El confinamiento de los niños españoles mientras ven pasear a las mascotas espero que pase a los libros de historia: al "ridiculum vitae" de nuestra historia política. Espero que un día un Parlamento español mande desenterrar nuestras meteduras de pata no para maldecirnos no; simplemente para hacernos una caricia y echarnos una mirada compasiva.
El secuestro de la infancia me parece que no se ha reflejado en las actas del Congreso de los diputados porque sorprendentemente todo el arco parlamentario ha estado de acuerdo.
La decisión no me parece nada científica a no ser que no sean científicas las decisiones de Francia, Alemanía, Gran Bretaña, República Checa, Suecia y un largo etcétera que sí dejan salir a los niños. Lo dijo magníficamente una doctora: "el remedio puede ser peor que la enfermedad"... ¿Queremos niños de cuatro años golpeándose la cabeza contra la pared? ¿Queremos que crezca la obesidad infantil? ¿la sobreexposición a aparatos electrónicos?
Punto y aparte se merece la estupidez de no dejar salir a los bebés a tomar el aire y coger sol. Lo mismo habrían logrado salir si metiéramos el debate de si los sacan los padres o las madres, pero no: Todos a prisión. En nombre del bien general el sol se lo quedan los chaleteros.
Los niños necesitan correr y coger sol tanto o más que algunos saberes. En el Parlamento nada se ha oído de que el confinamiento no es igual para todos. Detrás de este melifluo "entre todos" hay crueldad salvaje. ¿Cómo va a ser lo mismo los patios interiores de Moncloa que una chabola o una vivienda sin balcón? ¿O no saben que 5 millones de españoles viven en casas de menos de 60 metros? ¿Y un número de familias que ignoramos viven en habitaciones de 9 metros para toda la familia?
Los padres (primeros educadores) y los educadores de profesión, especialmente los progresistas ahora se quejan. Más les valía haberse metido antes en política. Les he oído decir cientos de veces a buenos educadores que "la educación es política" y otras muchas verdades que les recluían en los cómodos (o incómodos) cuarteles de invierno de la casa y las aulas. Sin el frío polar del campamento enemigo. Ahora se quejan y no les falta razón pero es tarde. Ya les han impuesto a sus hijos y a las niñas de sus ojos el confinamiento.
Muchos sanitarios ya se han dado cuenta de que la salud se juega en la vida fuera de sus consultas. Quizá ahora los padres y los educadores nos demos cuenta de que la vida está más allá de sus hogares y sus aulas. Y que fuera de las casas y las aulas, en el Parlamento, se toman medidas decisivas sobre la vida y educación reales de los niños. Citan poco los educadores españoles a los grandes educadores revolucionarios como Milani o Freire. ¿Seguiremos los españoles creyendo que la arena política es un lugar prescindible? Los padres y educadores ¿seguiremos dejando una parte importante de la educación en manos de los políticos?
Ahora más que nunca: verdadero socialismo
Eugenio A. Rodríguez
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