domingo, 17 de marzo de 2024

¡IGUALES ANTE LA JUSTICIA!

En los últimos tiempos muchas veces oímos, consciente o inconscientemente, la expresión “desjudicializar la política”, posiblemente fueron miles de veces o por lo menos cientos. La expresión aparece en los periódicos, revistas, radios, televisiones... y también sin pasarla por la conciencia se ve muchas veces en los quioscos o en subtítulos televisivos, por lo que va quedando en el subconsciente de las personas.

A mi entender, lo realmente importante no es si a una persona se le perdona un delito o no, si se hace una ley a su favor, o no se le aplica alguna de las existentes con el que eso implica... sino que lo más importante son las consecuencias sociales y antropológicas de estos hechos. Estas se manifiestan en una vida personal que asume como normales y propios unos comportamientos basados en valores cambiantes, tanto en las relaciones interpersonales como en la acción sociopolítica. El vaivén de declaraciones incoherentes y contradictorias, argumentaciones a conveniencia del interés particular del momento, los cambios legislativos para conseguir objetivos no acordes con la justicia tienen consecuencias para la vida social como expreso a continuación:

-Sitúa a personas por encima de la ley ya que, si no les favorecen las leyes existentes, se cambian por interés y no son sometidas al llamado imperio de la ley. Es más, la ley se desvincula de lo que llamaríamos derecho objetivo o derecho natural. Además se quiebra el principio de la igualdad de todos ante la ley. Esto nos recuerda aquel principio legal de las monarquías absolutistas que decía: “La ley no obliga al príncipe”, ya que él era a origen de la ley. ¡¡Vivir para ver!!

-En la vida social pierden importancia y validez valores y hechos tan determinantes de la vida humana como son: la LEY y el DERECHO con su dimensión ética y de legitimidad; la JUSTICIA que implica aceptar que lo justo lo será independientemente de si me favorece o no; el BIEN con la dimensión objetiva que debe tener al margen de si le conviene o no a cada uno. De este modo se quedan sin fundamento ni seriedad estos principios tan básicos para la vida social humana.

-En este contexto sociopolítico también queda afectada la persona en su autoconciencia y autopercepción, así como en la manera de presentarse ante sus semejantes, pues queda muy debilitado el sentido y alcance de valores antropológicos tan importantes como la Dignidad Humana, la Responsabilidad Personal y Social, la Veracidad, la Honradez y la Honestidad, etc. Ciertamente que esto afecta de manera fundamental a la propia vocación humana y a la vida comunitaria en los grupos.

-Las acciones de todo ciudadano deben estar sometidas a leyes justas y a los tribunales, que deben ser iguales para todos. Además las leyes no deben desvincularse de la verdad, de la justicia y del bien común (este no equivale al interés general o de la mayoría o minorías), pues los empobrecidos y las Comunidades que tienen menos recursos solo encuentran defensa en esta vinculación. La justicia implica lo que es justo en sí mismo, no lo que afirme la mayoría pues en este caso prima la ley de la fuerza, del poder.

Para entender la realidad de “tantos cambios interesados” traducidos en leyes y en decisiones de política económica beneficiosas para algunos... que nos presentan como ¿¡BIEN SOCIAL!?, recordemos a Germán Gutiérrez en el libro “10 palabras clave sobre globalización” en lo que él llama la Ética de la Banda de Ladrones:

“Una banda de ladrones, para subsistir, debe respetar normas básicas, como no matarse entre sí, no robarse entre sí y respetar los acuerdos... La ética de la banda de ladrones se nos presenta como un paradigma ético de especial importancia. Se trata de una ética que no es universalizable...” (p. 305) Pues la ética de la banda de ladrones es corporativa, de egoísmo grupal, ya que necesita para sobrevivir una mínima cohesión social y que haya otros grupos a los que saquear.

Necesitamos en la vida social y política más ética y moral auténticas, más sentido del deber y de la justicia, más honradez, veracidad y servicio. No podemos esperar que practiquen la ética antes los que están en el poder... eso serviría de excusa para no comprometernos. Debemos asumir ese compromiso cada uno de nosotros, exigirlo nos nuestros grupos y partido político; también a los demás, a las instituciones sociales y al Estado teniendo, por tanto, presente lo que el intelectual Papa Benedicto XVI escribe en “Deus Caritas Est” nº 28:

“El orden justa de la sociedad y del Estado es una tarea principal de la política. Un Estado que no se rigiera según la justicia se reduciría a una gran banda de ladrones, dijo una vez San Agustín” 

Ahora más que nunca: honradez

Antón Negro

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