Juan Gèrvas
NOTA: Si le ha llamado la atención en título de este texto, llegue hasta el final.
Avanza la ciencia
Dicen algunos, y es teoría predominante, que la ciencia avanza progresivamente, poco a poco, sumando conocimientos y descubrimientos en forma titubeante a partir de un conjunto de científicos bien preparados que trabajan en equipo.
Digo yo, y es teoría minoritaria que solo dicen algunos, que la ciencia avanza a saltos, bruscamente, con ideas discrepantes y vibrantes que brotan de forma inexplicable en mentes preparadas que trabajan en soledad o en equipo, ideas que logran destronar las previamente aceptadas.
Juventud divino tesoro
Dicen algunos que las nuevas ideas solo surgen en mentes jóvenes.
Digo yo que las nuevas ideas brotan a cualquier edad, en quien las trabaja, en quien se prepara y pregunta constantemente, en quien no acepta por respuesta el “es así”.
La vida es muy corta, sí (pero puede ser muy ancha)
Dicen algunos que la vida es corta.
Digo yo que la vida es larga, pues, siendo corta, puedes ensancharla y ahondarla hasta reventar los límites.
Escribe, ¡maldito, escribe!
Dicen que escribir en España es llorar.
Digo yo que lloré la muerte de mi madre por muchas cosas, también porque, habiendo ya muerto mi padre, con ella, se acababa el público lector español de mis publicaciones, pues solo me quedaba mi esposa, colega y frecuente coautora. Pero me equivoqué, pues, antes y después de su muerte, hubo miles de lectores apasionados, incluyendo amigos y colegas, pero también desconocidos, que disfrutaban con mis ideas discrepantes, con mi visión desde fuera del rebaño, con mis textos fáciles de comprender y de rebatir, con mis ideas y trabajos de persona y médico asilvestrado y no domado.
El sentido de la vida, si alguno
Digo yo que todavía recuerdo las amargas lágrimas que rodaron en mi adolescencia por no querer integrarme en el mundo que empezaba a adivinar, cruel e injusto. Recuerdo a mis padres preguntándome por la razón de mi llorar, y acompañando mi desazón con sus abrazos, incapaces de encontrar razones convincentes, más allá de dar argumentos genéricos y solidarios para vivir esperando un futuro que ellos mismos no habían logrado.
Ingresé en la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid con 16 años, y aquellas lágrimas se transformaron en rabia cuando leí el primer “informe FOESSA” (impulsado por Cáritas Española para conocer la situación social de España), publicado en 1966, cuando ya había cumplido los 17.
Decidí que el aprender tenía que ser para entender y modificar ese mundo cruel e injusto a través de mi profesión, y con ayuda de mi entonces novia (Mercedes Pérez-Fernández) y después esposa y colega, estudié a fondo en la facultad, leyendo libros y revistas médicas y no médicas, siempre con dos comunes lemas, el “primero no hacer daño” y el segundo “el médico que solo medicina sabe ni medicina sabe”.
José Jiménez Lozano y Ricardo Urgell, la vida en su esplendor
Fui lector incansable, también de ensayos y novelas y de revistas de disidencia, como “La codorniz” (después “Hermano Lobo”), “Triunfo”, “Cuadernos para el diálogo”, “El ciervo” y otras. Leía todo, incluso las hojas parroquiales y los textos de “Bandera Roja”, por supuesto, pese a rechazar la enseñanza oficial católica y la estalinista.
En el círculo de aquella primera juventud estuvieron también personas como José Jiménez Lozano, escritor y pensador ligado al periódico “El Norte de Castilla”, que años después, en 2002, recibió el Premio Miguel de Cervantes. Su casa, en un pueblo vallisoletano, Alcazarén, nos acogió más de una vez en tertulia inimaginable entre quienes aprendíamos (Mercedes y yo) y un verdadero sabio, que por serlo no lo exhibía. Como somos perdedores de largo recorrido, también somos amigos para siempre, y lo seguimos visitando, hasta incluso ya jubilados nosotros. Su muerte en 2020 segó la relación, no su beneficioso influjo.
