Mostrando entradas con la etiqueta Isabel Canales. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Isabel Canales. Mostrar todas las entradas

miércoles, 3 de abril de 2024

La gestión del covid19 en la infancia - Isabel Canales (pediatra)/Manuela contreras (matrona) . Texto y vídeo

Isabel Canales/ Manuela Contreras

Las medidas adoptadas durante la pandemia Covid19 impactaron de manera muy importante sobre la infancia y la adolescencia. mLas tomadas en nuestro medio no tuvieron parangón con otros países europeos. Evaluar y debatir con serenidad al respecto sigue siendo una asignatura pendiente. En esta sesión repasamos cronologicamente los principales acontecimientos vividos durante la misma en relación a este grupo de edad. Hechos, noticias, decisiones adoptadas, evidencias científicas y especialmente las consecuencias que todo ello supuso para los menores sin que apenas escucháramos sus voces.

Queriendo entender cómo ocurrió todo lo anterior, abordamos cuatro aspectos importantes que influyeron en las familias para que, o bien aceptáramos el relato oficial, o bien no exigiéramos otras formas de proceder con los niños/as y adolescentes: El estado de conmoción y miedo avivado, la cultura preventiva falaz e interesada del “cuanto más mejor”, la falta de asociacionismo o el haber convertido a los profesores en “policías” y haber aumentado su carga burocrática,fueron algunos de ellos.

Creemos imprescindible la evaluación de lo acontecido, la recuperación de un debate que que posibilite aprender sobre lo sucedido. para no repetir en situaciones similares lo que hizo daño, para no legislar como se está empezando a hacer ya, sin revisar socialmente las decisiones tomadas, las evidencias disponibles y las consecuencias derivadas de las mismas. 

Hace falta fortalecer la sociedad y sus recursos para afrontar estas difíciles situaciones de otra manera. una sociedad moderna construye una cultura mucho más respetuosa con toda la infancia, especialmente con la más empobrecida. Una sociedad avanzada promueve una cultura sanitaria basada en el “primum non nocere” o en el “menos es más. sin miedo a la evaluación y al debate.

martes, 4 de abril de 2023

Las medidas tomadas en pandemia aumentan problemas de salud mental


"El 40% de los 25.000 nuevos pacientes psiquiátricos de Osakidetza son menores.
La Red pública de Salud Mental atendió el pasado año a 60.000 personas en Bizkaia, un 11% más que antes de la aparición del covid
La pandemia ha tenido un doble efecto sobre la salud mental. Su incidencia ha sido directa sobre el aumento de los casos, pero también ha logrado que deje de ser..." . (artículo aqui)

El impacto que las medidas tomadas en la pandemia (escribirlo así nos obliga a responsabilizarnos mucho más claramente que cuando escribimos "la pandemia" -ese fenómeno metereológico que nos vino dado- han tenido y tienen sobre la salud global y también la mental y la pobreza y etc. están encima de la mesa desde hace 3 años, construyéndose según avanzaba el tiempo evidencia cada vez más robusta. 
Que ocupe un titular ahora y no mucho antes, llama la atención.

Que escribamos "pandemia" y no "las medidas que hemos tomado durante la pandemia", llama la atención.

Que en la misma frase como consecuencia de "la pandemia" aparezcan de esa manera contras (aumento de los casos) con pros (la enfermedad mental deje de ser tabú, que se visibilice) llama la atención. No solo porque lleva implícita una simetría sospechosa. No dan igual los contras provocados aunque esto pueda tener una derivada constructiva. Que la derivada pueda tener un aspecto positivo no puede descargar de la necesidad de análisis de la raíz que ha provocado dolor. 

No puede ser una especie de "no hay mal que por bien no venga" light. Primero hay que analizar el mal generado, responsable y rigurosamente, para que no se vuelva a repetir, para saber, para no mentirnos... y después, de manera secundaria construir con las derivadas que hayan podido surgir. 

Además, llama la atención que se haga una lectura solo positiva (que yo creo que la tiene) de la visibilización de lo que llamamos enfermedad-salud mental, con escasas voces previniendo respecto al riesgo que también podríamos estar asumiendo al normalizar la psicologización/psiquiatrización de la infancia/adolescencia/juventud si no tocamos las raíces estructurales
https://www.elsaltodiario.com/coronavirus/covid-e-infancia-podemos-aprender

El otro día, estuvimos hablando con unos 20-30 jóvenes en el Gaztetxe de nuestro pueblo al respecto. Lo más interesante fue escucharles. Fue duro escuchar su desesperanza, pero eran capaces de pedir y ponerse a trabajar por cambios sociales y estructurales. A mi me llamó la atención la petición prioritaria (?) de más psicólogos y más psiquiatras que abanderaban... y lo cansad@s que estaban en el intento de lucha de lo estructural ( que influye no solo sobre lo socioeconómico sino también sobre lo biográfico, sobre lo familiar).

¿ Cansad@s de la lucha estructural (incluso l@s convencid@s), nos entregamos a la psicologización/psiquiatrización de nuestras vidas?

Les dimos las gracias por compartir sus testimonios, por no rendirse, por trabajar por la Salud Mental Infantojuvenil más que muchos programas rimbombantes. Necesitamos como sociedad poner en valor, agradecer todo el trabajo ingente que l@s niñ@s y jóvenes hacen cada día para no dejarse asimilar por la trituradora ésta. Se lo dijimos. Fue un lujo.

