jueves, 26 de agosto de 2021

Me acuerdo de



Me acuerdo del
parque de arena de mi ciudad
al sur de madrid
(al cielo)
del cercanías que nos quedaba algo lejos,
de los polos de a 20 pesetas, labios de fresa,
del chino de mi calle,
y del dame un vaso de agua en el bar

de las sesiones de beverly hills 90210 con Maricarmen y Charo
de mi calle sin salida
pero con un agujero por el que pasar
y atajar.

me acuerdo

del vacío que suponía estar lejos de mis abuelos
a miles y miles de lágrimas

de hablar con mi hermana ya no sé
en qué idioma
pero
desde luego que
no era el mío
o era el mío
o no o

me acuerdo
de no saber quien soy yo

de recoger con dos palitos lombrices del suelo
para no aplastarlas con mis propios zapatos
– es que después de la lluvia se salían las
muy tontas a la acera –
justo cuando íbamos a entrar al patio de la escuela

del olor del metro de madrid a principios de los noventa
(es el recuerdo de mi infancia de mi vida, ¿sabes?)
de mi madre que curraba hasta las tantas en las casas
de unas señoras con más dinero que nosotros
para que tuvieran
una vida digna.

y recuerdo que una vez
mi madre me contó
el cuento de la caperucita
roja – cuando íbamos en una línea agotadoramente gris –
al que le cambiamos el final,
cambiamos el final.

Y mira:

me acuerdo de
tantas y tantas
cosas pero
¿acaso te importa?

para ti seguiré siendo
una extranjera rara
hablando, eso
sí, maravillosamente bien
tu lengua tan natal.

Mira, podrías pasar perfectamente por...
(te lo piensas un poco, mides la mentira de tu cumplido
y la verdad de mi acento, que no llega, ay, casi, ca
si pero no – el diablo está en los detalles, dicen –
pero ¡al diablo! que se sepa lo generosos que somos,
me otorgas con el bisturí de tus palabras
la nacionalidad de tu imperio estancado)

Y, mira, ya no sé
qué me cansa más:

la presión del
tener que dar
todo el tiempo explicaciones a desconocidos,
callarme la boca
o aceptar
tu falta de discernimiento.


© Zuzanna Gawron

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