JUNTOS y RESISTIENDO que es Gerundio
En Zaragoza el 19 y 20 de Noviembre nos hemos reunido sobre 100 profesionales (en el debate virtual previo participaron más de 160). El encuentro estaba dedicado a analizar la pandemia Covid en el mundo en que vivimos. Era el primer encuentro presencial del Siap-covid-19 que vio la luz en marzo del 2020. Las ponencias han abordado diversos temas: Vacunas, Mujer y Pandemia, la dimensión e impacto del Covid 19 en los niños, Seguridad del Paciente, etc.
Una de ellas estuvo dedicada a Ciencia, política, capitalismo y Pandemia. La preparamos Paz, Ariel y yo. Me tocó exponerla. El resumen lo podéis leer a continuación. Una de las fotos corresponde al grupo que comimos en la Facultad de Medicina y otra a mi exposición.
Fue un encuentro de alto nivel científico y humano. Como dijo Gérvas en su intervención final, preferimos ser perdedores de largo recorrido que "comemierdas" (no dijo eso pero casi)
CIENCIA, POLITICA, CAPITDLISMO Y PANDEMIA
José R Loayssa. Ariel Petrucelli, Paz Frances.
La respuesta sanitaria y política a la Pandemia, y no tanto ésta, es la que merece el calificativo de excepcional. Pero en realidad es un respuesta acorde con las lógicas, tendencias, necesidades e intereses del sistema económico y de dominación política.
En el curso de la Pandemia hemos podido apreciar la turbia relación entre política, ciencia y capitalismo. Una profundización de los procesos que se vienen viviendo desde hace décadas. El capitalismo ha creado condiciones altamente favorables tanto para la emergencia como para la difusión de nuevos virus, con sus consecuencias en términos de enfermedad y muerte. A su vez, la Pandemia ha acelerado los cambios en curso: como la uberización y precarización de las condiciones laborales, la digitalización y virtualización de la educación y la cultura, no menos que la concentración de los capitales y el aumento de la desigualdad social.
La estrategia dominante adoptada para afrontar la pandemia (con muchas variantes en su aplicación concreta pero escasas excepciones sustanciales) ha seguido presupuestos sanitarios autoritarios, reaccionarios y neoliberales en lo político, y biologicistas, a-sociales y reduccionistas en lo epistemológico. Usando todo el potencial agresivo de una medicina preventiva mal entendida, la prioridad ha sido la imposición de normas para los comportamientos individuales y el castigo a quien los incumpla, antes que la intervención diferencial en contextos e instituciones específicos, aplicando recursos sanitarios y sociales por medio de la información y la participación consciente de las personas para establecer pautas sensatas en la organización del trabajo, habitabilidad, etc.
La estrategia seguida reflejaba una perspectiva tecnocientifista que pretende afrontar una crisis social compleja mediante simples remedios milagrosos (ya sean restricciones brutales o la vacunación) sin cuestionar sus condicionantes ni interacciones. Se ha dado la espalda a planteamientos progresistas propios de la epidemiología entendida ante todo como una ciencia social, o cuando menos biológico-social, arrojando a la basura aspectos tan básicos como los enfoques integrales, la información veraz, la participación y la decisión informada. Y todo esto ha sucedido con el aplauso e incluso el protagonismo de profesionales que, hasta ayer habían cuestionado el biologicismo y reivindicado el aspecto esencialmente social de la epidemiología.
Los gobiernos han recurrido a la necesaria protección sanitaria a la población concediéndose poderes plenipotenciarios y limitando derechos individuales a un nivel sin precedentes en los países “democráticos”. Todas las medidas se han adoptado recurriendo al autoritarismo, la represión, el control de la información y la censura, como hacen los regímenes autoritarios. El autoritarismo de los gobiernos se ha resguardo tras los expertos y la ciencia. Pero como no había consenso alguno entre los expertos, y como la ciencia presupone, por esencia, diversidad de perspectivas y controversias teóricas y empíricas, hubo que silenciar a una cantidad enorme de científicos y pervertir la ciencia con lecturas sesgadas, silenciado cualquier debate (rasgo esencial de la cientificidad). Se empleó la ciencia como si fuera una religión, portadora de verdades rebeladas indiscutibles. Pero lo más grave es que no pocos científicos se sintieron cómodos en el nuevo rol sacerdotal. Las honrosas excepciones no desmienten tendencia general.
El monopolio informativo y la estrategia del miedo han conseguido el sometimiento amplio de la población, demostrando la capacidad de manipulación de conciencia y opinión que poseen los gobiernos y los grandes poderes económicos. Una manipulación elaborada cuidadosamente, recurriendo a técnicas que apelan a la dimensión irracional de los seres humanos, con recursos extraídos de la psicología cognitiva y social, así como del marketing, y apelando a la muerte y al miedo para obturar toda forma de criticidad. Se ha combinado una intervención de carácter “biopolítico” -expropiar el control de la propia vida y salud para protegerlas desde la óptica de “vigilar y castigar”-, con resultados que se pueden calificar de “necropolíticos”: un daño enorme en términos de vida y salud, especialmente de los más desfavorecidos.
Para explicar las motivaciones de los gobiernos y la reacción de los poderes económicos no sirve la idea de una “gran conspiración” organizada al milímetro por un “estado mayor” de las elites. Hay que tomar en cuenta la lógica y funcionamiento de las casta políticas, sus intereses y los beneficios derivados de ejercer un poder totalitario y aparentemente eficaz en su perpetuación en el poder. Hay que comprender las condiciones culturales que entronizaron a la salud en una nueva religión. Hay que tener en cuenta las transfomaciones sociales y culturales operadas en los últimos lustros. Y no se puede descuidar ni los intereses de la industria farmacológica, ni la emergencia del capitalismo digital.
¿Por qué los Gobiernos y la propia OMS pasaron de hablar de una gripe más a una catástrofe bíblica en cuestión de días?
¿Por qué la población ha asumido el relato de los Gobiernos y ha aceptado ser castigada sin apenas protesta?
¿Ha sido la gestión de la Pandemia un fracaso sanitario pero un éxito político?
¿Cuáles han sido las consecuencias en térmicos de subjetividad colectiva y sobre el régimen Político ?