Ahora más que nunca: sanidad solidaria

Isabel Canales

lunes, 20 de junio de 2022

Atención primaria en España: dónde estamos y a dónde queremos ir

Una propuesta del Seminario de Innovación en Atención Primaria celebrado en Toledo, en su fase presencial, los días 10 y 11 de junio de 2022
http://equipocesca.org/atencion-primaria-en-espana-donde-estamos-y-a-donde-queremos-ir/

Dónde estamos

En el actual contexto político internacional de predominio neoliberal los servicios de los especialistas focales de hospitales y clínicas especializadas parecen responder mejor a las expectativas y demandas de tecnología, biometría y salud de las clases sociales media y alta y a la creencia en una medicina brillante y cuasi-milagrosa, consumista y basada en diagnósticos precisos e intervenciones puntuales, que “devuelve” y potencia la salud de quienes se supone que saben cuidar de sí mismos, en un marco ajeno a los determinantes sociales. Una medicina que responde a la visión individualista y tecnológica como ha demostrado la respuesta sanitaria a la pandemia covid19, que “da buenas noticias”, centrada en una prevención exhaustiva que todo mal evita.

En contraposición, predomina la idea de que los servicios de atención primaria y comunitaria prestados básicamente por generalistas, medicina y enfermería de familia, deben limitarse esencialmente a pacientes sin capacidad de “cuidar de su salud”, por deterioro senil, escasa educación formal o por otros factores que obligan a su atención por profesionales que cuidan y ayudan a sobrevivir sin dar el protagonismo que merecen los determinantes sociales ni las “condiciones de vida”.

La reforma de 1984 apenas ha recibido soporte político y presupuestos adecuados, y tras casi cuarenta años la atención primaria proyecta una imagen de desolación que ahuyenta a los propios profesionales y a determinados grupos de pacientes. Es cierto que hay centros de salud ejemplares, quizá cientos (como muestra, San Pablo en Zaragoza, Cudillero en Asturias, La Mina y El Raval en Barcelona, Daroca en Madrid, Camarenilla y Arcicollar en Toledo y Almanjáyar en Granada), pero no se promueve ni estimula el aprender de ellos, el “benchmarking” que los señale como referencia de que es posible desarrollar atención primaria de calidad con el modelo público de 1984.

Los errores iniciales han impactado sin corrección alguna pues se sigue pretendiendo responder a necesidades distintas con escaso presupuesto y un modelo uniforme y rígido que no ha potenciado la longitudinalidad, el valor básico de la atención primaria, ni la polivalencia, la capacidad de respuesta inmediata y resolutiva que da prestigio y atrae a los mejores profesionales y ciudadanía. Tampoco se ha cumplido la Ley General de Sanidad de 1986, especialmente en lo que se refiere a la universalización del derecho a la atención y la desaparición de las mutualidades (acceso directo a especialistas focales de entidades privadas de seguros, pagado con presupuesto público, para el funcionariado civil y militar).

A esto hay que añadir la falta de iniciativas para desarrollar la vertiente comunitaria de la atención primaria, hecho que ha imposibilitado la integración o, al menos, coordinación de los recursos territoriales (activos comunitarios de salud) desde una perspectiva intersectorial y, por tanto, transversal.

A dónde queremos ir

El objetivo final es conseguir una atención primaria y comunitaria atractiva y resolutiva que capte a profesionales sobresalientes (en el sentido científico y técnico pero sobre todo humano) para responder con mirada longitudinal y competencias polivalentes a los problemas de salud de pacientes, familias y comunidades, contando con su participación para mejor paliar los efectos de los determinantes de salud, tanto dentro como fuera de las consultas.

Para aproximarnos a este objetivo consideramos conveniente:

Destacar las fortalezas de la atención primaria y comunitaria española y tomar ejemplo de los numerosos centros y equipos que han puesto en marcha iniciativas de excelencia asistencial, docente e investigadora.

Promover iniciativas de análisis crítico del modelo instaurado en los años 80 que tengan en cuenta los diferentes contextos poblacionales (rural/urbano), socioeconómicos y culturales para hacer aflorar nuevas perspectivas estratégicas, organizativas y de actividades de promoción de la salud, prevención y asistenciales reparadoras con los recursos propios de la atención primaria y comunitaria. Es imprescindible pasar de la cultura de la queja a otra propositiva e innovadora.

Para salir del pozo lo primero es dejar de cavar y para ello hay que cambiar la narrativa y recuperar los relatos de grandes referentes nacionales en lo que respecta a los elementos conceptuales básicos de la atención primaria y comunitaria, como la longitudinalidad y la respuesta polivalente a los problemas. En España contamos con múltiples ejemplos que deberíamos utilizar como puntos de referencia pese a ser habitualmente poco conocidos, como el proyecto liderado por el recientemente fallecido Lorenzo Arribas en el centro de salud de La Chana (Granada) y su “unidad clínica de atención familiar”.

Devolver al “Sistema Nacional de Salud” el sentido de “Servicio Nacional de Salud” y ofrecer atención primaria a toda la población (funcionariado e inmigrantes sin papeles incluidos) bajo control/regulación gubernamental y de potenciar aquellos aspectos que mejoren la eficiencia y la equidad, con servicios ajustados a necesidades y sin (o con bajos) copagos que reviertan en lo posible la Ley de Cuidados Inversos.

Encontrar nuevas fórmulas de relación laboral profesional con el sistema público que promuevan su mayor independencia en la prestación de servicios. Tenemos ejemplos claros en diversos países europeos, como Dinamarca, Noruega y Países Bajos con potentes sistemas sanitarios públicos y cupos en atención primaria.

