Por Colectivo SIAP[1]
Abril de 2025
Isabel es pediatra en Salamanca y, aprovechando unas vacaciones, está temporalmente a cargo de sus dos sobrinas, gemelas, Ana y Lara, de 14 años, en Madrigal de las Altas Torres[2], un pueblo de Ávila (España) en el que viven con sus padres, que han tenido que ausentarse.
“Cuéntanos cómo pasó”
Ana y Lara entran en tromba, al volver el jueves 10 de abril del colegio, y buscan a su tía Isabel, que está dando la merienda a su hijo, Luis.
“Tía, tía, nos tienes que contar lo de la pandemia”, dice Ana.
“Sí, sí, pero que podamos tomar notas y contarlo como historia viva verdadera, que es lo que nos han pedido para después de Semana Santa, que contemos también lo que recordemos nosotras”, añade Lara.
“Vale, vale, encantada, ya sabéis que yo trabajo de pediatra y en aquella época estaba embarazada de vuestra primo Luis, cuando empezó todo, y di a luz en el periodo más duro, en pleno confinamiento”, contesta Isabel.
“¿Cómo lo hacemos? Nosotras creemos que lo mejor es que primero contemos lo que recordamos, luego tú añades lo que sabes y luego buscamos lo que falte, ¿te parece?”
“De acuerdo. Pero como si yo no os hubiera contado nunca nada, que sea un trabajo original, de ahora. Me resumís lo que vayáis encontrando, que yo ahora estoy muy al día porque he participado en ese Seminario en Torremocha del Jarama[3] del que os he hablado”.
La metodología
Ana y Lara dedicaron unos días a “explorar” la pandemia covid19 que empezó a comienzos de 2020, y les resultó fácil hacerse una idea de lo que se comentó en los medios de comunicación, la “opinión publicada”. Les resultó casi imposible formarse una opinión “científica”, sabiendo que había miles de documentos de revistas médicas, libros y publicaciones “grises”, pero lograron aproximarse con los nuevos “sintetizadores” de la inteligencia artificial. Les fue todavía más difícil encontrar “la disidencia”, la actividad y publicaciones alternativas, la crítica y la rebelión (sus profesores les han insistido siempre en que es muy importante tener una imagen global). En lo personal, les fue muy fácil recordar aquellos días porque habían tomado cientos de fotografías, como método contra el aburrimiento del encierro y del cierre del colegio.
Por ello prepararon una primera versión basada en sus recuerdos y en la opinión publicada tanto de los medios de comunicación como de documentos científicos y políticos. Y se lo presentaron a la tía Isabel advirtiéndole de que era “una síntesis coja, una simple tesis, le falta la antítesis” (con el léxico marxista que les había enseñado su madre, representante sindical).
“Ningún problema, yo participé desde marzo de 2020 en un Seminario virtual, con más de 300 profesionales de la sanidad, “Del Estado de Alarma al Estado de Solidaridad”[4], luego en un encuentro presencial en Zaragoza sobre la pandemia, en noviembre de 2021[5], y ahora, el mes pasado, en este de Torremocha del que os he hablado”.
Tras una tarde de buen tiempo en el jardín, lograron ordenar lo que sabían entre las tres, buscaron lo que faltaba para el relato y prepararon la presentación que Ana y Lara tenían que tener lista para la vuelta de las vacaciones de Semana Santa. Lo organizaron en tres actos, el primero lo leería Ana, el segundo las dos al tiempo, y el tercero lo presentaría Lara. Los textos los corrigió Isabel para darles un “tono académico”.
Dejaron para el debate el conocimiento vivencial, sus recuerdos de aquellos meses y años.
Primer acto. Antes de la pandemia, una sociedad enferma
El “mundo occidental” va de crisis en crisis financiera sistémica, de “burbujas” y terremotos económicos por el abuso capitalista, que se salvan con bienes públicos, siendo la crisis de 2007-8 la más reciente, una crisis que se resolvió con “recortes” y de mala manera en España, una crisis que afectó profundamente al débil Estado de Bienestar (sostenido en los países “occidentales” a costa del colonial Estado de Malestar del resto del mundo), que dejó claro que “los bancos mandan”, pues por salvarlos se hundieron los servicios públicos, sobre todo la enseñanza, la sanidad y la “dependencia”.
