domingo, 24 de noviembre de 2024

MIRANDO UNA GRÁFICA

A esta gráfica le llaman la “pirámide” de la población española (2023), pero hay que decir que eso es mentira, pues no es una pirámide, sino más bien un trapecio que muestra la composición de los que viven hoy en España por edades y sexo. Hace ya muchos años que dejó de ser una pirámide. 

La primera enseñanza que nos revela la gráfica es que nos encontramos ante una sociedad moribunda que camina hacia su desaparición. Es decir, una sociedad que se está suicidando por no tener unas expectativas de futuro que entusiasmen a la población. 

La segunda, ya mirando con algo más de profundidad, es que la vida humana para esta sociedad no es un valor relevante que merezca la pena, no es un proyecto interesante a ofrecer a las personas. Lo preferible es que la vida vaya muriendo sin hacer mucho ruido. Por tanto, a nadie debe sorprender que exista con toda normalidad el aborto, incluso como método anticonceptivo, especialmente si la nueva vida tiene enfermedades y hay algunos que afirman que en ese caso debería ser una obligación. Por la misma razón se acepta socialmente la eutanasia con el argumento de que no sufra el enfermo, pero sin hablar de su derecho a los cuidados paliativos. Muchos intuimos que la razón básica es para que no molesten, ni den gastos a la Seguridad Social porque la vida humana no merece la pena, un mensaje institucional para niños y jóvenes, también para adultos y ancianos. 

Siguiendo con el análisis de la gráfica encontramos que hay una pesada carga encima de niños y jóvenes que parece superar sus fuerzas, más del doble de la que debería haber en buena lógica; hay tramos de edad que son más del doble de algún tramo inferior, lo que contrasta con el que sería un fenómeno natural. En contrapartida, tiene lógica que los de esos tramos inferiores se evadan con drogas, botellones, adicciones digitales... o que aumenten bastante en ellos los trastornos psíquicos y las tentativas de suicidio, incluso que sean sobreprotegidos y luego tengan dificultades para la normal convivencia social, también que haya tantos con necesidades especiales en cada clase en los estudios. La “falsa pirámide” puede ayudar a entenderlo. 

En la actualidad está establecido que los hijos deben tenerse cuando sean deseados, y así serán bien acogidos y cuidados. Pero desear y acoger son hechos que no van siempre juntos en la vida, pues se puede desear tenerlos con mucho deseo, pero cuando nacen ser mal acogidos, y al revés, no ser deseados y ser bien acogidos. Lo que sí tiene la misma lógica es que, si los hijos se tienen cuándo y cómo se desee, también a los padres se “tendrán” cuándo y cómo se desee, pues en ambos casos se trata del mismo criterio: el deseo. 

La gráfica explica la necesidad que hay de la inmigración, y lo ya comentado puede ayudar a entender que aumenten, a la vez, tanto la necesidad de ella como la xenofobia dada la incoherencia social y la cultura antihumanista predominante. 

Menos mal que el ser humano no está determinado en su vida, siempre tiene la libertad de elegir la actitud que tomar ante los acontecimientos de la realidad y sus propios condicionantes. Incluso en esta sociedad, que no valora la vida, puede encontrar sentido en dar una respuesta clara en favor de la vida, en oponerse a los mensajes contrarios a la vida de la estructura social y de las instituciones. La persona puede trabajar en favor de la vida humana y de la colaboración por la vida entre personas, grupos e instituciones. 

Para fomentar la actitud de que la vida tiene sentido siempre en la colaboración y el compromiso con los semejantes, se puede encontrar inspiración en estas palabras del Nazareno: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ese la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina?” (Lc. 9, 23-25). La vida humana se realiza en el darse, en ser útil, realizar la propia vocación, en gastarse en favor de los demás, no en guardarla y preservarla. 

Finalizo con lo que escribía en los años 50 el segundo secretario general de la ONU, el sueco Dag Hammarskjöld, en su diario: “La explicación de cómo un hombre debería vivir una vida al servicio activo de la sociedad... la encontré en los escritos de aquellos grandes místicos medievales para los cuales la ‘renuncia de sí mismos’ había sido el camino de la realización personal”. 


Para los que a pesar de todo dicen sí a la vida queda tarea compartida a realizar.

Ahora más que nunca: VERDAD

Antón Negro

jueves, 21 de noviembre de 2024

LAS PATERAS COMO SELECCIÓN DE PERSONAL

Me resulta sorprendente que no se acabe con la llegada de pateras. En esta sociedad del control llama la atención. En esta sociedad en que vemos drones armados, servicios de inteligencia, conexiones online… No sé. Encuentro extraño que no se puedan controlar las pateras.


Creo que la migración existe porque es un negocio. Básicamente es un robo. Alguien dijo que por cada migrante habría que pagar al país de origen unos 150.000 euros. El coste de su formación hasta la fecha. Los migrantes -creo yo- son personas que salen adelante, pero son sobre todo mano de obra barata y dócil que colabore a bajar los salarios de los trabajadores de los países receptores. Esto puede ser ideológico en parte pero, siéndolo, creo que sobre todo esa es la realidad que vemos cada día.


Las pateras, en mi opinión, son sobre todo, una más de las formas de selección de personal. El personal se selecciona de maneras variadas y esta sería una de ellas. Unos salen de la universidad, de las listas del paro, de la búsqueda con “ojeadores”, oposiciones, o como sea. La patera es una más.


Para incógnita la de los menores. ¿Por qué no se devuelven menores migrantes? Vemos con sorpresa la normalidad con la que se devuelven adultos migrantes de manera más o menos legal, pero nadie discute que se "acoja" menores, en razón -se dice- del superior interés del menor. ¿Seguro? Tenemos dudas de que sea así. ¿El interés del menor es romper la unidad familiar? Es muy dudoso. ¿No será más bien que a los poderes reales de nuestros países le interesa carne fresca? ¿No será una selección de personal?