Garantizar el primer contacto y la longitudinalidad en la atención a los problemas de salud a lo largo de la vida (centrada en las expectativas y creencias de personas, familias y comunidades), mediante la prestación de servicios apropiados, de alta calidad y cerca del paciente (hacer el 100% de lo que hay que hacer y no hacer el 100% de lo que no hay que hacer), capaz de coordinar los servicios de especialistas focales y sociosanitarios cuando sean necesarios.

Exigir la implantación de la atención primaria en las facultades de ciencias de la salud, como campo de conocimiento con estructura académica propia y pilar básico que ha de impregnar la formación a lo largo del grado.

Poner en marcha inminentes acciones correctoras para no incrementar el riesgo de irreversibilidad de los problemas.

NOTA

Este texto es producto del Seminario de Innovación en Atención Primaria (SIAP) celebrado en su fase presencial en Toledo (España) los días 10 y 11 de junio de 2022, que estuvo precedido por un debate virtual durante el mes previo

http://equipocesca.org/etica-de-las-pequenas-cosas-del-dia-a-dia-en-la-clinica-seminario-de-innovacion-en-atencion-primaria-numero-44-en-toledo-espana-presencial-los-dias-10-y-11-de-junio-de-2022/

El tema general fue “ética de las pequeñas cosas”, y este texto es un producto colectivo que surgió a partir de la presentación de Amando Martín Zurro (médico de familia, profesor y responsable de planes estratégicos de formación en atención primaria) “Evolución de la Atención Primaria y Comunitaria en España. De las expectativas de los años 80 a la situación crítica actual”

http://equipocesca.org/resumenes-de-las-ponencias-en-el-seminario-sobre-etica-de-las-pequenas-cosas-celebrado-en-toledo-en-su-fase-presencial-los-dias-9-y-10-de-junio-de-2022/

martes, 14 de junio de 2022

COVID E INFANCIA. ¿PODEMOS APRENDER?

Isabel Canales (pediatra) y Manuela Contreras (matrona y miembro de la plataforma escuela y covid).

Resumimos en estas líneas nuestra visión y estudio de lo acontecido en relación a la pandemia covid y la infancia y sus consecuencias (más ampliamente recogido en uno de los capítulos, del libro “Una pandemia sin ciencia ni ética”, de J. R. Loayssa  y A. Petruccelli, mayo 2022).

1. Se pudo hacer un mejor balance riesgos-beneficios

En los diferentes momentos de la pandemia muchas cosas se han dicho y hecho en relación a la infancia y adolescencia. Repasar cronológicamente todo ello, no desde lo que sabemos ahora sino desde las dudas y también el conocimiento que había en cada momento, es posible. Si bien es cierto que inicialmente la incertidumbre dominaba la escena, se iban acumulando datos, testimonios y evidencia que señalaban la idoneidad de revisar, incluso corregir algunos protocolos e informaciones ampliamente extendidas.

Cuando todavía caminábamos entre sombras y uno de los mensajes más extendidos sobre los más jóvenes era el falso “hipercontagiadores” o el “son muy resilientes”; cuando en los inicios del confinamiento las primeras voces se alzaban alertando sobre las posibles consecuencias sobre infancia y, además de una invisibilización general de los más jóvenes, se repetía “ no hay evidencia que hable del daño de las medidas sobre los niños”; antes de que los primeros datos cercanos al respecto aparecieran, la filósofa Marina Garcés, entre otros, expresaba lo siguiente respecto al impacto del confinamiento sobre los niños ( abril 2020): “Los hay que están viviendo unas pequeñas vacaciones con sus padres. Los hay que están metidos en verdaderos infiernos” (1). La evidencia científica necesitaba tiempo para construirse pero confinamiento y vida en libertad no son ni eran equiparables. Disciplinas como la filosofía, la sociología, la ética ponían luz sobre todo ello pero no parecían ser tenidas en cuenta.

Se publicaban los primeros datos. A principios de abril 2020, la Fundación para la Ayuda de Niños y Adolescentes en Riesgo ANAR destacaba que “muchos niños y adolescentes están sufriendo más violencia y desprotección que nunca” y, como hecho insólito, subrayaban dentro de las agresiones extrafamiliares las producidas por los vecinos (1,7%), entre otros (2). También en abril 2020, una editorial publicada en The Lancet alertaba sobre los más de 154 millones de niños que se habían quedado sin escuela en América Latina y Caribe, de los cuales 85 millones se beneficiaban de programas de alimentación en la escuela y eran 10 millones de niños para los que aquella comida suponía una de las fuentes más fiables de nutrición (3). ¿Era ésta una realidad “lejana”? La pobreza infantil se encontraba cerca del 30% ya antes de la llegada del coronavirus a nuestro país, y afectaba a 2,2 millones de niños, niñas y adolescentes, según los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) para 2019. Dependiendo de las fuentes, entre medio millón y un millón de niños y adolescentes carecían de ordenador en su casa, en la era de la escuela digital (4). La plataforma de Asociaciones de Psiquiatría y Psicología Clínica por la Salud Mental en la Infancia y Adolescencia, publicaba en Abril de 2020 un informe en el que analizaba estudios científicos referidos al impacto en la salud mental de otras pandemias y las medidas tomadas en las mismas como cuarentenas y aislamientos. Advirtiendo que un 30% de los niños, niñas y adolescentes podrían presentar síntomas de estrés post-traumático por las medidas impuestas en la gestión de la COVID-19 (5).

