Texto alternativo a los parlamentos de inauguración del mundial
Los obreros que mueren exhaustos, aplastados, en los áridos paisajes cataríes no tienen un poeta que les escriba versos.
Los parias que viajan miles de kilómetros arrastrando su hambre, vendiendo su piel seca a cambio del pan imprescindible, no tienen un poeta que les escriba versos.
Los sin nombre, arrojados al mundo como carne fresca para ser devorada por las fieras de los petrodólares, no tienen un poeta que les escriba versos.
Los esclavos que exige el mercado,
Los siervos, súbditos, vasallos, cautivos, que ahora reclama para sí el futbol,
No tienen, no, no tienen un poeta que les escriba versos.
Sus cuerpos, aniquilados bajo el sol de las horas infinitas, engrasan la maquinaria del poder.
En el mejor de los casos sus vidas pasan a ser cifras, en el peor de los casos, sus vidas no existieron nunca.
No. No hay materia en estos hombres y mujeres, oxidados por el sudor, que merezca un verso de algún poeta despistado, algún poeta que no se haya rendido a la evidencia de que todos los goles de un mundial no justifican la muerte de un sólo ser humano.
No, no, no hay un poeta que les escriba versos, porque la poesía hoy está de luto,
Porque el deporte perdió el norte,
Porque los gritos del campo ahogan los gritos del camposanto,
Porque el mundo se dio la vuelta hace tanto tiempo que ya no recordamos cuando proclamamos que los derechos humanos eran universales,
que ya no recordamos cuando la vergüenza era una virtud,
que ya no recordamos que lo que estaba mal, estaba mal y punto.
Que ya no recordamos lo que significa jugar, simplemente jugar, ocio, no como negocio.
No, no hay un poeta que escriba versos porque el imperativo imperial de “pan y circo para el pueblo” se ha convertido en un ruido infernal en las pantallas planas.
La poesía necesita la resistencia del alma, la poesía no da nunca el mundo por supuesto.
Si unos cuantos levantan la mirada,
si unos cuantos señalan alarmados que el emperador está desnudo,
si unos cuantos dicen No con todas las consecuencias,
entonces, el poema que dignifica a la humanidad tendrá, definitivamente, la oportunidad de ser escrito.
Un poema, construido con los materiales de la fraternidad.
La fraternidad que obra el milagro, todos los milagros:
Que el trabajo sea trabajo,
que el futbol sea futbol
y la poesía sea definitivamente el lenguaje en el que puedan reconocerse los que luchan por un mundo más justo.
Ahora más que nunca política solidaria
Moisés Mato
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