jueves, 6 de junio de 2024

Migraciones Cero, una propuesta de izquierda real

La madre del emigrante
Gijón (España)

Las gentes de la solidaridad, con nuestra buena fe (y agotados de perder) estamos contentos porque el Parlamento español empieza el trámite para regularizar 500.000 migrantes. En el hecho algo bueno hay para 500.000 personas, algo de dignidad hay, eso sí.

Sin embargo  aquí hay algo que falla. Primero por cosas que uno ha ido leyendo, estudiando y viviendo. Después, y quizá como detonante, a uno se le levantan las orejas -se le disparan las alarmas morales- cuando la cosa le gusta nada menos que a Garamendi. Si no recuerdo mal es el que se subió el sueldo unas tres veces por encima de Sánchez. Pues resulta que el jefe de los empresarios (católico según se dice, además) y vasco (que si la cosa es mandar en España se les difumina el honor de estirpe) sí que quiere inmigrantes. Y legales.


En el fondo se da la razón a la según algunos vieja teoría marxista: se aumenta el numero de buscadores de un empleo y baja el precio del trabajo. Es bastante evidente que así es. Los basureros de Nueva York tienen un sueldo envidiable y me alegro. Así sería en todas partes dado que es un trabajo que no se quiere hacer. Lo mismo ciertas tareas del campo o domésticas. El sistema capitalista tiene desde antiguo la solución: traer trabajadores de otras partes. 


El viejo sindicalismo combatió esa realidad de muchas maneras y llamó “esquiroles” a quienes, obligados por la necesidad, cedían a las presiones del empresariado. No se les ocultaba a unos y a otros que la responsabilidad más que de los trabajadores en huelga o de los trabajadores “esquiroles” era de los propietarios de las empresas.


Hace años que dos sacerdotes, con doctorado en teología moral, nos dirigimos a los obispos Setién y Uriarte para hacerles en púbico y en privado una pregunta muy simple: “¿Ustedes saben si las condiciones laborales de los llegados al país vasco desde otras regiones provocaban frecuentemente prejubilaciones por razones de salud?”. No nos contestaron, quizá -rodeados de esbirros halagadores- ni les llegó la pregunta.


Don Pachi (como le llamó Tamames cuando le dijo “no se excite tanto”) también ha sido sincero cuando ha confesado dónde va el trámite parlamentario: vendrán los que nos convengan. Todos han jugado un poco al escaparate al dárselas de compasivos cuando simplemente tienen los datos en la mano: sin migrantes no hay pensiones, ni cuidadoras, ni recogida de la fresa. VOX ha hecho también su pose, porque en realidad también quiere migrantes para el servicio, aunque es posible que las prefiera latinas, quizá hasta por religión.


Que los migrantes enriquecen el sitio donde van es bastante claro. Hay estudios que hablan de que cuando llega un emigrante a un país, este debería pagar unos 150.000 euros al país de origen. Es bastante claro. Criar y dar formación tiene un coste. Si son riqueza lo más probable es que en el lugar de donde salen generen pobreza.


Se ha dicho hasta la saciedad. Frecuentemente los migrantes, especialmente mujeres, vienen a cuidar viejos, quedando obligados a no poder cuidar los suyos; hasta el extremo a veces de no poder asistir ni al entierro de sus padres al otro lado del océano. No sé cómo se puede poner el objetivo en “integrar” a alguien que es obligado a abandonar a las personas que quiere. Y para colmo se le obliga a decir que viene libremente y que está a gusto. A gusto no están, eso está bastante claro, otra cosa es que se se sacrifiquen por sus hijos y a ratos consuman para olvidar o para celebrar el ascenso.


Así las cosas el escritor Félix Rodrigo Mora creo que acierta cuando dice que es en los países de origen donde pueden y deben hacer la revolución. Y nosotros la nuestra. La libertad no puede ser una palabra tan vacía. La crueldad no puede ser tan grande como para después de explotarles obligarles a estar agradecidos. La justicia con los migrantes solo es verdadera si no les obliga a venir.


La cuestión de la justicia siempre pasa por la cuestión del salario. Es el sistema el que quiere trabajadores extraídos de otros países simplemente para bajar los salarios de los trabajadores esenciales, los peor pagados. Desde la izquierda lo lógico es que en cada país se pueda vivir del propio trabajo sin explotación. Todo lo demás no deja de ser otro parche para este sistema que viene siglos haciendo aguas


Ahora más que nunca: Verdad en migraciones


Eugenio A. Rodríguez

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