domingo, 30 de mayo de 2021

No le es lo mismo dos que tres

Las primeras operaciones matemáticas que nos enseñaron fueron sumar y restar. Esto nos lleva a pensar que 3 es el resultado de sumar 1 a 2 y que si a 3 le restamos 1 tenemos 2. En el primero caso se trata de un incremento del 50 % y en el segundo de un descenso del 33,3 %. Sin embargo cuando pensamos en la vida de los seres humanos eso no explica nada ni facilita entender la vida social.

En los estudios sociológicos se considera que dos personas no forman grupo propiamente dicho, pero cuando se suma una tercera persona ya se considera que eso empieza a ser un grupo. Es lógica esta diferencia, porque en el paso de la agrupación de dos a de tres personas se da un salto cualitativo. Pero cuando se pasa de tres a más personas lo que se da, sobre todo, es un paso cuantitativo en las “inter-relaciones” sociales, como espero que se vea al final del escrito. Toda esta reflexión es aplicable lógicamente también a la realidad de los hermanos.

En el caso de la unión de dos personas, dos hermanos en su caso, la “inter-relación” sólo puede ser básicamente de dos formas: llevarse bien o estar enfrentados entre sí. Esto no nos puede llevar a ignorar que tanto en una vertiente como en la otra hay diversos grados de intensidad, de la máxima a la ínfima o irrelevante, que se pueden especificar y medir por diversos procedimientos, pero esto no es objeto de esta reflexión.

Pero cuando estamos en la unión de tres personas, tres hermanos, eso ya pasa a ser una pequeña sociedad donde aparecen todas las posibilidades para las personas en las relaciones sociales. Ciertamente que se puede dar, como hemos dicho en el caso anterior de dos personas, llevarse bien o mal entre los tres, pero también aparecen muchas otras posibilidades de “inter-relación” entre las que destaco:

1) Aparece la figura del árbitro o intermediario para los otros dos, para que puedan mantener algún tipo de relación y vinculación entre los que no se llevan bien. Esto lleva a que uno tenga que aprender y desarrollar las habilidades adecuadas para la intermediación y el diálogo.

2) También se presenta la posibilidad de unirse a uno o a otro miembro del grupo, dándole la razón y apoyándolo por diversas razones como: porque es el más débil o el más fuerte, porque se entiende que tiene la razón, porque le conviene a uno mismo por motivos muy espurios y poco confesables o muy nobles y justos, etc. Eso implica que habrá que sopesar y evaluar las propias decisiones y sus criterios con cierta seriedad.

3) Pasar de las otras dos personas y dejarlas con sus problemáticas para que no les quede más remedio que afrontar la situación y también los diversos problemas de la vida en sociedad, porque además entiende que eso es lo que necesitan para crecer, madurar y capacitarse para afrontar la vida humana.

4) En el caso de ser dos hermanos es muy común que sean los padres los que afronten y resuelvan los conflictos entre los hijos, incluso que se sientan obligados a ello por su conciencia, con la consecuencia de que estos no se habitúan a afrontar y resolver conflictos. Pero en el caso de ser tres hijos con mucha más frecuencia los padres les exigirán que se pongan de acuerdo entre ellos, bien para salir a algún sitio, organizar una tarea, decidir un menú... o para resolver un conflicto existente más o menos importante, etc.

5) Aprender a conseguir aliados para la propia causa con diversas técnicas. Para eso tienen que desarrollar diferentes estrategias según la cuestión de que se trate, o las características específicas de las personas. Se tendrán que desarrollar habilidades negociadores y de relación entre las personas.

6) También hay otra realidad muy importante que conocer y aprender: aunque se pongan de acuerdo las tres personas o hermanos no se puede llevar adelante ese acuerdo, pues hay otra persona, o los padres, que dicen que no se va hacer lo decidido por la mayoría, por los tres. En la vida social hay que aprender que quien paga las consecuencias, quien es el responsable legal, ese es quien toma las decisiones en última instancia, bien sean los padres y tutores, la dirección de un colegio o de una empresa..., lo que en el lenguaje jurídico se denomina responsable civil subsidiario.

Es evidente que esto no impide para nada que se crezca en corresponsabilidad y en autogestión de forma progresiva. Aún más, ese es el camino lógico para toda persona que quiera ser persona adulta, es decir, libre y responsable y, por lo tanto, asumir y pagar las consecuencias de las propias decisiones.

Por eso el ser humano es social, comunitario y necesita de los otros. Tenemos una naturaleza social e institucional. La vida cristiana no se entiende sin los demás, los hermanos, y además hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios que es Trinitario, familia de tres personas distintas y un único Dios. 

Ahora más que nunca: Solidaridad

Antón Negro

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