Tras las primeras semanas del confinamiento conocíamos asimismo los primeros estudios cercanos sobre las consecuencias del mismo en la infancia. El estudio de la Universidad del País Vasco “Las voces de los niños y de las niñas en situación de confinamiento por el Covid-19” (6), apuntaba a un impacto negativo a diversos niveles: académico, físico, social y emocional. OPIK, entre otros, en su informe “La salud de la infancia confinada” (7), con más de 11.000 encuestas realizadas en todo el Estado destacaba: “el 25% de la población no tiene espacio exterior al que salir en su vivienda”,” el 25% de los niños está más de 6 horas delante de pantallas”,” el 20% de la población infantil no está realizando apenas ejercicio físico” y todo ello era más acusado en los hogares vulnerables cuyas viviendas presentaban más humedades, ruido, tabaco y falta de luz solar que el resto.

Y aun así estuvieron 42 días sin poder salir de casa, sin parangón con ninguna otra edad y con muchos de los países europeos. Era necesario pronunciarse sobre las medidas y sus consecuencias, porque entre otras nos jugábamos su Salud Mental. La Sociedad Francesa de Pediatría (8) lo hizo en Mayo 2020: “Queremos tranquilizar a los padres...La Covid19 en los niños es una enfermedad benigna en la casi totalidad de los casos. Hay muchos más beneficios que riesgos en recuperar la vida colectiva”. En nuestro medio hubo escasas alusiones oficiales al respecto hasta Junio, cuando la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria y Save the Children destacaban en su informe “La nueva normalidad educativa y de ocio” (9): “el riesgo sin precedentes que el cierre de los centros educativos había supuesto en términos de protección a la infancia y derecho a la educación”, siendo esto especialmente grave en los niños y niñas más vulnerables. Entre los numerosos datos que se aportaban destaca “el alumnado en situación de vulnerabilidad tiene 4 veces más probabilidades de repetir curso que el resto de sus compañeros a mismo nivel de conocimientos”.

Tras aquel verano se abrieron las aulas pero los protocolos sustituyeron en demasiadas ocasiones al sentido común. Y a finales de curso los hechos y la evidencia científica revelaban el gran impacto de medidas como los cierres de escuelas o los confinamientos en la salud mental (10) y aprendizaje (11) de la infancia y juventud. Hasta el punto que algunos investigadores (10) instaban a los gobiernos a tener en cuenta las consecuencias negativas para la salud pública antes de adoptar medidas restrictivas en la infancia. La Asociación Española de Pediatría alertó en junio de 2021(12) que las urgencias pediátricas por problemas psiquiátricos habían crecido un 50%, los ingresos en unidades de psiquiatría infantil se habían multiplicado por cuatro, y por dos los trastornos de conductas alimentarias. Algunas familias y pediatras (13) se preguntaban si el próximo curso dejaríamos a los niños ser niños, y nos sorprendía que aún se pudieran escuchar eslóganes como “los niños son héroes”-dicho por la ministra de educación (14)-, “resilientes” o “se adaptan bien”, porque temíamos que colaborara a esconder estas dramáticas consecuencias y prolongar, al siguiente curso, algunas de las medidas de los protocolos educativos que no contaban con un adecuado balance riesgo- beneficio, como así sucedió. En el curso 2021/22 se continuaron aplicando medidas desproporcionadas durante meses en las escuelas, como el confinamiento de toda una aula con un único caso positivo, la sectorización de los patios o el uso de mascarilla hasta realizando deporte al aire libre.

En demasiadas ocasiones se vivía un ambiente de criminalización que no seguía más que la lógica y el discurso mediático imperante. Les hemos llamado de todo: hipercontagiadores, irresponsables, egoístas…, al principio sin evidencia y después en contra de la misma, sin la más mínima ética y respeto. Seguíamos sin preguntarles a ellos, ¿en cuántas aulas hubo y hay espacio para la escucha, para el análisis, para las disculpas por lo que les hemos hecho? Es importante escuchar su voces porque los niños en esta pandemia pueden estar haciendo un sobreesfuerzo, para encajar las medidas impuestas, que les ha podido alejar de sus propias necesidades. El dolor no visto no es fácilmente reparado. Si no cuidamos el espacio para sus preguntas y sus voces, podríamos estar gestando un estado de falta de debate, de aprendizaje; la simplificación de cuestiones complejas y acabar señalando y castigando a todos los que opinen diferente en la infancia y después en la edad adulta (16).

2. Nos duele “medicalizar” o “patologizar” a la infancia y juventud. No deberíamos ocultar las causas del deterioro de su salud mental y desarrollo.

Hay experiencias imprescindibles en la vida y periodos críticos para vivirlas. ¿Es difícil que entendamos esto los adultos? ¿Es posible olvidar tan rápido el primer beso, o las ganas de darlo; la primera vez que alguien tocaba nuestras manos de una manera nueva y absolutamente inolvidable; aquella sensación mágica de hacer amigas para siempre o las ganas de cambiar el mundo de arriba abajo que nos atravesaban a esa edad? Es cierto que posteriormente algunas de las amigas para toda la vida dejarán de serlo; habrá besos que superen con creces aquel primero; primeras manos genuinas que se encuentran pasado el ecuador de la vida; e ideas y compañeros de viaje que mudarán también, a veces con dolor y otras con alivio. Pero aunque la vida además de desgarros nos siga regalando inesperados momentos de intensidad, la concentración de experiencias del “despertar a la vida” que se dan en esos primeros años será algo irrepetible que dejará una huella para siempre. Y no deberíamos olvidarlo.

