miércoles, 26 de enero de 2022

“YO ME SIENTO…”


Cuando las personas empezamos a hablar diciendo: “es que yo me siento...”, hay que esperar y ver cómo y dónde se siente o se sienta esa persona, si se siente, sienta, sobre un taburete, una silla, sofá, mesa, cama, tacones de aguja, encima de un cigarro, en las botas de boxeador, en el suelo, arena, piedras, zarzas,... o empoderados/as que puede significar estar con poder encima de los/as otros/as y con frecuencia oprimiendo.

Las personas ciertamente que tenemos sentimientos y emociones variadas... y una persona puede sentir tantas cosas y tan diversas, mismo contradictorias, que poco nos van a decir de quién es y cómo es ese ser humano, y lo que puede llegar a ser. Las personas no son un sentimiento ni son una emoción, aunque estos condicionen con mayor o menor intensidad sus estados de ánimo y esperanzas. De hecho, cuando aparece un cadáver en cualquier lugar, lo primero que buscan los médicos forenses son sus huellas digitales y/o su ADN para empezar a saber quién es: si fue padre/madre de... si hijo/a de... si familiar de... Los estudios de la bioquímica humana no son sólo para eses temas forenses, sino que también antes de un trasplante se hacen análisis bioquímicos serios para ver si es compatible o no con la persona a quién se le va a trasplantar. Cualquier médico sabe que un determinado fármaco (un químico) puede influir en el estado anímico de una persona.

Las personas es cierto que somos seres espirituales, pero también es verdad que somos seres corporales y, cuando vamos a cualquier lugar, nuestra corporalidad es lo primero que a nuestros interlocutores les va entrar por los ojos con las correspondientes cicatrices externas o internas que en el cuerpo van impresas. Además la vestimenta, peinado, manera de andar y de sentarse... son un lenguaje, una manera de expresarse, de comunicarse y entenderse.

Así que como me siento es una cosa, y quién yo soy es otra realidad más honda. Por otra parte quién estoy llamado a ser es seguramente el “leiv motiv” más importante para el desarrollo de la vida personal, de la propia vocación. Igualmente hay que distinguir lo que tantas veces escuchamos decir: “tú, ¿de qué vas?”, que no es lo mismo que la cuestión “¿quién eres tú?”. No son equivalentes de ninguna manera “ser” e “ir de...”. En este segundo caso de “ir de...” algunos llaman a eso ser chaqueteros y otros dicen que son los del pantalón gris, pues cualquier chaqueta combina bien con ellos...

Tenemos que ser conscientes de los sentimientos y de las propias emociones, reconocerlas, y luego hay que gobernarlas personalmente para que podamos llevar una vida pacífica y dialogante en la sociedad. Debemos ser dueños de los sentimientos y no ser dominados por ellos para así poder llevar una vida libre y responsable con nuestros hermanos, para no ser unos tiranos con los demás en función de la emoción o sentimiento que tengamos. Si queremos tener un proyecto de vida responsable y compartido, unas metas a alcanzar en la vida, debemos saber gobernar y orientar los sentimientos y emociones.

A los gobernantes del país, al parecer gente alfabetizada y leída, habría que pedirles que fuesen razonables y justos y no anduviesen a intentar manipularnos con el juego de las emociones. Habría que pedirles que desde una cosmovisión, una percepción del mundo armónica y coherente, justa y liberadora, articularan las leyes y los proyectos sociales. No debería haber las contradicciones que hay, por ejemplo, en nuestro sistema legal sobre la mayoría de edad según para qué cosas: ya que una persona es mayor de edad en cuestiones complicadas que condicionarán la vida gravemente (aborto, cambio de sexo...) y para otras menos importantes no lo es. No se ve lógico que se multe por poner la vida en peligro al no llevar el cinturón de seguridad y al mismo tiempo que sea legal atentar contra la propia vida con la eutanasia...

Este espacio no permite una reflexión más amplia. Termino con esta expresión muy usada por los logoterapeutas, que llama a tratar a las personas no desde los sentimientos sino desde un proyecto vital humanizador: “Si tratas a una persona como es, la haces peor de lo que es, pero si la tratas como puede llegar a ser, le ayudas a mejorar”

Ahora más que nunca: verdad

Antón Negro

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