Aprendí pronto, a instancia de un profesor de medicina interna (Ricardo Urgell, también médico de APD, asistencia pública domiciliaria), que escribir ayuda a pensar y a madurar ideas. Lo probé con un trabajo publicado siendo estudiante sobre una paciente con dermatomiositis. Años después, justo al terminar la carrera, Ricardo Urgell me diagnosticó y trató una tuberculosis pulmonar grave (que, por primera vez, me hizo sentir la muerte en los talones).
Publica, que algo queda
En la academia, en el mundo universitario y de organizaciones de investigación, es clave publicar por el hecho en sí de difundir conocimientos y hallazgos y por el impacto en la propia carrera científica. Este publicar por el propio interés, para ser citado por otros y “tener impacto”, no por la mejora de la ciencia, es el “publica o muere”, que ha terminado pudriendo todo, hasta calcularse que se despilfarra el 85% del total del presupuesto mundial en investigación (y es así desde hace más de 25 años). Por ejemplo, en el cáncer y otros campos en que uno se pregunta cómo no mejoran más las cosas dado el dinero que se invierte.
Digo yo, y puedo decirlo con sano orgullo, que nosotros (Mercedes y yo) nunca hemos publicado por “tener impacto”, y que siempre hemos pensado que tendríamos poco impacto al publicar textos tan fuera del rebaño, tan a contracorriente, tan distintos, tan discrepantes. Por ejemplo, sobre las mamografías, en el cribado del cáncer de mama, una actividad que si fuera un medicamento ya se habría eliminado, por sus daños sin beneficios. Por ello no es raro que demos vómitos a los “bienpensantes”, a la gente del Régimen Ortodoxo del pensamiento único, y que nos hayan ignorado en España, que nos hayan ninguneado y que hayan buscado nuestra desaparición (si no física, al menos intelectual y científica).
La vida te da sorpresas. Sorpresas te da la vida, ¡ay, Dios!
Digo yo que uno es más torpe de lo que se cree, pues nunca hubiera pensado que los datos del año 2022 de la Universidad de Stanford, de California (Estados Unidos), demuestren que estoy, como Juan Gérvas Equipo CESCA, entre el 2% más citado de 8 millones de científicos de todos las áreas, de todo el mundo, el 2% más influyente, el 2% con “más impacto”, la élite científica mundial “más citada”.
Tal dato demuestra que las ideas innovadoras y discrepantes tienen difusión y espacio, que hay científicos, investigadores y pensadores que se atreven a explorar mundos alternativos y vibrantes. Si no en España, sí en el resto del mundo.
Y hasta hoy, incombustible
Digo yo que esto no es un éxito personal, ni de pareja (por más que “codo a codo seamos más que dos”) sino colectivo, de tantos miles y miles que han estado al lado apoyándonos desde los tiempos iniciales, en los setenta y ochenta del pasado siglo, de lucha contra la brutalidad pediátrica de recomendar “dormir boca abajo” (que conllevó más de 50.000 bebés sanos muertos, algo por lo que nunca han perdido perdón los pediatras).
Y hasta hoy, por ejemplo, promoviendo el uso correcto de medicamentos para el Alzheimer (no utilizar ninguno), la seguridad del paciente (hacer el 100% de lo que hay que hacer y no hacer el 100% de lo que no hay que hacer) y la longitudinalidad en atención primaria (tener un médico de cabecera para toda la vida).
Esa longitudinalidad es clave, pues se evitan cascadas diagnósticas y terapéuticas peligrosas y, por ejemplo, el mantener al mismo médico de cabecera durante años en los pacientes con Alzheimer y otras demencias, se asocia a mejor prescripción de medicamentos y mejor calidad de vida, menos daños (delirio, incontinencia) y menos visitas a urgencias hospitalarias. En general, tener un médico de cabecera conocido, «de toda la vida», se asocia a mayor esperanza de vida y menor uso de las urgencias y de las hospitalizaciones.
