La persona humana y sus agrupaciones tienen que ser comprendidas en el devenir del proceso histórico. Entender el tiempo presente exige tener conciencia del proceso que desemboca en la actualidad, qué fuerzas y hechos moldearon los diversos aconteceres que culminan en el hoy. Por eso se dice que la historia es maestra de vida.
Por otra parte el futuro lo proyectamos desde lo que conocemos del presente asumiendo las enseñanzas que la historia nos dejó. Además el futuro lo construimos entre todos con proyectos a veces complementarios y a veces diversos, incluso totalmente antagónicos, que se influyen y modifican mutuamente. No menos relevantes son los acontecimientos imprevisibles e inesperados que suceden, junto con los diagnósticos que se hacen de ellos y las respuestas que se dan, tanto las impulsivas-momentáneas como las elaboradas con reflexión y sosiego.
En el devenir histórico está cada persona como un ser vocacionado, llamada a la existencia, y en ella a una tarea, misión. La persona llamada a la misión que la vida espera de ella, debe responder armonizando sus deseos, proyectos, interioridad y conciencia, a la vez que da respuesta y sentido a las diversas realidades que la vida le presenta ejerciendo su libertad como resalta Frankl (2024):
“Los que vivimos en campos de concentración podemos recordar a los hombres que iban de barracón en barracón reconfortando a los demás, dándoles su último pedazo de pan. Quizás fueran pocos en número, pero ofrecen pruebas suficientes de que todo se le puede quitar al hombre, menos una cosa: la última de las libertades humanas, elegir que actitud tomar ante cualquier circunstancia, elegir su propio camino” (p. 80). “Teníamos que aprender nosotros mismos y, además, teníamos que enseñarles a los hombres desesperados que realmente no importaba lo que esperábamos de la vida, sino lo que la vida esperaba de nosotros” (p. 91).
La vocación-misión es para construir una sociedad más humana, justa y fraterna, pues solo hay una humanidad (monantropismo), lo que exige una postura crítica con la actualidad y el pasado, por la que cada generación evalúa lo hecho por las anteriores y propone nuevas metas a conseguir; pero no ignoremos que los nuevos proyectos pueden empeorar lo existente, dado que el mal suele presentarse con la apariencia de bien para hacerse más deseable, ser tentador. Por todo ello el progreso histórico es una línea quebrada. El proceso personal y colectivo de mejorar la humanidad es un proceso de construcción de la sociedad desde la historia a la utopía.
Lo expresa muy bien Castelao (1975) en un dibujo (Figura 1) donde varias personas trabajan labrando una estatua y debajo aparece este texto: “No le pongas defectos a la obra mientras no se termina. El que piense que va mal que trabaje en ella; hay espacio para todos” (texto que acompaña a la imagen).
No le pongas defectos a la obra… Castelao (1975) |
La revisión crítica de la sociedad actual la hacen los utópicos, los profetas, que contrastan la realidad imperfecta existente con las más hondas aspiraciones de bien, verdad, igualdad, libertad y solidaridad que anidan en el corazón humano. Se necesita que haya heterocrítica, autocrítica y examen de conciencia para diagnosticar mejor donde estamos y elaborar caminos para avanzar en humanidad. Así se responde a la llamada a ser más humanos, a hacer mejores comunidades y sociedades, ya que somos para la vida y no para la muerte. A modo de ejemplo no se trata que la “autocrítica” te la hagan los camaradas como vimos que perversamente sucedió en la URSS y países similares.
La historia enseña cómo la humanización fue creciendo en el pasado. Durkheim (1973), en la División del Trabajo Social, sostiene que se avanza desde la solidaridad mecánica a la solidaridad orgánica con el ejercicio de la división social del trabajo, que hace a todos más interdependientes y cooperadores, como se deduce de la vida diaria con los ejemplos del pan que comemos y el café que tomamos…
Hechos destacados del proceso histórico de avance en humanización:
Dentro del contexto que hemos esbozado en la primera parte, pasamos a apuntar los cuatro procesos que, a juicio del autor, son los más destacados en el proceso de humanización.
La invención de la agricultura (cultura, cultivo de la tierra) hizo ampliar los conocimientos humanos con la colaboración de muchas personas. Además, posibilitó los asentamientos humanos que llegan a construir ciudades cada vez más grandes, las cuales posibilitan y exigen en la vida diaria la colaboración de más personas para su buena marcha.
La colaboración entre los habitantes de las ciudades facilita la producción de excedentes. Es más eficiente la colaboración que el individualismo y la confrontación. Los excedentes obtenidos se pueden intercambiar por lo que se necesite de los excedentes de otras ciudades en una colaboración que hace surgir la relación entre ellas, y posibilita la unión para crear otras estructuras políticas superiores, dejando atrás la polis autárquica y aislada.
No se ignoran los fracasos, amenazas y fallos que este proceso tuvo en el pasado y tiene en la actualidad, pues el ser humano es débil e imperfecto. Esto lo disculpamos frecuentemente con la expresión somos humanos, es decir, no somos dioses. Pero el avance que para la humanidad supone este hecho es trascendental.
