viernes, 18 de octubre de 2024

El cáncer de mama no es rosa, es un marrón

Ilustración de Mónica Lalanda sobre el mismo tema



Adios Cancerito

Ibone Olza/iboneolza.org

El cáncer de mama no es rosa, es un marrón. Mañana es 19 de octubre, el Día Mundial contra el cáncer de mama, y yo me sumo a la campaña de las maravillosas teta & teta: "19 de octubre marrón". Para visibilizar el marrón han creado este corto imprescindible: “El cáncer de mama no es rosa, es un marrón muy grande


Me identifico plenamente con el 19 de octubre marrón: porque muchas de las campañas rosas que veo para visibilizar el cáncer de mama me parecen terribles, cursis e hipócritas. Como esa penosa iniciativa para vender más botellas de plástico ¡rosa! rellenas de agua para solidarizarse con las mujeres que tienen cáncer de mama, por citar un ejemplo…Es el colmo, decir que se va a apoyar a las victimas mientras se pretende seguir contaminando tierra y mar con más plásticos que generan más y más disruptores endocrinos que entre otras muchas cosas facilitan el cáncer y agotan acuíferos.

¡Ay el cáncer!

No creo que podamos saber por qué viene cuándo viene, (más allá de toda la evidencia sobre cómo afecta a nuestros cuerpos la contaminación, los pesticidas, los disruptores endocrinos, el tabaco y el alcohol o el estrés). No creo tampoco que el cáncer venga a enseñarnos nada ni traiga un mensaje oculto que tengamos que descifrar que no hubiéramos descifrado de no haber tenido un cáncer. Pero como mi manera de vivir la vida tiene mucho que ver con lo mucho que me gusta aprender e intentar comprender y estudiar, sí que he intentado ver que podía aprender en este tramo de mi vida.

A mi me ha ayudado mucho compartirlo y por eso aprovecho para escribir esta entrada ahora, porque quería daros las gracias por el apoyo y cariño que he recibido desde que hice público mi cáncer de mama: ha sido infinito. Abrumador, precioso y maravilloso. Tantos mensajes, mimos, acompañamiento y regalos. Tanta escucha. Especialmente de las amigas que tuvieron cáncer antes que yo, benditas seáis.

Ojalá todas las mujeres que atraviesan un cáncer de mama tengan el mismo apoyo que yo he tenido (y ese 1% de hombres que también sufren cáncer de mamá, no olvidemos). Ojalá todas las personas que sufren cualquier tipo de cáncer tengan el mismo apoyo. (Hay personas que me han contado que tienen otros cánceres y que sienten que el de mama es el cáncer estrella, y piden con razón que sus otros cánceres reciban la misma atención que el de mama).

Mi cáncer de mama creo que ya no está en mí, y por eso me despido de él y le digo: ¡adiós cancerito! Entonces una amiga me dice que no le llame cancerito, que no lo minimice, que ha sido y es una enfermedad grave. Tiene razón, pero a la vez yo siento que he sido muy afortunada que se haya pillado tan tempranamente (benditas autoexploraciones) y de que no me hayan tenido que amputar la mama ni darme quimioterapia. Ha sido un cancerito. Aunque tiene razón mi amiga, he tendido a minimizarlo a veces. Como cuándo me he sentido impostora porque estando de baja por enfermedad me encontraba bien. Hay que ver cómo las gasta la autoexigencia y la capitalista que llevo en mi. ¡Cuánto me ha costado aceptar la baja!

Pero no ha sido ninguna broma, y definitivamente siento que marca un antes y un después en mi vida. Antes del cáncer, durante, después del cáncer, ahora.

Una de las cosas que más me ha ayudado ha sido la huerta. Me acostumbré a pasar muchas horas en ella y resultó que era donde mejor me hallaba. Horas quitando hierbas de rápido crecimiento para dejar que crecieran las lechugas o los puerros me hacían pensar que lo que yo hacía con la tierra era muy similar a lo que el tratamiento hacía con mi cuerpo: quitar las células de rápido crecimiento para permitir que el resto siga con su vida. Decidí no llamarlas malas hierbas. Me sorprendió la paz que me daba tocar la tierra, incluso acariciar las lombrices. Así que el cáncer ha acelerado la decisión que ya había tomado antes de venirme a vivir a un pequeño pueblo del norte. Cuanto más rato he pasado en la huerta y en el pueblo más inevitable ha sido el pasar de las redes sociales y del teléfono móvil. ¡Qué liberación! Mi vida social es ahora mucho menos virtual y mucho más oxitocínica.

Ahora que ya ha pasado mis prioridades obvias son dos: que no vuelva y no tener otro cáncer. La triste realidad es que ya se estima que el cáncer nos va acabar tocando a prácticamente a una de cada dos personas en algún momento de nuestras vidas. Los boletos aumentan con la edad. Y es posible que te toquen varios cánceres, además. Un rollo.

Hay que hablar más del cáncer y con el cáncer. Hay que seguir hablándolo, contándolo, compartiendo, y sobre todo escuchando y ayudando a quienes lo están transitando ahora mismo o conviven con él desde hace tiempo.

Podría escribir un libro con todo lo que cancerito me enseñó pero no creo que lo haga. Gracias a todas. Adiós cancerito, adiós.

PD. Por aquí una foto mía en la huerta este verano con mi padre




2 comentarios:

  1. muy interesante
    http://equipocesca.org/mamografia-y-cancer-de-mama-informacion-imprescindible/?fbclid=IwY2xjawGAgulleHRuA2FlbQIxMAABHYwOGhIqSanMqaDocr42TITz0nlXdwZPdMWRn7d-PPFK-Ac4TcVDBSs8vg_aem_7wCxgiUMhy_WtaSYklz2qg

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