La pobreza se mantuvo como problema estructural, afectando al 20% de la población que se sentía “abandonada y ninguneada”, sólo los de ATD Cuarto Mundo parecían ser capaces de aprender algo al respecto.
Creció la importancia del sector privado en educación y salud, y se incrementó la desigualdad social siendo cada vez mayor la distancia entre pobres y ricos, y la separación en dos “sociedades inmiscibles” en que el origen, la familia (“el código genético”), es clave. Se salvaron algunos barrios, como “El Gancho”, en Zaragoza, y algunas experiencias comunitarias como “Encuentro y solidaridad”.
El desarrollo tecnológico no se acompañó de desarrollo ético y de ahí, por ejemplo, el abandono del campo de los cuidados, bien expresado en el negocio de las “residencias” de ancianos (generalmente mujeres, ancianas recluidas en instituciones hoteleras, no sanitarias) y discapacitados, convertidos los seres humanos en una especie de mercancia al servicio de las plusvalías. Con la tecnología creció el individualismo y el narcisismo, que se fomentó como forma de debilitar el asociacionismo y de incrementar el sector “seguridad”, llegando a ser más importante tal falsa seguridad que la prudente libertad.
La democracia nunca fue fuerte ni en España ni en el mundo pues vivimos en una sociedad capitalista, de propiedad privada de los bienes, y ya sabemos que “capitalismo y democracia” es un oxímoron. El gobierno de los más ricos, plutocracia, deja apenas un suspiro que llamamos democracia y su débil respiración permite la corrupción impune, que incrementa la desigualdad social. En España, además, persiste la huella del franquismo caciquil en forma de gran distancia jerárquica y estilo político autoritario en una sociedad muy desigual.
El sector sanitario sufrió una hipertrofia preventiva que es profundamente inequitativa, reflejo del constante sesgo de clase de gobernantes, políticos y salubristas, también expresado por la importancia de lo “bio” (con imprudente ignorancia de todo lo social), el hospitalocentrismo y el abandono de la atención primaria.
La creciente palabrería sobre la prevención llevó a la confusión acerca de la misma tanto desde el punto de vista individual como poblacional. La cultura de “evitación de riesgos” en la vida y en la medicina provocó un cambio conceptual en el papel de la la atención médica. Se hizo excesivo hincapié en los “factores de riesgo” situados “muy atrás” en la cadena causal y se les transformó en causales, cuando no son ni necesarios ni suficientes. Políticos, profesionales y periodistas olvidaron la paradoja de la prevención de Rose[i], que piede que la prevención a nivel individual debe llevarse a cabo con “extrema cautela".
La consecuencia final fue el incremento de la cobertura poblacional con pólizas de aseguradoras privadas y el sobreuso de la atencion en urgencias hospitalarias públicas.
La salud se convirtió en un preciado bien por sí misma, instaurándose la “biopolítica”, el control de individuos y poblaciones a través de normas culturales y sociales en torno a una salud ideal imposible.
La medicina transformaba toda adversidad en enfermedad y ofrecía un medicamento para cada mal, bajo la apariencia de una “Medicina Basada en la Evidencia” (Pruebas), así que lo “normal” era estar en tratamiento con medicamentos (incluyendo “vacunas para todo”), en especial psicofármacos y analgésicos (incluyendo los opiáceos), y más al envejecer. Era una sociedad “empastillada” con un edadismo creciente (la infantilización y el rechazo de la ancianidad) que en la práctica ponía por delante de la salud los intereses industriales.
En la organización sanitaria se debilitaba lo público con el mantenimiento de una estructura obsoleta (las mutualidades de funcionarios civiles y militares), la infrafinanciación, la burocracia, la penetración de las industrias y el nombramiento de gestores afines al partido gobernante.