La escritura
La invención de la escritura (especialmente la silábica con menos de 30 letras) llevó a que la palabra humana trascienda el tiempo y el espacio. Así llega de la misma forma a kilómetros de distancia y a tiempos posteriores. Abre posibilidades progresivas de información, comunicación y educación. Esto nos transforma y crea nuevas posibilidades de socialización (ser engendrados socialmente).
La enseñanza familiar o tribal se amplía y generaliza con las escuelas catedralicias y monacales. En el siglo XVI surgen las órdenes religiosas dedicadas a la enseñanza y para extenderla a todos, incluidos los pobres, incluso utilizaron un medio poco humanizador como que los hijos/as de los ricos, que pagaban, entrasen por la puerta principal y los pobres entrasen por la puerta de servicio. Para aminorar esa diferenciación se impuso el uniforme escolar y así, al menos, parecer iguales. En este proceso generalizador tienen gran importancia los libros de texto para alumnos y profesores
En el siglo XX llegan las políticas de enseñanza universal y gratuita con el difícil reto de la calidad, la promoción y la solidaridad. En el empeño de una educación solidaria y liberadora destacaría a Ivan Illich, Milani, Freire… que apostaron por una escuela para todos y que humanice. En Galicia destacaron las Escuelas de Indianos, creadas y financiadas por los emigrantes a las Indias, que pagaron la construcción del edificio en su tierra natal y sostenían al maestro. Algo similar debió suceder en más lugares.
En la promoción de la enseñanza hay que destacar la gran importancia de las casas del pueblo, ateneos y centros culturales que el movimiento obrero levantó con gran esfuerzo. No olvidemos el lema del primero de mayo inicial: 8 horas de trabajo, 8 de descanso y 8 de educación.
Sostiene Benito Estrella (2023), en La educación de la mirada lectora, que: “Aprender a leer y escribir no es sólo un derecho, que lo es, sino fundamentalmente un deber (...) es necesario ampliar a una mayoría suficiente su capacitación como lectores críticos, si es que no queremos ser masa informe sometida a la conducción de los demagogos y los explotadores”. (P. 76-77)
Insiste el autor en que a las masas no se las puede educar. Por la propaganda se les puede vender cualquier cosa, sacarles a las calles, insuflarles odio y violencia. La educación, sin embargo, exige encuentro interpersonal para acoger la herencia del pasado, que integrada sirve de andamio desde el que construir el futuro. Critica que a la familia se le despoje de su función educadora por las necesidades del sistema económico y el afán depredador del poder político, que convierte las escuelas en aparcamientos masivos para la domesticación y el adoctrinamiento, y concluye:
“Todas las leyes, decretos, órdenes, instrucciones, currículos, asesoramientos..., que hoy gravitan sobre las aulas como una carga, están formulados por gente que está fuera de la realidad, que impune e irresponsablemente emiten órdenes e instrucciones sin ver sus consecuencias para la formación de los niños y los jóvenes; que sólo buscan objetivos espurios e inmediatos de control y propaganda política” (Estrela 2023, p. 100)
El movimiento obrero y los sindicatos
El nacimiento del movimiento obrero y los sindicatos es otro gran paso en la construcción de una sociedad más justa. Con su lucha organizada y solidaria hicieron temblar a los opresores de los trabajadores. Los trabajadores descubrieron que pobre más pobre más pobre…, igual a fuerza solidaria y liberadora. Constituir las organizaciones sindicales hace que la fuerza solidaria sea estable, como gran poder emancipador de la sociedad contra la marginación, exclusión y opresión de los pobres.
Los sindicatos pusieron de manifiesto que la organización permanente de la solidaridad capacita a las personas para protagonizar su vida de forma solidaria y vencer la opresión y el aislamiento incapacitante que el sistema económico les impone. La organización solidaria es una gran fuerza transformadora para construir una sociedad más justa y fraterna, donde a nadie le falte lo necesario para vivir.
La finalidad del quehacer sindical lo expresa así el Boletín del Sindicato de los Obreros Mineros de Asturias, El minero de la hulla (nº 5, diciembre 1914):
“Compañeros mineros: vuestra adhesión al Sindicato no la debéis de hacer con el exclusivo fin de obtener más salario, menos horas de trabajo y mejor trato de los jefes y vigilantes, sino que debe tener también un fin más alto: el de haceros mejores (...). Es necesario que dejes de hacer la vida de bruto que hasta la fecha hiciste, y que en los libros que los hombres buenos y sabios han escrito, busques el foco de donde irradian esos hermosos haces de luz que te sacarán de las tinieblas de la ignorancia” (citado por Moradiellos, 1986, p. 46).
Esta cultura sindical y actuación del movimiento obrero organizado constituyó una seria amenaza para el sistema capitalista opresor. Ya permanece en la historia como un gran paso humanizador en la sociedad, a pesar de que los sindicatos actuales más conocidos sean de servicios, subvencionados, burocratizados, corporativistas y regionalistas.
La acción no-violenta por la paz
La acción no-violenta por la paz es un hito importante para avanzar hacia sociedades fraternas y, por tanto, más humanas. Tiene un claro origen en las palabras de Jesús a Pedro en el Huerto de los Olivos: “Vuelve la espada a su sitio, porque todos los que empuñen espada, a espada perecerán” (Mt. 26, 52). No quiero que perdamos de perspectiva la vieja ley del ojo por ojo, diente por diente, la cual era un paso en humanización pues no permitía hacer más daño del que te habían hecho. Antes la ley permitía el exterminio del enemigo.