Junto a gigantes
No hemos estado solos sino bien acompañados.
Somos producto de un impulso que nos arrastra y hay que empezar reconociendo el acompañamiento de la familia en todos sus grados, así como amigos (una verdadera “familia escogida”).
Fundamentales, compañeros y profesores que nos enseñaron de 1965 a 1971 (en especial la Academia de Alumnos Internos, y Antonio Pérez Casas y Esperanza Bengoechea, de Anatomía); nos premiaron con 14 matrículas de honor a Mercedes y 21 a mí. En Anatomía, el inicio de la investigación básica en neuroquímica y la tesis doctoral en Valladolid, y luego en la Facultad de Medicina de la Autónoma de Madrid y el hospital La Paz, con José Manuel Rodríguez Delgado, y después en el Hospital Ramón y Cajal con Justo García de Yébenes y María Ángeles Mena Gómez.
También profesionales y pacientes desde 1974 a 2010, en el Consultorio de la c/ García de Paredes (Madrid) (1974-1980), en el Consultorio y Centro de Salud de la c/ General Moscardó (Madrid) (1980-2000), y de 2000 a 2010 médico rural, centro de salud de Buitrago de Lozoya (Madrid), destino en Canencia de la Sierra, Garganta de los Montes y El Cuadrón, en el Centro de Salud de Buitrago del Lozoya (Madrid).
Desde 1980 hasta la actualidad con el Equipo CESCA, grupo amateur independiente de docencia e investigación. Este grupo ha sido clave en nuestro trabajar, investigar y publicar con ciencia, conciencia y coraje.
Desde 1984 hasta 2010, a través de una Beca Fulbright, con Bárbara Starfield en la Escuela de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, Maryland, Estados Unidos.
Desde aquellos tiempos, con economistas de la salud y salubristas, entre ellos Vicente Ortún y Andreu Segura. Y con médicos generales y de familia, y otros profesionales sociosanitarios que no nombro, para no olvidar a ninguno.
Desde 1987 hasta la actualidad, con la Red Española de Atención Primaria (REAP), grupo multidisciplinar de investigación en atención primaria.
Desde 1990 hasta 2020, con la Escuela Nacional de Sanidad, de la mano de José Manuel Freire.
Desde 2005 hasta la actualidad, con los Seminarios de Innovación en Atención Primaria (SIAP), donde se aprende todo lo que no enseñan ni en la facultad ni en la residencia y que es imprescindible para trabajar en la clínica con ciencia y ética.
Desde 2008 hasta la actualidad, con NoGracias, grupo multiprofesional que defiende la integridad, la profesionalidad, la independencia, la participación y la equidad en las ciencias de la salud.
Desde 2009 hasta la actualidad, con El Mirador, en Acta Sanitaria, sección semanal fija sobre clínica y política sanitaria.
Desde 2017 hasta la actualidad, con Health News Review, grupo de expertos independientes para asesorar gratuitamente a periodistas sobre cuestiones sanitarias y de salud.
Desde 2021 hasta la actualidad, con el International Advisory Board de Re-Check, organización suiza que promueve el periodismo de investigación en el campo de la salud.
Por supuesto, toda esta convivencia con gigantes no ha sido constante, ni permanente, pero ha tenido influencia extrema. De mis errores, en nada responsable (me valgo solo, de sobra), pero de mis aciertos en mucho inspiradores (a veces acierto).
Síntesis
Vale la pena vivir ensanchando y ahondando los límites de “lo correcto” hasta reventarlos.
Vale la pena la vida científica y profesional honrada, aunque muchas veces quepa la duda razonable de si “compensa” estar casi constantemente fuera del rebaño, perdiendo batalla tras batalla, siendo consciente del papel de Casandra que nos toca (advertir de errores sin ser escuchado).