Existía una Ley de Autonomía de Paciente, pero sólo en el Boletín Oficial pues en la práctica los pacientes perdían la mayoría de sus derechos al pisar una institución sanitaria. En cierta forma, los profesionales sanitarios eran formados para ser “obedientes” y cumplir una especie de papel social de “policías de bata blanca” y cooperadores necesarios en la visión cientifista y tecnológica que cree que el desarrollo todo lo puede (lo que no impedía la difusión de un creciente “catastrofismo”),
También existía la “resistencia y rebeldía”, individual y organizada, como acreditan en la ciencia personas como John Ioannidis y Tom Jefferson en el extranjero y Juan Erviti y Joan Ramon Laporte en lo nacional, en lo profesional sanitario organizaciones como la REAP (Red Española de Atención Primaria), NoGracias, el FoCAP (Fòrum Català d’Atenció Primària), Osalde (rama vasca de la Federación de Asociaciones de Defensa de la Salud Pública, FADSP), los SIAP (Seminarios de Innovación en Atención Primaria, SIAP), etc, y en lo social ATD Cuarto Mundo (pobreza y marginación), Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA), etc.
Segundo acto. Un nuevo virus y una pandemia
En 2019 apareció en el mundo un nuevo virus, un coronavirus, el SARS-CoV-2 (SARS por síndrome respiratorio agudo severo) descubierto por primera vez en Wuhan, China, en relación con cuadros graves de neumonía en el curso de la enfermedad covid19. Se sigue ignorando si su origen es “natural” (mutación espontánea) o “artificial” (creado en laboratorio) pero crecen las pruebas en favor de lo segundo.
Tras un primer tiempo de negación del problema se produjo una reacción política con
· el desarrollo e implantación de una dictadura sanitaria centralizada que intentó el “aislamiento” del virus mediante el férreo confinamiento de la población, rompiendo todas las costuras éticas de utilidad, proporcionalidad, equidad y dignidad,
· el “cierre de fronteras” en el mundo entero (con limitaciones a la libertad de movimiento, controles de temperatura, etc),
· la fumigación de las calles, y en general recomendaciones mantenidas en el tiempo sobre contagio por superficies, no por vía aérea (la esperable dado que se trataba de un virus respiratorio más),
· la implantación de “toques de queda”,
· el cierre de las escuelas (con la implantación de una “educación a distancia”, imposible en muchos casos) y, cuando se reabrieron, el seguimiento de protocolos absurdos y cambiantes,
· los problemas de alimentación al cesar las comidas en las escuelas, y la respuesta neoliberal de proveer comida “basura”,
· los pronósticos apocalípticos según modelos matemáticos de instituciones dadas a crear pánico (ya, años antes, también con la “gripe aviar”),
· el no saber “no hacer” cuando no se sabe qué hacer, y el llevar al paroxismo el “principio de precaución”,
· el uso obligatorio de mascarillas hasta en la playa,
· el aislamiento y encierro de ancianos y discapacitados en sus casas y residencias, en algunos casos con restricciones para derivación a hospitales públicos (y en otro muy especial, Murcia, la demostración de que se podía haber hecho bien),
· la muerte y ritos funerarios en casi-soledad (se “robó” tanto la muerte como el nacimiento),
· el cierre de parques infantiles,
· la creación de mitos controladores de la población como el de los “niños hipercontagiadores”, “quédate en casa”, “nueva normalidad”, “saldremos mejores”, “estrategia de erradicación”, “España puede”, “no mates a tus abuelos” y demás,
· la represión del contacto físico, de los abrazos y ¡hasta de la actividad sexual presencial!,
· la “demonización” de quienes dudaban y/o desobedecían, que, por ejemplo, llevo a extremos como el aislamiento en soledad en un clase vacía del niño no vacunado y/o sin mascarilla,
· el uso de la creación del miedo para evitar la rebelión (miedo a enfermar, miedo a morir, miedo a contagiar, miedo a ser “etiquetado” como “anti”, miedo al Otro, etc),
· la implantación de un pensamiento científico “único” controlado por los “verificadores” con rigor inquisitorial y la atribución de la discrepancia a una cierta ideología “retrógada” con lo que se impedía el libre debate científico,
· el uso de un vocabulario y autoritarismo “de guerra”,
· la sobresimplificación de los mensajes que aniñaban y se repetían como mantras (la simpleza pandémica, política, técnica y en los medios de comunicación, con ausencia de matices y mensajes a no discutir, tipo el “aplanar la curva”) y de las respuestas que igualaban (una especie de “respuesta universal” sin adaptación a realidades evidentes),
