En estos días de vacaciones he podido terminar de leer el interesante y denso libro de Diego Fusaro «El nuevo orden erótico. Elogio del amor y de la familia» (El Viejo Topo, Barcelona, 2022). Me lo recomendó Juan Pablo Serra enviándome un artículo de «La Gaceta de la Iberosfera» en la que se identifica la defensa de la familia que hace Fusaro —filósofo de formación hegeliana y marxista— como una de las pocas herramientas que nos quedan contra los amos de este mundo. En contra del creciente capitalismo global y del egoísmo consumista generalizado, la familia es un espacio en el que sus miembros se cuidan unos a otros sin recibir nada a cambio, se quieren porque sí y, además, casi siempre también se dicen que se quieren.
Me ha impactado la cita del prólogo a la segunda edición (1947) de «Un mundo feliz» —que recuerda Fusaro en su libro (p. 398)— en la que Aldous Huxley dice: «A medida que disminuye la libertad política y económica, la libertad sexual tiende a aumentar a modo de compensación. Y el dictador hará bien en fomentar esa libertad. Junto con la libertad de soñar despierto bajo la influencia de la droga, el cine y la radio, ayudará a reconciliar a sus súbditos con la servidumbre que es su destino». La "libertad sexual" que tan estruendosamente exaltan casi siempre los medios de comunicación es la droga que oculta la servidumbre política y económica. Así lo muestra con fuerza y clarividencia Fosaro en su libro.
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