El padre es un drama intensamente doloroso y al mismo tiempo profundamente humanista, que se acerca a la vejez del ser humano explicitado dramáticamente en el padecimiento del mal de Alzheimer. Lo hace con delicadeza y cariño pero también con la dureza y la crueldad de la verdad. Todo esto y más se nos muestra a través de la colaboración de sus grandes actores, especialmente del gran Anthony Hopkins, que pese a los muchos años que ya tiene, hace aquí una interpretación casi sublime, merecedora sin duda de un gran premio Óscar.
Con una puesta en escena muy sencilla y funcional pero al mismo tiempo muy rigurosa y clásica, El padre nos va a mostrando los distintos encuentros de un padre anciano aquejado de un incipiente Alzheimer, con su hija, con su cuidadora y también con su yerno. Estos encuentros se nos hace contemplar desde el punto de vista del padre cuya memoria cada vez está más averiada, de modo que el espectador parece al principio desorientarse al cambiarse rostros y roles de los personajes que le rodean, pues no ve lo que objetivamente aparece sino lo que los ojos del padre ven. Quizás sea un error del director abandonar este modo tan original narrativo para en su segunda mitad retornar a contar la película de un modo más convencional, pero sin duda El padre tiene otras cualidades (por ejemplo, los hermosos diálogos) que indultan ese fallo.
De todos modos, nos encontramos con una inmensa variedad de registros en la sublime actuación de Hopkins, a veces irritablemente cómico y sobre todo perdido en los islotes de su memoria, en medio de un tiempo que se le escapa (algo que se nos representa en su manía de mirar constantemente el reloj) a la vez que su propia ininteligibilidad de la vida. Contemplamos el sufrimiento inevitable de la hija (la actriz Olivia Colman, a la que hemos descubierto como Isabel II en la serie de televisión “The Crown“), que por un lado siente el deber de cuidar al padre y al mismo tiempo encontrar su propia felicidad, vivir su propia vida, el posicionamiento obtuso del yerno Contrasta también aquí la dulzura y exquisita profesionalidad de la cuidadora.
El padre, en el fondo nos está hablando no solamente de la enfermedad y la vejez sino también de todo el periplo que es la vida humana representada en la pantalla como si fuera también la nuestra propia. Es una obra desoladoramente triste pero a la vez llena de la esperanza que da contemplar a la vida humana con ese cariño y respeto. El padre es una película, aunque triste, muy digna de ser vista.
Ahora, más que nunca, piedad
José Luis Barrera Calahorro, 11 de enero de 2020.
José Luis Barrera Calahorro, 11 de enero de 2020.
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