· la ocultación del desarrollo de la inmunidad natural, que se lograba incluso en los frecuentes casos de infección asintomática,
· el mesianismo ciego con las vacunas,
· la descalificación ante quienes sabían que las vacunas no evitaban ni el contagio personal ni la transmisión del virus,
· el fomento de la vacunación covid19 a toda la población (infancia incluida) con campañas ridículas (“¿cenarás en Nochebuena con quien no esté vacunado”?, “inmunidad de rebaño cuando alcancemos el 70% de la población”, “eficaces y seguras”) y discriminación de no-vacunados con propuestas de hasta negarles el acceso a la atención médica y la pérdida de la patria potestad en caso de no vacunar a los hijos, hasta el extremo de los pasaportes covid para actividades sociales (incluso las extraescolares de infancia-adolescencia) y de la estrategia del presidente de Francia, Emmanuel Macron de "a los no vacunados tengo muchas ganas de joderlos. Y eso continuaremos haciendo, hasta el final”. Se evitó, también, la información para considerar el “consentimiento informado”,
· la segregación en las escuelas de quienes no estaban vacunados covid19 y/o no utilizaban mascarillas,
· el uso irracional de medicamentos y pruebas (sirvan de ejemplo la azitromicina y la hidroxicloroquina, la radiología de tórax y las PCR, reacción en cadena de polimerasa),
· la aceptación acrítica por profesionales de protocolos absurdos e irracionales (“es el protocolo de cada día, hay que cumplirlo”), protocolos que solían llegar en formato que dificultaba controlar los cambios y por ello a veces exigían largas reuniones de interpretación,
· el “diluvio” de datos sin rigor epidemiológico, pura confusión sin información ni conocimiento, con carencias y modificaciones, por ejemplo de afectación, mortalidad incluída, según ocupación, clase social, sexo, grupos de edad, etc,
· la ignorancia de la participación popular,
· la descalificación y ostracismo ante la duda, con el establecimiento de un coro ensordecedor y unánime, incapaz de razonar, que rechazaba la simple posibilidad de pensar, razonar y discrepar,
· la servidumbre voluntaria de la población y los profesionales (con algunas excepciones notables),
· la “lucha contra la muerte”, sin aceptar que algunas muertes eran inevitables,
· la ignorancia de las consecuencias del encierro en la violencia de género, las prisiones, la prostitución, las personas sin hogar, etc,
· la implantación de normas y protocolos que incrementaron la violencia obstétrica, llevada al extremo de negar el acompañamiento en el parto, hacer cesáreas innecesarias y separar a los bebés recién nacidos de sus madres, incluso en contra de las recomendaciones en pandemia de la Organización Mundial de la Salud, OMS, y de las sociedades científicas, incluyendo también la imprudente vacunación covid19 de las embarazadas,
· la renuncia a la promoción de actividades al aire libre,
· la nula “deprescripción” de medicamentos que incrementaban la probabilidad de neumonía, y en general el abandono de “la seguridad del paciente”,
· la aceptación profesional y social de las “ocurrencias” de políticos, salubristas y “expertos” por más que fueran contra el bien común, la ciencia y la ética, como la fractura en primaria de la atención clínica basada en la longitudinalidad y la presencialidad y, en general, el anteponer la lealtad a la institución frente a la lealtad a pacientes, familias y comunidades[6],
· la ignorancia de la sindemia (que no pandemia puesto que no sólo se refiere al nuevo virus y la covid19 sino al conjunto de problemas bio-psico-sociales que se suman),
· la colusión de intereses no declarados públicamente, corrupción, de industrias varias (farmacológicas, tecnológicas y otras) con los de políticos, salubristas y sociedades sanitarias científicas que llevaron a una deslealtad general respecto al “contrato social”,
· la implantación con política “de hierro” de la atención sanitaria virtual, también en toda atención de los servicios públicos, creando verdaderos “fosos” digitales inequitativos,
· el desprecio a recursos sanitarios como las farmacias comunitarias,
· el desarrollo de políticas sanitarias “todo azimut” (indiscriminadas) en lugar de concentrar las acciones en los sectores más débiles y frágiles,
· la respuesta solidaria de las redes comunitarias y vecinales y de quienes viven permanentemente en crisis por su situación de pobreza y marginalización,
· etc.
