miércoles, 24 de mayo de 2023

Significarse, una vez más. Por qué solicito una moratoria de la vacunas contra la COVID-19


Teresa Escudero

mujer, madre, médica de familia, doula y coach emocional

Quiero dejar claro que no es algo que pida yo, o que pidan personas que están en contra de cualquier vacunación. Es algo que muchos clínicos e investigadores estamos sugiriendo, ya que el número de efectos secundarios atribuidos a dichas vacunas no dejan de crecer. Mientras cada vez es más evidente la falta de eficacia de las vacunas. Su falta de eficacia para evitar la infección o la transmisión, es un fallo que conocíamos desde el inicio (aunque por razones que desconozco, no se comunicó a la población, al contrario, se le insistió en vacunarse para “proteger a los vulnerables”, una más de las mentiras que han circulado por los medios de comunicación e incluso en las campañas del Ministerio de Sanidad).

Pero conforme van cambiando las variantes y va mutando la proteína espícula del virus, más ineficaces son las vacunas, incluso la última vibalente, y más evidente es que los riesgos que implican superan con mucho los supuestos beneficios.

Durante un tiempo, cuando ya en los países nórdicos se limitaron las dosis en jóvenes por el riesgo de miocarditis vacunal, en éste país se seguía diciendo que el riesgo de miocarditis por las vacunas era mucho menor que el riesgo de miocarditis por COVID, y en jóvenes se han puesto alegremente dos, y hasta tres dosis “de refuerzo”… Que sólo han “reforzado” los efectos secundarios.

En el momento actual podemos decir sin ningún género de duda que el riesgo de miocarditis es mayor en jóvenes vacunados, como efecto secundario de dicha vacuna, que en jóvenes no vacunados que pasan la COVID.

El número de efectos secundarios y su gravedad, ya sólo de los registrados, que son una mínima expresión de los reales, debería haber provocado una moratoria hace ya tiempo… pero parece que no hay voluntad política de investigar dichos efectos secundarios, y aún más grave, no hay voluntad de investigar el aumento de mortalidad, ya no sólo de adultos, sino la mortalidad infantil y adolescente que se ha elevado DESDE QUE SE INTRODUJERON LAS VACUNAS en dicha edad. Durante la pandemia y antes de introducir las vacunas, curva de mortalidad de niños y adolescentes se mantenía o incluso había descendido. Todos los científicos sabemos que correlación no es causalidad, pero es NECESARIO investigar esa correlación, porque es tan evidente ese ascenso que no se puede negar… aunque se ha intentado disimular.

Las cifras de sospechas de efectos secundarios, sean del VAERS o de Eudravigilance son ya suficientes para dar la voz de alarma, y por desgracia son sólo la punta del iceberg. Por primera vez en la historia de la farmacovigilancia, las notificaciones hechas por usuarios son más que las notificaciones realizadas por profesionales sanitarios. Hay como un “pacto de silencio”, falto de ciencia y de ética, que parece atribuir cualquier efecto secundario a cualquier cosa que no sean las vacunas. De hecho se ha propuesto que a partir de los 24 días de puesta la dosis, no se considere ningún efecto secundario como posiblemente debido a la vacuna, aunque sabemos que el ARNm vacunal persiste en ganglios linfáticos un mínimo de 6 meses.

Se nos dijo que el ARNm vacunal sólo se quedaría en la zona muscular en la que se pusiera la inyección, cosa que también fue mentira, se ha detectado ARNm vacunal en absolutamente todos los tejidos, de hecho atraviesa barrera hemato-encefálica y se ha detectado incluso en neuronas, ya hay varios reportes de alteraciones neurológicas en relación con la vacuna, incluyendo encefalitis y epilepsias, tanto de novo como empeoramiento de epilepsias previas.

Se nos dijo que dicho ARNm era imposible que se introdujera en nuestro ADN, cosa que también se ha comprobado in vitro, de hecho la introducción es mucho más rápida de lo que sospechaban los investigadores, y se confirma que el ARNm vacunal se integra sin demasiados problemas en el ADN de células hepáticas in vitro… Desconocemos qué efectos a largo plazo podría provocar ésto “in vivo”.

Desde mi humilde tribuna, hago un llamamiento a mis compañeros y compañeras, para notificar los efectos adversos sospechosos, y para investigar qué está pasando con las personas que acuden a nuestra consulta. Somos muchos los que estamos viendo lo que está pasando… Ahora sólo falta que empecemos a hablar de ello. Os dejo un vídeo de unos cuantos clínicos valientes que nos hemos decidido a comunicar algunos de los casos que conocemos, comentados por una eminencia como Juan Erviti, doctor en Farmacia, y ex-editor del Boletín de Información Farmacoterapéutica de Navarra. Espero que sea de vuestro interés:

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