Realizarse, implica compromiso. Vivir en el tiempo presente, vivir en la realidad; vivir en la realidad no nos permite escondernos en lugares ni opiniones frugales, no nos permite escondernos en lo políticamente correcto.
Las causas de la muerte de las personas, y todos vamos a morir, no permite que vivamos la vida como un videojuego; ahora me matan pero en la siguiente partida estoy vivo , con más conocimiento de mis herramientas del juego, o, por el contrario mato y en la siguiente partida vuelve a aparecer el muerto, vivito y coleando.
Por desgracia, las personas no podemos cambiar el tiempo que nos toca vivir, no podemos dar marcha atrás, ni debemos cerrar los ojos ni pasar de largo ante aquellas desgracias que acaecen a nuestro alrededor. ¿ Podemos negar la evidencia ?, podemos.
¿Podemos engañarnos a nosotros mismos pensando que estamos haciendo lo correcto ? Podemos. También podemos, hipócritamente, negar lo que es considerado como “verdad”; hipócritamente podemos hacerlo, pero a eso se le llama “posverdad”, o, para ser más coherentes y menos hipócritas, “relativismo”, para no liarnos con eufemismos.
Ante las maneras de relativizar las cosas, del bueno si pero no, del buenismo y no querer quedar mal con nadie, de no querer pasar un mal trago por ser realistas y consecuente con sus decisiones y postura adoptada, ... únicamente uno es responsable.
La responsabilidad implica ponerse en una postura, adoptar una postura, no adaptarse, el que se adapta es maleable, es un líquido que adquiere la forma de la ideología que profese. También camaleonicamente puede camuflarse cobardemente entre la maraña de gentes y diferentes formas de entender la pseudo-sociedad.
El que adopta se hace transparente, sabe lo que no tiene y adopta una postura para tener la coherencia precisa para decirlo. Se mantiene firme. El no querer asumir responsabilidades, el no querer dar la cara y no querer dar ejemplo de coherencia, el no querer salir del anonimato, produce problemas de salud anímica, ya que uno puede ser más o menos ilustrado; lo que no puede es ser mentiroso. Y, no puede mentirse a sí mismo, a riesgo de perder su dignidad.
Sin un compromiso uno puede llegar a perder su objetivo o finalidad en este presente continuo que nos solicita que nos impliquemos más y más en cada tarea que hagamos. El compromiso es necesario. Sin él, uno puede llegar a hacerse daño.
Asimismo, debido a la falta de confianza en uno, en su persona se hace daño para escapar de una vida vacía, sin sentido.
La falta de confianza es una falta de saber sufrir, o la frustración de no hacer o no conseguir aquello que me apetece. Aprender a escuchar la palabra “NO”, desde infantes, y las consecuencias que de recibir una negativa conlleva, la ayuda necesaria para prepararnos para un futuro donde seremos tratados, muchas veces como personas prescindibles.
Saber asimilar una respuesta negativa es un trabajo que se debe empezar a preparar lo antes posible. El que un muchacho de veinte años se frustre por no conseguir su objetivo inmediato y decida que su vida no tiene sentido, es culpa de la sociedad que lo ha enseñado a escapar del dolor. ... “hoy se priva al dolor de toda posibilidad de expresión. Está condenado a enmudecer. La sociedad paliativa no permite dar vida al dolor ni expresar lingüísticamente convirtiéndolo en una pasión... Olvidamos que el dolor purifica, que opera una catarsis ...” (1)
Llegar a dicha situación de desesperación es muy fácil, pues nada compromete a uno en este mundo. No hay ancla. No hay punto de apoyo. Vacío. Fluido. No existe la pertenencia ni el desarraigo, pues no hay pertenencia ni pertenencias de las cuales deshacerse.
Israel Durán
1.- Byung-Chul Han, “La sociedad paliativa. El dolor hoy”. ( Pág. 7 de 77 ).
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