domingo, 17 de agosto de 2025

LOS NIÑOS NO TRAEN LIBRO DE INSTRUCCIONES

A veces he escuchado a madres-padres quejarse de que los niños no traen un libro de instrucciones bajo el brazo cuando nacen. Si lo trajeran, tendrían las técnicas idóneas para manejarlos en las diversas situaciones que se presentan cada día. Ante eso  acostumbro a decir: “¡Gracias a Dios es así!”

Si un niño viniera con el libro de instrucciones, eso significaría que son “producidos en serie” y que, por tanto, sería intercambiable con otro cualquiera. Serían hechos con el mismo diseño. Si vinieran así, tendríamos que concluir que los niños y, después al crecer los mayores, siempre serían manejables y controlables. Significaría aceptar que las personas están predestinadas para ser esclavizadas en su vida en virtud de las instrucciones de origen que vinieran en ese libro.

Cada persona es única e irrepetible como muestra la ciencia, pues tenemos un ADN exclusivo, un iris diferente, caracteres faciales distintos y un sistema nervioso propio. Pero también somos distintos en la psicología y en las experiencias de vida. Es más, las personas tenemos una honda llamada a la libertad que siempre genera movimientos sociales que luchan contra las dictaduras que con el tiempo terminan cayendo. Cualquiera puede observar que toda persona tiene capacidad de rebelarse ante la opresión y la injusticia, al tiempo que busca ampliar sus ámbitos de libertad. Así lo reafirma Viktor Frankl ante los campos de concentración: “Al hombre del campo se le pudo quitar todo, excepto una sola cosa: la última libertad humana de enfrentar espiritualmente de un modo u otro la situación impuesta”.

El alma humana y la conciencia nos invitan a ser protagonistas de nuestra historia personal, de nuestro proceso de crecer en humanización que vamos construyendo paso a paso. En la evolución de las sociedades debemos ser co-protagonistas junto a nuestros hermanos para hacer que estas sean más justas, libres y fraternas. La historia de la humanidad la construimos entre todos, comunitariamente, por lo que tenemos la grave responsabilidad de implicarnos en la lucha social y política, de la que de ninguna forma debemos abdicar ya que sería una falta de “denegación de auxilio” a los que sufren.

Para educar, sacar lo mejor de una persona, hay que tener una idea clara de lo que es un ser humano como nos recuerda Edith Stein con “La pedagogía construye castillos en el aire si no encuentra una respuesta a la pregunta, ¿qué es el hombre?”. Para ver a que plenitud puede llegar el hombre es revelador lo que se afirma en la Gaudium et Spes nº 22: “Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación”.

También es necesario tener un proyecto de sociedad, de vida en común con nuestros semejantes, que respete lo que es nuestra naturaleza humana a nivel personal y social. Por eso debemos implicarnos en el desarrollo de las personas de acuerdo con la famosa afirmación de Goethe: “Si tratas a una persona como es la haces peor de lo que es, pero si la tratas como puede llegar a ser, la ayudas a mejorar”. Además lo vivido se puede volver a examinar y re-significar con lo que siempre nos podemos convertir en algo más.

El ser humano ejerciendo su libertad debe asumir la responsabilidad ante su conciencia, ante sus semejantes y ante Dios. La libertad sin responsabilidad se hace arbitrariedad y capricho, lo que nos convierte en enemigos de la humanidad, y esta, entonces, tendría derecho a defenderse de las personas que viven egoístamente la libertad. Libertad y Responsabilidad tienen que unirse a otros valores básicos de la humanidad como la Justicia, la Solidaridad y Fraternidad, la Paz, el Apoyo Mutuo, etc.

La persona humana está hecha para el diálogo, para el encuentro con un tú que nos precede y nos lleva a desarrollar la propia personalidad, y fundamentalmente con un Tú trascendente que nos llamó a la existencia, que nos sostiene en el camino de la vida y nos acoge al final. La vocación al diálogo implica el encuentro creativo en el proceso de educarnos y de educar. El niño no trae libro de instrucciones porque la relación con él tiene que basarse en la creatividad de un diálogo vital constante, porque es distinto de todos los demás y tiene que hacer su propia historia con los hermanos.

Finalizo con las palabras del sabio poeta León Felipe: 
“Nadie fue ayer, 
ni va hoy, 
ni irá mañana
hacia Dios
por este mismo camino
que yo voy.
Para cada hombre guarda
un rayo nuevo de luz el sol...
y un camino virgen
Dios”.

Ahora más que nunca: libertad

Antón Negro

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