Las familias españolas quizá por comodidad, seguramente por razones económicas, probablemente también por razones culturales, por lo que sea, no tienen hijos. ¿Será por esto en alguna medida que no estorba al Estado atender menores? No por amor sino por interés cuando Feijoo presidía Galicia se opuso a los líderes nacionales de su partido que negaban la tarjeta sanitaria a los migrantes; su argumento fue simple: aquí necesitamos gente. Nos parece que no repatriar menores -estructuralmente visto- es un acto de apropiación de menores, aunque algunos colaboren con buena voluntad  


No entendemos que las asociaciones de familias y el amplio tejido social profamiliar no pidan que la cuestión sea estudiada seriamente. No se defiende la familia cuando se acepta que se rompan las familias pobres por intereses inconfesables. De casta.


Por otro lado la no repatriación de menores da empleo a toda una serie de burócratas, oenegés y tercer sector en general. Como dijo alguien: “No acaben con los pobres que nos vamos al paro los asistentes sociales”.


El comportamiento de los migrantes ante las grandes catástrofes posiblemente confirme esta hipótesis desagradable. ¿Por qué arriesgan sus vidas salvando a otros tantos migrantes? Un día uno lo hace en un balcón, otro día es otro en una riada. Seguro que intervienen los nobles sentimientos de todo ser humano. Pero también entra en juego el agradecimiento del que se siente acogido. 


Creemos en la bondad de las personas que proponen la acogida, el trato no racista y todas esas propuestas y acciones que llevan tanto trabajo. Pero existen las estructuras y es justo plantearnos las cuestiones estructurales. Nos preguntamos si con las pateras y quizá hasta con los niños el sistema imperialista no hace más que una selección de personal. Históricamente el sistema económico no ha sido compasivo a la hora de escoger los trabajadores, nada hace suponer que lo sea hoy aunque a veces lo parezca. Con adultos y con niños.


Ahora más que nunca: Verdad en migraciones


Eugenio A. Rodríguez



miércoles, 20 de noviembre de 2024

Presencia

Sentirse vivo para saber que uno está aquí. En un mundo donde no importa para ningún ser definido, a priori, pero que se hace necesario para todas las personas que precisan de nuestra presencia, para realizar la suya en su yo más íntimo.

Realizarse, implica compromiso. Vivir en el tiempo presente, vivir en la realidad; vivir en la realidad no nos permite escondernos en lugares ni opiniones frugales, no nos permite escondernos en lo políticamente correcto.

Las causas de la muerte de las personas, y todos vamos a morir, no permite que vivamos la vida como un videojuego; ahora me matan pero en la siguiente partida estoy vivo , con más conocimiento de mis herramientas del juego, o, por el contrario mato y en la siguiente partida vuelve a aparecer el muerto, vivito y coleando.

Por desgracia, las personas no podemos cambiar el tiempo que nos toca vivir, no podemos dar marcha atrás, ni debemos cerrar los ojos ni pasar de largo ante aquellas desgracias que acaecen a nuestro alrededor. ¿ Podemos negar la evidencia ?, podemos.

¿Podemos engañarnos a nosotros mismos pensando que estamos haciendo lo correcto ? Podemos. También podemos, hipócritamente, negar lo que es considerado como “verdad”; hipócritamente podemos hacerlo, pero a eso se le llama “posverdad”, o, para ser más coherentes y menos hipócritas, “relativismo”, para no liarnos con eufemismos.

Ante las maneras de relativizar las cosas, del bueno si pero no, del buenismo y no querer quedar mal con nadie, de no querer pasar un mal trago por ser realistas y consecuente con sus decisiones y postura adoptada, ... únicamente uno es responsable.

La responsabilidad implica ponerse en una postura, adoptar una postura, no adaptarse, el que se adapta es maleable, es un líquido que adquiere la forma de la ideología que profese. También camaleonicamente puede camuflarse cobardemente entre la maraña de gentes y diferentes formas de entender la pseudo-sociedad.

El que adopta se hace transparente, sabe lo que no tiene y adopta una postura para tener la coherencia precisa para decirlo. Se mantiene firme. El no querer asumir responsabilidades, el no querer dar la cara y no querer dar ejemplo de coherencia, el no querer salir del anonimato, produce problemas de salud anímica, ya que uno puede ser más o menos ilustrado; lo que no puede es ser mentiroso. Y, no puede mentirse a sí mismo, a riesgo de perder su dignidad.

Sin un compromiso uno puede llegar a perder su objetivo o finalidad en este presente continuo que nos solicita que nos impliquemos más y más en cada tarea que hagamos. El compromiso es necesario. Sin él, uno puede llegar a hacerse daño.

Asimismo, debido a la falta de confianza en uno, en su persona se hace daño para escapar de una vida vacía, sin sentido.

La falta de confianza es una falta de saber sufrir, o la frustración de no hacer o no conseguir aquello que me apetece. Aprender a escuchar la palabra “NO”, desde infantes, y las consecuencias que de recibir una negativa conlleva, la ayuda necesaria para prepararnos para un futuro donde seremos tratados, muchas veces como personas prescindibles.

Saber asimilar una respuesta negativa es un trabajo que se debe empezar a preparar lo antes posible. El que un muchacho de veinte años se frustre por no conseguir su objetivo inmediato y decida que su vida no tiene sentido, es culpa de la sociedad que lo ha enseñado a escapar del dolor. ... “hoy se priva al dolor de toda posibilidad de expresión. Está condenado a enmudecer. La sociedad paliativa no permite dar vida al dolor ni expresar lingüísticamente convirtiéndolo en una pasión... Olvidamos que el dolor purifica, que opera una catarsis ...” (1)

Llegar a dicha situación de desesperación es muy fácil, pues nada compromete a uno en este mundo. No hay ancla. No hay punto de apoyo. Vacío. Fluido. No existe la pertenencia ni el desarraigo, pues no hay pertenencia ni pertenencias de las cuales deshacerse.

Israel Durán

1.- Byung-Chul Han, “La sociedad paliativa. El dolor hoy”. ( Pág. 7 de 77 ).

sábado, 16 de noviembre de 2024

La libertad de expresión incluye el derecho a ser imbécil y demostrarlo


Juan Gérvas, Doctor en Medicina, médico general jubilado, Equipo CESCA, Madrid, España. jjgervas@gmail.comhttps://t.me/gervassalud @JuanGrvas

 

Isegoria, parrhesia y sobreabundancia de expertos


Los cambios profundos para la Humanidad se han producido por poder nutrirse con regularidad, el acceso seguro a agua segura de consumo (y su depuración), la educación formal desde la infancia y la estructura social que facilita una cierta igualdad, también apoyando la necesaria libertad de expresión científica, política y religiosa. 


