Una tarde libre y sin planes.
Así que ...acabé en una sala de cine viendo criaturas azules luchando contra los malvados humanos.
Humanos que arrasan, destruyen y aniquilan allá por donde pasan.
Durante los 197minutos que dura la película, miré tantas veces el reloj que descubrí que tiene funciones nuevas.
Una cuenta atrás muy útil para hacer planchas.
Le pones los segundos o los minutos… y empieza a descontar.
Al llegar a cero hace “pipipipi”.
Desde la butaca de atrás carraspean.
El "pipipipi" de mi reloj no les deja oír como los humanos asesinan a las ballenas amigas de los seres azules.
Vuelvo a mirar la pantalla para tragarme el adoctrinamiento con super efectos especiales.
Y qué más da, pensarás.
Es solo una película.
Pero no exactamente.
Porque junto a los efectos especiales nos cuelan un mensaje peligroso, uno que queda enterrado en nuestro imaginario colectivo y sirve de abono para futuros argumentos contra la esperanza.
Y quedarse sin esperanza es peor que quedarse sin gasolina en el coche.
¿Para qué levantarse cada mañana si somos peores que la gripe para el resto de seres vivos?
Si es solo cuestión de tiempo que destruyamos el planeta y todo haga “pipipipi”, como mi reloj y ya sea demasiado tarde.
En la película se justifica la violencia como única respuesta ante la invasión y la supuesta maldad humana.
Montarse en dragones.
Disparar flechas.
Matar.
Justo lo contrario de la historia que contaré está semana a los suscriptores de mi boletín de buenas noticias.
Una historia real, donde un ejército invade un país y, en lugar de responder como proponen los seres azules, ocurre algo inesperado: la bondad, la dignidad y la humanidad aparecen donde nadie las esperaba.
Porque, aunque Avatar insista en lo contrario,
no somos así.
La realidad está llena de ejemplos que desmontan ese relato.
Y en www.alexherran.com
te hablo de ellos.
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Audio "La primavera de Praga" (aquí)

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