Lo que supuso el cristianismo para Imperio Romano lo describe González de Carvajal (1995) en su libro, Fieles de la tierra. Curso breve de Moral Social:
“La repulsa de la violencia por Jesús de Nazaret fue tan inequívoca que los primeros cristianos no sólo se negaron a participar en una eventual guerra sino incluso a enrolarse en los ejércitos. Orígenes, por ejemplo, afirma: «No salimos con el Emperador a la guerra, aun cuando se nos urja a ello». Y existen testimonios de soldados que abandonaron la milicia al hacerse cristianos; de hecho, en muchos lugares se exigía a los catecúmenos renunciar al estado militar, si tal era su profesión” (p. 204).
Carvajal (1995) recuerda que el ejército se reclutaba entre voluntarios, excepto en el caso de los hijos de soldados que estaban obligados, lo que dio lugar al primer objetor de conciencia conocido y condenado a muerte en Tebessa (África del norte) en el año 295. Se le honra como San Maximiliano.
En el año 313 el emperador Constantino decretó la libertad religiosa y en el 384 el emperador Teodosio hizo al cristianismo religión oficial del Imperio. Cuando los bárbaros al mando de Alarico entraron en Roma (año 410, ¡26 años después de proclamar el cristianismo como religión oficial!), se produjo una gran conmoción por la caída en manos bárbaras de la capital del mundo romano y creció el rencor hacia el cristianismo de los adeptos a los antiguos cultos. González de Carvajal recoge lo que escribía un autor de la época:
“¿Dónde están esos dioses protectores que nos salvaron de Aníbal y de los galos? Se ha extinguido el fuego de sus sacrificios, han sido proscritos, expulsados. ¿Y por qué? Para instalar en su lugar a un Dios tímido, discreto, que a fuerza de predicar la paz y el perdón ha ablandado las almas y desarmado a la patria. Cuando todo el mundo sufre y llora, ¿dónde está ese Dios?, ¿qué hace? Se esconde en las iglesias, esperando, aterrorizado, a que los bárbaros vengan a destrozar sus altares. Dejémoslo ahí y volvamos a levantar nuestros templos. Llamemos de nuevo a nuestros dioses, que darán la victoria a nuestros estandartes”. (González de Carvajal, 1995, p. 206).
La lucha no violenta por la paz tiene dos grandes figuras en el siglo XX: Mathama Gandhi y Martin Luther King. Desde ellos queda para la historia que se puede conseguir la independencia de un país con los métodos de la no-violencia activa, así como que se puede abolir la segregación racial sin necesidad de armas; si bien es cierto que se requiere una talla moral y ética elevada.
La acción no-violenta activa está refrendada por muchos pequeños hechos. Aquí quiero mencionar al misionero P. Hans-Joachim Lohre, secuestrado en Malí y que según se cuenta en Mundo Negro:
“El P. Lohre asegura que «de los 371 días de secuestro, 368 los he vivido en paz», organizando muy bien sus jornadas y pensando en «Viktor Frankl, fundador de la logoterapia, que decía que aquellos que sobrevivieron al campo de exterminio de Auschwitz no fueron quienes odiaban a las SS, ni quienes se resignaron, sino quienes supieron dar sentido a la prueba. Yo me dije que mi sentido sería vivir ese tiempo para orar y profundizar mi fe»”. (Bayo, 2024, p. 16).
Se podrían añadir más hechos para corroborar la eficiencia de la no-violencia, pero creo que es suficiente para reconocer el cambio social histórico que esto supone. Es cierto que esta actitud no es asumida por muchos como han puesto de manifiesto la temática de las XXVIII Jornadas-Encuentro de AESLO, las cuales, a su vez, son un paso para promocionar la no-violencia activa.
A modo de síntesis de la humanización
En resumen, estos cuatro hechos de avance en la construcción de una sociedad más humana no han sido asimilados por todos los ciudadanos. Aún existe mucho individualismo y egoísmo, muchas personas sin vínculos sociales y enfrentadas a los demás, mucha violencia, etc. Pero ya la conciencia histórica de la humanidad ha avanzado al igual que la cooperación. El desarrollo de la conciencia social hace rebelarse a más personas contra la injusticia y preocuparse más por los que sufren o son explotados. ¡Queda espacio para que los derechos humanos y la conciencia como sagrario de la persona y de su dignidad estén más presentes en la sociedad!
Con el avance humanizador la utopía se nutre de nuevos objetivos y esperanzas. El hombre siempre es llamado a mirar al futuro y caminar hacia adelante. A veces se recurre a un pasado idealizado del que se recoge el sentido, que en consecuencia se convierte en un futuro deseable (se anulan las partes negativas de ese pasado).
Todavía tenemos muchos fenómenos violentos que afectan sobre todo a la persona humana y su dignidad. Hay corrientes ideológicas poco humanistas como el posthumanismo, el transhumanismo, el entender la persona como un animal más, con derechos semejantes a los de los simios, y los que la consideran una máquina u ordenador a la que con diversos chips electrónicos se le puede incorporar la información que configurará su ser y actuar.