En la clásica Atenas de Pericles, la libertad de expresión se logró con:  

1/ isegoria, que daba igual derecho a hablar a todo ciudadano, y ser considerado por el fundamento de sus aportaciones, no por su valía en la expresión de las mismas y  

2/ parrhesía que daba derecho a defender ideas con audacia, por más que parecieran extravagantes, y en contra de los poderosos, hasta ridiculizarlos.  

Es decir, se aseguraba al tiempo la posibilidad de hablar y de hacerlo con franqueza.  


En la respuesta a la pandemia covid19 hemos fracasado respecto a tal libertad de expresión, transmutada en aras de un bárbaro salubrismo “salvador” que conlleva un pensamiento único. 

En tiempos pandémicos no ha habido ni hay isegoria; tampoco, parrhesía.


La franqueza se ha ridiculizado transformando sus propuestas en “bulos” (fake news), por más que se publiquen/publicasen en las mejores revistas científicas del mundo, y a quienes discrepan/discrepasen se les etiqueta/ba con el estigma de fobias varias, desde negacionistas a anti-vacunas pasando por terraplanistas, por más que fueran incluso profesores en prestigiosas universidades.      


Con sus expertos, los políticos justifican sus decisiones e imposiciones, y la Medicina deviene religión y actividad mágica, y sus propuestas, talismanes. Con dicho fervor se aceptan y requieren vacunas y re-vacunas covid19, como fetiches salvadores de vida, que protegerán contra el mal, así sea irracionalmente y haya que condenar a quien argumenta con lógica, como Joan Ramon Laporte (aquí)


En el año 2000, David Sackett publicaba en el British Medical Journal un artículo titulado "Los pecados de los expertos y propuestas para su redención". Afirmaba que los expertos impiden el avance de la ciencia porque quien presenta propuestas diferentes de las "oficiales" es ninguneado o repudiado por el oficialismo científico-mediático. Lo ocurrido con Laporte no es más que un ejemplo (otro más) de lo que expresaba Sackett en su artículo, invitando a todos los expertos del mundo a dimitir y a dedicarse a otra cosa (como él demostró con su ejemplo) para favorecer el avance de la ciencia (aquí)



¿Qué escribió Natalia Velilla?

Natalia Velilla Antolín (Madrid, 1973) es magistrada, licenciada en Derecho y Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Pontificia de Comillas y máster universitario en Derecho de Familia, casada y con tres hijos.


Escribió sobre la libertad de expresión:

En Twitter:

“Creo que la libertad de expresión -como parte social o exteriorizada de la libertad de pensamiento- es un indicador muy adecuado del nivel de desarrollo democrático de un país.

La libertad de expresión es el derecho a expresar lo que uno quiere.

Esta expresión puede ser literaria, artística o más prosaica (un tuit, por ejemplo).

La libertad de expresión no consiste en el derecho a decir cosas brillantes, sensatas, adecuadas o educadas.

La libertad de expresión te ampara aunque seas un completo imbécil y no digas más que idioteces.

Puedes decir cosas absurdas, machistas, homófobas o totalitarias. Sí. Como lo lees. Esa es la libertad de expresión.

El único límite es el delito de expresión (como enaltecimiento del terrorismo o delitos de odio) y las ofensas a otro.

El problema es que no todo comentario machista, homofobo o totalitario es delito de odio. Es más: casi ninguno lo es.

La histeria social ve delitos por todas partes. Luego vienen muchos chascos judiciales (y otros que no lo son pero que viene Europa y nos tira de las orejas).

La libertad de expresión no implica la obligación de los demás ni de discutir contigo ni de leerte o escucharte. El bloqueo o ignorar al otro es también un derecho. Y no vulnera la libertad de expresión del otro. Sí lo hace impedir o prohibir que alguien se exprese.

Existe el derecho a ser imbécil y nuestro derecho a ignorar al imbécil, rebatirle o mostrar públicamente su imbecilidad.

Pero no existe el derecho a censurarle, lincharle o denunciarle a Twitter. Se hace, pero no es respetuoso con la libertad de expresión.

Lo malo es que hemos interiorizado que solo lo que está en nuestra onda puede ser expresado. Lo demás es susceptible de ser censurado.

Y no.

Confundimos moral con derecho, delito con mal gusto y ofensa subjetiva con injuria objetiva.

Tendemos a ver delitos de odio por encima de nuestras posibilidades.

A menos libertad de expresión por mayor censura, más linchamientos, denuncias y reportes, etc, menos democracia”(aquí)


En Disentia:

“La actual regulación de los delitos de opinión en España es claramente inadecuada, a tenor de cómo están contemplados este tipo de delitos en otros países de nuestro entorno, lo que ha llevado a que España haya sido enmendada en varias ocasiones por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y, me temo, va a seguir sucediendo si no se cambia la ley. En Europa nadie va a la cárcel por injurias al jefe del Estado o a la bandera” (aquí)


En El País:

“Nuestra pereza e indolencia ve con buenos ojos que un tercero -el titular de las plataformas de las redes [Facebook, Twitter, Instagram, Google etc]- decida qué mensajes deberían ser borrados por su potencial daño a la democracia.

Sin embargo, no somos conscientes de que, una vez se atribuye a las plataformas la potestad de decidir retirar contenidos so pena de asumir una responsabilidad por su difusión, estamos convirtiendo a las redes en entornos manipulados, artificiales y dirigidos donde potencialmente pueda terminarse difundiendo solo información conveniente para los lobbies de determinadas corporaciones” (aquí)

 

Un ejemplo


“El Tribunal Europeo de Derechos Humanos, TEDH, ha dictado sentencia en el asunto Benítez Moriana e Íñigo Fernández contra España (nº de demandas 36537/15 y 36539/15).


