La palabra militante forma parte nuestro vocabulario castellano actual para hablar de movimientos sociales y políticos. Fácilmente podemos atisbar o ser conscientes del origen bélico del término: de militar, pero normalmente esto no supone problema porque en los últimos 150 años la palabra ha evolucionado claramente en el sentido que comentamos o, más propiamente, el campo semántico de milit- se ha ampliado para designar el compromiso colectivo en una organización, sea en la milicia o sea pacífica y política en un grupo estable.
Así se recoge en los principales diccionarios del español:
El Diccionario de la R.A.E. define militante en estas acepciones: 1. Que sirve en la guerra. 3. Figurar en un partido o en una colectividad. 4. Haber o concurrir en una cosa alguna razón o circunstancia particular que favorece o apoya cierta pretensión o determinado proyecto.
El Diccionario de Uso del Español de María Moliner dice: Se aplica al que milita. Y si buscamos «Militar» hallamos: 5. Figurar activamente en un partido o agrupación formada para la defensa de algo.
Como curiosidad, la Wikipedia define la militancia (o activismo) como: la dedicación intensa a alguna línea de acción en la vida pública, ya sea en el campo social, como en lo político, ecológico, religioso u otro.
Sin embargo, si se trata del ámbito de la noviolencia, de organizaciones y movimientos que tratan de vivir el amor y la lucha por la justicia en el campo político, pueden hallarse fuertes reparos debido a su origen militar: Como ya hemos dicho, en castellano militar viene de milis, militis, que se usaba en latín para designar a los soldados. ¿Lo habías pensado alguna vez? Y entonces, ¿crees que es una palabra adecuada para el asociacionismo noviolento?
BOSQUEJO ETIMOLÓGICO
El milit- castellano viene de milis, militis, «soldado» en latín; no hay duda; de ahí su sentido «militar» primario en español. De acuerdo. Pero podemos dar un paso más. Nos puede picar la curiosidad y preguntarnos: ¿Cuál es la etimología no ya de militar, sino de la misma palabra latina miles, militis?
Si buscamos en internet, nos encontramos primeramente con su correspondiente entrada en la Wikipedia, tanto en inglés (1) como en castellano (2). También un diccionario etimológico inglés online (3) y un profundo artículo de R. G. Kent de la Universidad John Hopkins (1910) (4):
1) https://en.wiktionary.org/wiki/miles
Etymology: Unknown. Possibly of Etruscan origin. The suffix seems similar to that of pedes, eques, veles, comes, but the origin of mīl- is opaque. A connection to mīlia (“thousands”), perhaps as "person going by the thousand(s)", is difficult to confidently motivate semantically. (cf. e Vaan, Michiel (2008), “mīles”, in Etymological Dictionary of Latin and the other Italic Languages).
2) https://es.wiktionary.org/wiki/miles
Etilomología: Incierta; se encuentra dentro de la esfera semántica de pedes ("peatón", "el que va a pie"), eques ("jinete", "el que va a caballo"), etc. (-es1 < *-it- < *h₁i-t- ("el que va")), pero la procedencia de la raíz mīl- es incierta.
Tienta conectarla a mīlia ([pl.] "miles"), pues *mīl-it- "el que va con mil".
Tal vez se trata de un préstamo del etrusco, como satelles ("guardaespaldas o escolta de un príncipe o déspota").
(Las dos primeras afirmaciones de esta entrada son un calco de la inglesa, pero la tercera es un añadido propio, basado en Ernout, Alfred y Antoine Meillet (1959-1960), Dictionnaire étymologique de la langue latine: histoire des mots).
3) https://www.etymonline.com/word/militia
militia (n.) 1580s, "system of military discipline," from Latin militia "military service, warfare," from miles "soldier" (see military (adj.)). The sense of "citizen army" (as distinct from professional soldiers) is first recorded 1690s, perhaps from a sense in French cognate milice. Historically, the Anglo-Saxon forces that resisted the Vikings were militias, raised by counties. In U.S. history, by 1777 as "the whole body of men declared by law amenable to military service, without enlistment, whether armed and drilled or not" [Century Dictionary]. In early 19c. they were under control of the states, enrolled and drilled according to military law but not as regular soldiers, and called out periodically for drill and exercise and in emergency for actual service.