Niños, adolescentes y jóvenes gritan sin ningún tipo de guion la necesidad imperiosa de contacto, amor y vida que traemos todos. De cómo los adultos seamos capaces de proteger y no bloquear ninguna de estas necesidades vitales dependerá, en gran medida, la vida de los más pequeños.

Los casos de ansiedad, depresión, suicidio, así como el de consumo de drogas, juegos y pornografía (15) se han disparado en estos dos últimos años entre los más jóvenes, según diversos estudios, y la actual saturación de los servicios de Salud Mental infanto-juvenil así lo refleja. Se han anunciado en las últimas fechas y mediáticamente programas de detección de depresión en los más jóvenes. Y sin discutir la necesidad de acompañamiento de estos menores tanto en las consultas de Pediatría como en las Unidades de Salud Mental, y de mejora urgente de los recursos de Atención Primaria para ello, es llamativa la orientación exclusivamente médica, la ausencia de análisis de fondo social o de la mera hipótesis de su relación con lo vivido durante esta pandemia y el daño infligido. Si no leemos las razones estructurales, sociales y de fondo, el riesgo de psicologización, medicalización y patologización de la infancia y adolescencia podría ser enorme. ¿Más médicos, psicólogos y psiquiatras se traduce en mejores resultados en Salud Mental? El grueso de los determinantes de la Salud no dependen del sistema sanitario sino del contexto socioeconómico y político-normativo.

Decía Denis P Burkitt: “Si la gente está constantemente cayéndose por un acantilado puedes colocar ambulancias bajo el acantilado o construir una valla en la parte superior”. Además de poner ambulancias abajo, además de atender asistencialmente el dolor que están atravesando, ¿pondremos una valla para que no nos sigamos despeñando? Analizar lo hecho estos dos años de pandemia respecto a las medidas que afectaban a los más jóvenes, para aprender, para no repetir algunas cosas, para no creernos el “ era necesario hacerlo así sin duda” es básico si queremos reparar el daño producido, que en su caso parece claramente mayor al que decíamos querer evitar.

Si solo centramos la respuesta en lo asistencial, si solo ponemos ambulancias a los pies del acantilado, la gente seguirá cayéndose, los jóvenes seguirán cayéndose y ni hay ambulancias para tanta gente ni creemos que ésa sea la mejor respuesta, no al menos exclusivamente. Construyamos una valla potente entre tod@s. Estamos seguros que los más jóvenes están deseando ayudar. Su generosidad, su fuerza y sus ganas de construir un futuro mejor no se han puesto suficientemente en valor. Para ello, deberemos escucharlos. Escucharlos, no ocultar las causas de su malestar y atajarlas es valla y es ambulancia a la vez. Los necesitamos. Nos necesitamos.



1. Garcés M. El control social será uno de los grandes ganadores de la pandemia. 2020 Abr. Recuperado de: https://www.lamarea.com/2020/04/03/marina-garces-el-control-social-sera-uno-de-los-grandes-ganadores-de-la-pandemia/

2. La Fundación ANAR detecta 173 casos graves de violencia a niños en sus casas. 2020 Abr. Recuperado de:  https://www.lavanguardia.com/vida/20200401/48252385680/la-fundacion-anar-detecta-173-casos-graves-de-violencia-a-ninos-en-sus-casas.html?facet=amp

3. Editorial. Redefining vulnerability in the era of COVID 19. The Lancet. 2020 Apr; 395: 1089. doi: https://doi.org/10.1016/S0140-6736(20)30757-1

4. UNICEF. Impacto de la crisis por COVID-19 sobre los niños y niñas más vulnerables; 2020 Sept. Recuperado de:
https://cendocps.carm.es/documentacion/2020_Impacto_crisis_COVID19_ni%c3%b1os_vulnerables.pdf

5. Asociaciones de Psiquiatría y Psicología Clínica por la Salud Mental de la Infancia y Adolescencia de España. Salud Mental en la Infancia y la Adolescencia en la era del COVID-19; 2020 Abr. Recuperado de: https://www.sepypna.com/documentos/2020_InformeCOVID_final.pdf

6. Berasategui N, Idoiaga N, Dosil M, Eiguren A, Pikaza M, Ozamiz M. Las voces de los niños y de las niñas en situaciones de confinamiento por el COVID-19. Universidad del P.V; 2020. Recuperado de: https://web-argitalpena.adm.ehu.es/pdf/USP00202291.pdf

7. Grupo de Investigación en Determinantes Sociales de la Salud y Cambio Demográfico (OPIK), Universidad del País Vasco. et al. La salud de la infancia confinada: datos preliminares sobre el impacto del confinamiento en la salud de niños y niñas de 3 a 12 años; 2020 Abr. Recuperado de: https://www.ehu.eus/documents/3638427/0/La+salud+de+la+infancia+confinada/9c172950-548d-261f-e670-a48536d8fe36

8. Société Francaise de Pédiatrie. Enfants en collectivité et COVID-19 : Lettre aux parents et aux professionnels de l’enfance; 2020 My. Recuperado de: https://www.sfpediatrie.com/sites/www.sfpediatrie.com/files/medias/documents/lettre_aux_parents_version_definitive.pdf