El caso se refiere a la violación del derecho a la libertad de expresión de los demandantes debido a su condena por la publicación de una carta abierta en un periódico local en la que se quejaban de la conducta de un juez en un procedimiento que les afectaba. El TEDH, en un fallo de cinco votos contra dos, ha considerado que la condena de los demandantes vulnera su derecho a la libertad de expresión.


En el procedimiento desarrollado en España, el Tribunal Constitucional rechazó el recurso de amparo de los demandantes al considerar que: (1) los demandantes habían sobrepasado los límites de su libertad de expresión al proferir críticas que afectaban directamente a la dignidad de la persona, poniendo en entredicho su ética profesional y probidad; (2) la libertad de expresión no protege las observaciones vejatorias que, independientemente de su veracidad, son ofensivas y humillantes; (3) los jueces se encuentran en una posición particular, en la medida en que el daño a su honor en caso de descrédito infundado estaría también ligado a la confianza en la justicia en general”.


El TEDH discrepa del Tribunal Constitucional y ha condenado a España por limitar sin fundamento la libertad de expresión de los demandantes (aquí)



La libertad de expresión durante la pandemia covid19 y después


Los verdaderos expertos en la pandemia han callado sabiendo el anatema anexo al discrepar o, los más valientes, han mantenido una inteligente y soterrada lucha contra la censura en los medios profesionales y populares.


La censura de la libertad científica no se ejerció por medios formales, estilo los países dictatoriales (leyes, reglamentos, castigos, multas, penas de cárcel, etc), sino mediante un poderosísimo control social que logró acallar y silenciar cualquier disidencia.


¿El coste de los “atrevidos”? Ser incluidos entre los anti-sistemas, anti-vacunas, terraplanistas, “contrarios”, conspiranoicos, etc.


Cabe citar entre tales expertos en la valiente resistencia, condenados al ostracismo, a Alan Cassels, Peter Doshi, David Healy, Tom Jefferson, Juan Erviti, Peter C. Gøtzsche, Iona Heath, Carl Heneghan, John Ioannidis, Juan Irigoyen, Paul Thacker, Claudina Michael-Teitelbaum, Sergio Minué, Joan Ramón Laporte, Vinay Prasad y Allyson Pollock.


En palabras de Sergio Minué, a propósito del linchamiento de Joan Ramón Laporte tras su informe sobre vacunas covid19 al Parlamento de España: “Joan Ramón Laporte no es el único ejemplo. El mismo linchamiento han sufrido o sufre gente como John Ioannidis, Peter Gotzche, Alyson Pollock, Carl Henegan, etc. Cualquiera que ose cuestionar la “religión verdadera”. Da realmente miedo el invierno postpandémico” (aquí)


El control de los medios de comunicación y de la comunidad académica da miedo, por su coordinación para mantener un “consenso científico” logrado a base de acallar las voces disidentes y dificultar el acceso a toda la información. Se proclama el “yo creo en la ciencia” como doctrina, sin percibir que justo la ciencia es algo siempre transitorio, la mejor respuesta posible en cada momento, y que la crítica científica es fundamental para su avance. El autoritarismo de la respuesta a la pandemia se conserva en forma de limitaciones a la libertad de expresión, con una infantilización extrema acerca de “la verdad”, como si existiera una especie de diccionario de lo cierto y correcto.

 

UNESCO


Al respecto se pronunció la UNESCO:

“El brote de la pandemia de la COVID-19 ha dado lugar a un debilitamiento de los derechos fundamentales como la libertad de expresión, el derecho de acceso a la información y el derecho a la privacidad en muchos lugares del mundo. Varias autoridades nacionales han declarado estados de emergencia, lo que ha dado lugar a graves restricciones de los derechos fundamentales, incluida la libertad de expresión.


En respuesta a estos crecientes desafíos jurídicos, la UNESCO ha publicado directrices para los jueces y tribunales, tanto a nivel nacional como regional, que pueden servir de referencia para la aplicación de los marcos teóricos del derecho internacional y de las normas de derechos humanos en la protección y la promoción de la libertad de expresión” (aquí)

 

Amnistía Internacional


“Los ataques de los gobiernos a la libertad de expresión, combinados con la circulación de desinformación en todo el mundo durante la pandemia de COVID-19, han tenido un impacto devastador en la capacidad de la gente para acceder a información exacta y oportuna que la ayude a afrontar la creciente crisis de salud global” (aquí)



No hemos hecho más que empezar con la pérdida de libertad de expresión


En el mundo aparentemente democrático se instauró el Mega-Gulaj anunciado por David Cooper. Este puede ser definido en palabras del autor como un espacio virtual en el que hay “cientos de miles de personas que han sido sometidos a una invalidación sutil o abierta en tanto que individuos, y ven negado su derecho a seguir, autónomos, su propio camino…Toda poiésis autónoma, toda creatividad en el sentido más amplio, se convierte en una disidencia, una manera desnormalizada de vivir la vida cotidiana como invención libre”. Insiste, respecto al campo sanitario, Juan Irigoyen en torno a la idea del Mega-Gulaj: “Los Congresos médicos ilustran acerca de la insignificancia de cualquier discurso crítico en un medio caracterizado por la repetición, la proliferación de lo idéntico y la saturación. La disidencia solo puede ejercerse en un no-lugar que es preciso constituir y llenar. Este es “el otro lado” en el que es posible pensar y contestar el pensamiento único cautivo a los intereses industriales y globales. El poder del Mega-Gulaj médico es un dispositivo formidable, flexible y heterogéneo, dotado de la capacidad de reintegrar cualquier idea crítica alternativa, recuperando a sus actores. Si estos rechazan esta asimilación, el dispositivo muestra su capacidad de ejercer una gama de estrategias de marginación, que pueden culminar en la expulsión de facto” (aquí)


La guerra de Ucrania y el asedio y destrucción de Gaza se han sumado a la pandemia covid19 como excusa para manipular a la población, para acallar a las voces discrepantes, para limitar la libertad de expresión y para dificultar el acceso a información sin manipular.


No hemos hecho más que empezar pues el objetivo político y militar del capitalismo es controlarnos mediante la mentira y el miedo.


