martes, 28 de abril de 2020

Desobediencia y amor (1)



¿Es el momento de la desobediencia?


        H. D. Thoreau, a mediados de siglo XIX, creía en la necesidad de “ salvar la conciencia antes que el mundo” apuntando, con esta expresión provocadora, a la imposibilidad de salvar el mundo sin la concurrencia de una conciencia formada y operante en la realidad. Para él, el gobierno era un mal necesario del que solo cabe esperar que gobierne lo menos posible. Algo que sólo es posible si existe un mayor protagonismo político por parte de la sociedad. Soñaba nuestro autor en sus largos paseos por las orillas del lago Walden con una sociedad de personas libres y responsables que constituyeran un verdadero contrapoder. También soñaron y trabajaron en esa dirección, maestros de la desobediencia cono M. L. King, quién desde la cárcel de Birmingham escribía: “Existen dos tipos de leyes: las justas y las injustas. Yo soy el primero en defender que se obedezcan las leyes justas (...). Pero, todos tenemos la responsabilidad moral de desobedecer las leyes injustas”

      Si las personas hemos evolucionado, como afirma Erich Fromm, gracias a actos de desobediencia, es porque en ellos se eleva nuestra capacidad para ser libres y responsables, es decir, ser libres responsablemente y responsables libremente. La primera sin la segunda no pasa de rebeldía adolescente y la segunda sin la primera es una sumisión en toda regla por mucho que se disfrace de revolución.

        Lorenzo Milani dirá, que “no hay que despreciar a los que están abajo, pero hay que despreciar siempre a los que apuntan bajo”. “Apuntar bajo” es dejar que se desarrollen las ambiciones mediocres, ceder a la facilidad, dejar que cunda lo vulgar, perder la armonía, aceptar vivir con una máscara. Milani invita a ser soberanos, apuntar alto, no conformarnos con “yo hago lo que puedo” sin intentar un “quiero hacer lo que debo”. Con su fino bisturí dialéctico, nuestro autor, nos alerta ante la pereza de los ideales. Sabe que sólo aquellos que son poseídos por un ideal se atreven a desafiar las leyes, escritas o no escritas, que atentan contra las personas. A la vez que denuncia la “soberanía” estúpida de aquellos que creen poseer los ideales, como si se tratara de un mero producto que podemos adquirir en el supermercado de las buenas intenciones.

       La desobediencia que obedece a una conciencia formada, que se enfrenta a las leyes injustas, que se empeña en ser libre y responsable, que “apunta alto”, es más necesaria que nunca. Esa desobediencia es un acto de amor. Perfectamente posible si decidimos organizarnos con otros y comenzamos a hacer algunas experiencias que nos permitan enfrentarnos mejor a las próximas e inevitables crisis de salud, medioambientales o económicas.

Seguiremos.

Ahora más que nunca Noviolencia

Moisés Mato


sábado, 25 de abril de 2020

Negocio con la tercera edad

En las noticias del telediario de fallecidos por Covid 19 en las Residencias me llamó la atención la imagen de un anagrama de color verde claro, que aparecía en la fachada de algunas de ellas. En la placa se leía el nombre de “DomusVi”, que está en Residencias de Madrid, Cataluña, Galicia, Extremadura… Por tanto un nombre que unifica la España de las Autonomías.

DomusVi es una multinacional de origen francés, que se extiende por Europa e, incluso, fuera de Europa. Su capital es básicamente de un Fondo de Inversión Británico, Intermediate Capital Group (ICG), y de Sagesse Retraite Santé (SRS) del francés Yves Journel su fundador y habitual en los ránkings de los más ricos de Francia. Hay más multinacionales en este sector como Orpea, Amavir, Colisee...

Si Santa Teresa Journet Ibars (1843-1897), fundadora de las Hermanas de los Ancianos Desamparados, levantara la cabeza y viera esto, seguro que le daba un soponcio y no entendería nada. El Neocapitalismo ha convertido en negocio, en empresa, en inversión rentable la ASISTENCIA a las personas mayores.

En la actualidad el Neocapitalismo, con el modo de vida y de trabajo que establece, ha hecho muy difícil, casi imposible, cuidar a los mayores y enfermos en su ambiente familiar… para instaurar a partir de ahí un NICHO DE NEGOCIO, las Residencias de la tercera edad. Con ello se entiende que el Gobierno Central y los Autonómicos de los diversos partidos promovieran tanto las residencias… a beneficio final del Neocapitalismo.