9. Save the children y Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria. La nueva normalidad educativa y el ocio: vuelta a los centros educativos y comienzo de las actividades de verano; 2020 Jn 1. Recuperado de: https://www.savethechildren.es/sites/default/files/2020-06/InformeLaNuevaNormalidadEducativaYDeOcio.pdf?utm_source=NotaPrensa&utm_medium=referral&utm_campaign=Coronavirus

10. Rajmil L, Hjern A, Boran P, et al. Impact of lockdown and school closure on children’s health and well-being during the first wave of COVID-19: a narrative review. BMJ Paediatrics Open. 2021 May;5:e001043. doi:10.1136/bmjpo-2021-001043

11. Wong J. Parents, experts worry about 'snowball effect' of literacy, development lags amid pandemic schooling. 2021 May. Recuperado de: https://www.cbc.ca/news/canada/literacy-young-learners-lag-1.6014533

12. elDiario.es. La pandemia arrasa la salud mental de los menores: crecen un 50% las urgencias pediátricas por problemas psiquiátricos, 2021 Jn. Recuperado de: https://escuelaycovid.es/la-pandemia-arrasa-la-salud-mental-de-los-menores-crecen-un-50-las-urgencias-pediatricas-por-problemas-psiquiatricos/

13. Escudero T. ¿Y este curso…dejaremos a los niños ser niños? Blog pediatra con apego. 2021 Ag. Recuperado de https://pediatriaconapego.com/y-este-curso-dejaremos-a-los-ninos-ser-ninos/

14. Escudero T. No quiero que mi hijo sea un héroe. Blog pediatra con apego. 2021 May. Recuperado de: https://pediatriaconapego.com/no-quiero-que-mi-hijo-sea-un-heroe/

15. Más drogas, alcohol, juegos y pornografía: las adicciones en jóvenes se doblan tras el covid. 2022 My. Recuperado de https://www.eldiariomontanes.es/cantabria/drogas-alcohol-juego-20220511230350-ntvo.html

16. Loayssa JR y Petruccelli A. (2022). Una pandemia sin ciencia ni ética. Ed Salmón. https://www.edicioneselsalmon.com/2022/05/16/una-pandemia-sin-ciencia-ni-etica/

viernes, 10 de diciembre de 2021

Pasaportes

Vineta de Dra.  Mónica Lalanda

Son urgentes sociedades donde el debate de calidad y respetuoso sea la norma, donde la discriminación de las personas no sea el suelo sobre el que se construye, incluso si así lo aconsejara la ciencia, que no es el caso


Hay un halo de silencio, una falta de debate, y no solo científico, en relación con diversos aspectos de esta pandemia a los que como sociedad no estamos dando respuesta de una manera respetuosa, rigurosa y serena. Y aunque no es fácil y el cansancio crece, nos parece imprescindible hacerlo.

Las medidas tomadas en esta pandemia requieren un intercambio de puntos de vista no solo científico, también ético, político... y por supuesto filosófico. Nosotras hoy, queremos compartir nuestra reflexión respecto a un aspecto actual: El llamado pasaporte covid19.

El pasaporte de vacunación covid19 no tiene base científica que lo sustente. Los más de 300 profesionales sanitarios y de otros ámbitos que conforman el Seminario de Innovación en Atención Primaria, extraordinario con motivo de la covid19, (SIAP Covid19) elaboraban en agosto 2021 un documento que dejaba claro su posicionamiento en contra de dicho pasaporte donde se afirmaba, entre otros aspectos: «Estas vacunas lamentablemente, no evitan suficientemente la transmisión del virus... Es decir, las personas vacunadas son capaces de transmitir, de contagiar el virus, en muchos casos en la misma medida que las no vacunadas, motivo por el cual los CDC de EEUU han cambiado recientemente su política, instando a los vacunados a tomar exactamente las mismas medidas de seguridad que los no vacunados». (https://labur.eus/HpO5s)

No es nuestra intención dividir a la población entre vacunados y no vacunados, suficientes divisiones hay ya, pero dado el tratamiento de algunas noticias, incluso el pronunciamiento por parte de algunas autoridades en este sentido, nos parece necesario puntualizar algunos aspectos. Hay estudios que hablan de una menor duración del virus en las mucosas de los vacunados versus no-vacunados y también hay quienes apuntan a un posible mayor riesgo de transmisión por parte de los vacunados al presentar muchas veces síntomas imperceptibles tras el contagio. (https://labur.eus/gZej9)

De cualquier manera, no tiene ninguna base científica segregar a vacunados versus no vacunados como medida para disminuir la transmisión. Se deja entrever con esa medida algo que no es cierto: que los vacunados no transmiten la enfermedad. Los vacunados también suponen un riesgo real de cara a la transmisión del virus. Un artículo publicado en la prestigiosa revista “The Lancet” advertía este 19 de noviembre sobre el riesgo de ignorar el posible papel relevante de la población vacunada en la transmisión del virus, es más, calificaba el hecho de ignorar ese riesgo como negligente. (https://labur.eus/0ZpCr).

La única diferencia clara, hasta ahora al menos, en términos de disminución de riesgo de infección y transmisión sería entre las personas que han pasado la enfermedad y las que no la han pasado, estén o no vacunadas. No quiere decir esto que necesariamente sea mejor pasar la enfermedad que vacunarse, especialmente en los más vulnerables, pero es un hecho que la inmunidad natural, tras haber pasado la infección, parece ser más duradera y más robusta que la adquirida tras la administración de la vacuna (vacuna que parece protege durante unos meses de desarrollar una evolución grave), con las implicaciones también para la transmisión que todo ello conlleva. (https://labur.eus/X5uDd, https://labur.eus/MEz0M, https://labur.eus/XqJbL).