Otra cosa, sí, es la existencia de normas que protejan a la comunidad frente a los excesos mal intencionados de la libertad de expresión. Por ejemplo, que castiguen la “libertad de expresión” de gritar “¡Fuego¡ ¡Fuego!” en falso provocando una estampida en un local con personas hacinadas. Son normas del estilo de las que regulan otros derechos fundamentales, como elegir libremente dónde vivir, la libertad ideológica, religiosa y de culto, etc. Hay límites claros para la libertad de expresión, en especial respecto los derechos de terceros al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen, así como a la protección de la juventud y la infancia. Es punible el delito de expresión (como enaltecimiento del terrorismo o delitos de odio) y las ofensas a otro.


Lamentablemente, los recortes ilegales a la libertad de expresión no se plantean claramente pero se ejercen fuertemente con las “armas de la democracia”, básicamente el acallar a quienes se salen del pensamiento único. Es decir, a través de normas, acuerdos y leyes que constituyen un “Ministerio de la Verdad” para determinar las noticias, informaciones y trabajos que no cumplen lo políticamente correcto. Todo lo que molesta se transforma en bulo y falso (“fake news”), y se minusvalora, sanciona y oculta.


La libertad de expresión fue víctima del SARS-CoV-2, el virus de la pandemia covid19. La guerra de Ucrania y el asedio y la destrucción de Gaza han profundizado el daño infligido a la libertad de expresión debilitando la salud, la democracia y la sociedad.

 

Síntesis


La libertad de expresión incluye la de mentir, hacer propaganda, expresar sentimientos inusuales, decir idioteces, imbecilidades, necedades y tonterías, compartir sueños irreverentes y extravagantes, opinar sobre lo divino y humano, criticar a todo tipo de autoridad (académica, artística, científica, civil, militar, política, religiosa, etc), discrepar de consensos y del pensamiento dominante, hacer chistes irreverentes y procaces, etc pues si tuviéramos libertad sólo para decir lo conveniente, fundado, interesante, sensato y veraz no sería libertad de expresión, sería un desastre. Desde luego, tal libertad tiene que tener sus normas, como el resto de los derechos fundamentales, pero la primera norma es asegurar que se puede ejercer en lo personal y grupal, incluyendo el acceso a la información.

Al debilitar la libertad de expresión se daña la salud de la ciencia, la democracia y la sociedad.

sábado, 9 de noviembre de 2024

Valencia, la enésima victoria del asistencialismo

Dicen que en Valencia hemos perdido todos pero no es verdad. Han perdido las víctimas sí. Y ha perdido el espíritu revolucionario. Han ganado los negociantes sí; y ha ganado el asistencialismo. Ya se irá sabiendo. Han ganado los que quieren desacreditar la política, hemos perdido los que queremos que la política sea el lugar más noble.


A mí desde luego me lleva los demonios. No lo aguanto. Hasta algunos comunistas de Las Palmas quieren enviar agua embotellada a Levante. ¡Pero si las grandes superficies de Canarias se hinchan a vender agua embotellada en Valencia! Y no me refiero solo a la conocida marca de matriz valenciana. Una gran cooperativa de minoristas de gran implantación en Canarias y que alardea de conexión con el comercio local tiene

por “marca blanca" agua embotellada en Valencia. ¿Es posible que un barco que trae agua de Valencia para ser vendida vuelva con agua de esa misma marca, después de ser comprada, pero ahora como una donación? ¡Seguro!


Ni sé los años que hace que la mayor parte de las Cáritas parroquiales dejaron el reparto de cosas. La logística necesaria resultaba agotadora y aparecieron las tarjetas con las que las personas en serias dificultades podían acudir a comprar al supermercado. El supermercado sí que tiene capacidad logística, neveras, espacios, gestión de stocks… Eso en manos de entidades que no se dedican es lógico que sea tremendamente ineficaz. Era casi cómico, las personas que querían donar algo iban a comprar lentejas, latas etc al supermercado y lo llevaban a Caritas. Allí se desplegaba toda una tarea de recolocar y volver a poner en otras bolsas tras estudiar los llamados “casos”. Una pérdida de tiempo y energía además de una humillación. Así se dio paso a entrega de tarjetas por cierta cantidad en tal o cual supermercado. Pues lo mismo pasa en Valencia. Las redes de supermercados existentes tienen más capacidad que los voluntarios para hacer esas cosas. Llegará a pasar que alguien compre en Canarias en un establecimiento de una conocida empresa valenciana productos que han llegado de Valencia para donarlos a Valencia Y vuelta a los palets y al lío logístico. ¡Seguro! ¿No sería más lógico en caso necesario mandar el dinero y no gastar en el envío?


Las catástrofes son tiempos muy dados a la hipocresía. Tal me parece que el propietario de Loro Park envíe a Valencia 100 millones de euros cuando cada una de sus orcas se come cada día 35 kilos de pescado (traído del mar del Norte) en una región rodeada de mar pero donde los niños apenas lo prueban.


Desde luego esta crítica no es para la buena fe del que se mueve. ¡Que sí ¡Está bien que los jóvenes usen el WhatsApp para esto! ¡Está bien que dejen el sillón! ¡Está bien que echen una

mano! Ya sabemos y experimentamos que eso está bien. ¿Pero crees, amigo lector, que los políticos que hoy criticas no hicieron voluntariado de jóvenes? ¿Crees que no pisaron nunca el barro? Sí lo hicieron. Pero después frecuentemente no hicieron lo que tenían que hacer. Esos jóvenes que hoy llevaron agua ¿crees que no serán nunca políticos o ingenieros, o responsables de emergencias? ¿Harán entonces lo que deban hacer?


Cuando tenemos cáncer no nos ponemos en manos de voluntarios, ni siquiera de médicos que estén empezando. Los problemas serios los queremos en manos de profesionales experimentados. Esa es la verdadera solución de los problemas. Grandes frases como “solo el pueblo salva al pueblo” deben animar a todos los profesionales a ser pueblo, y por tanto no ser élite y olvidar la gestión justa de las cosas comunes. Que el militar, el político, el gestor sean pueblo sí es solución. Creer que con palas y cepillos se puede suplir la organización y la maquinaria pesada es una ingenuidad como poco, posiblemente una inconsciencia.


