Las condiciones laborales y vitales de los jóvenes educados con empleos precarios. La pobreza y los problemas de los jóvenes, en cuestiones de ingresos, tipos de empleo y problema son, sin duda, uno de los grandes temas sociales.
Las razones de esta cuestión están directamente relacionadas con los modelos de gestión laboral, por un lado, y por la especulación y el rentismo inmobiliario por otro. En definitiva por la gestión capitalista que ha permitido a unas capas privilegiadas volver a hacerse con una parte desproporcionada de la renta y la riqueza a costa de someter al resto de la población a una vida precaria. No es nada nuevo bajo el sol: la precariedad ha constituido el modo de vida de la mayoría de la población trabajadora en todo el mundo. El paréntesis keynesiano de postguerra solo fue eso, un breve episodio, y sólo vigente en unos pocos países. Cuando se hizo evidente que el pleno empleo, los altos impuestos, una fuerte presencia pública en la economía y una elevada sindicalización reducían las desigualdades y daban “demasiado” poder a las clases trabajadoras se inició una contraofensiva de las élites. Esto fue el neoliberalismo, una contrarrevolución reaccionaria. Llevamos décadas con reformas laborales, políticas económicas, fiscales, financieras que han dado mucho poder a los ricos y han generado más precariedad, pobreza y problemas vitales a mucha gente. En el mercado laboral y en el de la vivienda
Las razones de esta cuestión están directamente relacionadas con los modelos de gestión laboral, por un lado, y por la especulación y el rentismo inmobiliario por otro. En definitiva por la gestión capitalista que ha permitido a unas capas privilegiadas volver a hacerse con una parte desproporcionada de la renta y la riqueza a costa de someter al resto de la población a una vida precaria. No es nada nuevo bajo el sol: la precariedad ha constituido el modo de vida de la mayoría de la población trabajadora en todo el mundo. El paréntesis keynesiano de postguerra solo fue eso, un breve episodio, y sólo vigente en unos pocos países. Cuando se hizo evidente que el pleno empleo, los altos impuestos, una fuerte presencia pública en la economía y una elevada sindicalización reducían las desigualdades y daban “demasiado” poder a las clases trabajadoras se inició una contraofensiva de las élites. Esto fue el neoliberalismo, una contrarrevolución reaccionaria. Llevamos décadas con reformas laborales, políticas económicas, fiscales, financieras que han dado mucho poder a los ricos y han generado más precariedad, pobreza y problemas vitales a mucha gente. En el mercado laboral y en el de la vivienda
Este es el marco que determina la vida de los jóvenes, un espacio laboral donde las empresas utilizan una variedad de formas contractuales y organizativas para dividir a la gente y precarizarla, y un mercado inmobiliario donde los especuladores, grandes y pequeños, tienen múltiples mecanismos de enriquecimiento.
En el caso de los jóvenes educados existe un factor adicional. La educación igual les ha proporcionado conocimientos profesionales (en algunos casos). Lo que no les ha dado es conocimientos para enfrentar su situación social. Su educación formal e informal es la de la competencia individual, el de la carrera profesional incapaz de entender el valor de lo colectivo. Es increíble que en la mayoría de universidades donde el empleo precarizado es la norma no se hayan producido grandes huelgas. Se entiende porque esta juventud ha sido socializada en una cultura de la carrera individual que les ha hecho olvidar que la única forma de revertir la situación pasa por cambiar la forma y la organización de su vida laboral. Y esto se repite, y aún se acelera, en muchos otros ámbitos: en las empresas tecnológicas, en los medios de comunicación…
Y ahora asistimos a otra vuelta de tuerca. El discurso que culpa a la generación de los boomers de esta situación. Una nueva variante del “divide y vencerás” y de generar un “chivo expiatorio” al que cargar el muerto. La derecha hace años quiere liquidar el sistema de pensiones en beneficio del sector financiero. Y ahora ha encontrado un nuevo “argumento”: estos viejos beneficiados de un sistema de jubilación inadecuado son los culpables de las malas condiciones de vida de los jóvenes. O sea, ataquemos las pensiones y mejorarán vuestras condiciones de vida. Hay muchas amenazas si esta falacia gana fuerza. Para viejos y jóvenes, para la convivencia. Y porque la única posibilidad de revertir la situación no pasa por atacar las pensiones, sino por generar una organización económica y social más igualitaria, cooperativa. Y por eliminar los privilegios de unas élites que imponen sus intereses antisociales al conjunto de la población.

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