Vale la pena ser perdedores de largo recorrido, ese encontrar dignidad en la derrota.
Perdedores, sí, pero sin cejar.
La derrota no vuelve injusta una causa, al contrario, debería enardecernos para continuar por aquello de “estamos en derrota, que no en doma”.
Termino con palabras de Pier Paolo Pasolini: «Pienso que es necesario educar a las nuevas generaciones en el valor de la derrota. En manejarse en ella. En la humanidad que de ella emerge. En… que se puede fracasar y volver a empezar sin que el valor y la dignidad se vean afectados».
Para saber más, de este asunto
"For the public good, not for careers" - Iain Chalmers and Doug Altman on research waste.
https://soundcloud.com/bmjpodcasts/for-the-public-good-not-for-careers-ian-chalmers-and-doug-altman-on-research-waste
Juan Gérvas, incluido en el 'World’s Top 2% Scientists' La Universidad de Stanford publica anualmente una actualización de la lista que representa al 2% de los científicos más citados.
https://www.actasanitaria.com/sobre-acta-sanitaria/juan-gervas-incluido-en-world-top-2-scientists_2004217_102.html
Més de quaranta investigadors de la UPF, entre els més influents del món, segons la Universitat de Stanford.
https://www.upf.edu/web/focus/noticies/-/asset_publisher/qOocsyZZDGHL/content/id/262741556/maximized#.Y3yhTXaZM2y
Paul Glasziou and Iain Chalmers: Is 85% of health research really “wasted”?
https://blogs.bmj.com/bmj/2016/01/14/paul-glasziou-and-iain-chalmers-is-85-of-health-research-really-wasted/
Quienes somos FOESSA.
https://www.foessa.es/quienes-somos/
September 2022 data-update for "Updated science-wide author databases of standardized citation indicators".
https://elsevier.digitalcommonsdata.com/datasets/btchxktzyw
Avanza la ciencia
Dicen algunos, y es teoría predominante, que la ciencia avanza progresivamente, poco a poco, sumando conocimientos y descubrimientos en forma titubeante a partir de un conjunto de científicos bien preparados que trabajan en equipo.
Digo yo, y es teoría minoritaria que solo dicen algunos, que la ciencia avanza a saltos, bruscamente, con ideas discrepantes y vibrantes que brotan de forma inexplicable en mentes preparadas que trabajan en soledad o en equipo, ideas que logran destronar las previamente aceptadas.
Juventud divino tesoro
Dicen algunos que las nuevas ideas solo surgen en mentes jóvenes.
Digo yo que las nuevas ideas brotan a cualquier edad, en quien las trabaja, en quien se prepara y pregunta constantemente, en quien no acepta por respuesta el “es así”.
La vida es muy corta, sí (pero puede ser muy ancha)
Dicen algunos que la vida es corta.
Digo yo que la vida es larga, pues, siendo corta, puedes ensancharla y ahondarla hasta reventar los límites.
Escribe, ¡maldito, escribe!
Dicen que escribir en España es llorar.
Digo yo que lloré la muerte de mi madre por muchas cosas, también porque, habiendo ya muerto mi padre, con ella, se acababa el público lector español de mis publicaciones, pues solo me quedaba mi esposa, colega y frecuente coautora. Pero me equivoqué, pues, antes y después de su muerte, hubo miles de lectores apasionados, incluyendo amigos y colegas, pero también desconocidos, que disfrutaban con mis ideas discrepantes, con mi visión desde fuera del rebaño, con mis textos fáciles de comprender y de rebatir, con mis ideas y trabajos de persona y médico asilvestrado y no domado.
El sentido de la vida, si alguno
Digo yo que todavía recuerdo las amargas lágrimas que rodaron en mi adolescencia por no querer integrarme en el mundo que empezaba a adivinar, cruel e injusto. Recuerdo a mis padres preguntándome por la razón de mi llorar, y acompañando mi desazón con sus abrazos, incapaces de encontrar razones convincentes, más allá de dar argumentos genéricos y solidarios para vivir esperando un futuro que ellos mismos no habían logrado.
