viernes, 22 de abril de 2022

Los más pobres de Melilla

Unos días antes de que queden determinados los acuerdos para abrir la frontera de Melilla (y Ceuta) sería bueno recordar a ese colectivo de hombres y mujeres nunca tenidos en cuenta para cosas importantes pero siempre presentes a la hora de realizar trabajos duros, trabajos mal pagados, a la hora de enriquecer de alguna forma a los demás recibiendo a cambio unas migajas para “por lo menos comer algo”… Cuantas veces hemos oido en Melilla aquello de “por lo menos comen algo”
Muchas familias se concentran en Melilla en barrios marginales, viviendo en infraviviendas, en un estado de necesidad absoluta y universal ¡dicho así para acabar pronto!

Vecinos nuestros y con un arraigo de 10, 20, 30 años… de toda la vida… Trabajando en lo que nadie quiere hacer, viviendo en donde nadie quiere vivir, comiendo lo que nadie quiere comer. Sin documentación, sin sanidad, sin colegio para sus hijos, sin vacunas para los niños, sin…. Sin todo.

A pesar de ello no dejan de ser nuestros vecinos y muchas veces con más tiempo de estancia en la ciudad que sus “señoritos” ¡Por tanto! Debe de reconocerse su presencia en la ciudad, normalizar su situación, darles la documentación que les corresponda a cada uno.

Ni Marruecos ni España deben jugar con esas familias que residen en Melilla aunque nunca se les haya dado documentación por el estado de racismo y segregación que se ha vivido hasta ahora. Nadie debe de ser expulsado del país donde vive, ni debe ser admitido en otro país en el que no reside si no hay más motivo que la limpieza por el origen nacional del presunto expulsado.

Regularizar a las familias en su casa, el trabajo, el colegio y la sanidad de sus miembros debe de ser la primera medida a tomar antes de cualquier otra que se tome para normalizar el transito fronterizo

A varias familias de Melilla se les ha iniciado un proceso de expulsión tras haber logrado escolarizar a sus hijos. Muchas familias presas de pánico han solicitado asilo y se han marchado a la península. Otras al estar la frontera cerrada han aguantado al ver la imposibilidad de ser expulsadas, pero ahora, con la inminente apertura de la frontera son presas del pánico.

España y Marruecos deben estar a la altura por una vez y recordar a ese “colectivo de hombres y mujeres nunca tenidos en cuenta para cosas importantes” Que España anule las ordenes de expulsión en su caso. Que se regularice a las familias residentes efectivas en la ciudad. Que Marruecos se niegue a admitirlos si fuera necesario.

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