jueves, 10 de noviembre de 2022

HUMOR Y UTOPÍA Apuntes sobre la resistencia

Santo Tomás Moro, además de ser el patrón de los políticos, está considerado el santo del buen humor. En la persona del que fuera Lord Canciller de Enrique VIII confluían la política, la conciencia y el humor. Como consecuencia de semejante confluencia, cómo es lógico y natural, aparece la desobediencia a la inmoralidad de los que ejercen el poder. El 7 de julio de 1535 Tomás Moro subía al patíbulo, por su negativa a respaldar al rey de Inglaterra en su pretensión de divorciarse y de ponerse al frente de la Iglesia de Inglaterra. Todo Londres lloraba la muerte de un hombre querido y considerado justo. 

Temiendo una última “deslealtad” el rey prohibió que Moro hablara a la multitud antes de morir. Las últimas palabras que aparecen recogidas en el acta de su muerte van dirigidas a su verdugo, segundos antes de que este le decapitase: Fíjese que mi barba ha crecido en prisión; Por tanto, ella no ha sido desobediente al rey. Permítame apartarla. Previamente, para subir al estrado donde sería ejecutado, le había solicitado ayuda al verdugo: Ayúdeme a subir que para bajar sabré valerme por mí mismo. Tomas Moro, poseía un gran sentido del humor, quizás un don recibido ante sus plegarias. En algún momento había escrito una oración en la que pedía a Dios el don del humor. Concédeme señor la gracia de comprender las bromas, para que conozca en la vida un poco de alegría y sepa trasmitírsela a los demás. Veinte años antes de su muerte había escrito una de sus obras más conocidas Utopía, libro que patenta ese concepto en la historia universal. Más importante que su obra fue la utopía de su vida martirial que supo combinar política, conciencia, humor y desobediencia.

El humor ha sido y es objeto de estudio y reflexión desde la antigüedad hasta nuestros días. Son numerosas los ensayos que se han adentrado en el tema sin definir con nitidez las fronteras que lo separan de la risa, la parodia, lo cómico o la sátira. Tampoco en este espacio nos empeñaremos en disquisiciones terminológicas, puesto que la sincronía entre los diferentes conceptos, juega a favor del objetivo fundamental de este escrito. Deseamos, en la medida de nuestras posibilidades, arrojar alguna luz sobre los aportes del humor a la resistencia cívica, a la contestación al poder y en último caso a la desobediencia entendida como un acto de amor político ¿Una utopía?

Aristóteles, en su Poética, afirmaba que la risa era una cualidad exclusiva del ser humano. E. Bergson, muchos siglos después, en su imprescindible ensayo sobre la risa, completará esta perspectiva al enunciar que el ser humano, no es sólo el único que ríe, sino que también es el único que hace reír. La singularidad humana de la risa, llamaba poderosamente la atención de Aristóteles, empeñado en escrutar los caminos que conducen a la felicidad del ser humano. En cambio, Platón, aun reconociéndole algunos efectos medicinales, insistirá en que es un placer peligroso. En el Filebo la define como fea, obscena, transgresora de la armonía, de la integridad y de la conciencia social. Coherente con ello considera que es una cualidad propia de bufones, locos y esclavos. En Las leyes, plantea limitar la risa, dado que el hombre virtuoso no debe reírse. La risa no era bienvenida tampoco en su República. Quizás demasiado peligrosa en el universo político platónico, una utopía de corte autoritario. Los dos filósofos, a pesar de sus diferencias, convenían en que hay una risa alegre, expresión de bienestar y felicidad y hay una risa nociva, existe un humor amistoso y otro, en dirección opuesta, que podemos llamar agresivo. El segundo supone una manifestación de hostilidad, ya que convierte a un ser humano en blanco de burlas y menosprecios por parte de otro ser humano.

Sin embargo, será Aristófanes con sus comedias, el que aportará dinamismo y resolverá eficazmente la dicotomía planteada por los filósofos. En sus obras ningún personaje, ni tan siquiera el héroe, se libra de la burla. Sus textos, centrados en cartografiar los vicios de su época, ofrecen innumerables variables del humor. Atendiendo a su fama y al enorme éxito de sus comedias, podemos concluir que el espíritu griego captaba todos esos matices. Sin embargo, Aristófanes va más allá de mostrar una rica paleta de matices cómicos. Hace una apuesta decidida por lanzar sobre los héroes, generalmente personajes populares inventados por el poeta, un humor amable y atemperado. Mientras, sobre los antagonistas, frecuentemente representantes de los estamentos de poder, perfectamente reconocidos por el público, recae un humor hostil. En Lisístrata, plantea una huelga de sexo, abanderaba por las mujeres, con el fin de terminar con la guerra civil en la que participaban sus maridos. Esta comedia supone un alegato contra las guerras y contra todos los discursos de poder que las justifican. La obra concluye con la paz entre los bandos enfrentados y entre los hombres y las mujeres, imponiéndose el criterio de las mujeres sobre el de los generales. Exactamente al revés de lo que ocurría fuera del teatro.

