Dicen que en Valencia hemos perdido todos pero no es verdad. Han perdido las víctimas sí. Y ha perdido el espíritu revolucionario. Han ganado los negociantes sí; y ha ganado el asistencialismo. Ya se irá sabiendo. Han ganado los que quieren desacreditar la política, hemos perdido los que queremos que la política sea el lugar más noble.
A mí desde luego me lleva los demonios. No lo aguanto. Hasta algunos comunistas de Las Palmas quieren enviar agua embotellada a Levante. ¡Pero si las grandes superficies de Canarias se hinchan a vender agua embotellada en Valencia! Y no me refiero solo a la conocida marca de matriz valenciana. Una gran cooperativa de minoristas de gran implantación en Canarias y que alardea de conexión con el comercio local tiene
por “marca blanca" agua embotellada en Valencia. ¿Es posible que un barco que trae agua de Valencia para ser vendida vuelva con agua de esa misma marca, después de ser comprada, pero ahora como una donación? ¡Seguro!Ni sé los años que hace que la mayor parte de las Cáritas parroquiales dejaron el reparto de cosas. La logística necesaria resultaba agotadora y aparecieron las tarjetas con las que las personas en serias dificultades podían acudir a comprar al supermercado. El supermercado sí que tiene capacidad logística, neveras, espacios, gestión de stocks… Eso en manos de entidades que no se dedican es lógico que sea tremendamente ineficaz. Era casi cómico, las personas que querían donar algo iban a comprar lentejas, latas etc al supermercado y lo llevaban a Caritas. Allí se desplegaba toda una tarea de recolocar y volver a poner en otras bolsas tras estudiar los llamados “casos”. Una pérdida de tiempo y energía además de una humillación. Así se dio paso a entrega de tarjetas por cierta cantidad en tal o cual supermercado. Pues lo mismo pasa en Valencia. Las redes de supermercados existentes tienen más capacidad que los voluntarios para hacer esas cosas. Llegará a pasar que alguien compre en Canarias en un establecimiento de una conocida empresa valenciana productos que han llegado de Valencia para donarlos a Valencia Y vuelta a los palets y al lío logístico. ¡Seguro! ¿No sería más lógico en caso necesario mandar el dinero y no gastar en el envío?
Las catástrofes son tiempos muy dados a la hipocresía. Tal me parece que el propietario de Loro Park envíe a Valencia 100 millones de euros cuando cada una de sus orcas se come cada día 35 kilos de pescado (traído del mar del Norte) en una región rodeada de mar pero donde los niños apenas lo prueban.
Desde luego esta crítica no es para la buena fe del que se mueve. ¡Que sí ¡Está bien que los jóvenes usen el WhatsApp para esto! ¡Está bien que dejen el sillón! ¡Está bien que echen una
mano! Ya sabemos y experimentamos que eso está bien. ¿Pero crees, amigo lector, que los políticos que hoy criticas no hicieron voluntariado de jóvenes? ¿Crees que no pisaron nunca el barro? Sí lo hicieron. Pero después frecuentemente no hicieron lo que tenían que hacer. Esos jóvenes que hoy llevaron agua ¿crees que no serán nunca políticos o ingenieros, o responsables de emergencias? ¿Harán entonces lo que deban hacer?Cuando tenemos cáncer no nos ponemos en manos de voluntarios, ni siquiera de médicos que estén empezando. Los problemas serios los queremos en manos de profesionales experimentados. Esa es la verdadera solución de los problemas. Grandes frases como “solo el pueblo salva al pueblo” deben animar a todos los profesionales a ser pueblo, y por tanto no ser élite y olvidar la gestión justa de las cosas comunes. Que el militar, el político, el gestor sean pueblo sí es solución. Creer que con palas y cepillos se puede suplir la organización y la maquinaria pesada es una ingenuidad como poco, posiblemente una inconsciencia.
Hacen falta políticos, sindicalistas que exijan que no vuelva a ocurrir que se cierren los colegios pero se exija acudir al puesto de trabajo. “Si no acudes hoy no vuelvas” se dijo a más de uno. Muchos han muerto por ir al curro. Es tremendo. Es injusto. Y los niños en casa. O sea que el número de muertos de un desastre natural ha sido ampliado -mucho o poco- por la ambición de quien les obligó a ir a trabajar. No salgamos ahora con el cuento malo de la libertad. Libertad del zorro libre en el gallinero libre dijo alguien.
No se puede convertir la vivienda en negocio. Todo el planteamiento urbanístico debe hacerse solidariamente pensando en el bien común y no en el negocio de la artificial escasez de suelo. Basta un vuelo para ver que realmente la península está casi vacía. El precio del suelo es algo planificado. Hacen falta urbanistas, demógrafos, y un largo etcétera de profesiones que intervienen en el complejo mundo de la construcción.
Igualmente es necesario que se observen, vigilen y cuiden las cuencas hidráulicas, los cauces, más o menos arbolados, más o menos conducidos, más o menos regulados. Todo ello exige “las tres c”: ciencia, conciencia y coraje. Esos muchachos y muchachas, hoy voluntarios, harán un gran servicios se tienen en cuenta estas vivencias de estos días en las decisiones de su vida profesional. También cuando no tengan ganas de tener conciencia, también cuando eso les complique la vida.
Ahora, puestos a ser solidarios, habrá que tener cuidado no cayendo en lo que un misionero denunciaba al decir que cuando los pobres dan a los ricos no es solidaridad sino servilismo. En estos días me sorprende ver que instituciones con medios muy limitados de Canarias envían dinero a instituciones muy ricas de Valencia. Sorprendente buena fe pero también radicalmente equivocada. Valencia es más rica que Canarias.
Es tremendo también que en la solidaridad entre regiones sean las más ricas (País Vasco y Navarra) las que no serán solidarias con Valencia dados los privilegios fiscales que mantienen. Los jóvenes voluntarios harán bien si son algún día juristas, economistas, gestores del bien común que combatan los regímenes fiscales injustos. No arregla nada una recogida de alimentos en los Eroski de turno. Es el régimen fiscal el que debe cambiar. No sé qué harán los voluntarios de hoy cuando estén en los parlamentos, en la gestión de emergencias, en las políticas sanitarias, y hasta en las notaria. Los voluntarios no desaparecerán por encanto, ocuparán un lugar en la sociedad y es desde esas profesiones y tareas donde resultamos realmente eficaces.
La verdadera solidaridad toca el barro pero no debe dejar la cabeza en casa. Para estas tareas, como se ha visto, hace falta organización, hacen falta máquinas, hace falta profesión. Sí hace falta fe, pero sobra fideísmo. Hace falta entrega, pero sobra espontaneísmo. Hace falta donación pero sobra prepotencia. Hace falta solidaridad, sobra asistencialismo.
Ahora más que nunca: verdadero socialismo
Eugenio A. Rodríguez
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