Pero ni siquiera esa diferencia, sin embargo, justificaría un pasaporte como el covid19. Porque éticamente no se sostiene, al menos en nuestra opinión. Una cosa es diferenciación y otra muy diferente segregación. Sin base científica, porque la ciencia no lo avala; incluso con ella, la segregación y la discriminación de las personas en una sociedad puede abrir grietas peligrosas que todos pensábamos que estaban cerradas. (https://labur.eus/n53g9)

¿Qué derechos fundamentales estamos vulnerando con estos pasaportes? ¿Estamos con nuestro silencio avalando las decisiones tomadas? ¿Qué consecuencias puede traer todo esto?

No vamos a defender ninguna segregación y menos ningún señalamiento. Es nuestra intención seguir cuidando sin juzgar a nuestros pacientes, familia, amigos y colegas. Son urgentes sociedades donde el debate de calidad y respetuoso sea la norma, donde la discriminación de las personas no sea el suelo sobre el que se construye, incluso si así lo aconsejara la ciencia, que no es el caso. Queremos formar parte de sociedades donde la incertidumbre no sea vista como una debilidad, sino como un elemento que forma parte de nuestra vida como ha sido siempre, donde las voces de todas, los diferentes puntos de vista, arrojan una luz que es insustituible a la hora de tomar las decisiones que afectan nuestras vidas. No deberíamos sustituir la participación por tecnocracia ni por expertocracia y menos limitarla con coerción. Es algo que creíamos estaba superado pero no parece que sea así. Aunque somos médicas y tenemos quizás, pero no necesariamente, más conocimiento sobre algunos aspectos de esta pandemia, carecemos de otros puntos de vista igualmente cruciales. Es por eso que escribimos este texto principalmente como ciudadanas. No hace falta tener un título para saber que segregar, jerarquizar, criminalizar personas y comportamientos fue el germen de momentos históricos más que negros, donde, sin embargo, nadie pensaba que «aquello iba a acabar así». No queremos volver atrás. No queremos causar más dolor. Estamos seguras que podemos aprender, mejorar y rectificar, si fuera necesario, el rumbo que están tomando los últimos acontecimientos (https://labur.eus/7NxLS).


Isabel Canales Arrasate y Virginia Canales Arrasate

viernes, 12 de febrero de 2021

AITITE

Isabel Canales (pediatra), Iratxe Gonzalez, Marta Sanz/médicas de familia 

Non dauz etxekuek? ¿Dónde están los de casa? ¿por qué no vienen a verme?

Era su segundo día después del alta. Había estado 1 semana ingresado, "al principio más allá que acá con una máquina que le ayudaba a respirar y luego mejoró un poquito. Hicieron una excepción con nosotros: nos dejaron estar las 24 horas a su lado porque es un caso especial,el primer día se agitó y pensaba que le habían robado el reloj en el hospital,le tuvimos que atar nos dijeron, y poner un poco de haloperidol, ahora está más tranquilo. A veces pasa con 90 años, se desorientan y más si está sordo aunque en casa esté y haya estado hasta ese momento normal y con la cabeza en su sitio. El cuidado de la familia es crucial, necesita tener el O2 puesto porque si no puede empeorar..." Todo eso nos dijeron. Y así estuvimos día y noche, 7 días en el hospital, pensando que se iba. La víspera del alta pensamos que se moría, apenas respondía...Aquella mañana, una enfermera maravillosa consideró que no era necesario el haloperidol pautado y por la tarde con su mano entre nuestras manos, la mano que había estado atada con un hematoma importante que seguramente se había hecho al no entender qué pasaba,empezó a conectar más. Esa mano cogió la nuestra y la puso sobre las suyas y se durmió. Merendó galletas con leche, un yogur de coco...e iba bebiendo con una pajita que le acercábamos. Le habían puesto seguril y pedía agua,lo que nunca. Estuvimos viendo fotos,sonrió,reconocía a los de casa,què cara me puso cuando le pregunte quién era ése: Neu, nor izango da,bada? (¿Quién va a ser? ¡Yo!) Empezaba a ser él otra vez. Diagnóstico al alta: Descompensación cardìaca. Acidosis respiratoria resuelta. Insuficiencia respiratoria global con tratamiento de seguril,una pastilla para la tensión y O2 al menos 16 horas/ día, máximo 1,5 litros. Seguimiento por su médica de familia. Si nos pasábamos de O2, podía volver atrás, acumular carbónico y empeorar otra vez. 3 PCRs negativas.

Llevaba 2 meses en la residencia. Dicen que llegó “espabilado y contento” del hospital. Increíble. Siempre ha sido fuerte. Y ha cuidado de todo el mundo. Hasta los 90 años solo ha tomado una pastilla para la tensión. ¿Podría recuperarse? Dispuestos a colaborar en el cuidado y seguir a su lado como estuvimos en el hospital, nos despedimos hasta el día siguiente.

No podéis entrar. Le hemos aislado. Es el protocolo.

No entendíamos nada. ¿Cómo que no podíamos estar con él ahora que necesitaba ayuda, compañía para “ir bebiendo”, "tener el O2 puesto todo el rato”, en definitiva para“ no ir para atrás”? En el hospital nos habían dicho que era muy importante el cumplimiento del tratamiento.