El Neocapitalismo también se caracteriza por DIVIDIR a las personas por grupos de INTERESES. En consecuencia, esto empuja a que, los que quieran mejorar la sociedad, se centren en luchas por objetivos parciales sin visión ni objetivo global, objetivos parciales que son un pequeño lavado de imagen del sistema.

Esta forma de SEGREGAR a los ancianos de una vida relacionada con las otras edades, que está imponiendo el Neocapitalismo vigente, hace a estos mucho más vulnerables a los brotes infecciosos, epidemias… como la actual del coronarivus, y también ante otras realidades legales e institucionales como por ejemplo una Ley de Eutanasia, que también está en proceso.

Estamos perdiendo la visión global de lo que es una vida humana en todo su proceso histórico y la solidaridad intergeneracional. “¡¡Que lejos dejamos aquel proyecto social: “que cada uno aporte según sus capacidades y reciba según sus necesidades!!”, aunque la cooperación está más en el alma humana que la división neocapitalista por intereses y enfrentamientos. La cooperación ha sido y es la principal fuente de progreso de la humanidad en su historia.

Por eso ahora más que nunca… ¡Solidaridad y Autogestión!

Antón Negro

jueves, 23 de abril de 2020

¿Es realmente progresista la renta básica?



Hace tiempo que se puede ver claramente que progresismo y regresismo es el mismo calcetín dado la vuelta. ¿Es el progresismo una forma acicalada de regresismo?

 Al progresismo de hoy, como el poder es progre, no les va meterse con el poder, les va defenderlo en nombre de la unidad. En nombre de que todos vamos en el mismo barco ¡Ya! 

Como el progresismo no quiere políticas verdaderamente socialistas (nacionalizar la banca, limitar beneficios a las eléctricas, expropiar grandes propietarios de vivienda, elevar el impuesto de lujo, prohibir acuarios con más consumo de pescado que los niños de barrios pobres…)  proponen paternalismos como el de la renta básica. Olvidan que los pobres lo son no por ignorantes sino porque el capitalismo necesita el paro para bajar los salarios. 

Como ya dijeron los socialistas intelectualmente honestos tras la encíclica de Juan Pablo II sobre el trabajo: “El Papa nos ha pasado por la izquierda”. Ahora el portavoz de los obispos españoles también ha pasado por la izquierda al progresismo. Es moralmente de izquierdas no querer el paternalismo de la renta básica (aunque ofenda al bueno de Juan Torres) y no quejarse del Decreto del gobierno que puede acabar con expropiaciones de viviendas vacías de la Iglesia. Esto, que ha desatado las iras de la derecha, no ha movido al portavoz. La cosa es para pensarlo.

Ante cualquier situación como el COVID, o la caída de Julen en un pozo, la sociedad toma conciencia del poder y servicio sagrados de las profesiones ¡sanitarios, limpiadores, fabricantes, inventores, repartidores! ¡los de abajo! ¡imprescindibles! Todo ese bien es hijo del Trabajo, no de la Renta. Pero los “progres” de ahora creen que se pueden desperdiciar esos talentos y basta con darles limosna. Progres de hoy que se comportan como los limosneros regres de antes.

No entiendo por qué hay que calcular cómo pagar y de dónde esas cantidades para mantener a gente en el paro. Menos entiendo que además esas cantidades no dan nunca para vivir con normalidad. Bastaría que aplicaran ese decreto gubernamental (que atribuyen a Pablo Iglesias y frena Ábalos) sobre la posibilidad de expropiar viviendas vacías, para que las familias sintieran un alivio mayor que el de la limosna. Porque es frecuente que esas familias tengan que hacer frente a alquileres, muchas veces en viviendas deterioradas, que se consumen prácticamente ¡toda la “renta”! Con lo cual la “renta mínima” alimenta las rentas máximas, al menos en la mayor parte de los casos, pues son muy pocos los que necesitan esa renta para vivir.

Sí, desde la izquierda y desde la doctrina social de la Iglesia, se puede estar contra esas limosnas y no porque seamos mezquinos sino por Justicia y Solidaridad. Y no porque temamos que se acostumbren a vivir de las ayudas sino porque esas personas son necesarias para la sociedad mediante la aportación de su trabajo. Trabajo que debe ser siempre tratado con honor (y ningún honor para otras cosas mucho menos honorables, o “molt honorables”); honor sí, y salario justo.

