jueves, 3 de octubre de 2024

DESCENDIENTES DE MIGRANTES…

El consenso científico actual nos dice que la cuna de la humanidad fue África en lo que hoy llamamos Etiopía hace más de doscientos mil años. De ahí la humanidad se extendió por todo el mundo, por lo que todos somos descendientes de migrantes con más o menos kilómetros recorridos.

Los libros de historia cuentan que muchos pueblos pasaron por la Península Ibérica, incluida Galicia, como los Íberos, Celtas, Fenicios, Romanos, Suevos, Godos... Árabes, Franceses, Ingleses... con lo que la cultura de cualquier parte de España es fruto de diversos mestizajes.

Pero es que además cientos y cientos de miles de gallegos se dispersaron por el mundo adelante: en la reconquista por Extremadura y la Alpujarra (Granada), después de 1492 para América de la que algunos volvieron, también para otros países de Europa y del ancho mundo. ¿Quién no tiene algún familiar emigrado? En estos últimos años vienen muchas personas de esas tierras, bastantes con antepasados gallegos. Emigrar no es exclusivo de Galicia, sino que afectó a otras partes de la península.

La exhortación de los obispos españoles de 2024, “Comunidades acogedoras y misioneras. Identidad y marco de la pastoral con migrantes”, recoge estadísticas de inmigrantes: en 2023 ya había en España unos 7,5 millones de personas nacidas fuera de nuestras fronteras, a los que habría que añadir más de dos millones de niños y jóvenes hijos de ellos, la segunda generación de migrantes que, aunque son españoles, se encuentran entre sus padres migrantes y sus ‘colegas’ españoles. Es decir, uno de cada cinco de los que vivimos aquí provienen del exterior: 3,2 millones de Latinoamérica, 1,5 de la Europa rica, 1,4 de África (sobre todo de Marruecos), 800 mil de la Europa del Este y medio millón de Asia.

A los inmigrantes sería más adecuado llamarles “personas migradas” una vez que se asientan en un lugar concreto. Eso facilitaría dejar de considerarlas forasteras y potenciaría su integración.

Las migraciones se incrementan y los pronósticos dicen que aumentarán al tiempo que los movimientos xenófobos. En la pasada visita a África el presidente del gobierno dijo que España precisaba 200.000 migrantes cada año. Ya los estudios socioeconómicos de finales del siglo pasado hablaban que España necesitaría unos 300.000. Esto viene dado por las bajísimas tasas de natalidad. Además la de las nacionales es inferior a la de las extranjeras, igual que sucede en los países desarrollados como documenta ampliamente Alejandro Macarrone en su libro, “Suicidio demográfico en occidente y medio mundo”.

Ante esta realidad de las migraciones que están sometidas a amplias restricciones y opresiones porque se busca el mayor beneficio para el capital al que se le da libertad de circulación. No nos debe extrañar que el documento de los obispos diga que “las migraciones constituyen uno de los principales dolores en el momento actual y pueden ser interpretadas como manifestación de las ‘ESTRUCTURAS DE PECADO”. Del pecado se debe salir mediante la conversión para vivir en justicia.

De lo dicho al principio del artículo se deduce que solo hay una humanidad, como cualquier persona puede concluir reflexionando. Por eso se usa la expresión Monantropismo para referirse a la unidad del género humano. Desde una cultura de la vida es inaceptable nuestra impasibilidad ante la fosa común del Mediterráneo donde yacen miles y miles de personas muertas sin ser inscritas en ningún registro. Lo mismo está sucediendo en el Atlántico hacia las Canarias. Parecido sucede en otros lugares de este planeta.

Los católicos no debemos olvidar lo que significa la palabra CATÓLICO. Literalmente quiere decir universal, llamados a construir una fraternidad universal pues “partimos de la convicción de que Dios, trinidad relacional, es quien nos define y nos relaciona. Así nuestra manera de vivir la fraternidad se expresa singularmente cuando oramos y decimos juntos: ‘Padrenuestro’. Eso significa inmediatamente que nos reconocemos hermanos. La diversidad en armonía es el camino”, escriben los obispos en el documento citado. Palabras que son una clara exigencia para los católicos. También toman postura ante los Centros de Internamiento para Extranjeros y piden que se cierren.

En esta problemática hay un derecho prioritario a reivindicar anterior al de migrar. Se trata del derecho a no tener que emigrar, porque las necesidades básicas están cubiertas. Por eso la Populorum Progresio afirmaba que el desarrollo es el nuevo nombre de la paz. Después estaría el derecho a emigrar que está citado también en la declaración de Derechos Humanos (Art. 13).

Ahora más que nunca: Justicia

Antón Negro

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