por José Luis Barrera Calahorro
La edición última de los premios Óscar, ha sido muy mediocre. Todos los productores, guionistas, directores y actores de las películas americanas, que tanto a veces nos gustan parecen estar “noqueados” por las enloquecidas bravatas de Trump. Esperábamos que en el escenario se hablara abiertamente de reivindicaciones y denuncias del mundo del cine, sobre lo que está pasando en su país; prácticamente todos pasaron por el escenario a recoger sus estatuillas, y soltando sus breves discursos, sin ningún compromiso político, ético y social. Decepcionante y siempre lo mismo: ellas, muy combativas en la defensa del feminismo, se pasearon por la alfombra roja vestidas con sus modelitos, convirtiéndose una vez más en mujeres-objeto.
Son las grandes contradicciones de la sociedad en la que vivimos.
Anora fue la película triunfadora, otras que parecían más favoritas (Emilia Pérez, The Brutalist, Cónclave). Por los demás, las películas restantes más premiadas no brillan especialmente este año por su calidad. Algunos largometrajes bien ponderados por la crítica oficial, han pasado sin pena ni gloria en esta decepcionante edición de los Óscars 2025.
Al día siguiente de salir vencedora en los premios Oscars, la película Anora del director Sean Baker autor de la excelente “The Florida Proyect”, pude verla en streaming. La verdad es que quedé aturdido por la nula calidad artística del filme. Pero sobre todo me perturbaron más los mensajes que se lanzaban desde las últimas tendencias y vacuos pensamientos que sobre la sociedad actual se vertían.
¿De qué va la película? Anora, es una “scort” (una bailarina erótica) y a la vez una joven prostituta de Brooklyn, que tiene la oportunidad de vivir una historia a lo Cenicienta cuando conoce al hijo de un oligarca ruso con quien impulsivamente se casa . Cuando la noticia del matrimonio llega a Rusia, su cuento de hadas se ve amenazado, ya que los padres parten hacia Nueva York para intentar conseguir la anulación del matrimonio.
Algunos han querido compararla con la historia que se cuenta en Pretty Woman, pero carece del encanto, la serenidad del relato, y su elegancia. La primera parte, que para mí es repetitiva y un tostón, nos cuenta muy crudamente las relaciones sexuales con ese novio rico que parece haber encontrado. Es prácticamente una ruidosa concatenación de escenas de porno blando, de consumo de drogas, de toda clase de excesos. Demasiado ruido y estrépito de imágenes y músicas en la primera parte.
Mientras, la película no es capaz de darnos a conocer, aunque sea poco a poco el carácter de su protagonista, el proceso interior de Nora que parece haberse enamorado de alguien, cuya intenciones se nos ocultan. Sólo se ven sus intenciones de darse un “pelotazo” con el dinero del coprotagonista. En fin, ella quiere aprovecharse de la ocasión de tener un novio muy rico y él de poder satisfacerse sexualmente con una mujer muy hermosa. También, se nos ocultan las verdaderas intenciones y la personalidad de su amante -oh, guionistas tramposos!-, solamente se hace hincapié en el mucho dinero que tiene. Igualmente, no se muestra ninguna crítica, ni denuncia de la situación penosa de esas mujeres, prostitutas, con la de miserias, explotación y humillaciones que, sin lugar a dudas sufren.
En su segunda parte, Anora abandona su ritmo alocado, de fiestas y juergas, y cambia de tonalidad y ritmo, inclinándose hacia la comicidad y el humor, con la aparición de personajes que mueven a la risa y casi se convierte en una comedia de humor negro. Igualmente, ella aparecen las pistas de lo que va a ser su no tan sorprendente desenlace.
José Luis Barrera Calahorro 8 de marzo de 2025
No hay comentarios:
Publicar un comentario