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Dignidad humana, conciencia, traición y redención.Aunque realizada hace ya casi setenta años, la película “La ley del silencio” (Estados Unidos, 1955) dirigida por Elia Kazan es una obra inolvidable y que estaría en el ranking de las 10 mejores películas americanas. Sin embargo, es una de las películas más controvertidas de la historia del cine: por el transfondo ideológico que contiene, unos la defienden, otros, la rechazan.
Se trata de el filme de Elia Kazan originalmente titulado “On the waterfront” (En los muelles”). Se estrenó en 1955. Marlon Brando, su actor principal, había salido de la prestigiosa escuela de actores que dirigía el mismo Elia Kazan, el “Actor´s studio” de Nueva York. Brando reafirmaba así, una carrera que había comenzado con “Un tranvía llamado deseo”, y que remataría después, con “¡Viva Zapata!”, ambas dirigidas por el cineasta de origen armenio. Además de los que aparecen en esta película, de esta escuela legendaria de interpretación, salieron, Paul Newman, James Dean, Robert de Niro, Steve McQueen, Marilyn, Monroe, etc..
El cine de Elia Kazan, siempre se ha distinguido por su intensa atención a la actualidad político social del momento, en un país tan contradictorio como los Estados Unidos. En su haber, tiene, además de los citadas películas tan importantes como ”América, America” “Pánico en las calles”, “Mar de hierba”, “Al este del Eden”, “Esplendor en la hierba”… “La ley del silencio” tiene también un gran aliciente. Su música está compuesta por Leonard Bernstein, (“West side Story” fue su segunda y última composición para el cine) que más tarde convirtió en una suite.
Unos artículos aparecidos en un periódico de Nueva York, denunciaban cómo la mafia, se había infiltrado en los sindicatos de los muelles de Nueva York. Dieron origen al guion de la película.
En los artículos dichos se hablaba también de un sacerdote católico, que era el párroco, que atendía pastoralmente a los portuarios, en su gran labor pastoral y social. En la película es el padre Barry, que interpretaría magistralmente Karl Malden, también alumno del Actor´s Studio, al igual que la coprotagonista, Eva Marie Saint, precisamente en su primer papel de actriz.
Yo era un crío cuando vi esta película y me impresionó mucho la figura de aquel cura; me asombraba que fuera vestido de Clergyman. Aquel párroco, pese a la oposición de su joven vicario, blando y clerical, cedía los locales de su iglesia para que los obreros portuarios hiciesen sus asambleas, y no tuvo ningún miedo de enfrentarse a los jefes de los sindicatos, el valiente discurso que pronuncia ante el cadáver de uno de los estibadores asesinados, es de una actualidad apabullante, que escuchado hoy parece una homilía del llorado Papa Francisco. El discurso del Padre Barry es fundamental para el cambio de Terry Malloy y para romper la "Ley del silencio" que impera en los muelles. El padre Barry, a través de sermones y conversaciones, apela a la conciencia y a la dignidad moral de los trabajadores portuarios, instándolos a denunciar la corrupción y la injusticia. Su discurso se centra en la idea de que proteger a los criminales con el silencio -dice-, es una forma de complicidad y traición a los valores cristianos y humanos. ¡Cristo sigue crucificado en los muelles, en las casas miserables de los portuarios, en el sacrificio del obrero aplastado por una carga de la estiba!
“La ley del silencio”, pese a su pecado original, esta llena de verdadera poesía. Con un estilo del género negro, y con una fotografía contrastada en blanco y negro, la película es la historia de un personaje en busca de redención, que reivindica su individualidad, que desea huir de una situación injusta, que va tomando conciencia de la injusticia del mundo de los muelles de Nueva York, cómodo, si hubiera estado al lado de los gangsters. como lo estaba su hermano, seguidor e inmerso en esa ley del silencio que amordazaba las conciencias, y que lo logra despertar su conciencia a través del consejo del cura y del sentimiento del amor más puro que simboliza Eddie, la dulce muchacha que estudia en un colegio de monjas.
José Luis Barrera Calahorro
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