Cuando se habla de Estado Aconfesional, generalmente se piensa que eso sólo tiene que ver con la cuestión religiosa. En un Estado Laico por definición tiene que haber libertad religiosa tanto para creer y practicar la religión como para cambiarla o no tener ninguna. Pero no debemos olvidar que la amplia realidad de las creencias abarca otros campos como la cultura, la política, y las diversas ideologías. Por lo tanto, lo mismo cabe decir de la libertad de pensamiento y de ideología. Un gobierno democrático auténtico no debe tener pretensiones de imponer su ideología a los ciudadanos, cosa que si hacen las dictaduras.
Diversos gobiernos españoles en la historia pretendieron imponer su mentalidad e ideología, con escaso éxito. El franquismo se encontró que al final las universidades estaban en manos de los marxistas. Los 14 años de Felipe González y sus varias leyes educativas dieron como resultado que un porcentaje significativo de los jóvenes votaran a Aznar… No olvidemos que Dios nos ha hecho para la libertad, incluso contra Él, por eso decía S. Agustín: “Dios que te creó sin ti no te salvará sin ti”
Ahora se quiere de imponer la ideología de género a través de ciertas leyes y sus sanciones. Ante ello dos ideas:
1) Eso es un atropello desde el poder, pues atenta contra la libertad de pensamiento y de ideología. El Gobierno no está para moldear ideológicamente a los ciudadanos sino para servir a la sociedad respetando sus derechos.
2) Tampoco tendrán éxito duradero en esa pretensión, pues como decía D. Quijote “la libertad es el don más preciado que concedieron los cielos a los hombres”.
Pero vayamos al tema: ¿Qué cabe decir del nacionalismo en un Estado Aconfesional y Laico? Entiendo que nunca se deben confundir Nación y Pueblo, tampoco el Pueblo con la Oligarquía que vive de él.
Los nacionalistas en general se atribuyan la representación de todos los que viven en un territorio, ya que conocen la misión histórica de esa nación y, por tanto, tienen derecho a implantarla para todos. Es más, suelen pensar que los traidores a la Patria (a su misión), a la Nación, tal como ellos la entienden, no tienen derecho a decidir sobre ella. Ejemplo de esta argumentación la vimos en el llamado “procés” de Cataluña y de manera más trágica con ETA. Por eso cuando hablan de decisión democrática de vascos, catalanes… debe entenderse de los que no son traidores a la Patria, o que no son víctimas de lo que llaman “auto-odio”. Cierto que el auto-odio hay que curarlo, ya que es una forma de autoagresividad y se necesitaría tratamiento psicológico o psiquiátrico según el caso. Además, para contextualizar un poco las afirmaciones precedentes, ya en la legislación española se pena hasta con la cárcel los “delitos de odio”.
Reflexiones semejantes habría que hacer sobre los nacionalismos en los Estados-Nación de diversos países (España, Alemania…), que llevan a la xenofobia, al racismo, etc. En éste y el anterior caso poco se respeta el artículo 13 de la Declaración de los Derechos Humanos (ONU 10-XII-1948) que dice: “1) Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir residencia en el territorio de un Estado. 2) Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país”.
En un Estado Democrático Aconfesional todo ciudadano debe poder vivir con los mismo derechos “sintiéndose” nacionalista o apátrida, o internacionalista, o extranjero, o ser de los que “toman parte en todo como ciudadanos y todo lo soportan como extranjeros; toda tierra extraña es para ellos patria y toda patria tierra extraña” (Epístola a Diogneto), como también siendo de la ideología que sea, siempre que esa no lleve a atentar contra los derechos de otras personas.
Un Estado Laico y Democrático debe fomentar la libertad religiosa evidentemente, y también la de ideología, pensamiento y asociación como afirma la Declaración de los Derechos Humanos en los artículos:
-18, “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión”
-19: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.
-20: “1) Toda persona tiene derecho a la libertad de reunión y de asociación pacíficas. 2) Nadie podrá ser obligado a pertenecer a una asociación”.
Las personas pueden ser nacionalistas, pero un Estado Aconfesional no puede serlo. El Estado tiene que reconocer el protagonismo de las personas y sus asociaciones en la vida pública, así como el protagonismo de las entidades administrativas más próximas al sujeto: parroquias o barrios, ayuntamientos, comarcas, provincias… con el objetivo de socializar y distribuir el poder, como corresponde a una democracia.
Antón Negro