Ingresé en la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid con 16 años, y aquellas lágrimas se transformaron en rabia cuando leí el primer “informe FOESSA” (impulsado por Cáritas Española para conocer la situación social de España), publicado en 1966, cuando ya había cumplido los 17.
Decidí que el aprender tenía que ser para entender y modificar ese mundo cruel e injusto a través de mi profesión, y con ayuda de mi entonces novia (Mercedes Pérez-Fernández) y después esposa y colega, estudié a fondo en la facultad, leyendo libros y revistas médicas y no médicas, siempre con dos comunes lemas, el “primero no hacer daño” y el segundo “el médico que solo medicina sabe ni medicina sabe”.
José Jiménez Lozano y Ricardo Urgell, la vida en su esplendor
Fui lector incansable, también de ensayos y novelas y de revistas de disidencia, como “La codorniz” (después “Hermano Lobo”), “Triunfo”, “Cuadernos para el diálogo”, “El ciervo” y otras. Leía todo, incluso las hojas parroquiales y los textos de “Bandera Roja”, por supuesto, pese a rechazar la enseñanza oficial católica y la estalinista.
En el círculo de aquella primera juventud estuvieron también personas como José Jiménez Lozano, escritor y pensador ligado al periódico “El Norte de Castilla”, que años después, en 2002, recibió el Premio Miguel de Cervantes. Su casa, en un pueblo vallisoletano, Alcazarén, nos acogió más de una vez en tertulia inimaginable entre quienes aprendíamos (Mercedes y yo) y un verdadero sabio, que por serlo no lo exhibía. Como somos perdedores de largo recorrido, también somos amigos para siempre, y lo seguimos visitando, hasta incluso ya jubilados nosotros. Su muerte en 2020 segó la relación, no su beneficioso influjo.
Aprendí pronto, a instancia de un profesor de medicina interna (Ricardo Urgell, también médico de APD, asistencia pública domiciliaria), que escribir ayuda a pensar y a madurar ideas. Lo probé con un trabajo publicado siendo estudiante sobre una paciente con dermatomiositis. Años después, justo al terminar la carrera, Ricardo Urgell me diagnosticó y trató una tuberculosis pulmonar grave (que, por primera vez, me hizo sentir la muerte en los talones).
Publica, que algo queda
En la academia, en el mundo universitario y de organizaciones de investigación, es clave publicar por el hecho en sí de difundir conocimientos y hallazgos y por el impacto en la propia carrera científica. Este publicar por el propio interés, para ser citado por otros y “tener impacto”, no por la mejora de la ciencia, es el “publica o muere”, que ha terminado pudriendo todo, hasta calcularse que se despilfarra el 85% del total del presupuesto mundial en investigación (y es así desde hace más de 25 años). Por ejemplo, en el cáncer y otros campos en que uno se pregunta cómo no mejoran más las cosas dado el dinero que se invierte.
Digo yo, y puedo decirlo con sano orgullo, que nosotros (Mercedes y yo) nunca hemos publicado por “tener impacto”, y que siempre hemos pensado que tendríamos poco impacto al publicar textos tan fuera del rebaño, tan a contracorriente, tan distintos, tan discrepantes. Por ejemplo, sobre las mamografías, en el cribado del cáncer de mama, una actividad que si fuera un medicamento ya se habría eliminado, por sus daños sin beneficios. Por ello no es raro que demos vómitos a los “bienpensantes”, a la gente del Régimen Ortodoxo del pensamiento único, y que nos hayan ignorado en España, que nos hayan ninguneado y que hayan buscado nuestra desaparición (si no física, al menos intelectual y científica).
La vida te da sorpresas. Sorpresas te da la vida, ¡ay, Dios!