El teatro en la Grecia clásica, gozaba de una gran popularidad. Los poetas, trágicos y cómicos, tenían un gran poder en la incipiente democracia. El lugar de la representación poética (Teatro) y el lugar de la representación política (Asamblea) eran espacios políticos desde los que se “orientaba” al pueblo. Sin duda, la oratoria de los representantes públicos, con toda su capacidad persuasiva, tuvo una importancia decisiva en la política de la época, pero los juegos cómicos ensayados en las fiestas y los teatros eran algo más que un simple divertimento. También servían al debate político del momento. Grecia, impulsó la comedia y con ella la posibilidad de representar el poder de una forma muy diferente a la que ejercía la asamblea. El teatro era también el espacio de la réplica al poder y el humor su arma más incisiva. La naciente democracia necesitaba la comedia como contrapunto a las rigideces y las trampas de las que no se libra ninguna democracia

Roma era consciente del enorme poder del humor y lo cómico y quiso utilizarlo siempre a su favor. El emperador Augusto promovió el arte del mimo. Además de la popularidad de este arte dramático en los grandes espectáculos de la Roma Imperial, Augusto vio en ellos a unos sabios capaces de manejar el silencio y la elocuencia de los gestos. Pensó que podrían ser útiles en un momento en el que proliferaban multiplicidad de lenguas en el imperio. Imaginó que los mimos podrían generar un lenguaje universal capaz de entenderse con todos los pueblos subyugados. Se convirtió en una suerte de mecenas que financiaba y promovía los espectáculos mímicos. En cierta ocasión, dos mimos muy famosos, Pílades de Silicia y Batilo de Alejandría se enfrentaron entre sí, con gran escándalo ciudadano. El emperador intervino recriminándoles ese enfrentamiento. Pílades le dijo: “César, te interesa que el pueblo se divierta con nuestras querellas, así les impides que se fijen en tus acciones”. El circo (y el pan) para los romanos formaba parte de su estrategia de poder. Eran conscientes de valor de lo cómico y la burla e intentaron que jugara a su favor.

En el Renacimiento, precedido por las experiencias de bufones y juglares itinerantes, surge la Comedia del Arte. Un teatro popular que servía de contrapunto al teatro cortesano y a los rígidos autos sacramentales. Aparecieron las primeras compañías de teatro que, en cada pueblo por el que pasaban, levantaban sus obras llenas de gags, improvisación y frescura. Los personajes de esta comedia representaban todos los prototipos sociales, lo cual permitía una profunda crítica social en medio del divertimento que proponían. Il Capitano, Pantalone, Briguella, Il doctore, Tartaglia, Arlequino, … son personajes con máscara, que representan todo el código de defectos sociales de la época. Dos grupos humanos combatían en escena: Los poderosos apegados a sus intereses y los zanni, los siervos, apegados a la supervivencia propia de su condición. Los enamorados, que actuaban sin máscara, como signo de sinceridad y pureza, servían de contrapunto y enriquecían los esquemas de representación. La Comedia del Arte dotó a su época y a la humanidad de un medio eficaz para combatir la censura y la represión. Empujó el nuevo mundo que se avecinaba, lleno de novedades y transformaciones. Los comediantes del Arte allanaron el camino a Shakespeare, Molière, Cervantes, Lope o Calderón. Sus finas y mordientes plumas, patrimonio de la literatura universal, deben mucho a estos vagabundos del arte.

