domingo, 18 de julio de 2021

El ALARMISMO y las RESTRICCIONES cabalgan de nuevo. El virus también (aunque no tanto).

José R. Loayssa

En España asistimos a una nueva oleada de medidas insensatas frente a una onda que de momento no ha tenido consecuencias graves (no es esperable que las tenga antes del otoño – invierno), y de hecho como vemos en las figuras del propio ministerio la onda muestra señales de que ha alcanzado su máximo. El numero reproductivo efectivo que vemos en la figura 1 se encuentra en el 1,32 pero el 1 de julio, hace 15 días estaba en el 1,72. Para hacer estimaciones de la evolución futura de una Epidemia lo mas útil es la evolución del porcentaje de variación del numero de casos o el numero reproductivo, que es la estimación de numero de infectados que cada caso actual provoca. Pero incluso viendo la curva de los casos podemos observar (figura 2) que la curva en el conjunto del país se aplana sobre todo los casos sintomáticos, es previsible que durante algunas semanas otras comunidades puedan tomar el relevo. En la figura 3 podemos ve como no hay repercusión alguna en la mortalidad cuando ya debería tenerla.





En realidad la situación es muy parecida a la de hace un año. Muchos casos - fundamentalmente en jóvenes- y pocos hospitalizados y fallecidos. ¿Por qué la reacción desmesurada de nuevo? Una razón seria mantener la tensión social para “animar” a la gente a vacunarse. Pero también se puede entender el nerviosismo del Gobierno, la situación dista mucho de ser grave pero no es mejor que la del año pasado sino incluso un poco peor. ¿Como se entiende eso con el 60% de la población vacunada? Estamos ante los primeros pasos en toda regla del fracaso sonado de las vacunas que se están administrando. ¿Es la estrategia de vacunación universal no solamente dañina para la población de riesgo bajo que la recibe, sino que favorece la extensión de los contagios?

En un post anterior comentaba que la caída de la mortalidad por franja de edad relativizaba el efecto protector de la vacuna sobre la enfermedad grave y la muerte. Comentaré sobre esta cuestión en los próximos días, pero ahora quiero plantear otras cuestiones que pueden explicar esta onda. 

Ninguna Pandemia de virus respiratorio previa ha durado mas de 18 meses. Incluso la gripe del 17-18 no superó esa duración. Pero es que al parecer durante la “gripe española” no se registraron mutaciones significativas. Después del año el virus se convirtió en un virus respiratorio más. Pero ahora las medidas adoptadas y especialmente la vacunación universal ha significado una “presión evolutiva” sobre el virus a la que éste ha respondido. Las nuevas variantes , que esquivan al menos parcialmente los anticuerpos vacunales, son una de la razones del aumento de contagios. 

Pero puede haber otra, la inmunidad de aquellos que sufrieron la infección hace más de un año puede estar desvaneciéndose. Aunque todos los estudios indican, que a diferencia de lo que hasta el momento ha demostrado la vacuna, persiste inmunidad y los cuadros que van a sufrir serán asintomáticos o leves, si que puede que trasmitan, también menos que los vacunados. Como entre los que pasaron la infección en los primeros tiempos hay muchos superpropagadores, la difusión de la infección se puede explicar a pesar de la existencia de menor susceptibilidad en la población general. Estas reinfecciones en población de bajo riesgo servirá para reactivar su inmunidad.
En suma seguimos sin salir de una Pandemia que esta destrozando vidas y la economía de los países. En lugar de cobardemente acusar a los jóvenes de propagar la Pandemia, nuestros políticos deberían asumir las responsabilidades por este desastre.

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