miércoles, 25 de octubre de 2023

¿¿VIENTRES DE ALQUILER??

Es necesario afrontar los hechos con datos contrastables de la realidad y actitudes humanistas con la finalidad de ser responsables en las cuestiones relevantes para el desarrollo de la persona humana.

En un artículo anterior, Memoria Corporal (4-VI-23)(aquí), hacía especial referencia al paso de “células madre” de la comenzada nueva vida hacia el cuerpo de la madre desde por lo menos la segunda semana de embarazo, donde permanecerán años o toda la vida. También del cuerpo de la madre pasan células al hijo que lleva en su seno. Por lo que lo que algunos llaman “vientres de alquiler” es más que eso, por lo que añadiría:

-Además del intercambio de células entre la madre y el hijo/a hay una relación biológica constante en la que la madre le da el alimento necesario para su crecimiento y una protección contra posibles agresiones de enfermedades, golpes... y una temperatura estable contra las alteraciones medioambientales.

-También hay relaciones por intercambios y comunicaciones debido a impulsos nerviosos, sensaciones, estímulos, miedos, dolores, alegrías, gozos...

-El hijo conoce y memoriza los latidos del corazón de la madre: ya en los años 70 se publicaba que, si a un recién nacido lloroso, le ponían una grabación con los latidos del corazón de la madre tal como sonaban en su útero, en la mayoría de los casos cesaba el lloro. También se sabe que reconocen a la madre por el olor.

-Igualmente es conocido que los bebés conocen y reconocen las melodías que su madre cantaba durante el embarazo y conocen su voz, es más, los pediatras les dicen a los padres con buen criterio que le hablen al hijo a través de la barriga de la madre para que se vaya acostumbrando a su voz.

Con todo esto no solo hablamos de intercambios biológicos, sino también de intercambios y comunicaciones sociales, culturales y espirituales, es decir, incluso de amor, por lo que esto no puede ser un vientre de alquiler, sino que se trata de una maternidad y de una educación socializadora.

Así que, en el llamado “vientre de alquiler” toda esa relación humana se corta de forma abrupta y violenta, no por los imprevistos avatares de la vida, sino por lo que se dice en lenguaje judicial con “premeditación y alevosía”. Así dos personas, madre e hijo/a, quedan con heridas profundas que obstaculizarán su capacidad de amar, que las puede llevar a cerrarse sobre sí mismas dificultando gravemente la relación con los semejantes por miedo al encuentro con un tú en la amistad y en el amor.

Pero es posible salir de esa cerrazón al amor como recuerda el libro del Apocalipsis 3,20: “Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré a su casa y cenaré con él y él conmigo”. Para que esas personas así agredidas se abran al amor les vendrá muy bien el acompañamiento de otras personas que les faciliten con paciencia el acercamiento al Dios Comunidad de Amor que cure totalmente esas heridas y los regenere para amar y ser amados.

Aunque la ley del capitalismo es congruente con legalizar los “vientres de alquiler”, pues el que tiene dinero tiene derecho a comprar o alquilar lo que le apetece, incluso presionando de diversas maneras para que eso acontezca como ya sucede en algún país, entiendo que debido a la tradición cristiana de siglos en España no se permitirá que se haga con ese nombre, sino es por ética al menos será por estética. Supongo que se intentará camuflar con un nombre que lo haga aceptable como podría ser “gestación subrogada ALTRUISTA”, u otro nombre parecido.

¿Puede alguien aceptar que sea altruista, cuando no la asumen reinas, infantas, ministras, catedráticas, profesionales triunfadoras (deportistas, modelos, cantantes...), ricas... o hay que aceptar que estas personas nunca son altruistas?

Si las que se someten a ser “vientres de alquiler” son mujeres pobres, paradas, en situaciones de “vulnerabilidad”... hay que concluir que eso es una explotación, una esclavitud. Las personas no pueden nunca ser mercancías para comprar, vender, alquilar... ¡eso no lo permite el mínimo sentido humanitario! Con todo, pienso que en nuestra sociedad no permitiremos esa explotación.

Ahora más que nunca. Justicia

Antón Negro

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