En la actualidad aún permanece una mentalidad y cultura que despersonaliza al ser humano, que se le convierte en masa, al anularse la persona, como se promovió en el nazismo y stalinismo, sin considerar su subjetividad única irrepetible, ni su conciencia, que le llama a la libertad y solidaridad.
Nuevos retos
Nuestro tiempo es apasionante pues estamos, más que en una época de cambios, en un cambio de época, como manifiestan diversos factores: la descarbonización, la inteligencia artificial, la digitalización, la tendencia a desaparecer el dinero en efectivo, la crisis poblacional que abordan libros como El planeta vacío de Darrel Bricker y John Ibbitson (2019) y Suicidio demográfico en occidente y medio mundo de Alejandro Macarrón (2018), o los mercados de futuros conductuales que aborda Shoshana Zuboff (2020). No se sabe qué es ser persona (la propia identidad, el amar y la familia, el trabajo no unido a la profesión) y cuál es el sentido de la vida y de la historia con la cuestión de la trascendencia.
Este cambio de época ya lo anunciaba P. Drucker (1993) en su libro La sociedad poscapitalista que, en su introducción, decía: “Nadie nacido en 1990 sería capaz de imaginar el mundo en el que crecieron sus abuelos (esto es, mi generación) o el mundo en el que nacieron sus padres” (p. 13).
El influyente economista Klaus Schwab (2016), organizador del Foro de Davos, que reúne políticos, grandes empresarios e intelectuales una vez al año, en su libro La cuarta revolución industrial escribe: “Lo más intenso e importante es cómo entender y dar forma a la nueva revolución tecnológica, que supone nada menos que una transformación de la humanidad”. (p. 13) y “No solo está cambiando el «qué» y el «cómo» hacer las cosas, sino el «quienes somos»”. (p. 15)
Benito Estrella (2023) entiende que el homo viator puede ser pasajero, transeúnte, caminante, residente, turista o peregrino y concluye: “Pocos y pocas veces somos peregrinos que saben a dónde van, para los que el tiempo cuenta vivencial y significativamente. Nos parecemos más a los transeúntes que deambulan, como animales por una selva de asfalto, por las calles de las ciudades con mirada desorientada y ausente” (p. 18).
La sociedad debe seguir caminando en humanización hacia una vida más solidaria, en la que cada persona desarrolle el sentido de su vida. Las estructuras sociales y los diversos bienes deben estar al servicio de la persona. No debemos olvidar que el ser humano es un ser bio-psico-socio-espiritual formando una unidad armónica única e irrepetible. Desde este planteamiento, exponemos unos objetivos en la lucha para construir una sociedad más justa.
Tener una buena relación de la persona con su dimensión corporal
Tener una buena relación de la persona con su dimensión corporal es imprescindible, pues somos cuerpo, con lo que eso significa.
Hoy existe una doble compulsión ante el cuerpo: a) guiarse por los gustos que llevan a mala alimentación, obesidad y una vida insana, y b) construirse el propio cuerpo en gimnasios, dietas extremas, cirugías plásticas y de cambio de sexo (aunque las células siguen siendo XX o XY).
A propósito del cambio de sexo la antropóloga Teresa Giménez Barbat (2023) da estos datos significativos:
-“Hace 10 años, el perfil mayoritario de las personas trans correspondía a varones mayores de 30 años que querían ser mujeres. Ahora la mayoría son mujeres de menos de 25 años que creen que son realmente hombres” (p. 157).
-“Los niños padecen un bombardeo publicitario que convierte el cambio de sexo en una opción atrayente, un gesto de moda que confiere distinción a quien lo adopta (…) la identidad de género es toda una industria. Jennifer Bilek, feminista radical y una investigadora muy combativa contra el transgenerismo, dice que este mercado ha pasado de valer 8 mil millones de € anuales a más de 3 billones de € en tan solo 5 años. En una sociedad donde se consume compulsivamente, la última frontera, el último nicho de mercado por colonizar y explotar, es el propio cuerpo y la «identidad». La experiencia de las identidades de género se ha convertido en un producto muy rentable especialmente para las industrias farmacéutica, biomédica y tecnológica” (p. 145).
El informe De hombres adultos a niñas adolescentes de Feministas de Cataluña (2022) indica:
-En el Servei Transit (del Institut Catalá de Salut) se atendieron en 2012 a 19 personas, en 2016 a 366, y en 2021 (último año con datos) a 1454" (datos Tabla 1, p.5), lo que supone un 7652 % de incremento en el periodo.
-“El 87 % de las primeras visitas obtenía tratamiento hormonal, y que 78,6 % de los menores atendidos por Transit estaba recibiendo hormonación” (p. 19).
Además, en los informativos se escucha con frecuencia como delincuentes sexuales condenados afirman sentirse mujeres para ir a una cárcel de mujeres o para evitarla. Miembros del ejército, policías… afirman sentirse mujeres para tener más posibilidades en ascensos o condiciones de trabajo más benignas.
Creo que es necesario constatar que hace años estaba el boom de la anorexia y bulimia y ahora está el de la disforia de género, ambos protagonizados por chicas. No olvidemos que en teoría económica se sabe que la oferta crea la propia demanda.