(...) Perhaps ultimately from Etruscan, or else meaning "one who marches in a troop," and thus connected to Sanskrit melah "assembly," Greek homilos "assembled crowd, throng." De Vaan writes, "It is tempting to connect mīlia [pl.] 'thousand(s)', hence *mīli-it- 'who goes with/by the thousand' ...." Related: Militarily. Old English had militisc, from Latin.
[En francés moderno, castellano y latín medieval al menos desde el S. XI (cf. www.guichetdusavoir.org), mil- está fundamentalmente asociado a las armas y a la guerra.]
4) https://www.jstor.org/stable/282711
R. G. Kent, en su artículo The Etymology of Latin Mῑles (1910), disponible en este hipervínculo, afirma:
The root smeit- seems to appear in Latin in the verb mitto, where the meaning has developed from rub to strike, drive away, send away, or let go away. (...) Therefore, *smit-slo-s would become *milos, a noun of the o-declension, meaning a 'smiter' or a 'driver away;' either interpretation is appropriate for a warrior in his two capacities of offense and defense. (...)
In brief: *smit-slo-s, akin to mnitto and to NE. smith, and less closely to NE. smite, and denoting the 'striker' or 'defender', from the root meaning originally 'to anoint, to smear', became primitive Latin *milos; this, in imitation of pedes, peditis, and eqzues, equitis, and by popular etymology to millia iens 'miles-going,' became miles, militis.
ASÍ PUES, el origen etimológico de la raíz latina mil- es opaco. Se contemplan al menos cuatro posibles orígenes, sin que ninguno de ellos pueda ser afirmado con rotundidad (cf. 1). Puede estar vinculado al concepto de asociación (asamblea en sánscrito, multitud en griego o «millar» de personas) posiblemente en grupos de mil (cf. 1, 3 y profesora de latín del IES Ademuz), a caminar entre lugares, algo no frecuente para la población (proximidad con pedestre, milla y ecuestre), a la protección de alguien (guardaespaldas o escolta en etrusco) (cf. 2) y a golpear o repeler (atacante o defensor) (cf. 4), pero, en este caso, aun habiendo ligazón con una disciplina ligada al ejercicio de la fuerza bajo el control de una autoridad o un Estado, no siempre se ha entendido ligada a las armas o a un entrenamiento o instrucción (al menos en EE.UU., 1777) (cf. 3).
Por tanto, la raíz mil-, de donde viene la milicia del latín y lo militar del castellano y otras lenguas, no tiene necesariamente una ligazón con la violencia -ni necesariamente con el uso de armas-, sino que puede tener su origen en la asociación de personas para un funcionamiento conjunto, en el caminar interurbano o en la protección de las personas.
AGRESIVIDAD Y VIOLENCIA
Incluso viniendo de golpear y repeler, estas acciones son propias de la vida cotidiana: golpear un clavo, un tambor,... repeler los insectos, repulsión por las vísceras,... Incluso si habláramos de golpes entre miembros de una misma especie, estos no serían primariamente violentos. Hay golpes saludables, como al recién nacido, o que salvan vidas, como en el pecho de quien se atora. Puede haber golpes que son defensa y no buscan ningún mal en el otro, o que muestran agresividad como forma de reivindicar algo o resolver un conflicto sin querer en ningún momento hacer daño.
El profesor José Sanmartín Esplugues (1948-2020) fue pionero en España el estudio de la violencia, y conoció que entre los animales y en ciertas tribus humanas se desconoce la violencia, el hacer mal al otros con odio o intención destruirle; lo que hay es agresividad, enfrentamiento tenso, medición de fuerzas, incluso pelea, garras y mordiscos... hasta que uno de los litigantes se da por vencido y se somete indefenso al otro. Este, teniendo al otro a su merced, vulnerable, a sus pies, «se desarma» -podríamos decir-, le perdona la vida y sigue su camino, como líder del clan o la manada. Nadie tiene que morir, nadie es dañado (al menos seriamente). Según este filósofo, la vulnerabilidad del otro nos conmueve. Estamos hechos para la compasión y la ayuda mutua, no para la guerra. No somos islas en un estado constante de guerra todos contra todos, como sentenció Hobbes y algunos tratan de perpetuar sin base científica. El descubrimiento de las neuronas espejo, por Giacomo Rizzolatti en 1996, probaría que somos constitutivamente, genéticamente así: personas a las que nos interpelan, importan y conmuven nuestros semejantes, constitutivamente amantes y amados, nacidos para el amor. Lo que somos entonces es más bien una gran familia, como señala el preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. No somos individuos aislados, ni pueblos que nada tienen que ver unos con otros, sino una comunidad humana.
