El latido del mundo |
Esos cambios de opinión en otros tiempos llevaban siglos y últimamente es cuestión de décadas. Hace no mucho se decía abiertamente el hoy ilegal “la letra con sangre entra”. Hace no tanto que una mujer no podía abrir por si misma una cuenta bancaria. Hace pocos años que los médicos fumaban en consulta e incluso no decían al paciente su verdadero diagnóstico. La mayoría de españoles aceptó a Franco en un referéndum y mandaba a sus hijos a campamentos de la OJE. Muchos padres veían con orgullo a sus hijos al ir a la mili, jurar bandera y “hacerse hombre”.
Esas cosas cambian porque algunos empujan. No todos quieren que cambien. Además del grupo que empuja hay el grupo que se resiste. Y hay un tercer grupo más variopinto de personas que ven con gusto el cambio y colaboran a ello aunque de manera más discreta. En mi entorno y no soy tan viejo he visto desaparecer los limpiabotas o llamar “amo” al propietario. Son prácticamente de otra época las cofias en las criadas y hay que ir a los libros o a la pantalla para oír “sí señorito, a mandar, que para eso estamos”; hasta en esas historias (“Los santos inocentes” por ejemplo) los hijos no se comportan como los padres.
¿Cuáles son las cuestiones de nuestra época de las que nos arrepentiremos en el futuro? Sin duda el hambre, los dogmas de la economía dominante, las puertas giratorias, el “siempre habrá ricos y pobres”; también lo será que haya personas que tengan que irse de unos países dejando de cuidar a sus padres para cuidar los padres de otras personas en otros países; pobres que cuidan ricos sin ningún tipo de libertad real pero con todas las apariencias de libertad. Hemos visto acudir llorando a clínicas de aborto algunas mujeres de otros países que aquí son cuidadoras. ¿Las mujeres que piden aborto lo hacen con el mismo tipo de libertad que las que dejan de cuidar a sus padres para cuidar los padres de otros? Hay testimonios y estudios que apuntan por ahí. Alguien ya hablo del capitalismo como la libertad del zorro libre en el gallinero libre. ¿Estará el aborto entre las realidades de absoluta libertad “formal” más que real?
Para algunos el capitalismo es el paraíso pero otros creemos con bastantes datos que el capitalismo mata. No tanto éste o aquel sujeto como el sistema. ¿Será posible dialogar en nuestra sociedad polarizada si entre esas cosas de las que nos arrepentiremos en el futuro estará la aceptación social y política del aborto? En nuestra opinión es muy probable y sería bueno para todos que se pudiera dialogar.
¿Cómo explican los que proponen aborto como un derecho que el aborto conlleve duelo como cualquier otra muerte? En la misma medida en que se abre paso la vivencia del duelo perinatal (silenciado en otras épocas y con dificultades todavía hoy) aparece el duelo por aborto voluntario. De hecho la madre, la pareja y hasta la familia de quien aborta tienen duelo. Duelo perinatal no distinto esencialmente que el del aborto involuntario. Si duele (¡a veces incluso más!) será por algo. A muchos nos parece que el aborto puede llevar la firma de la persona gestante pero es claro que no es un acto enteramente libre, es un acto muy frecuentemente bajo presión social. Si el aborto es una experiencia dura, una experiencia que si se recuerda como aniversario no es de manera festiva sino triste ¿por qué no plantearse otras posibles soluciones? ¿Por qué lapidar mediáticamente a quien plantea oír el latido del bebé?
¿Es imposible dialogar sobre la posibilidad de que las cifras de aborto no sean un asesinato social? ¿Si todo ser humano hemos sido en algún momento más pequeños que una lenteja como puede ser el tamaño algo realmente significativo? ¿No es evidente que si vamos a ser Alguien no somos algo sino Alguien desde el primer momento? Porque cuando una pareja con un test positivo de embarazo te dice “estamos embarazados” todos les consideramos padres ya y no el día del parto ni en la semana “x”. Si ya son padres es que hay persona, hay bebé y cada día menos gente llama “feto” al nuevo ser
También hoy es difícil decir que muchos que lamentamos todas esas cosas también pensamos que en un futuro la humanidad se arrepentirá de haber pensado que era un derecho de un individuo eliminar a otro porque procedía de su propia gestación y aunque vivimos en una cultura que dice aceptar al pluralismo esta cuestión es difícil -muy difícil- de dialogar. En el futuro creemos que interrumpir el proceso natural de óvulos fecundados e implantados se verá como un asesinato social. No estamos llamando “asesino” a nadie en concreto, ni a la madre ni al padre, ni siquiera al jefe que pregunta si es el mejor momento para un embarazo. Señalamos a la misma sociedad que ve con normalidad esto como en otras épocas se vieron otras cosas con normalidad.