Es necesario enfrentar y serenar este debate, superar la tiranía de las modas y hacer una valoración psicológica más profunda para ver si hay otras problemáticas de fondo. Ya hay demandas por haber realizado operaciones de cambio de sexo sin estudios serios previos.
Tenemos que llegar a definir qué significa ser humanos, que datos de nuestro cuerpo y salud se pueden compartir públicamente, y qué responsabilidades hay ante la posibilidad de cambiar el código genético de las futuras generaciones por diversos objetivos.
Tener interrelaciones más saludables
Tener interrelaciones más saludables con la realidad exterior, la propia interioridad y las otras personas es fundamental para la armonía en la persona. Aquí destacan los ámbitos psicológico, social y espiritual, lo que exige cultivar la interioridad personal, estando menos pendiente del envoltorio y haciendo más silencio para mirar adentro y encontrarse consigo mismo. A la vez hay que practicar las relaciones cara a cara y superar la tiranía de las pantallas y los likes. Es decir, hay que desarrollar el propio protagonismo personal y social de forma autogestionaria y solidaria en todos los ámbitos de la vida humana.
Esto hay que hacerlo afrontando una sociedad tan tecnológica como la actual. Para este reto es valioso lo que dicen los siguientes autores:
Klaus Schwab (2016) refiere como la aplicación de las tecnologías en nuestras vidas “podrían disminuir algunas de nuestras capacidades humanas por excelencia, como la autorreflexión, la empatía y la compasión” (p. 126). En consecuencia, “existe el temor de que una generación entera de jóvenes consumidos por las redes sociales tengan dificultades al escuchar, establecer contacto visual o leer el lenguaje corporal”. (p. 130).
Schwab (2016) recuerda que se puede monitorizar por radiofrecuencia cualquier objeto en circulación, por tanto, “también se aplicarán sistemas de monitoreo similares al movimiento y rastreo de las personas” (p. 35). No es conveniente olvidar que sigue siendo fundamental para las personas sentir el contacto humano y tener relaciones estrechas.
Otros autores, Jonathan Haidt y Greg Lukianoff, analizan cómo las buenas intenciones y las malas ideas están condenando a una generación al fracaso. Las malas ideas las concreta en tres falsedades:
“1. La de la fragilidad: lo que no te mata te hace más débil.
2. La del razonamiento emocional: confía siempre en tus sentimientos.
3. La del nosotros «contra ellos»: la vida es una batalla entre las buenas personas y las malvadas” (Haid y Lukianoff, 2019, p. 23).
Estas falsedades nos hacen olvidar la máxima de “prepara al niño para el camino, no el camino para el niño” ( Haid y Lukianoff, 2019, p. 361), que afrontar las dificultades y el dolor te fortalece y lo que no te mata te hace más fuerte. La traducción política de estas falsedades es que los votantes “estadounidenses ahora están motivados para levantarse del sofá y tomar parte en la acción política, no por amor al candidato de su partido, sino por odio al candidato del otro partido”. (Haid y Lukianoff, 2019, p. 208).
Además Shoshana Zuboff (2020) analiza como las nuevas tecnologías hacen que el eje de la economía sea ya la vigilancia, que invade nuestro hogar. “Ahora[, el hogar,] son simplemente coordenadas para toda esa plétora de termostatos, cámaras de seguridad, altavoces e interruptores de la luz inteligentes que extraen, convierten y transfieren nuestra experiencia para accionar nuestra conducta. (…) No puede haber escondites secretos, porque no puede haber secretos (...) ¿Las cerraduras? Se han evaporado. ¿Las puertas? Están abiertas” (p. 634).
Estamos en el capitalismo de la vigilancia que “reclama unilateralmente para sí la experiencia humana, entendiéndola como una materia prima gratuita que puede traducir en datos de comportamiento. (…) Con los datos “se fabrican productos predictivos que prevén lo que cualquiera de ustedes hará ahora, en breve o más adelante. Por último, estos productos predictivos son comprados y vendidos en un nuevo tipo de mercado de predicciones de comportamientos que yo denomino mercados de futuros conductuales. Los capitalistas de la vigilancia se han enriquecido inmensamente con estas operaciones comerciales (…) Ahora los procesos automatizados llevados a cabo por máquinas no solo conocen nuestra conducta, sino que también moldean nuestros comportamientos en igual medida” (Zuboff, 2020, p.21)
Así es comprensible que las personas se encuentren desarraigadas de la naturaleza, patria y pueblo, y piensen que la historia empieza cuando nacen. Los vínculos sociales son parte de nuestra naturaleza, del sentido de la vida y de su trascendencia. Hay que potenciar un arraigo personal y social, existencial y espiritual con proyectos que den sentido a la existencia.
Afrontar y estabilizar las relaciones familiares
La familia es la sociedad más próxima a la persona que nos hace dar el primer paso de socialización. De los estudios científicos resaltamos, a continuación, algunos aspectos.
El doctor en medicina y profesor de medicina en la Universidad Complutense, Fernando Bandrés Moya (2015), escribe: “Perder un progenitor por causa de divorcio durante la niñez constituye en relación con la longevidad, el indicador social individual más determinante de muerte prematura” (p. 65, citando a Friedman y Martin, The Longevity Proyect).
