sábado, 5 de junio de 2021

SEAMOS MÁS PUEBLO


Cuando Cáritas pone ante nuestros ojos un lema como el de este año podemos, por una parte echarle una mirada superficial y quedarnos en la primera impresión que llegue a nuestra mente, o podemos intentar ir un poco más allá para encontrar la cosmovisión en la que se inserta el sentido antropológico y teológico del lema para descubrir las actitudes sobre las que organizar la vida personal y social.

Primeramente quiero considerar la palabra PUEBLO y diferenciarla de otras que a veces utilizamos de manera superficial como si fuesen sinónimos. Me refiero a palabras como Multitud, Nación, Masa, Colectivo...en las que no tiene un lugar adecuado la persona humana con su propia y única dignidad y su intransferible responsabilidad, pero dentro de los términos referidos antes, por otra parte, no tendría ninguna dificultad el concepto de individuo, que puede ser aplicable a muchas realidades.

Un PUEBLO es la unión de personas diferentes entre sí que están en colaboración y con apoyo mutuo, pero todas esas personas son necesarias para que el pueblo sea tal y como hoy es. La realidad histórica de que haya personas que nacen y que mueren va modificando las características concretas del pueblo, como también lo modifica la evolución de todas y de cada persona.

Las ciencias nos dicen que no hay dos personas iguales en el mundo, tanto porque su ADN hace que cada persona sea distinta de las demás, como también son diferentes las huellas digitales de cada persona que la distinguen de las de otras personas. Lo mismo pasa con el iris de los ojos de cada persona que es propio y diferente de los demás, y hasta el mismo rostro nos diferencia a unos de los otros.

Siendo distintos nos parecemos porque todos somos humanos, miembros de la única raza humana y además también la ciencia nos dice que el ADN de las mitocondrias remite a que todos somos descendientes de una misma madre, una única “Eva”. Es decir, somos iguales y distintos, lo que se traduce en que tenemos igual dignidad, los mismos derechos y deberes, pero cada persona aportando cosas diversas al bien común coma en una gran sinfonía armónica de la humanidad.

EL PUEBLO está formado por personas responsables, que responden a la llamada recibida para desarrollar al máximo las propias capacidades y también responsables de los que caminan en la vida con nosotros, pues, si ésta responsabilidad falla, desaparecería la humanidad de la tierra, porque somos los seres que nacemos más indefensos y durante varios años necesitamos que la familia y la sociedad nos acojan y cuiden, es más, siempre necesitaremos de la colaboración y de la ayuda de otras personas.

Para la buena marcha del pueblo hay que armonizar: por un lado el protagonismo de cada persona sin que avasalle a los demás y por otra una actitud de agradecimiento a tantas personas que en nuestra vida nos hicieron tanto bien. Por ejemplo sobre lo que hoy comimos a la mañana, ¿por cuantas manos cercanas o lejanas pasó hasta terminar en nuestro estómago? También habría que pensar en los que trabajan en la fuente de energía con la que lo preparamos, en el envase en el que lo comimos, en la mesa y en la silla donde lo tomamos...

Ser más pueblo nos exige ser hacedores de puentes, PONTÍFICES, para posibilitar el encuentro y el diálogo entre las personas, entre los diversos grupos que hay, entre las distintas ciudades y estados, entre los continentes para constituir un único pueblo, una única humanidad, UNA SOLA FAMILIA HUMANA ENTRE TODOS.

Constituir la familia humana exige que todos nos responsabilicemos de cuidar de la Casa Común de todos, del planeta por el que caminamos durante la vida presente y también de cuidar y reparar la creación para que sea una buena casa de acogida para los que vengan al mundo después de nosotros en el futuro. En el momento final pidamos que a todos nos reúna Dios Padre en su PUEBLO CELESTIAL.

Ahora más que nunca: Autogestión

Antón Negro

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