Es decir, se respondió a la pandemica con un conjunto de medidas improductivas e ineficaces, y a veces con gran iatrogenia[7]. Una especie de absurdo suicidio social para “salvar al sistema sanitario” promovido por polìticos y salubristas a los que faltó ciencia, conciencia y coraje que llevó en la práctica clínica a negar las manos que tocan y las sonrisas que se ven,
El mundo “se volvió loco” en expresión del más cuerdo de los epidemiólogos y salubristas del mundo, el sueco Anders Tegnell, que siguió los planes de contingencia previstos y ni cerró escuelas ni encerró a la población y aprovechó su independencia constitucional respecto a los políticos para demostrar al cabo de los años el éxito de sus decisiones[8] que se sintentiza en algunas frases como[9]: “son los otros países los que experimentan” y “no es una carrera de velocidad sino de resistencia”, “tenemos que aprender a convivir con el virus”.
En España, el primer encierro, desde el 14 de marzo de 2020, duró 42 días y si bien puede entenderse el pánico de políticos y salubristas en los primeros momentos es inentendible la rigidez que gobernó las vidas durante más de tres años. Tampoco se entiende la manipulación de la población (a destacar “la policía de los balcones” que gritaba y hasta arrojaba objetos contra cualquiera que se moviese por la calle), ni la participación del Ejército para implantar un clima de miedo, ni la carga moral constante del “por mí, por ti” (“vacúnate por amor”, “me protejo, te protejo”) que llevó a una solidaridad forzada bien expresada por “los aplausos a las ocho” (el rito de aplaudir en balcones y ventanas a los sanitarios que estaban trabajando en los hospitales; en los hospitales, pues políticos, salubristas, “expertos” y medios de comunicación ignoraron de mil maneras el papel jugado por la atención primaria).
En el sector sociosanitario, como en la misma sociedad, pudimos encontrar lo mejor y lo peor del ser humano. Desde profesionales que cumplieron con su deber cívico y deontológico a quienes se aprovecharon de la situación para “ponerse a salvo”. También quienes promovieron el uso terapéutico del arte, incluyendo la poesía. A recordar especialmente a quienes murieron en acto de servicio[10], en mucho por errores de políticos, gestores y salubristas.
Tercer acto. Nada ha cambiado para mejor
Durante la pandemia nos dijeron constantemente que valía la pena el sacrifico pues “saldremos mejores”, pero no, no hemos salido mejores. El daño ha sido profundo, tanto a la sociedad en general como a lo educativo y sociosanitario en particular, pues se lesionó mucho a personas y profesionales, un daño que no se ha reparado, ni siquiera estudiado con afán similar al de la “Comisión de la Verdad y la Reconciliación” de Sudáfrica. Por consecuencia se han desacreditado las instituciones, incluyendo a políticos, gestores y profesionales.
Se promovió y logró la “bipolarización” en ciencia, profesión y sociedad, que persiste, lo que va en perjuicio del desarrollo personal y social pues para progresar, y vivir, se precisa la crítica, el diálogo y la “desobediencia”.