La antropóloga Teresa Giménez Barbat (2023), por su parte, refiere que: “En el estado de Georgia se encontró que los niños cuyo padre no figuraba en la partida de nacimiento tenían el doble de posibilidades de muerte infantil, controlados los factores de salud y situación socioeconómica” (p. 245), y que: “«La falta de paternidad se asocia con tasas más altas de encarcelamiento para los niños, tasas más altas de embarazo adolescente para las niñas y una mayor probabilidad de problemas emocionales y de comportamiento para ambos sexos», dice la investigadora Louise Perry (…) No es políticamente correcto afirmarlo, pero a mayor tasa de nacimientos de madre soltera, mayor tasa de criminalidad” (p. 246).
La profesora de Psicología en la Universidad Estatal de Los Ángeles (California), Karen Wu (2023), escribe: “En un estudio de hijos de gemelos realizado por Mendle y colegas (2006), las niñas con padrastros o que vivían con hombres adultos sin parentesco alcanzaron la menarquía antes. Otro estudio que analizó tanto la ausencia del padre biológico como la presencia del padrastro encontró que este último era un mejor predictor de la menarquía temprana entre las niñas separadas de sus padres biológicos” (párr.. 2).
Teresa Giménez (2023) escribe que el hombre que no es el padre emite feromonas que aceleran la madurez sexual de las niñas con las que conviven mientras que las del padre biológico la inhiben. (p. 250-251).
El artículo de Verónica Alcalá Herrera y María Luisa Marván (2014) afirma lo siguiente: “hay un número cada vez mayor de niñas con MT [menarca temprana] que tienen un padre ausente […a las que] les es más difícil establecer amistades nuevas y tener una vida social estable, lo que suele provocar en ellas un estado de ánimo negativo (…). Se han encontrado en estas jóvenes estados de ansiedad comórbidos a la depresión. En esta línea se encuentran algunos datos que muestran un aumento de síntomas suicidas y conductas autodestructivas (…) trastornos alimenticios, niveles elevados de ansiedad, síntomas psicosomáticos, conductas adictivas y ausentismo escolar (…) más problemas de abuso de alcohol y drogas (…) Algunos estudios refieren que estas niñas buscan relacionarse rápidamente con hombres, en algunos casos de mayor edad. Al parecer, la niña tiene la necesidad de sentirse protegida y cuidada por un varón, lo que está asociado a la ausencia del padre” (p. 239-240).
Aunque no hubiese eses estudios cualquiera aceptaría como válido lo que ellas concluyen: “La convivencia y la cercanía entre ambos padres son modelos a seguir, necesarios para proporcionar sentimientos de confianza, amor y protección. Dicho estilo de vida debe ocurrir durante toda la infancia, lo que evitaría las circunstancias de distrés que viven las niñas con MT” (Alcalá Herrera y Marván, 2014, p. 241). Es evidente que una buena convivencia familiar es un bien para todos, lo mismo que la estabilidad en las relaciones familiares que habrá que fomentar.
Integrar libertad-responsabilidad-solidaridad
Es necesario integrar tres valores básicos, libertad-responsabilidad-solidaridad, que deben estar armonizados y equilibrados; son objetivos a conseguir en la vida personal, grupal (en los diversos grupos de los que se forme parte) y social. El camino es socializar el poder y asumirlo, más que reivindicar. También hay que asumir las consecuencias del ejercicio de la propia libertad. La cuestión no es que tu libertad termina donde empieza la de los demás, pues el otro no es enemigo, sino hermano y, por lo tanto, mi libertad crece con la libertad del prójimo.
Estos valores hay que realizarlos en sociedades en las que el poder cada vez desarrolla más instrumentos de control de las personas por la inteligencia artificial. Como recoge Amy Webb, (2019):
“La IA [inteligencia artificial] está concentrando rápidamente el poder en manos de unos pocos (…) El futuro de la IA lo construyen solo dos países [Estados Unidos y China] con intereses geopolíticos enfrentados, con economías entrelazadas. (…) la IA es una herramienta de poder explícito y de poder suave y, a instancias de las tribus de IA, es objeto de manipulación con miras a obtener ganancias económicas e influencia estratégica,” (p.196).
Según Amy Webb, (2019): “China está utilizando la IA en un esfuerzo para crear un pueblo obediente (…) la IA «elevará de manera significativa la capacidad y el nivel de gobernanza social» (…) para desempeñar «un papel primordial en el mantenimiento de la estabilidad social»” (p.120-121). “«Que les permita a las personas dignas de confianza moverse por donde quieran, y les dificulta a las desacreditadas dar un solo paso»” (p. 20). Para ello “El programa Integrado de Operaciones Conjuntas utiliza la IA para detectar desviaciones respecto al patrón (…) Las puntuaciones de crédito social de China evalúan y clasifican a los ciudadanos basándose en su comportamiento, y los sistemas IA de toma de decisiones utilizan estas puntuaciones para determinar quién puede obtener un préstamo, quien puede viajar e incluso a qué escuela pueden ir sus hijos” (p. 123).