Y si todo esto es así podemos descubrir que quizá esté tan equivocado VOX como UNIDAS PODEMOS y todo el espectro intermedio. Que el debate político esta mal planteado lo hace evidente que después de cacarear el derecho al aborto en la mayor parte de los casos se hace en oscuras clínicas concertadas. ¿Por qué no en la “pública” si tanta gente lo ve normal? ¿Por qué hay que ir desde Zamora o Salamanca a un cuarto oscuro de Valladolid? ¿O de Pamplona a Logroño? ¿O de Murcia a Madrid? ¿Todos objetores de conciencia? Lo razonable si hay aborto es que sea en la sanidad pública y no en la oscura concertada. Algo tiene de extraño.
VOX se equivoca cuando quiere ponerle el latido a la madre como si ella no supiera lo que lleva dentro. Vox, aunque no lo sepa, propone algo que aumenta la tortura de la mujer. El PP se equivoca cuando lleva al Tribunal Constitucional la reforma proaborto de Zapatero y no hace nada realmente en contra ni siquiera cuando tiene mayoría absoluta y hace que dimita el ministro que quería cambiar la cosa. El PSOE se equivoca cuando lleva la contraria al PSOE de la Segunda República que no quiso hacer un derecho del aborto y prefería proponer más justicia social. UP se equivoca cuando quiere que se escuche el latido de los que no llegan a fin de mes pero no quiere que se escuche el latido de quien quieren quitarle el fin de la gestación. Latidos sí, hacen falta latidos. Todos los latidos.
Y entonces ¿los enemigos del paredón mediático mandamos a nuestro propio paredón moral a todos los partidos? No, proponemos que todos respondamos a esa primera forma de verdad que es la realidad. Queremos ir con todo lo que tienen de verdad y también les proponemos ir más allá. Queremos ir con VOX y la derecha a oír el latido del bebé y queremos ir más lejos, que se oiga el latido de los padres sin salario suficiente, sin vivienda digna, sin más estabilidad que ser fijo discontinuo. La madre (y su pareja) realmente ¡quieren oír el latido! Pero quizá haya que proponer al casero oír el latido de la madre (y su pareja). Quizá haya que seducir, sugerir, proponer u obligar a los grandes empresarios oír el latido de esas madres (y parejas) que no llegan a mileuristas o que son fijos discontinuos, el latido -también- de quienes, incluso trabajando los dos, no les queda más remedio que acudir a Cáritas.
Queremos ir con la izquierda a oír el latido de la justicia, de una solidaridad que no sea dar tal o cual derecho individual sino los deberes de todos y los derechos para todos. Queremos ir con las fuerzas verdaderamente progresistas a defender todos-todos los derechos de las mujeres tantos siglos aplastadas, silenciadas, ninguneadas, tenidas por menores. Pero queremos sugerirles que hay que ir más allá. Que hay que preguntarse por qué ya hay países en que no nace ni un solo niño con síndrome de Down, ¿no será una brutal eugenesia disfrazada? Hay que preguntarse por el problema demográfico. Hay que preguntarse si es normal que haya más mascotas que niños y si así va a haber pensiones. Hay que preguntarse si el problema de la España vaciada no tiene otra solución que importar de países pobres parejas pobres que ya ni puedan ver morir a sus padres porque la economía bienpensante ha llamado “acogida” a lo que no es más que una estrategia para sostener las pensiones. La izquierda no pueda aceptar que se consideren propiedad privada los bebés en los meses antes de que les oigamos llorar; la ciencia actual es muy clara: no lloran, sí sufren.
Menos polarización, más diálogo.
Menos postureo, más verdad.
Menos egoísmo, más solidaridad.
Ahora más que nunca: Solidaridad
Diego Velicia, Eugenio A. Rodríguez
Muy buena reflexión
ResponderEliminarSí, me parece muy acertada y bien escrita
ResponderEliminarDesde la Revista Acontecimiento, a cuyo consejo pertenezco, tenemos interés en pubicar este artículo. Necesitamos vuestra aprobación. Escribid a felix.garciamoriyon@gmail.com
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