USO NOVIOLENTO DE LA PALABRA
Por otra parte, amén del uso contemporáneo de militancia, encontramos usos similares, noviolentos, en la Biblia y el Corán (hace 2000 y 1300 años respectivamente).
La Biblia y el cristianismo utilizan utilizan la terminología bélica para designar el esfuerzo bajo el señorío de Dios, a favor del Bien, contra el mal, la carne y el mundo (ver https://www.obispadoalcala.org/combate-espiritual). Recordemos que utilizan esta terminología al mismo tiempo que rechazan frontalmente la guerra: en los tres primeros siglos del cristianismo un soldado no podía ser cristiano y un cristiano no podía ser soldado (p.ej. San Jorge). En el Islam encontramos el concepto de yihad, que significa esfuerzo en el amor y obediencia a Alá, no «guerra santa», como a veces se ha malentendido.
Más recientemente, Gonzalo Arias ha escrito El ejército incruento de mañana (1995). También habla de esto en El antigolpe (2016). Por otro lado, Stephanie Van Hook en su artículo Alternativa no violenta al ejército y la policía (2015), afirma:
Si podemos entrenar a las personas en la violencia para que sirvan en la lucha y la guerra, ¿parece tan imposible que podamos entrenarlos igualmente bien en la no violencia y en el mantenimiento de la paz sin armas? Él Nonviolent Peaceforce (NP) es una de las organizaciones más conocidas del mundo que trabaja para responder directamente al llamado de Gandhi de un Shanti Sena, o Ejército de la Paz, ofreciendo una especie de institución paralela no violenta a las fuerzas armadas.
Volviendo a los conceptos más contundentes que pueden estar en la raíz de nuestra palabra, notemos que "golpear" en inglés es strike, que en castellano traducimos huelga, una de las primeras acciones noviolentas contemporáneas. También hablamos de golpe de efecto y golpe encima de la mesa en nuestras relaciones sociales, sin hacer mal a nadie. Igualmente la noviolencia trata de "defender" a los pobres, defender la justicia, defender los derechos humanos, sin que eso sea nada violento ni negativo, sino, al contrario, muy positivo. O sea, que los conceptos que podrían estar en la base -entre otros tres posibles orígenes- de un sentido violento de la raíz mil- no son violentos y los utilizamos con normalidad en sentido positivo.
CONCLUSIÓN
Al cabo de este recorrido, ¿qué crees? ¿Es la militancia una palabra adecuada para el asociacionismo noviolento o para los movimientos políticos?
Nos parece que sí.
Atendiendo al uso actual de la palabra (y familia de palabras), al uso en grandes tradiciones espirituales (cristianismo, Islam), al uso actual en la política y la sociedad civil, al uso en la propia noviolencia, y a la no necesaria conexión etimológica de la palabra con la violencia, creemos que la palabra es adecuada para designar un compromiso y una acción política conjunta alternativa a la belicosidad. Además, aun en el supuesto de tener su origen en golpear/repeler, notamos que son acciones habituales y necesarias en la vida, para nada violentas, y que, de hecho, estas palabras y derivadas suyas las utilizamos comúnmente en la noviolencia en un sentido positivo.
Con esto quedaría refutada la objeción del belicosidad que se podría plantear contra el término militante, quedando esta palabra como idónea para designar a quien tiene un compromiso constante y activo en la noviolencia, en el sentido habitual del término en los movimientos políticos y sociales de nuestra sociedad.
Ahora más que nunca: noviolencia
Alberto Baltar
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