Digo yo que uno es más torpe de lo que se cree, pues nunca hubiera pensado que los datos del año 2022 de la Universidad de Stanford, de California (Estados Unidos), demuestren que estoy, como Juan Gérvas Equipo CESCA, entre el 2% más citado de 8 millones de científicos de todos las áreas, de todo el mundo, el 2% más influyente, el 2% con “más impacto”, la élite científica mundial “más citada”.
Tal dato demuestra que las ideas innovadoras y discrepantes tienen difusión y espacio, que hay científicos, investigadores y pensadores que se atreven a explorar mundos alternativos y vibrantes. Si no en España, sí en el resto del mundo.
Y hasta hoy, incombustible
Digo yo que esto no es un éxito personal, ni de pareja (por más que “codo a codo seamos más que dos”) sino colectivo, de tantos miles y miles que han estado al lado apoyándonos desde los tiempos iniciales, en los setenta y ochenta del pasado siglo, de lucha contra la brutalidad pediátrica de recomendar “dormir boca abajo” (que conllevó más de 50.000 bebés sanos muertos, algo por lo que nunca han perdido perdón los pediatras).
Y hasta hoy, por ejemplo, promoviendo el uso correcto de medicamentos para el Alzheimer (no utilizar ninguno), la seguridad del paciente (hacer el 100% de lo que hay que hacer y no hacer el 100% de lo que no hay que hacer) y la longitudinalidad en atención primaria (tener un médico de cabecera para toda la vida).
Esa longitudinalidad es clave, pues se evitan cascadas diagnósticas y terapéuticas peligrosas y, por ejemplo, el mantener al mismo médico de cabecera durante años en los pacientes con Alzheimer y otras demencias, se asocia a mejor prescripción de medicamentos y mejor calidad de vida, menos daños (delirio, incontinencia) y menos visitas a urgencias hospitalarias. En general, tener un médico de cabecera conocido, «de toda la vida», se asocia a mayor esperanza de vida y menor uso de las urgencias y de las hospitalizaciones.
Junto a gigantes
No hemos estado solos sino bien acompañados.
Somos producto de un impulso que nos arrastra y hay que empezar reconociendo el acompañamiento de la familia en todos sus grados, así como amigos (una verdadera “familia escogida”).
Fundamentales, compañeros y profesores que nos enseñaron de 1965 a 1971 (en especial la Academia de Alumnos Internos, y Antonio Pérez Casas y Esperanza Bengoechea, de Anatomía); nos premiaron con 14 matrículas de honor a Mercedes y 21 a mí. En Anatomía, el inicio de la investigación básica en neuroquímica y la tesis doctoral en Valladolid, y luego en la Facultad de Medicina de la Autónoma de Madrid y el hospital La Paz, con José Manuel Rodríguez Delgado, y después en el Hospital Ramón y Cajal con Justo García de Yébenes y María Ángeles Mena Gómez.
También profesionales y pacientes desde 1974 a 2010, en el Consultorio de la c/ García de Paredes (Madrid) (1974-1980), en el Consultorio y Centro de Salud de la c/ General Moscardó (Madrid) (1980-2000), y de 2000 a 2010 médico rural, centro de salud de Buitrago de Lozoya (Madrid), destino en Canencia de la Sierra, Garganta de los Montes y El Cuadrón, en el Centro de Salud de Buitrago del Lozoya (Madrid).
Desde 1980 hasta la actualidad con el Equipo CESCA, grupo amateur independiente de docencia e investigación. Este grupo ha sido clave en nuestro trabajar, investigar y publicar con ciencia, conciencia y coraje.
Desde 1984 hasta 2010, a través de una Beca Fulbright, con Bárbara Starfield en la Escuela de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, Maryland, Estados Unidos.
Desde aquellos tiempos, con economistas de la salud y salubristas, entre ellos Vicente Ortún y Andreu Segura. Y con médicos generales y de familia, y otros profesionales sociosanitarios que no nombro, para no olvidar a ninguno.