Refiriéndose a las empresas occidentales Amy Webb (2019) constata los conocimientos que Google saca de los usuarios del correo de Gmail:
“lo conocen mejor que su cónyuge o su pareja (…) conoce los nombres y direcciones de correo electrónico de todas las personas con quienes habla (…) sus itinerarios de viajes y sus registros financieros y sabe cuáles son sus compras (…) las caras de sus amigos y familiares (…) que tiene nueva novia (o una amante) (…) si usted observa el ramadán (…) va a la iglesia o si no practica ninguna religión (…) dónde tiene que estar usted el martes, aunque, en realidad, se encuentre en otro lugar (…) si está teniendo un aborto (…) aprendiendo a hacer paella, o si está teniendo dificultades con su identidad sexual (…) o si está pensando en dejar la carne (…) El sistema cruza todos estos datos, aprende de ellos, los convierte en productos y los monitoriza al mismo tiempo que le da a la persona «empujoncitos» en direcciones predeterminadas” (p. 217-8).
Schwab (2016) nos hace presente que, si uno autoriza a que le monitoricen las empresas de seguros en su actuación, le ofrecerán un descuento en su póliza y concluye, “¿Se trata de un desarrollo que deberíamos acoger con satisfacción porque nos motiva a vivir una vida más saludable, o bien es un preocupante avance hacia una forma de vida en que la vigilancia –tanto del gobierno como de las empresas- se vuelve cada vez más invasiva?” (p. 134).
Jonathan Haidt y Greg Lukianoff (2019) afirman que es necesario sobreponerse a las ondas de emocionalidad que campan en la cultura actual: “No es aceptable que un investigador diga: «Me has mostrado una prueba convincente de que mi afirmación es errónea, pero aún siento que mi afirmación es correcta, así que la mantengo»” (p. 71).
La libertad-responsabilidad-solidaridad son valores fundamentales de la persona, que en política equivaldrían a autogestión o democracia real. Recordemos las palabras luminosas de Viktor Frankl (2024) citadas al principio de este escrito, que terminaban así: “Al hombre se le puede arrebatar todo excepto una cosa, que es la última de las libertades humanas: la elección de la actitud personal ante una determinada serie de circunstancias y elegir su propio camino (p. 80).
Redistribución de la renta a nivel mundial
Es necesaria una redistribución de la renta a nivel mundial, pues los bienes del planeta pertenecen a la humanidad que formamos todos. Crear esta conciencia, cultura y movimiento social supone confrontar y superar los nacionalismos tanto de los países como en el interior del país, que se hacen más excluyentes en las zonas más enriquecidas. Al examinar la historia se ve que unas regiones dentro del país se desarrollaron a costa de otras por las medidas proteccionistas estatales para ciertos bienes, como el hierro y el textil, a costa de otros que se ven perjudicados en su exportación. A nivel mundial también vemos que el imperialismo ha desarrollado unos países a costa del empobrecimiento de otros.
La distribución de la renta entre toda la humanidad es tarea de todos y de cada persona concreta. No nos podemos fiar de los estatismos de un signo u otro, y menos de los gobiernos globalistas lejanos a las personas, pues ignoran la libertad y solidaridad personal. Se trata de formar la conciencia en la responsabilidad personal y comunitaria de construir el bien común para toda la humanidad, respetando el principio de subsidiaridad y autogestión.
La tarea es grande porque hoy la principal fuente de enriquecimiento es la especulación y lo que llaman mercados de futuros conductuales que generan una gran riqueza con la compra de predicciones sobre nuestro comportamiento, pues con los rastros digitales, como los cookies, saben todo sobre nosotros, no para nosotros, sino para beneficio de otros, los del capital de la vigilancia. Predicen nuestro futuro para enriquecimiento de otros, no nuestro. El estado y este capitalismo digital nos controlan por todos lados, mientras firmamos formularios de protección de datos ante las personas “de confianza”. Es un verdadero timo. Con el dinero ganado en el boom tecnológico-financiero se adquieren bienes de la economía real en perjuicio de los más débiles.
La tarea para la redistribución mundial de la renta no es pequeña y la necesidad de lucha y creatividad es grande. Hay espacio y tarea para todos.
Establecer un diálogo colaborativo entre la espiritualidad, política y religión
Establecer un diálogo colaborativo entre la espiritualidad, la política y la religión, que en la vida de las personas y pueblos son realidades profundas y decisivas de su ser, es ineludible.
Acerca de la importancia de la política y el bien común no hay dudas en la actualidad; aunque hay algunas personas que cambian el concepto de bien común por el de interés general, pero no son conceptos intercambiables sino de significados claramente distintos. De la espiritualidad como dimensión básica del ser humano aparecen dudas en ciertos ambientes sociales, no así en la concepción frankliana de la persona. El diálogo sereno sobre la religión y las religiones cuesta más en muchos ambientes sociales, aunque es constatable que cada cultura o civilización se edificó sobre la base de una concepción religiosa concreta y observable.
Conviene tener en cuenta que alrededor del 90 % de la humanidad dice creer en Dios, la mayoría dentro de una religión organizada e institucionalizada, la cual tiene constitutivamente una dimensión social pública. La religión implica re-ligar a uno con los otros, es un sistema de creencias y actitudes compartidas con otros, que se celebran comunitariamente y dan fuerza para con-vivir. Lo expresa con las siguientes palabras Benito Estrella (2023): “Las principales culturas del mundo, nuestras grandes civilizaciones, tienen todas un origen religioso y se manifiestan en la palabra escrita de libros que se consideran sagrados y en unos rituales de lectura y relectura que conservan viva su memoria” (p. 39).
