El libro de Jonathan Haidt y Greg Lukianoff, “La transformación de la mente moderna”, clarifica esta cuestión. Los autores examinan como las buenas intenciones y las malas ideas están condenando a una generación al fracaso. Una mala idea que analizan es la falsedad de que “la vida es una batalla entre las buenas personas y las malvadas”, por supuesto que los buenos somos nosotros. Eso en política lleva a que “los estadounidenses ahora están motivados para levantarse del sofá y tomar parte en la acción política, no por amor al candidato de su partido, sino por odio al candidato del otro partido. El partidismo negativo significa que la política estadounidense se mueve menos por la esperanza y más por la falsedad de ‘nosotros contra ellos’. Hay que frenar a ese ‘ellos’ a toda costa”. Esto también pasa en las elecciones de aquí.
En la misma línea está el libro de análisis político que incluye el marketing de campañas electorales de Estados Unidos y Europa titulado, “La era del enfrentamiento”, de Christian Salmon. El título ya es de por sí toda una definición de que estamos en la lógica política de la confrontación coincidiendo con el libro citado antes. El autor constata que “la época de los llamamientos a la agrupación consensual ha cedido su lugar a la era de los enfrentamientos y las transgresiones. Se trata menos de convencer a sus opositores que de movilizar a sus partidarios. Y, para lograrlo, valen todos los medios: los insultos, la complicidad dentro del propio clan, la mala fe compartida”. Por eso están las campañas de descrédito de los otros políticos con esos discursos agresivos para suscitar no la empatía, sino la antipatía; no la pertenencia, sino la división; no la continuidad, sino la ruptura.
Ver la información política en los medios de comunicación social no genera sosiego y paz en las personas, pero sí mucha crispación y agresividad, especialmente en las campañas electorales. Estigmatizan a los otros partidos y candidatos, no solo como adversarios con proyectos distintos, sino como enemigos identificados a los que combatir ferozmente por todos los medios ya que representan todos los males para el pueblo. En las redes sociales encontramos una guerra de guerrillas basada en la transgresión, animadversión y provocación dirigidas a la emotividad de las personas desarrollando una cultura del enfrentamiento comunicativo. Muchos videojuegos son un gran medio de adaptación a la división social, a la violencia y a la criminalidad, que sirven de entrenamiento para el mundo real.
Pienso que es acertada esta constatación de Salmon: “Cuando la palabra política y el debate público han perdido toda credibilidad, la única manera de ‘existir’ en los medios de información consiste en encadenar las provocaciones y las transgresiones (...) A partir de ahora, viralidad y rivalidad, virulencia y violencia, enfrentamiento y guerra de relatos van de la mano”.
La estigmatización de los de opciones políticas diferentes tiene claras consecuencias para la sociedad que describe el Papa Francisco en Fratelli Tutti nº 15: “Hoy en muchos países se utiliza el mecanismo político de exasperar, exacerbar y polarizar. Por diversos caminos se niega a otros el derecho a existir y a opinar, y para eso se acude a la estrategia de ridiculizarlos, sospechar de ellos, cercarlos. No se recoge su parte de verdad, sus valores, y de este modo la sociedad se empobrece y se reduce a la prepotencia del más fuerte. La política ya no es así una discusión sana sobre proyectos a largo plazo para el desarrollo de todos y el bien común, sino sólo recetas inmediatistas de marketing que encuentran en la destrucción del otro el recurso más eficaz. En este juego mezquino de las descalificaciones, el debate es manipulado hacia el estado permanente de cuestionamiento y confrontación”.
Las personas y las sociedades para vivir humanamente necesitamos la cultura del encuentro y del diálogo, de la justicia y la paz, de la amistad social y la fraternidad, pues en las personas de otras opciones políticas también hay actitudes y valores positivos. El progreso y la evolución de la humanidad se basan en la colaboración por la existencia, no en el enfrentamiento, pues el ‘sálvese quien pueda’ y el ‘todos contra todos’ será peor que una pandemia. Se facilita la convivencia cuando uno es consciente del mal que hace y descubre el bien que hacen los demás, lo que favorece actitudes de agradecimiento y disminuye las de agravio.
Ahora más que nunca: Solidaridad
Antón Negro
Antón Negro
No hay comentarios:
Publicar un comentario