Se ha incrementado la diferencia de clase, los ricos son más ricos y los pobres más pobres. Algunas soluciones han sido venenosas, como el Ingreso Mínimo Vital que es en la actualidad un laberinto casi sin solución racional. La corrupción campó sin control durante la pandemia, con algunos escándalos descubiertos y la inmensa mayoría impunes. La democracia se resiente por tal impunidad, y por la plutocracia.
En España se hizo una complaciente evaluación[11], se ocultó el fracaso y, como en el resto de países, se pretende el olvido, el pasar página, el “dadas las circunstancias tampoco se hizo tan mal”[12]. Sin embargo, España aparece como un país del que huir si hay nueva pandemia[13]. Ni políticos ni salubristas estuvieron a la altura y ahora pretenden no rendir cuentas, ni pedir perdón, ni reparar los daños (en lo que se pueda), ni tomar medidas para que no se repitan los errores[14].
Falta la difusión de las narraciones y relatos de quienes sufrieron en la base las consecuencias de las decisiones políticas y de salud pública, desde comunidades a personas; por ejemplo, de “trabajadores esenciales”, de víctimas como familiares de “muerte sin amor”, etc.
En sanidad seguimos con el enfoque predominante biológico y tecnológico y la imposición de la atención virtual. Los determinantes sociales (las “condiciones del vivir”) y el comunitarismo vuelven a ser teorías que adornan el discurso pero no se pretende cambiar la atención sanitaria ni dentro de la consulta, ni en la cama del hospital, ni en el domicilio del paciente, ni en urgencias. Tenemos pendiente la aceptación y declaración de efectos adversos de las vacunas covid19, y el reconocimiento del sufrimiento del “covid persistente”.
Se han atribuido millones de muertes evitadas por las vacunas, pese a su ineficacia en los ensayos clínicos. La vacunación no detuvo la pandemia, contra lo que han difundido medios de comunicación y “expertos”, ni comparando países ni comparando individuos (si se corrige por el efecto de “sano vacunado”), y el proceso de aprobación y de introducción en el mercado de las vacunas ha demostrado la insuficiencia de las agencias reguladoras de medicamentos.
Ni siquiera se han resuelto problemas estructurales como la debilidad de una salud pública ensimismada con los “factores de riesgo”, de una atención primaria anémica y de un escuálido sector “sociosanitario”, pues habría que inyectar miles de millones y cambiar de raíz para atraer y retener a los mejores profesionales.
Tampoco se ha resuelto el problema de la ancianidad, del hacinamiento en “residencias” que son negocios, no instituciones sanitarias, que acogen básicamente a ancianas “esperando la muerte” con exceso de medicamentos.
Así mismo, queda pendiente, eternamente pendiente, la cuestión de la “dependencia” (“el cuarto pilar del Estado de Bienestar”), y la pobreza que persiste y se hereda en todas sus formas (no funciona el ascensor social).
Siguen en el olvido los mecanismos de apoyo y fomento de asociaciones y redes comunitarias, la participación popular, pues el poder no se fía del saber popular y prefiere mantener un marco punitivo y la Ley Mordaza, “por si acaso”.
En educación el sector público se debilita a todos los niveles, desde pre-escolar a la universidad, y no se ve en el horizonte una reforma de la enseñanza que se proponga fomentar el pensamiento crítico y la libertad de expresión.
Hemos aprendido que la población tienen mecanismos de organización y resistencia que pueden llegar a asombrar, en el sentido de que hay mejor capacidad de organización popular de base que poder político y gestor. También que la miseria y la pobreza son creaciones humanas, que podemos eliminar también con el esfuerzo humano.
Palabras para el debate
Ana y Lara, con ayuda de su tía Isabel, han preparado una lista de palabras y expresiones que desearían que salieran en el debate. Las han puesto en orden alfabético, para tacharlas según vayan comentándolas, por la participación espontánea de sus compañeras o a su propia iniciativa.
