Así, y puesto que la muerte es inevitable, ¿qué se puede esperar del sistema sanitario y de sus profesionales si actúan prudentemente al final de la vida?
1.- Que respeten el principio de la libertad personal, y más estando enfermo (lo que la legislación denomina autonomía del paciente: primum, patientiam autonomiam), respecto a todos los aspectos que le sean importantes, incluso el derecho a “no saber” y a cambiar de opinión, sin estigmatizar ni juzgar y, cuando sea necesario, deliberando en común para entender sus planteamientos. Este acatar respetuoso y sensato tiene que darse ante todo paciente, sin infantilizaciones, y en todo lugar, también en las residencias/asilos y en las urgencias atestadas de ancianos graves, a sabiendas de que a veces tomar decisiones apropiadas en estas situaciones es “caminar humildemente en la cuerda floja” con su inevitable incertidumbre.
3.- Que sigan siempre los principios éticos básicos, como el fin no justifica los medios y primero no dañar, de forma que hagan todo lo que hay que hacer y nada de lo que no hay que hacer, y por tanto vean el “hacer lo imposible” como lo que es, exceso y encarnizamiento terapéutico cruel e inútil. Como ejemplo, evitar la quimioterapia y/o la prescripción de estatinas “hasta la tumba”, pues conforme se acerca el final decrece la importancia de la ciencia-técnica (lo objetivo) y se incrementa la importancia de la humanidad-compañía (lo subjetivo).
4.- Que no medicalicen ni el vivir ni el morir pues todo ello se puede hacer “bien”, con amor, alegría y rebeldía, por ejemplo con las artes por acompañante en el morir: la música, la poesía, la pintura, etc, sin la participación de ningún profesional sanitario. Por ello, que acepten su ignorancia científica en torno a la muerte y su papel secundario en el proceso del final de la vida y en el sufrimiento como experiencia vital. En este sentido, para no medicalizar ni el morir del paciente ni el duelo en allegados y amigos, que apoyen las redes familiares y comunitarias de cada paciente y familia, pues muchas veces se ignoran y/o minusvaloran. Y en sentido opuesto, que reconozcan duelos negados, como el perinatal, doloroso en sí pero agravado por el vacío con que se niega.
12.- Que introduzcan en todos sus actos atisbos de esperanza y, si cabe y procede, incluso alegría pues el morir puede ser también saludable, un proceso que culmine una vida digna que haya valido la pena vivir.
Nota
Este texto resume las intervenciones en el Seminario de Innovación en Atención Primaria, en Menorca (España), sobre “El final de la vida: todas las miradas” #siapMenorca cuyas ponencias (8 casos clínicos, 5 ponencias sociales y 9 ponencias clínicas) están en acceso libre y gratuito en: (aquí)
En el #siapMenorca hubo 430 inscripciones en total, y 283 participantes presenciales.
El debate virtual por correo-e sobre los resúmenes de las ponencias comenzó el 1 de septiembre de 2022 y el encuentro y debate presencial tuvo lugar en el Lazareto de Maó (Menorca) los días 30 de septiembre y 1 de octubre de 2022.
El grupo contó con una mayoría de mujeres, 76%. Las 22 ponencias contaron con 25 ponentes, el 76% mujeres.
En el debate virtual hubo un total 811 intervenciones (incluyendo respuestas de ponentes), el 60% de mujeres.
En el encuentro presencial en el Lazareto (Maó) fue también mayoritaria la presencia femenina, el 78%. En el debate presencial, de 6 horas y media (otras tantas para las ponencias), hubo un total de 198 intervenciones, incluyendo respuestas de ponentes, el 71% de mujeres.
Este texto es producción colaborativa entre todos los inscritos.
El Comité Organizador estuvo formado por Txema Coll Benejam, Elena Muñoz Seco, Rosa Duro Robles, Alfonso Villegas Rey, Arnau Rosselló, Teresa Mateu Gelabert, Esther Limon Ramirez, Aina Perelló Bratescu, Jaume Ramon Fuster, Francisco Espin Ureña, Lidia Ferrer Luna, Eva Roldan Fullana, Mercedes Pérez Fernández y Juan Gérvas.
Se aportaron fotografias para colaborar a la reflexión compartida