jueves, 10 de septiembre de 2020

¿Tendrá razón económica el Ofertorio?


Cuando una persona estudia los libros de economía es frecuente que encuentre la afirmación de que las fuentes de la riqueza son tres: a) LA TIERRA o los recursos naturales del subsuelo, del suelo y de la atmósfera. b) EL CAPITAL en su doble referencia de físico y financiero (máquinas, tecnología y dinero...). c) EL TRABAJO al que incluso se le llama Capital Humano.

Pero cuando un católico va a la Misa encuentra que en el Ofertorio el sacerdote, al presentar el Pan y el Vino, no dice que son fruto de la Tierra, del Capital y del Trabajo, sino que son “fruto de la TIERRA y del TRABAJO DE LOS HOMBRES”, y ahí se queda.

La persona humana se diferencia de los otros seres de la creación porque piensa (filosofa) y comparte su pensamiento con los demás para enriquecimiento mutuo. Así pensando en lo dicho anteriormente veo que hay diferencias importantes, comenzando por ver que no es lo mismo, a nivel de implicaciones sociopolíticas, hablar de Capital Humano que de Trabajo, que es una cualidad básica de las Personas. ¡Eso parece evidente!, pues en la primera expresión Humano es un adjetivo que acompaña al substantivo Capital, que es lo considerado valioso. Así vemos que con esto se está rebajando la dignidad de las personas.

Pero el Capital del que hablan los manuales económicos ¿qué es en realidad? ¿Cómo surgió? ¿Qué finalidad tiene? ¿Cuál es a su base?

En su origen el Capital-dinero no es más que un medio para facilitar el trueque, el intercambio. Es más, empieza siendo un MATERIAL VALIOSO (oro, plata...). Quien organiza la producción se queda con una parte proporcional, algo o mucho mayor a la de los otros trabajadores, igualmente sucede con quien facilita-organiza el trueque.

Ese metal para facilitar el trueque pronto llevará la imagen del poderoso (emperador) para que se vea dónde está el poder... más tarde es UN PAPEL que en un principio tiene el respaldo en oro del Banco Central del país (aún recuerdo “El Banco de España pagará al portador...”). Pronto desaparece ese cambio en oro y se convierte solo en un papel al que le prestamos confianza, fe... ¡Como para decir que la gente non se mueve por la fe!, como a veces dicen “los que se llaman materialistas del dinero”.

Hoy el dinero pasó a ser de PLÁSTICO, o más bien inmaterial, una anotación informática en una banca electrónica, o en la “NUBE”, que no sabemos dónde reside e incluso monedas virtuales como el bitcoin. Dependen de la fe que se les tenga y por eso son tan volátiles...

Pero volviendo a la Empresa tenemos que el Capital en su doble dimensión de fijo y circulante, o Financiero y Productivo (máquinas y tecnología) no es más que el trabajo de las personas acumulado a lo largo del tiempo. Trabajo no pagado a los trabajadores por su actividad, o trabajo añadido al trabajo de los inventores del pasado que permite hacer máquinas más eficientes con el eslabón que se añade al eslabón de la cadena de sus predecesores...

En la era económica post-informática, economía digital, muchos productos se pueden vender a millones de personas, seguir siendo dueño de ellos y seguir vendiéndolos a millones de personas... ¡Son fruto de la cooperación histórica de multitudes de personas y hay que ponerlos al servicio de la sociedad!.

No olvidemos que la capitalización de una empresa es fruto del trabajo de todas las personas (y de sus antepasados), que ejercen su actividad en la empresa (compra, producción, venta...). Por tanto, debería repartirse entre todos teniendo en cuenta las necesidades de reinversión y de colaboración al bien común. Se olvidamos eso colaboramos a la degradación de las personas y al expolio de los pobres. Afianzamos, como decía Pío XI, el Imperialismo Internacional del Dinero y la Dictadura Económica (Quadragésimo Anno 105-109).

Traigo aquí estas sabias palabras de la Doctrina Social de la Iglesia en la gran encíclica Laborem Exercens (1981), que invito leer con calma. De muchos textos interesantes, por espacio, me quedo con este:

“Entonces se debe constatar aquí que el conjunto de medios es fruto del patrimonio histórico del trabajo humano. Todos los medios de producción, desde los más primitivos hasta los ultramodernos, han sido elaborados gradualmente por el hombre: por la experiencia y la inteligencia del hombre. De este modo, han surgido no sólo los instrumentos más sencillos que sirven para el cultivo de la tierra, sino también - con un progreso adecuado de la ciencia y de la técnica - los más modernos y complejos: las máquinas, las fábricas, los laboratorios y las computadoras. Así, todo lo que sirve al trabajo, todo lo que constituye —en el estado actual de la técnica— su «instrumento» cada vez más perfeccionado, es fruto del trabajo (…) Conviene subrayar y poner de relieve la primacía del hombre en el proceso de producción, la primacía del hombre respecto de las cosas.”

Si vivimos el trabajo de esta forma, transformador de la naturaleza y colaboración entre las personas del pasado y del presente, servirá con sus frutos a la vida, a la liberación y a la humanización. De alguna manera, como se dice en Ofertorio, “serán Pan de Vida y Bebida de Salvación”.

Ahora más que nunca: Autogestión


Antón Negro

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