Las vanguardias artísticas, desde finales del siglo XIX, en su afán de poner patas arriba el orden establecido, encontraron en el humor un elemento sustantivo de sus propuestas de subversión. Alfred Jarry con su Ubu rey (1896) pone las bases de una crítica total al poder desde lo bufonesco, que inspirará movimientos como el dadaísmo, el surrealismo y el teatro del absurdo. La obra estrenada en el théâtre de L´Oeuvre de París comienza con un Merdre que escandalizó a una parte del público a la vez que entusiasmaba a la otra. Años más tarde, Marcel Duchamp, revolucionaba el mundo del arte presentando su obra titulada Fuente (1916) que no era más que un urinario colocado en posición horizontal. Con esta obra se inauguran una serie de manifestaciones artistas que aspiran a cuestionar el sentido del arte y afirmar la vida como la verdadera obra de arte. Neutralizado el impulso del movimiento obrero a partir de la primera guerra mundial y las devastadoras consecuencias de la segunda guerra mundial, estos grupos sufren una cierta desorientación. A pesar de su influencia en el mundo del arte, no lograron más que una interpretación exigua de la máxima de Bakunin: Destruir es crear. La división del mundo en dos bloques y el avance de la sociedad de la información impulsó la aparición de movimientos tan interesantes como la Internacional Situacionista, que denunció la sociedad del espectáculo (Guy Debord). Con sus acciones y consignas prepararon un ambiente de protesta que desembocó en el Mayo Francés. Frases ingeniosas en las paredes, nuevos estilos de vida, acciones festivas, … volvieron a necesitar el humor para dibujar una utopía fuera de las garras del consumismo devastador de creatividad y de humanidad. Se mascaba la utopía en estos jóvenes que pedían lo imposible, que proclamaban el derecho a la alegría, aunque pecaran de una cierta ingenuidad política.

En paralelo con estos movimientos surgieron respuestas, desde las periferias y los grupos más aplastados por la economía de mercado. La mecha encendida por Gandhi en la India abría posibilidades de construir una utopía capaz de lograr objetivos sustantivos, en lo que se refiere a derechos humanos. Lo que en las vanguardias aparecía difuso e inconcreto aquí se tornaba preciso y definido, lo que allí se manifestaba como contestación, a veces una simple pataleta juvenil, aquí se revestía de ideales nobles. La noviolencia exigía un alto ideal de entrega y conciencia y, a la vez, abría una agenda a corto y medio plazo, que exigía cambios inminentes en las leyes, las estructuras y las formas de pensamiento. La acción noviolenta era una mezcla de realismo, por las circunstancias de los sujetos que intervenían, y de idealismo, por la filosofía que la sostenía. M. Luther King y César Chávez en EEUU demostraron una sorprendente eficacia táctica, que recordaba los mejores años del movimiento obrero. Por supuesto el humor siguió siendo un condimento indispensable de las revoluciones noviolentas, profundamente políticas y llamativamente creativas. Luther King es descrito por sus biógrafos con un gran sentido del humor y muchas de las acciones noviolentas basan su eficacia en el desconcierto que producen en los que las observan. Un desconcierto no exento de humor, como cuando tienen que soltar presos de las prisiones para hacer sitio para otros, que hacen las mismas acciones por las que metieron en prisión a los que ahora liberan.

Las grandes marchas, organizadas por el sindicato de César Chávez, iban acompañadas por el grupo de Teatro Campesino de Luis Valdez, que construían situaciones cómicas, similares a la Comedia del Arte y las representaban en los recesos de la lucha. Estas representaciones constituían un elemento formativo importantes. Las máscaras y los gestos con los que se identificaba al patrón se convertían en herramienta de análisis de la corrupción y desvelaban las estrategias del poder. La risa actuaba como una suerte de catarsis que animaba a la movilización y a la lucha fraterna. Cuando juntos, se encontraban al día siguiente, cara a cara, con el rostro agresivo de la violencia, podían concentrarse en los pies de barro, descubiertos en el festival de la noche anterior, sobre los que se levantaba tanta violencia. Sabían que su resistencia noviolenta llegaría a neutralizar esa demostración de fuerza y superioridad y que finalmente, el patrón, se sentaría a negociar con ellos unas condiciones dignas de trabajo. Y así fue. La desobediencia organizada de la noviolencia avanzaba con paso firme hacia la utopía política. En medio, el humor había evitado rupturas, abandonos, desánimos, … que frecuentemente conducen al fracaso de muchas iniciativas sociales.

James C. Scott en Los dominados y el arte de la resistencia, analiza cómo los actores de la vida social y política no reducen sus intervenciones al escenario público. Advierte de una resistencia oculta, imprescindible, compuesta por discursos no oficiales, llenos de procedimientos de encubrimiento lingüístico, códigos ocultos, ambigüedad intencional, … Scott señala como los dominados producen, a partir de su sufrimiento, un discurso oculto que representa una crítica del poder a espaldas del dominador. Ese discurso, cuando es compartido entre los oprimidos, supone un ensayo de la resistencia. Todos esos recursos construyen un discurso frecuentemente salpicado de ironía y humor. Un proverbio etíope resume muy bien estas acciones, pequeñas, semiocultas, que suponen el inicio de la revuelta. Cuando el gran señor pasa, el campesino sabio hace una reverencia y silenciosamente se echa un pedo.

