Jaime Nubiola
Me ha gustado el nuevo libro de Josep Maria Esquirol «La escuela del alma. De la forma de educar a la manera de vivir» (Acantilado, Barcelona, 2024). Como suelo hacer siempre, he tomado algunas notas, sobre todo de aquellos pasajes en los que la opinión del autor coincide con la mía. En casi todas mis anotaciones, el autor logra decir lo mismo mucho más bellamente.
Por ejemplo, me han interpelado estas líneas de Esquirol: "La atención es como la ventana del alma. El mundo está ya abierto. Pero es necesario mirar bien por la ventana. Hay que acercarse a las cosas. Hay que asomarse, y extender la mano. Y tocar el aire, y respirar el cielo, y dejar que las gotas de lluvia se deslicen por las facciones de la cara" (p. 69).
Me han gustado estas palabras porque vienen a decir que lo más importante para estar atento es dejarse llenar por las cosas, por el paisaje, por la persona que tengamos delante, o por Dios si estamos haciendo oración.
Se trata de silenciar nuestro yo para poder hacernos cargo del asunto que en cada caso tengamos entre manos. Sin paz interior, si no estamos serenos porque dentro de nosotros tenemos un alborotado hervidero de preocupaciones, sensaciones, recuerdos e ideas, no podremos prestar atención.
De ahí la importancia del «esfuerzo negativo» del que hablaba Simone Weil, que consiste en apartar las distracciones para dejarnos llenar por lo que estemos escuchando, leyendo o lo que sea que estemos haciendo.
Es difícil, pero a estar atento se aprende: es la clave de la formación personal.
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