Hacen falta políticos, sindicalistas que exijan que no vuelva a ocurrir que se cierren los colegios pero se exija acudir al puesto de trabajo. “Si no acudes hoy no vuelvas” se dijo a más de uno. Muchos han muerto por ir al curro. Es tremendo. Es injusto. Y los niños en casa. O sea que el número de muertos de un desastre natural ha sido ampliado -mucho o poco- por la ambición de quien les obligó a ir a trabajar. No salgamos ahora con el cuento malo de la libertad. Libertad del zorro libre en el gallinero libre dijo alguien.


No se puede convertir la vivienda en negocio. Todo el planteamiento urbanístico debe hacerse solidariamente pensando en el bien común y no en el negocio de la artificial escasez de suelo. Basta un vuelo para ver que realmente la península está casi vacía. El precio del suelo es algo planificado. Hacen falta urbanistas, demógrafos, y un largo etcétera de profesiones que intervienen en el complejo mundo de la construcción.


Igualmente es necesario que se observen, vigilen y cuiden las cuencas hidráulicas, los cauces, más o menos arbolados, más o menos conducidos, más o menos regulados. Todo ello exige “las tres c”: ciencia, conciencia y coraje. Esos muchachos y muchachas, hoy voluntarios, harán un gran servicios se tienen en cuenta estas vivencias de estos días en las decisiones de su vida profesional. También cuando no tengan ganas de tener conciencia, también cuando eso les complique la vida.


Ahora, puestos a ser solidarios, habrá que tener cuidado no cayendo en lo que un misionero denunciaba al decir que cuando los pobres dan a los ricos no es solidaridad sino servilismo. En estos días me sorprende ver que instituciones con medios muy limitados de Canarias envían dinero a instituciones muy ricas de Valencia. Sorprendente buena fe pero también radicalmente equivocada. Valencia es más rica que Canarias.


Es tremendo también que en la solidaridad entre regiones sean las más ricas (País Vasco y Navarra) las que no serán solidarias con Valencia dados los privilegios fiscales que mantienen. Los jóvenes voluntarios harán bien si son algún día juristas, economistas, gestores del bien común que combatan los regímenes fiscales injustos. No arregla nada una recogida de alimentos en los Eroski de turno. Es el régimen fiscal el que debe cambiar. No sé qué harán los voluntarios de hoy cuando estén en los parlamentos, en la gestión de emergencias, en las políticas sanitarias, y hasta en las notaria. Los voluntarios no desaparecerán por encanto, ocuparán un lugar en la sociedad y es desde esas profesiones y tareas donde resultamos realmente eficaces.


La verdadera solidaridad toca el barro pero no debe dejar la cabeza en casa. Para estas tareas, como se ha visto, hace falta organización, hacen falta máquinas, hace falta profesión. Sí hace falta fe, pero sobra fideísmo. Hace falta entrega, pero sobra espontaneísmo. Hace falta donación pero sobra prepotencia. Hace falta solidaridad, sobra asistencialismo.


Ahora más que nunca: verdadero socialismo


Eugenio A. Rodríguez

martes, 5 de noviembre de 2024

Como manter ciência, consciência e coragem na prática clínica ao longo da vida (e não perecer no esforço) - canto à maravilha que é a nossa profissão

Juan Gérvas, Médico generalista rural aposentado, ex-professor de Saúde Pública, Equipo CESCA, Madrid, Espanha

Resumo

No trabalho médico, todos os dias se pode fazer um bem imenso, nesses encontros com quem sofre, mesmo nas condições infernais desta Medicina que muitas vezes é ensinada e praticada a partir de torres de arrogância com fundações na ignorância, com esse autoritarismo médico que chega a ser Síndrome de Hubris (a presunção orgulhosa, a soberba de quem ostenta um poder e acredita saber tudo).

Na prática clínica, é necessário trabalhar com o espírito oposto, o da prudência da fronesis, esse sensato saber prático que decorre, sobretudo, do autoconhecimento (lembra-te de que a decadência institucional estrutural não é desculpa para se perder o profissionalismo).

Para manter ao longo da vida o trabalho clínico com ciência, consciência e coragem é preciso: 1) constância e perseverança (somos corredores de longo curso), 2) formação rigorosa (continuada e independente), 3) amor pela profissão, 4) fazer bem o que há que fazer (100% do que há que fazer) e não fazer o que não há que fazer (não fazer 100% do que não há que fazer) e 5) encontrar um “oásis” profissional onde se sentir “normal” neste caminho laico de perfeição.

O que é um médico?

Um médico é um profissional altamente qualificado que precisa de formação contínua ao longo de toda a vida, capaz de tomar decisões rápidas e geralmente acertadas com recursos limitados e em condições de grande incerteza. Ou seja, um médico não pode esperar que “a situação seja ideal” para fazer bem o seu trabalho, pois está preparado para fazê-lo nas duras circunstâncias habituais. A cultura da queixa de “quando tudo funcionar bem, eu também” e de “não há tempo” oculta muita ignorância e uma grande falta de ética e de profissionalismo.

Dito de outra forma: de um bom médico que tenha reputação profissional e social espera-se: 1) capacidade para realizar diagnósticos certeiros e oportunos (precoces apenas quando sejam benéficos), 2) uso prudente dos recursos preventivos, diagnósticos, terapêuticos e de reabilitação para maximizar benefícios e minimizar danos, e 3) habilidade para responder adequadamente às necessidades de pacientes complexos em situações reais de múltiplas limitações.