Lo intentamos. De nada sirvieron 3 PCR negativas,situación clínica que requería de acompañamiento porque el aislamiento podía poner en peligro el cumplimiento del tratamiento y la evolución clínica. Ninguna información oficial durante 4 días. Extraoficialmente nos llegaba: “está nervioso, le encontramos con el O2 quitado cada vez que entramos, llama al timbre constantemente...”. No dábamos crédito a lo que sucedía. Hablamos con los responsables de la residencia y pedimos información médica diaria y actualizada y entrar con un EPI para estar con él, para cuidarlo como habíamos hecho en el hospital, porque teníamos miedo. Porque estaba asustado. Porque el tratamiento era importante y no estar solo en un momento así, más.

Imposible. “El protocolo es así: 10 días de aislamiento aunque venga con una PCR negativa del hospital porque lo ha podido coger en la ambulancia”. No tenía una PCR negativa. Tenía 3. Y 90 años. Y su sordera. Y miedo. Mucho miedo Su amigo Josetxu falleció en verano en otro pueblo, en otra residencia, una tarde después de que su familia fuera invitada a irse porque” el protocolo no permite que estéis más”. De nada sirvieron:” le vemos mal,queremos estar con él, no está como el resto de los días”. Imposible. Era el protocolo. Falleció solo, el 18 de julio a las 20:30, dos horas más tarde de que su familia se despidiera.

Somos médicas. Trabajamos con protocolos todos los días. Los interpretamos. Los aplicamos y flexibilizamos según la situación. Individualizamos constantemente. E intentamos que no pasen por encima de las personas y las familias. No solo lo hacemos por los demás. Lo hacemos por nosotras. Para no perdernos. Para no justificar lo injustificable. Trabajamos para que no pasen por encima de todos nosotros, de nosotras mismas. Cuando un protocolo no incluye a las familias, cuando un protocolo no individualiza, cuando un protocolo no revisa la humanidad perdida en nombre de la seguridad, se vuelve paradójicamente inseguro, inseguro médicamente, inseguro humanamente.

Hay un informe devastador de Médicos sin Fronteras sobre los efectos de la pandemia en las residencias donde se recogen datos escalofriantes: “Muchos ancianos murieron en soledad, deshidratados, en agonía y sin cuidados paliativos” (https://www.infolibre.es/noticias/politica/2020/08/18/poco_tarde_mal_informe_medicos_sin_fronteras_denuncia_abandono_los_mayores_las_residencias_plena_pandemia_110087_1012.html).

Hay un trabajo descomunal que hacer para corregir estas inercias. En la confección de los protocolos la base es la no deshumanización. Y no escribimos la humanización, porque ésa es la norma. Eso es lo que nos hace humanos. Hay que corregir todo lo que deshumanice. Hay en las residencias maravillosas trabajadoras dándolo todo, sobrecargadas de trabajo con unas condiciones laborales inaceptables. Hay que cambiar esto. Es posible. A estas alturas de la pandemia no hay restricciones de material. La familia debe poder entrar y acompañar a su ser querido con esta edad. Las familias deben poder acompañar para que nadie muera en soledad. Los seres humanos, tengamos unos meses o 90 años necesitamos ser sostenidos, cuidados y amados. Y ningún protocolo puede dificultar que la familia esté acompañando. Ninguno.

Y si no, se revisa. Como ha pedido directamente y con el visto bueno de los internos, el médico Roberto Colino a la dirección del centro donde él trabaja, a las autoridades competentes, incluso al juez http://www.nogracias.org/2020/10/07/hasta-cuando-durara-la-reclusion-de-los-ancianos-en-las-residencias-de-ancianos-por-siapcovid-y-roberto-colino/. En este caso para que pudieran salir, salir a pasear, salir habiendo pasado la COVID19. https://covid19siap.wordpress.com/ya-no-aguanto-mas-en-esta-residencia-que-parece-una-carcel/. Es desgarrador escuchar directamente a los afectados.

Los protocolos se revisan. La relaciones de poder se horizontalizan. Las familias y las personas residentes participan activamente en su diseño. Y los Gobiernos además de tener “grupos de expertos” que marcan restricciones y recomendaciones en nombre de la seguridad, van formando grupos de personas que comienzan a trabajar para el ahora, pero sobre todo para el medio-largo plazo e invierten dinero y energía en confeccionar algo parecido a una vacuna social. Porque si no, estamos perdidos.

La gente de nuestra sociedad que no tiene voz: los niños, las ancianas, a los presos ni los vemos, las más empobrecidas debe participar en nombre de la justicia, de la buena praxis y de la seguridad.

Necesitamos revisar el modelo de vejez que tenemos. Necesitamos revisar los resultados que apuntaba el informe de Médicos sin Fronteras. Necesitamos revisar las vulneraciones de derechos: el derecho a estar acompañado, a morir acompañado, a no ser atado ni sedado si hay otras alternativas. Necesitamos repensar muchas cosas como sociedad. Una de ellas es la vejez. Y la matriz, el Cuidado en mayúsculas. Y es urgente hacerlo ya.

Si no, será difícil construir una sociedad moderna, en la que nos sintamos orgullosas de vivir. En la que se pueda vivir. No hacerlo nos destruye como seres humanos, a todos.

Decía El Roto en una de sus últimas viñetas: “ Morimos de soledad para evitar la muerte”. Que no sea así.

The art of making statements and publishing manifestos about Gaza (and Palestine) without citing Israel (the cause), Zionism, or "Western" colonialism (the causes of the cause)

Al Shifa hospital Gaza Juan Gérvas, retired rural general practitioner, Equipo CESCA, Madrid, Spain. Former professor of public health, Jo...