Listado de palabras y expresiones:
· Alegría
· Amor
· Aporofobia
· Apoyo
· Arte
· Asociaciones de pacientes, vecinales, de base y otras
· Autoritarismo
· Belleza
· Bien común
· Biopolítica
· Brecha-foso digital
· Burocratización
· Capitalismo
· Ciencia crítica
· Clase social
· Cobardía (“no ver”, “no comentar”, “no discrepar”)
· Colonialismo
· Compromiso
· Comunidad
· Compasión
· Complejidad
· Conciencia
· Conocimiento expirencial
· Conspiranoico
· Coraje
· Corrupción
· Covid persistente
· Cruce de saberes
· Cuidar
· Cultura de perdón y reparación
· Daño
· Democracia
· Desánimo
· Desobediencia
· Dictatura de la salud
· Dignidad
· Duda vacunal
· Edadismo
· Efecto arrastre
· Efectos adversos
· Enfermedad profesional
· Entusiasmo
· Equidad
· Equipo
· Error
· Escucha
· Esperanza
· Espiritualidad
· Estigma
· Ética de la ignorancia
· “Estar y acompañar, sin más; dar crédito y testimonio del sufrimiento”
· Exceso de mortalidad
· “La infancia y adolescencia no es sólo el futuro, es sobre todo el presente”
· Humor
· Ignorancia
· Incertidumbre
· Causas de la causa (“si doy lismona al pobre soy caritativo, si pregunto porqué es pobre soy comunista”)
· Libertad
· Longitudinalidad
· “Los perros con más derechos que infancia, adolescencia y ancianidad”
· Malismo
· Medicalización
· Miedo
· Muerte
· Narración
· Naturaleza
· Necropolítica
· Negacionismo
· Neoliberalismo
· “No hacer”
· Obediencia
· Parresía
· Paternalismo
· Parto en casa
· Pensamiento crítico
· Pobreza
· Poesía
· Populismo epidemiológico
· Presencialididad
· Prevención
· Protocolos
· Prudencia
· Psicología política (masas, líderes y movimientos sociales)
· Rabia
· Rebeldía
· Rendimiento de cuentas
· Respeto
· Salud mental
· Seguridad
· Servidumbre voluntaria
· Soledad
· Solidaridad
· Ternura
· Tocar, tacto
· Tiranía sanitaria
· Valentía
· Valores
· Violencia obstétrica
· Violencia de género
· Violencia simbólica
· Vulnerabilidad
Conclusión
Nos quieren controlar, nos quieren amedrentados, débiles, egoistas, empastillados, enfermos, ignorantes, insolidarios y obedientes
Por ello, para evitarlo, necesitamos analizar a fondo la respuesta a la pandemia.
Necesitamos poner en palabras, narrar, lo que sucedió en los años pandémicos.
Necesitamos entender historias y escuchar con amor el dolor que no cesa en las heridas abiertas de pacientes, familiares y profesionales.
Lo precisamos para volver a poder caminar y vivir con “normalidad”.
[1] Síntesis del conocimiento colectivo generado en el SIAP (Seminario de Innovación en Atención Primaria) sobre «La respuesta a la pandemia covid19. Ciencia, ética y sociedad», cuyas ponencias están todas en https://seminariossiap.es/siapcovid2025/material/ El debate virtual comenzó el 7 de febrero, y en encuentro presencial tuvo lugar los días 6 (en Buitrago de Lozoya), 7 y 8 de marzo de 2025, en Torremocha de Jarama (Madrid). Hubo un total de 26 ponencias (más una de "arte") con 34 ponentes (el 53% mujeres). Hubo un total de 110 inscripciones, incluyendo asistentes, ponentes y organizadores (mujeres el 56%). En el debate virtual hubo un total de 432 intervenciones (de mujeres el 53%). La media del presencial fue de 51 personas (mujeres el 55%). Hubo 180 intervenciones presenciales (de mujeres el 53%).
[2] Madrigal es un pueblo que conserva impresionante arquitectura y donde nació la reina Isabel la Católica de Castilla y murió Fray Luis de León, judioconverso, profesor de la Universidad de Salamanca que al incorporarse a su cátedra, tras años de cárcel por acusación y juicio de la Inquisición, comenzó con el mítico “Decíamos ayer…”.