El dramaturgo checo Vaclav Havel, primero disidente y luego presidente de gobierno, reflexionaba sobre su rica experiencia política y afirmaba que es un signo de extrema miopía creer que el rostro que la sociedad te está presentando en un determinado momento es su único rostro verdadero. Ninguno de nosotros conoce todas las potencialidades latentes en el espíritu de un pueblo. Havel lanza un aviso para navegantes, que nos persuade ante el genio de los pueblos que son sometidos y que, como es natural, aspiran a sacudirse las cadenas. Su paciencia histórica que, en multitud de ocasiones, se nutre del humor, contiene una sabiduría que le permite avanzar, unas veces hacia su liberación y otras, como en el caso de Moro, hacia una victoria más profunda que sólo la historia podrá valorar en su justa medida.

En los últimos veinte años se han publicado varios estudios en el mundo que relacionan el humor con la inteligencia, especialmente con la inteligencia operativa. Las investigaciones precisan esta afirmación con un amplio despliegue de variables. Pero a nadie, que trabaje con personas que deben hacer grandes esfuerzos de superación de la adversidad, se le escapa, como el humor se convierte en un aliado fundamental en el empeño por salir de esa situación. Son muchas las evidencias que muestran la forma en la que el humor desbloquea las tensiones y prepara escenarios más amables para la toma de decisiones entre grupos enfrentados. Probablemente, entre los beneficios más evidentes del humor, el más significativo, en la construcción de disidencias y resistencias, sea el que otorga al humor la capacidad de superar el miedo. Srdja Popovic en su libro Cómo hacer la revolución recoge una serie de experiencias de luchas sociales en todo el mundo, especialmente en Serbia, frente a Milosevic, en las que el humor es el elemento más significativo. Explica Popovic cómo a la hora de enfrentarse a los sistemas de represión de un determinado régimen, el miedo se convierte en un factor paralizante. Señala la importancia de generar dinámicas creativas que permitan superar el miedo de las sociedades oprimidas. Para ello, el humor se convierte en un factor esencial que debe ser socializado dentro de una estrategia de creciente movilización social. El mismo Popovic relata una ingeniosa iniciativa, creada por su grupo de acción, para que sus compatriotas perdieran el miedo al dictador serbio. Pintaron la cara de Milosevic en un tonel y en plena calle ofrecían la posibilidad de darle un golpe con un bate de béisbol por un dinar, lo equivalente a un par de céntimos. El cartel que acompañaba la instalación decía: Un dinar por partirle la cara. Los organizadores no estaban visibles. Poco a poco los viandantes comenzaron a comprender el sentido de la propuesta y decidieron intervenir en ella, provocando la mirada cómplice de cientos de viandantes que, poco a poco, fueron implicándose hasta provocar largas colas para participar. La policía no sabía qué hacer. Detener a los participantes parecía excesivo y podía provocar una situación delicada, así que decidieron secuestrar el tonel. La foto de la temible policía serbia llevándose el tonel con la cara del dictador en un furgón policial hizo sonreír a miles de ciudadanos que comenzaron a perderle el miedo a una policía que realizaba actos tan absurdos.

Tomás Moro necesitó el humor, ya que había decidido seguir los imperativos de la conciencia y no sus intereses personales; Los humillados de todos los tiempos se sirvieron del humor para ir preparando la resistencia, para ir tomando conciencia del absurdo de un mundo que despreciaba sus existencias; Los activistas y los militantes que sacrificaron su tiempo, su dinero y su tranquilidad por un bien mayor, saborearon el humor en medio de la aridez y el cansancio. Combatieron las derrotas, sus propias derrotas, con el fino sentido del humor que proporciona el saber que los ideales nobles, esos que merecen todo nuestro esfuerzo, nunca están al alcance de la mano. En este sentido el humor es un signo de inteligencia, pero también de resistencia. El que posee este humor no necesita victorias exprés, autoengaños de éxito o posibilismos tramposos. Este humor es un don, un don de los que luchan por amor. Un don que debemos pedir para que la alegría sea la fuente de una disidencia madura.

Ahora más que nunca: Amor político

Moisés Mato

1 comentario:

  1. La sátira es el arma más eficaz contra el poder; el poder no soporta el humor, porque la risa libera al hombre de sus miedos (Darío Fo)

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