A principios de setiembre iniciábamos la fase virtual del 55º Seminario de Innovación en Atención Primaria -SIAP-. El 27 y el 28 del mismo mes, en Losar de la Vera, Cáceres, nos reuníamos un centenar de personas, ahora presencialmente, para terminar de compartir experiencias y reflexiones. El título del SIAP fue "Soledad y solidaridad en la clínica, la comunidad y la sociedad”
En este seminario, Juan Gervas y Mercedes Pérez-Fernández presentaron una reflexión para ser debatida virtualmente con el título Muertes covid19. Muertes en soledad.
Incluyo algunos de sus párrafos (aquí toda su reflexión).
…Muchos muertos fueron incinerados sin funeral alguno, o con normas absurdas acerca del mismo...
…En 25 países estudiados, el 30% de los muertos covid19 fueron ancianos en asilos, siendo dicha población el 1% de la población total… Murieron por estar encerrados y mal cuidados en los asilos, pero también por consecuencia de los medicamentos con los que los “controlan”...
…También hubo mucha muerte en soledad en las Unidades de Cuidados Intensivos y en las urgencias hospitalarias...
…¿Por quién doblan las campanas? Por quienes mueren en soledad no querida. Por quienes no pueden acompañar a sus seres queridos al final de la vida. Por todos nosotros, por la falta de compasión, “humanidad”, piedad, solidaridad y ternura ante la muerte. Por la degeneración moral de una sociedad sin fundamentos éticos.
Morirse es la cuestión clave vital, es la última fase de la vida.
Nadie debería morir solo…
Con la gravedad de estas dos últimas frases terminaban su reflexión; a la que seguían tres preguntas que iniciaban los nutritivos debates. Lo que sigue ahora es mi respuesta a cada una de las preguntas con una pequeña reflexión inicial surgida tanto del texto de Juan y Mercedes como de las aportaciones que ya habían hecho otros compañeros en el seminario.
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Cuando sabemos que se acerca el tiempo de morir, en todas las personas se da un anhelo de recapitular, de hacer "examen de conciencia" y reflexionar sobre el sentido de su existencia. Es una experiencia muy natural y espontánea. Casi lógica y humana, podríamos decir. La Terapia de la Dignidad de Chochinov (aquí) trabaja con este anhelo y organiza la experiencia en una especie de revisión de vida esperanzadora que ayuda a aliviar estrés, miedo y sufrimiento en este último trance vital. En la pandemia se zajó la posibilidad de que cientos, miles ¿millones de personas? en el mundo tuviesen esta experiencia tan necesaria para la propia despedida como para las despedidas de nuestros seres queridos.
El miedo atroz que inocularon una y otra y otra y otra vez en el planeta entero generó robots. Óscar Terol, famoso humorista vasco, bromeaba en aquellos tiempos pandémicos respecto al número de miedos que podía soportar la población en este maravilloso vídeo.
¿Volverá a ocurrir y seremos igual de miedosos como sociedad? Igual peco de optimista, pero han habido oposiciones serias y palos en las ruedas de los poderosos en más de una ocasión. Quiero pensar que en una próxima pandemia no tendrán tan fácil la obediencia general.
Lo que más cerca me tocó fue una enfermera con la que compartí sesiones en un grupo de acompañamiento al duelo online. Le tocó sedar a sus padres en casa. Hacerlo ella, porque la otra opción era enviarlos a la muerte en soledad del hospital de turno. Sentía mucha culpa por las dudas que aún mantenía ¿hice bien? La soledad que recuerdo era la suya. Confinada y con ese peso en su corazón, sin poder compartirlo físicamente con amigos y familiares.
Se me ocurre una enumeración de seis métodos.
UNO. La censura internacional (Facebook, Youtube, Reuters, El País, La Sexta, Newtrals, Maldita, Jordi Évole, Risto Mejide, Google...) Recuerdo pasar horas buscando en Google qué países aún no habían decidido vacunar a los niños en el mundo en un momento en que aún muchas naciones se resistían a hacerlo. Desistí. Acabé pidiendo la información en el SIAP COVID. Fue penoso comprobar cómo la censura llegó hasta medios de izquierdas y habitualmente combativos contra la manipulación informativa y los intereses corporativos. Ejemplos de esto último aquí y aquí.
