¿Es sensato preconizar tratamientos masivos en una enfermedad de la que más del 99% de los afectados se recupera espontáneamente? ¿estamos otra vez ante una adscripción emocional a una terapia?
Los defensores de la “Ortodoxia Covid” una y otra vez han recurrido a los argumentos sin rigor y a los datos sesgados e incluso falseados. Esto hacía particularmente importante que los sectores críticos, mucho más débiles y sin acceso a los medios de comunicación, no cayéramos en la tentación de criticar sin base. Esto no ha sido así, las voces críticas han caído incluso en contradicciones, por ejemplo: se señalaba que el virus era fabricado dentro de un plan establecido para inocular con vacunas con propiedades varías al margen de la producción de la inmunidad y decir al mismo tiempo que la vacuna habían sido desarrolladas de forma precipitada sin suficientes estudios era un poco chocante. ¿si habían preparado el virus no sería más lógico que hubieran al mismo tiempo desarrollado la vacuna, asegurándose que servía a sus fines pecuniarios o de manipulación de la genética o fisiología de las personas que las recibían?
Con la Ivermectina y otros tratamientos precoces, se está rozando continuamente la contradicción. Los mismos que afirman que la Covid 19 no es para más del 95% más virulenta que la gripe, insisten en tratamientos farmacológicos precoces, ¿se propone también tratar precozmente la gripe en la población de riesgo? Si la propuesta es tratar solamente los infectados con el SARS-COV 2 que presentan unos determinados riesgos, habría que hacer ensayos clínicos randomizados que incluyan esa población, con la suficiente muestra para proporcionar resultados significativos.
Cuando se repasa los artículos de los defensores de la Ivermectina, se encuentran muchos estudios de una calidad cuestionable, en poblaciones de todo tipo y que dan resultados con una variabilidad que hace que recurrir a metanálisis sea muy peligroso, “mezclar peras con manzanas y chirimoyas” sirve para hacer un ensalada de frutas, pero no para producir evidencia científica.
La experiencia además nos debería llevar a exigir estudios independientes. Es muy criticable que los ensayos sobre fármacos, como las vacunas Covid, sean dirigidos, sin suficiente fiscalización, por las propias empresas que las van comercializar. Me siembra muchas dudas que los ensayos sobre la Ivermectina sean conducidos por personas que previamente son partidarios entusiastas de su utilización. Un estudio científico puede ser manipulado con facilidad, por lo que la actitud inicial debe ser crítica cuando la independencia del equipo investigador no está garantizada.
En estos momentos desde mi modesto punto de vista, y de personas con mucha mayor autoridad científica que yo, la ivermectina debe ser considerada una opción con algunos estudios prometedores pero nada más. Para utilizar un fármaco nuevo no basta con que posean un mecanismo de acción bioplausible, ni experimentos de laboratorio.
Tampoco la observación de la evolución de grupos de pacientes sin grupo control adecuado, ni estudios “ecológicos” que analizan la evolución en una zona geográfica de una enfermedad en función del numero de dosis de un fármaco que se han administrado. Estos son indicios que deben servir para poner en marcha otros estudios más capaces de establecer una asociación causal.
A estas alturas no pienso que sea sensato el uso masivo de la ivermectina pero tampoco para prohibirla. Hay que proporcionar a los posibles receptores del fármaco información lo más contrastada y ecuánime posible. Lo que me entristece es que personas con las que comparto la crítica a la falta de rigor con la que se ha puesto en marcha una vacunación universal, afirmen que no hay dudas sobre la efectividad del empleo de la Ivermectina como antiviral en la Covid-19. Se defiende su utilización en unas personas con una patología sobre la que persisten muchas incógnitas y con unas pautas sobre las que existen poca experiencia previa.
Es triste que mi postura, por muy errónea que pueda ser, fuera considerada fruto de una colaboración con la "Big Pharma", no interesada en fármacos baratos. Una acusación que se está repartiendo a diestro y siniestro. Tener un costo accesible es una virtud importante pero que no proporciona por si mismo efectividad clínica. No podemos caer en el error de los “covidortodoxos” que excomulgan al disidente sin piedad. El problema de los defensores de la Ivermectina no es tanto su apuesta sino que digan , en una cuestión científica, que no hay ninguna duda razonable sobre su efectividad y seguridad. Eso es un dogmatismo inaceptable.
Personalmente sigo apostando por el tratamiento precoz del Covid-19 basado en la mejoría de la respuesta inmunitaria innata y en promover conductas que disminuyan el peso de los factores de riesgo de mala evolución por ejemplo la dieta. No creo que los fármacos sean el centro de la lucha contra una enfermedad vírica, ni los baratos ni los caros, y su papel, que es en todo caso limitado y secundario, debe ser cuidadosamente definido. Creo que es insensato preconizar tratamientos masivos en una enfermedad de la que más del 99% de los afectados se recupera espontáneamente.
Ahora más que nunca: Equilibrio
José R. Loayssa
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