Desde 1987 hasta la actualidad, con la Red Española de Atención Primaria (REAP), grupo multidisciplinar de investigación en atención primaria.
Desde 1990 hasta 2020, con la Escuela Nacional de Sanidad, de la mano de José Manuel Freire.
Desde 2005 hasta la actualidad, con los Seminarios de Innovación en Atención Primaria (SIAP), donde se aprende todo lo que no enseñan ni en la facultad ni en la residencia y que es imprescindible para trabajar en la clínica con ciencia y ética.
Desde 2008 hasta la actualidad, con NoGracias, grupo multiprofesional que defiende la integridad, la profesionalidad, la independencia, la participación y la equidad en las ciencias de la salud.
Desde 2009 hasta la actualidad, con El Mirador, en Acta Sanitaria, sección semanal fija sobre clínica y política sanitaria.
Desde 2017 hasta la actualidad, con Health News Review, grupo de expertos independientes para asesorar gratuitamente a periodistas sobre cuestiones sanitarias y de salud.
Desde 2021 hasta la actualidad, con el International Advisory Board de Re-Check, organización suiza que promueve el periodismo de investigación en el campo de la salud.
Por supuesto, toda esta convivencia con gigantes no ha sido constante, ni permanente, pero ha tenido influencia extrema. De mis errores, en nada responsable (me valgo solo, de sobra), pero de mis aciertos en mucho inspiradores (a veces acierto).
Síntesis
Vale la pena vivir ensanchando y ahondando los límites de “lo correcto” hasta reventarlos.
Vale la pena la vida científica y profesional honrada, aunque muchas veces quepa la duda razonable de si “compensa” estar casi constantemente fuera del rebaño, perdiendo batalla tras batalla, siendo consciente del papel de Casandra que nos toca (advertir de errores sin ser escuchado).
Vale la pena ser perdedores de largo recorrido, ese encontrar dignidad en la derrota.
Perdedores, sí, pero sin cejar.
La derrota no vuelve injusta una causa, al contrario, debería enardecernos para continuar por aquello de “estamos en derrota, que no en doma”.
Termino con palabras de Pier Paolo Pasolini: «Pienso que es necesario educar a las nuevas generaciones en el valor de la derrota. En manejarse en ella. En la humanidad que de ella emerge. En… que se puede fracasar y volver a empezar sin que el valor y la dignidad se vean afectados».
Para saber más, de este asunto
"For the public good, not for careers" - Iain Chalmers and Doug Altman on research waste.
https://soundcloud.com/bmjpodcasts/for-the-public-good-not-for-careers-ian-chalmers-and-doug-altman-on-research-waste
Juan Gérvas, incluido en el 'World’s Top 2% Scientists' La Universidad de Stanford publica anualmente una actualización de la lista que representa al 2% de los científicos más citados.
https://www.actasanitaria.com/sobre-acta-sanitaria/juan-gervas-incluido-en-world-top-2-scientists_2004217_102.html
Més de quaranta investigadors de la UPF, entre els més influents del món, segons la Universitat de Stanford.
https://www.upf.edu/web/focus/noticies/-/asset_publisher/qOocsyZZDGHL/content/id/262741556/maximized#.Y3yhTXaZM2y
Paul Glasziou and Iain Chalmers: Is 85% of health research really “wasted”?
https://blogs.bmj.com/bmj/2016/01/14/paul-glasziou-and-iain-chalmers-is-85-of-health-research-really-wasted/
Quienes somos FOESSA.
https://www.foessa.es/quienes-somos/
September 2022 data-update for "Updated science-wide author databases of standardized citation indicators".
https://elsevier.digitalcommonsdata.com/datasets/btchxktzyw
Muy buen artículo un abrazo y a seguir adelante en la investigación sabiendo estar siempre fuera del rebaño para ensanchar todos los medios que Dios nos ha regalado por el bien de la humanidad
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