As quatro frentes do trabalho clínico

Seja no consultório do hospital, no serviço de urgência hospitalar ou dos Cuidados de Saúde Primários, no quarto do hospital, na consulta no centro de saúde, numa sala de operações, na casa do paciente ou em qualquer outro lugar, há quatro frentes no trabalho clínico:

1/ Cuidar no sofrimento: evitar, acompanhar e/ou paliar, testemunhar e validar o sofrimento e oferecer alternativas que melhorem a situação e sejam apropriadas segundo o contexto cultural, familiar, laboral e social de cada paciente. É um trabalho artesanal, de “ajustar” o melhor da ciência à imensa complexidade de cada padecimento, ao caleidoscópio de afetos, medos, paixões, sentimentos e temores de cada pessoa. É ter em conta aquilo que é clássico do “não há doenças, mas doentes” (no sentido empírico de que “adoecer é coisa de cada um, a doença é algo geral”). É acompanhar com humildade, respeitar a dignidade de pacientes, famílias e comunidades, é amar quem sofre (no sentido de amá-los como nos amamos a nós próprios), é cuidar com compaixão e ternura. É entender a saúde como capacidade de desfrutar da vida apesar das adversidades (em contraposição à definição orgiástica da Organização Mundial de Saúde de estado completo de bem-estar físico, psíquico e social). Assim como a coragem não é a ausência de medo, mas o seu controlo, a saúde não é a ausência de adversidades, mas o disfrutar da vida apesar delas. Trata-se de exercer uma Medicina harmónica que busque a concordância com o paciente, de forma que o médico e o paciente analisem as vantagens e desvantagens das alternativas possíveis (eficácia), e escolham as mais adequadas ao paciente e à sua situação, causando menos dano (efetividade), sem esquecer sempre o ponto de vista da sociedade (eficiência). Há pelo menos três chaves para exercer tal Medicina harmónica: a) compreender e aceitar que o objetivo dos cuidados de saúde não é diminuir morbilidade e mortes em geral, mas sim a morbilidade e mortalidade desnecessariamente prematuras e medicamente evitáveis; b) promover que os médicos exerçam com duas éticas sociais fundamentais, a da negativa (saber dizer “não” com amabilidade e fundamento) e a da ignorância (partilhar o que sabemos e apontar o muito que não sabemos); e c) ter, na prática clínica, compaixão, cortesia, piedade e ternura com os pacientes e seus familiares, com os colegas, com os superiores e consigo mesmo.

2/ Aprender e ensinar (a si mesmos, a estudantes, internos e colegas, a pacientes e famílias, a gestores e diretores, etc.) de forma constante, pois não há resposta perfeita nem permanente. Tal aprender tem muito de autoconhecimento, de reflexão diária, de imaginação (por exemplo, “experiências imaginárias” em que se “desbloqueie” a mente para conceber alternativas quase impensáveis na prática, mas que permitem sonhar que um outro mundo é possível). É um aprender que vai do concreto ao geral, do teórico ao prático, com o lema de “quem só sabe de medicina, nem de medicina sabe”, e isso exige conhecimentos sobre a experiência do adoecer além do bio-tecnológico, conhecimentos oriundos da arte em todas as suas formas e da antropologia, economia, filosofia, politologia e outras áreas. Desde logo, os erros ensinam muito (se formos conscientes de que é inevitável cometê-los: todos os médicos carregam um cemitério às costas, como disse o clássico). Diante dos erros, identificá-los, entendê-los, explicá-los a pacientes, famílias e colegas, pedir desculpas, reparar o dano na medida do possível e tomar medidas para que não se repitam.

3/ Gestão dos recursos que a sociedade coloca à disposição dos médicos (em sistemas públicos e privados), entre os quais o mais importante e sagrado é o seu próprio tempo. O tempo que cada médico dedica a cada consulta-intervenção deve ser apropriado e proporcional, tentando não cumprir a Lei de Cuidados Inversos (recebe mais cuidados quem menos precisa deles, e isso cumpre-se mais fortemente quanto mais o sistema de saúde se orienta para o privado). Um médico de família em Portugal pode fazer mais de 200.000 consultas ao longo da sua vida profissional, e em cada uma delas se lhe apresentará de forma única e irrepetível o dilema ético entre a irracionalidade romântica (tudo para o paciente) e a irracionalidade técnica (tudo para a sociedade). Para resolvê-lo, naturalmente, não basta apenas o conhecimento científico, limitado e enviesado, mesmo na sua melhor versão, pois o exercício clínico tem muito de arte e de resolução inteligente de problemas insolúveis, se este quási oxímoro me é permitido.

4/ Investigação, que não é mais do que fazer perguntas importantes e tentar encontrar respostas. Por exemplo, os profissionais que chegam atrasados ao trabalho, são também os que saem mais cedo? Se vou a um congresso-curso e sou convidado por um laboratório, em que é que isso mudará a minha prática clínica? Pode ser útil na clínica medir o tempo que um paciente leva entre levantar-se da sala de espera e chegar à porta da minha consulta? Prescrevo mais antibióticos às sextas-feiras do que às segundas e porquê? Melhora o clima na consulta ter flores naturais na mesa? São precisos os exames pré-operatórios realizados no meu hospital? Por que não fazemos sessões conjuntas entre profissionais de Cuidados de Saúde Primários e hospitalares sobre os pacientes que “partilhamos” com a polícia, os tribunais e serviços sociais? Muitos médicos usam o estetoscópio pendurado no pescoço, será porque o utilizam mais do que os outros? Qual a frequência das consultas por terceiros e a que se devem? Somos conscientes de que, como médicos, não cumprir os horários é corrupção? O paciente que chora gera “alta tensão emocional”, como respondo na minha consulta? Nos corredores do meu hospital dão-se notícias terríveis às famílias dos pacientes, há forma de o fazer melhor? Etc. São questões sobre as “pequenas coisas”, aquelas que não costumam dar lugar a ensaios clínicos, mas que são chave para manter o interesse e a curiosidade durante décadas.

Para manter ao longo da vida o trabalho clínico com ciência, consciência e coragem é preciso:

1/ Constância e perseverança, estar preparados para o fracasso e a derrota, uma vez que a sociedade segue outro caminho que pretende ignorar a existência da adversidade, do sofrimento e da morte (no final, todos os pacientes acabam por morrer, pois “os corpos encontram a forma de morrer”). Não somos Jesus Cristo, não ressuscitaremos ninguém, o nosso trabalho é pequeno e humilde, apenas evitar algumas mortes evitáveis, ouvir sem julgar, aceitar uma prática de prevenção de males maiores, identificar erros, ser humildes e buscar a prática prudente da fronesis (a hubris médica típica costuma praticar-se a partir de torres de arrogância com fundações na ignorância). Somos corredores de longo curso, dispostos a manter a dignidade própria e a dos colegas, pacientes e famílias ao longo de décadas. Perdedores, sim, mas nunca exaustos. Sem esmorecer, pois sabemos que a virtude revolucionária é a constância. Assim, perdedores, sim, mas incombustíveis e indomáveis em busca de uma utopia que nos move. Mantendo o nosso compromisso ético, profissional e social com os marginalizados, não nos calamos para manter a esperança, sabendo que a desesperança é uma forma de deslealdade. A derrota não torna uma causa injusta; pelo contrário, deveria incitar-nos a continuar, porque «estamos derrotados, não amestrados». «Penso que é necessário educar as novas gerações no valor da derrota. Em lidar com ela. Na humanidade que dela emerge. Em que se pode falhar e recomeçar sem que o valor e a dignidade sejam afetados».