Las personas y grupos tienen que poder expresar, dialogar y cultivar con completa libertad su dimensión espiritual. Igualmente, su participación, orientación y compromiso político, así como su pertenencia o no a una religión determinada y lo que entienda que le aporta, por eso puede ser aconsejable para el terapeuta conocer a diversos responsables de las religiones para poder sugerir en un determinado momento visitar a uno u otro.
Dar una respuesta sanadora que descarte el suicidio
Dar una respuesta sanadora que descarte el suicidio, es una prioridad humanizadora (cuestión que en las XXVIII jornadas de AESLO se ha planteado más de una vez). Está bien la movilización política y social contra la violencia machista ante los cerca de 100 asesinatos anuales en España de este tipo. Pero está realmente mal el silencio y desmovilización por los aproximados 4000 suicidios anuales. Se necesita un movimiento socio-político serio para que cada persona encuentre el sentido en su vida, unas metas que le hagan afrontar con eficiencia los retos que la existencia plantea.
El tema en España es preocupante, especialmente entre los jóvenes, como recoge Cristina Giménez (2023): “También en España hay noticias preocupantes: el periodista Jorge Raya Pons informa de que, en 2012, los hospitales de nuestro país registraron casi mil ingresos por intentos de suicidios en jóvenes de 10 a 24 años. 336 eran chicos y 633 eran chicas. En 2020 ese dato subió a 581 chicos y 1511 chicas. Es más del doble” (p. 85), y a eso tendríamos que añadir que el número de jóvenes está en descenso. En las personas mayores los suicidios mayoritarios son de varones.
Jonathan Haidt y Greg Lukianoff (2019) se preguntan:
“¿Qué está motivando este aumento de las enfermedades sociales y los suicidios? Twenge cree que es la rápida proliferación de los smartphones y las redes sociales en la vida de los adolescentes, desde más o menos 2007, es la principal causa de la crisis de salud mental que comenzó aproximadamente en 2011. (…) Twenge descubre que sólo hay dos actividades que guardan una correlación significativa con la depresión y otras consecuencias relacionadas con el suicidio (como considerar el suicidio, planificarlo o llegar a intentarlo): el uso de dispositivos electrónicos (como un smartphone, una tableta o un ordenador) y ver la televisión. Por otro lado, hay cinco actividades que tienen una relación inversa con la depresión (lo que significa que los niños que dedican más horas a la semana a estas actividades muestran tasas menores de depresión): los deportes y otras formas de ejercicio, acudir a ceremonias religiosas, leer libros y otros medios impresos, las interacciones sociales en persona y hacer los deberes. (…) Cuando los niños pasan dos horas de su tiempo libre al día o menos delante de una pantalla, no hay un elevado el riesgo de depresión. Pero encima de las dos horas al día, el riesgo se incrementa con cada hora adicional delante de una pantalla” (p. 238-9).
Hay tarea para el cultivo de la espiritualidad, la psicoterapia y la socioterapia. Todos podemos tener una aportación sanadora en diverso grado.
Conclusiones
Como miembros de una sociedad que permanentemente se va construyendo, es necesario ver que toda vida humana es valiosa en sí misma con aportaciones específicas, distintas y únicas al conjunto de la sociedad. Es preciso saber valorar la aportación de cada persona y promover que todos puedan dar lo máximo de sus capacidades. Tenemos que articular exigencia y reconocimiento, tanto en el ámbito personal como en el social-ambiental e institucional, que, desde la realidad que existe hoy y que constatamos con los cuatro hechos de humanización, nos animen a caminar cara la sociedad utópica a construir.
Se proponen siete retos para esta humanización: a) tener una buena relación de la persona con su dimensión corporal; b) tener interrelaciones más saludables con la realidad exterior, la propia interioridad y las otras personas (armonía en la persona); c) afrontar y estabilizar las relaciones familiares; d) integrar tres valores básicos, libertad-responsabilidad-solidaridad; e) redistribución de la renta a nivel mundial; f) establecer un diálogo colaborativo entre la espiritualidad, la política y la religión, y g) dar una respuesta sanadora que descarte el suicidio.
Esperamos haber sugerido suficientes campos de acción para el quehacer de cada quien, o incluso facilitar que alguien descubra el suyo específico, ya que, parafraseando a Frankl, lo importante es hacer lo que la vida esperaba de nosotros. Es hora de realizarlo y afrontarlo con ánimo.
Antón NEGRO EXPÓSITO es sacerdote y licenciado en sociología. Profesor de sociología y análisis socio-político-económico en el Instituto Teológico Lucense.
Referencias
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Reproducido de: Negro, A. 2024. La construcción de la sociedad desde la historia a la utopía. Nous, (29), 39-64.
Descargado de: https://www.logoterapia.net/uploads/28_negro_2024_utopia.pdf
Otros artículos de la revista Nous disponibles en: https://www.logoterapia.net/nous/2/articulos
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