DOS. El poder ejecutivo: el ejército, la policía, cualquier autoridad... un desalmado guardia civil multó con 700 euros (pagados; y devueltos gracias a VOX) a mi compañera porque fue a tirar la basura a 100 metros de casa, sacando al perro y a su hija de 8 años, mi Carmelilla, de noche, lloviendo, nadie en la calle, en la última calle del pueblo, después de gritarles cosas como vectores de contagio, irresponsables y otras lindeces que allí se le ocurrieron al gendarme.
TRES. CARA A. La gloria y los honores, y el dinero. Más de uno y de dos aprovecharon la coyuntura para que su voz fuese reconocida y ganar presencia, fama y que los quisieran mucho y aplaudieran cuando los viesen por la calle, o en el bar o en la panadería. Encantada de que los pacientes me hicieran caso, decía la enfermera. Feliz de que se adheriesen al tratamiento y a sus órdenes. Siempre por su bien... (me recuerda a este otro vídeo de humor de La Hora Chanante) Recordemos la cantidad de dinero que fue desde el Estado directamente a los periódicos y televisiones de todo el país.
CARA B. Frente a la gloria, los métodos de defenestración. Muchos desobedientes fueron despedidos, rebajados, amenazados, vilipendiados, niguneados, etcétera, etcétera. Mucha gente. Ya fueran más conocidos -Miguel Bosé; Joan Ramon Laporte-, ya fueran personas anónimas que mantuvieron su integridad.
CUATRO. La falta de formación de los profesionales sanitarios. En este vídeo (primeros minutos), el médico Álvaro Campillo habla de la formación de los médicos. Cuyos argumentos en ocasiones, dice Álvaro, se parecen mucho a los argumentos que se escuchan en un gimnasio: cambiemos el principio de autoridad de mi entrenador dice, por el que usa el médico, de mi adjunto dice... Médicos de oreja, que le escuché decir a otro médico crítico granaíno.
CINCO. ¡Vamos a morir todos! ¡Mataréis a todos los pobres abuelitos del planeta! Creo que fue el argumento estrella. Junto al Sé responsable, y no te se vaya a ocurrir juntarte con conspiranoicos.
Y SEIS. El apabullante poder de los Estados actual. Decía Ortega y Gasset que el poder del ministro de gobernación abarcaba un radio 30 kilómetros desde Madrid. Antes que Ortega, el ministro Mendizabal exageraba y decía que el poder de un ministro terminaba en la misma puerta del ministerio (aquí cuenta estas anécdotas el historiador orgánico Álvarez Junco) La capacidad real y efectiva de los Estados para ejecutar leyes y decretos era en aquellas épocas ridícula si la comparamos con la actual. En pandemia, esta nación se sintió con la capacidad y el derecho de recomendar a sus súbditos a cuántas personas podrían invitar en las Navidades a su mesa.
La ternura, la solidaridad, la valentía, la búsqueda de la verdad, la dignidad de la persona… el amor, al fin y al cabo, como nos recordó Iona Health (aquí).
En particular, pienso que uno de los conceptos que más frutos daría en este asunto es el de dignidad. Un concepto muy usado en los acercamientos teóricos en final de vida. Y que nos da juego tanto para pensar en (A) quienes “cometieron el delito” -de, por ejemplo, enviar a un familiar moribundo a fallecer en la soledad de un hospital-, como en (B) quienes “padecieron el delito” -cómo fue pisoteada su dignidad; y cómo se la dejaron pisotear (si es que tenían capacidad de responder al pisoteo)-, y para pensar, por último, en (C) quienes lo “permitieron” -por ejemplo sanitarios que por acción o por omisión actuaron contra su conciencia-.
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En marzo, En Torremocha del Jarama, se celebrará los días 7 y 8 de marzo del 2025 el próximo SIAP, con el título "La respuesta a la pandemia covid19. Ciencia, ética y sociedad". Reflexiones como las que incitaron Juan y Mercedes serán ampliadas y profundizadas. Y, quienes leáis esto, estáis más que invitados a participar en él.
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