[3] La respuesta a la pandemia covid19. Ciencia, ética y sociedad https://seminariossiap.es/siapcovid2025/
[4] #siapcovid19 https://equipocesca.org/covid19-del-estado-de-alarma-al-estado-de-solidaridad-siap-extraordinario/ https://covid19siap.wordpress.com/
[5] Seminario covid virtual-presencial Zaragoza noviembre de 2021 https://equipocesca.org/wp-content/uploads/2021/09/siap-2021-covid-Zaragoza-Programa-Difusi%C3%B3n.pdf
[6] En términos académicos triunfó la irracionalidad técnica (todo para la organización) con menosprecio de la irracionalidad romántica (todo para el paciente); es decir, con renuncia al deber parrésico de discrepar con coraje y valentía. En la práctica los “años sindémicos” (2020-23) conllevaron una especie de psicosis colectiva de irracionalidad técnica en que se sacrificó todo “por la vida”, incluso las razones que justifican el vivir (por consecuencia, el incremento del suicidio, entre otras cosas). Es la servidumbre voluntaria, el “miedo a la libertad”, también la violencia simbólica “que lleva contento al cordero al matadero”, la construcción artificial de un mundo imaginario en que la autoridad es salvadora.
[7] ¿Capitán a posteriori respecto a la pandemia covid19? Al comienzo (febrero-marzo-abril de 2020) ya se sabía lo que había que hacer (y no se hizo) https://ahoramqnunca.blogspot.com/2025/03/pandemia-covid19-al-comienzo-febrero.html
[8] The covid lessons from Sweden: Don't lock down https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/ecaf.12611
[9] The Sweden “experiment”? It wasn't Sweden that opted for a vast experiment called lockdown https://ahoramqnunca.blogspot.com/2025/03/the-sweden-experiment-it-wasnt-sweden.html
[10] 28 de marzo. Jamás desaparece lo que jamás se olvida https://saludineroap.blogspot.com/2025/03/28-de-marzo-in-memoriam-jamas.html
[11] Hervada X, Pérez-Romero C, Rodríguez Artalejo F, Urbanos R. Evaluación del desempeño del SNS español frente a la pandemia de Covid-19. Lecciones de y para una pandemia. Madrid, 2023 https://www.easp.es/project/evaluacion-del-desempeno-del-sns-espanol-frente-a-la-pandemia-covid-19/
[12] El confinamiento: de la obediencia al olvido https://mondiplo.com/el-confinamiento-de-la-obediencia-al-olvido
[13] ¿Dónde pasar la próxima? https://mondiplo.com/donde-pasar-la-proxima
[14] La pandemia covid19 a los cinco años, ¿por qué tienen que pedir perdón políticos y salubristas? https://saludineroap.blogspot.com/2025/03/la-pandemia-covid19-los-cinco-anos-por.html
[i] Rose G. Sick individuals and sick populations. Int J Epidemiol. 2001;30(3):427-32.
Recomendamos leer la síntesis (con un breve comentario de Juan Irigoyen) del SIAP ZARAGOZA:
http://www.juanirigoyen.es/2021/11/el-siap-de-zaragoza-y-los-alineados.html
De este mismo blog recomendamos la entrevista a Alberto Pardos
https://ahoramqnunca.blogspot.com/2021/12/alberto-pardos-covid19-del-estado-de.html
Y aquí el texto de la síntesis sin el comentario de Juna Irigoyenhttps://ahoramqnunca.blogspot.com/2021/12/sintesis-del-seminario-de-innovacion-en.html
Aquí un texto de Jose R. Loayssa. https://ahoramqnunca.blogspot.com/2021/11/ciencia-politica-capitalismo-y-pandemia.html
y aquí mi propio relato con la foto de las flores de la mesa del Seminario https://antigonahoy.blogspot.com/2021/12/covid-conciencia-y-ciencia.html
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