miércoles, 29 de diciembre de 2021

Fallece de soledad (y no de Covid) la primera vacunada de Gran Canaria

En un acto solidario en la calle Triana
de Las Palmas de GC 27/12/15

Mari Carmen Déniz Marrero, la conocida expresidenta de la “Frater” de España murió en la Nochebuena. Sus amigos habían podido oír sus últimos washaps: “Cada vez más sola. Triste por eso”. Su voz nos habla de esta “enfermedad” silenciada de tantos y tantos que mueren de soledad. No lo dirá el certificado de defunción, ni documento escrito alguno pero esa será la verdad. Ni la autopsia lo diría. Pero no faltan estudios sociológicos que ya contemplan este hecho. Y hasta por el mundo hay más de un Ministerio de la Soledad. El otro día, sin embargo, un buen sociólogo pedía mascota para la soledad de su madre, aunque intentara añadir en su descargo que también le serviría para hacer ejercicio.

Estas muertes de soledad cada vez que se endurecen las medidas ante el covid  quizá deberíamos llamarlas “asesinatos”. A más de uno nos parece una pregunta tan justa y ética como científica. El papa Francisco ha dicho para escándalo de algunos y silencio de otros que “esta economía mata”. Pero ¿hay un asesino a quien llevar a juicio? ¿cómo mata en concreto? Acierta el refrán: “entre todos la mataron y ella sola se murió”.  No hace falta que nadie apriete el gatillo, es más simple aunque parezca más complejo.

Es la gestión de la pandemia lo que se ha llevado por delante a Mari Carmen. Ha sido el decreto aislacionista. Mari Carmen tenía un largo historial de enfermedad pero supo vivir y luchar. No tenía la movilidad que quería, ni autonomía total pero fue capaz de luchar por los derechos de las personas discapacitadas y perteneció al movimiento eclesial “Frater” y a la asociación civil Cocemfe. Supo trabajar por reducir las barreras físicas y las de una mentalidad que a veces margina a las personas por algún tipo de discapacidad.

Desde posiciones científicas ya hay sanitarios que dicen “¡Hay que parar esto! Dejar de hacer para poder hacer” (www.saludineroyap.blogspot.com) refiriéndose a que no se puede seguir dejando de hacer todo lo que hay que hacer (cuidar y cuidarse) en nombre de una lectura de la problemática covid chata, mezquina y farmamafiosa (hacer negocio con la enfermedad). Ya sabemos que el 2021 va a dar peores cifras de aumento de la mortalidad que 2020 porque, si bien el covid es cosa sería y asesina, más asesina es la gestión de la pandemia. Duro y triste pero tan real como que el hambre, la ignorancia y la enfermedad que existen simplemente (no complejamente) porque son negocio.

En la primera ola murieron muchos ancianos en soledad. Ya nos quejamos entonces. Entonces muchos profesionales sanitarios se saltaron con ciencia y con ética tan malvada imposición y permitieron despedirse a los moribundos de sus seres queridos. Otros no pudieron o no supieron. Pero seguir haciéndolo tan mal veintiún meses después es mucho más grave.

Mari Carmen fue -como dijo Manolo Medina en el cementerio- una profeta, una luchadora. Mari Carmen vivió aquel “Levántate y camina” de Jesús, de no quedarse atrás, de exprimirse en favor de los demás, de vivir con alegría las pequeñas cosas de cada día; supo ser de la manera más plena: dándose.

Como usuaria de la residencia El Pino estaba tan harta de confinamiento que fue con gusto la primera vacunada de Gran Canaria. Cuando la entrevisté para “Solidaridad” en la Emisora diocesana fue muy clara: “Hemos sobrevivido gracias a las Auxiliares, ¿por qué no nos han dejado bajar al hermoso jardín?”. En la pandemia hemos ido todos en el mismo barco, pero unos en primera y otros en tercera, e igual que el el Titánic los de tercera murieron mucho más.

Aprovechando “que el Pisuerga pasa por Valladolid” hablemos de política una vez más. No quiero decir que este o aquel sean los únicos responsables de estas muertes, no, no quiero decir eso. Pero tampoco quiero callar. Mari Carmen no habría fallecido si no se la hubiera recluido en la soledad con motivo de las condiciones de aislamiento hospitalario de -en este caso- una clínica concertada. Todos somos más o menos responsables -unos más y otros menos- si hemos enterrado nuestros talentos con la secreta pretensión de al menos conservarlos. Si eso ocurre siempre se pierden, como en el relato de Jesús, frecuentemente tachado de injusto. Es así: creyendo conservarlos parecerá que nos los han arrebatado contra nuestra voluntad y miraremos con envidia a quienes se los ganaron simplemente usándolos, simplemente viviendo, simplemente practicando.

Mari Carmen descansa en paz pero murió antes de tiempo quizá por la descansolatría de quienes enterramos los talentos. Murió antes de tiempo, quizá por nosotros adorar esa propia tranquilidad que Tolstoi llamó “bajeza moral”. No es extraño que Francisco haya dicho “¡Hagan lío!”. ¿También quizá se referiría a promover democracia en la vida política?

Ahora más que nunca: Solidaridad

Eugenio A. Rodríguez


2 comentarios:

Presencia

Sentirse vivo para saber que uno está aquí. En un mundo donde no importa para ningún ser definido, a priori, pero que se hace necesario p...