2/ Formação rigorosa (continuada e independente), centrada no que é frequente em cada especialidade e local, e no que é importante em geral. Sabendo que o que hoje nos parece “o estado da arte” amanhã será “a barbaridade que fizemos”, e isso não deve levar à inação, mas ser um impulso para essa formação continuada que é relativamente fácil de alcançar se se centrar na prática clínica, como já referi. Por exemplo, sessões clínicas sobre pessoas que morreram sozinhas em casa, ou sobre quem se suicidou, na forma de “autópsias sociais”, que nos ajudem a aprender e corrigir possíveis falhas e erros. Ou com sessões e divulgação de “recuos na Medicina”, os “medical reversals”, quando se demonstra que um conhecimento é errado. Também, a crítica científica e ética aos protocolos, orientações e algoritmos que supostamente “ajudam” nas decisões clínicas. Assim como a atualização constante em terapêutica, desde a cirúrgica até à farmacológica. Hoje existem recursos online muito dignos em várias línguas que trazem todo esse conhecimento de forma compreensível para o médico “médio” interessado em atualizar-se. Convém ser mais um médico “de cotovelos” (de estudo e formação pessoal) do que um médico “de ouvido” (de acompanhamento de aulas, palestras e conferências).

3/ Amor ao ofício de modo que, ao fim de cada jornada, possamos dizer que desfrutamos do que é “cada dia” e suportamos o “insuportável ocasional”. Não deveríamos entender “a vida” como o tempo que há entre o final do trabalho de um dia e o início do trabalho no dia seguinte. A vida inclui o gozo do trabalho que fazemos na nossa pequena parcela clínica, esse aprender a cada dia em cada consulta, esse fazer perguntas para melhorar. Como se suporta essa consulta difícil, esse erro incompreensível, essa consulta sagrada mal resolvida? Com amor ao ofício, desfrutando de cada encontro clínico, procurando o melhor, aprendendo com cada caso bem/mal resolvido, aceitando que sabemos muito pouco, partilhando com os pacientes e famílias as dúvidas e pedindo perdão a tempo. É, também, saber que somos heróis no trabalho no sentido de fazer o que se deve, chegar a horas, cumprir o horário e estudar constantemente.

4/ Fazer bem o que há que fazer (100% do que há que fazer) e não fazer o que não há que fazer (não fazer 100% do que não há que fazer). Conseguir isso é uma tarefa impossível, uma utopia que nos norteia e nos permite movermo-nos com certa segurança no “caminho da perfeição”, para saber que estamos no bom trilho, mas nada mais. Convém aceitar uma prática que consiga, por exemplo, fazer 80% do que há que fazer, e 20% do que não há que fazer (como consolo, no total 80+20, 100%!). As práticas de baixo valor, aquelas que produzem mais danos do que benefícios, são universalmente aceites e estão implantadas com raízes profundas; por exemplo, os check-upsem geral e as vigilâncias “da criança saudável” em particular; também os pré-operatórios já referidos, o uso de estatinas “até à morte” (literalmente), a recomendação de baixar a febre sempre e a todo o custo (inclusive com métodos físicos), o uso de corticoides intra-articulares na artrose do joelho, etc. Daí a necessidade constante de aprender e estudar, já mencionada.

5/ Encontrar um “oásis” profissional onde nos sintamos “normais” neste caminho laico de perfeição. Não somos de ferro, é difícil para nós, inclusive, o “médico, cura-te a ti mesmo”. Precisamos de um grupo com o qual nos identifiquemos, no qual nos ajudem, um oásis que nos permita descansar e recuperar forças. São o que se chamam “colegas invisíveis”, definidos já no século XVII, grupos de profissionais científicos que se reconhecem entre si, partilham estudos e descobertas e reconhecem outros profissionais como iguais, integrando-os no grupo. Existem muitos, por exemplo, nos Cuidados de Saúde Primários em Espanha e Portugal, os SIAP (Seminarios de Innovación en Atención Primaria). Precisamos de um grupo para nos sentirmos acompanhados, para criar conhecimento coletivo, para saber que passamos “a chama” às gerações jovens.

Síntese

Podemos manter ciência, consciência e coragem na prática clínica ao longo de toda a vida (e não perecer no esforço)

* se formos conscientes das quatro frentes que sustentam o trabalho clínico
- cuidar no sofrimento
- aprender-ensinar
- gerir
- investigar

* e se formos capazes de
- ter constância e perseverança
- nos formarmos continuamente
- ter amor ao ofício
- tentar fazer bem 100% do que há que fazer, e deixar de fazer 100% do que não há que fazer
- encontrar um “oásis” profissional onde nos sintamos “normais” neste caminho laico de perfeição

Resumo da conversa com o autor em 24 de outubro de 2024 em Toledo (Espanha), na abertura do ‘VI Congresso Médic@os Jóvenes’ https://www.comtoledo.org/vi-congreso-de-medicos-jovenes-del-24-al-26-de-octubre/Participação pro bono. É um resumo “oral”, se precisar de alguma bibliografia que tenha inspirado um parágrafo concreto, contacte o autor jjgervas@gmail.com

Disponível também em vídeo https://ahoramqnunca.blogspot.com/2024/11/como-mantener-lo-largo-de-toda-la-vida.html

Tradução de Mónica Granja, Porto (Portugal), Medicina Geral e Familiar
monicagranja66@gmail.com

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