaña: el bien y el mal, el amor-solidaridad y el egoísmo están mezclados en la vida humana y con ellos tenemos que convivir... pero cuidando especialmente del trigo para fortalecerlo y no arrancarlo (Mt. 13, 24-30). También resultaría esclarecedor este otro pasaje: “Porque quien quiera poner salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará. Pues ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si el mismo se pierde o se arruina?” (Lc. 9, 24-25).

Hablar del hijo deseado, como se hacía en la definición, deja en el inconsciente que los hijos son en general indeseados, un problema, una privación de libertad. Así me lo manifestaba un padre de familia joven, al que le decían sus amigos que se vivía mucho mejor sin tener hijos... Le aclaré: “Te están diciendo que, si no se animan a sacrificarse por un hijo suyo, es mucho más probable que no se sacrifiquen por un vecino o colega, y lógicamente tampoco por ti”.

Al comienzo de los noventa me dijo un amigo que una asistente social, que trabajaba en un Centro de Planificación Familiar, le había informado que el mayor número de esterilizaciones que habían realizado en los últimos años era a parejas (matrimonios) sin hijos y descendía en este orden con uno, dos y tres hijos, pero con cuatro o más no habían realizado ninguna esterilización. Es entendible que sea así, aunque no sea muy razonable.

En el libro de Alejandro Macarrón, “Suicidio Demográfico en Occidente y Medio Mundo”, dice que entre el 25 y 30 % de las personas nacidas a partir de 1970 no tendrán hijos y añade que entre el 40 y el 50 % no tendrán nietos, es decir, no serán abuelos. Esto lleva consigo que al final de su vida sus relaciones afectivo-familiares serán muy pobres, muy escasas.

Esta propaganda antinatalista pone el foco contra la Iglesia Católica buscando hacer que se acoja acríticamente. El objetivo es provocar para que embistan contra la Iglesia y así asuman esa propaganda. Por eso cuando ponen en la diana a la Iglesia Católica como una institución perversa, oscurantista, malvada... es importante tomar distancia, analizar y buscar honestamente la verdad para protagonizar la propia vida, o, si uno se atreve, hacer lo que hacía el gran escritor inglés Chesterton: defender a la Iglesia Católica para que se avive la conversación y documentarse para hacerlo con argumentos serios. 

Ahora más que nunca: Solidaridad

Antón Negro

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