Debemos dejar claro también que más aún que contra esas rentas básicas estamos contra otras rentas (máximas, por cierto) que se merecen mucho más el nombre de rentas: la renta por haber sido presidente del Gobierno, la renta por haber invertido en Bolsa, la renta por acumular y acumular viviendas, la renta por ser propietario de licencias de taxi en los que no aporto trabajo, y un largo etcétera de rentas que no vienen precisamente del trabajo. Quizá se las podría llamar “rentas máximas de explotación social”.

¿La miserable renta mínima no será la mejor excusa para otras rentas máximas? Rogamos a los que se posicionen contra las rentas mínimas que dejen claro que piensan de las rentas máximas. Rogamos a los que se posicionan a favor de las rentas mínimas nos digan que proponen respecto de las rentas máximas

Ahora más que nunca: verdadero socialismo

Eugenio A. Rodríguez

miércoles, 22 de abril de 2020

LA POLARIZACIÓN COMO ARMA DE DESTRUCCIÓN MASIVA




Desde Sócrates en adelante la búsqueda de la verdad ha sido una exigencia moral de todos aquellos que aspiraban a la libertad. No es casual que los que han querido controlar y dominar a los pueblos, frecuentemente, hayan impuesto “su verdad” a sangre y fuego. La libertad, como es lógico, se suele llevar mal con el poder establecido. Con el tiempo se han desarrollado sistemas cada vez más sutiles de manipulación, capaces de persuadir e inclinar las conciencias, sin necesidad de utilizar la fuerza.

Hoy, la polarización juega un papel fundamental en esa estrategia diabólica. Las redes sociales, que sugerían nuevas formas de democratización de la información, también se han convertido en presa fácil de este virus sumamente contagioso. La polarización es un ataque en toda regla al diálogo y como consecuencia neutraliza cualquier esfuerzo por buscar la verdad.

Si uno critica una propuesta de un partido de derechas, es atacado por reaccionario y si uno cree que el gobierno se equivoca en la gestión de la crisis del COVID 19 es que está de acuerdo con las políticas de privatización de la sanidad del PP, si uno opina X es facha y si opina Y es comunista. Si denuncias la mentira de uno te responden con las mentiras de sus oponentes políticos como si unas mentiras justificaran las otras. Todo es blanco o negro, sin matices.

A la sociedad la polarización no le viene nada bien, va contra el sentido común y contra la convivencia. Normalmente la polarización se activa de arriba abajo. En ella se sienten cómodos la mayoría de los partidos políticos y gran parte de las empresas de comunicación que llamamos medios de comunicación. Forma parte de su estrategia de poder.


Lo que no podemos hacer como sociedad es alimentar al monstruo. No podemos aceptar que la realidad tiene que ser blanca o negra. No podemos partir de la premisa de que no podemos acercar posturas. Es una tragedia conformarnos con ser una copia de los partidos políticos y los medios de comunicación. Nuestra libertad se juega precisamente en ese ejercicio, tan lógico y natural, de intentar comprender la verdad que hay en el que piensa diferente. Esa es la solidaridad más profunda que ha unido a los pueblos frente a las tiranías.

Ahora más que nunca: Promover el diálogo

Moisés Mato

lunes, 20 de abril de 2020

AHORA… SUBSIDIARIEDAD Y RESPONSABILIDAD

Cuando por el 11 de marzo tuve la confirmación de que a médicos con síntomas no les estaban realizando la prueba del Covid 19 se me hizo evidente que: a) La pandemia estaba totalmente fuera de control. b) El proyecto político y de imagen del actual gobierno se había ido al traste. 

Pero el futuro también depende del comportamiento de todos nosotros, por acción o por omisión, aunque estar dentro de la Unión Europea supone saber que hay un marco jurídico e institucional organizado para la toma de decisiones y también unas ciertas garantías en el marco de la economía de mercado con una mejor financiación. De esto se escuchará mucho en las noticias en estos próximos días.

Si nos preguntan, ¿qué pasará en nuestra sociedad después de la pandemia? Pues pasará algo similar a cuando a Unamuno le preguntaron si duraría mucho la Dictadura. Su respuesta fue sensata: “Depende de lo que empujemos”. Así que de esta crisis, según se actúe, saldremos con más protagonismo de la sociedad y sus asociaciones o más dependientes del Gobierno y del Estado, más responsables o más subvencionados...

En el cuadro macroeconómico está claro que el Estado estará más endeudado, por tanto todos nosotros, y eso lleva consigo consecuencias de menos salarios para funcionarios, pensionistas, trabajadores... que se hará por alguno, o varios a la vez, de los siguientes mecanismos:
-Bajar directamente el sueldo. Por ejemplo si un funcionario cobraba 30.000 € brutos al año pasar a 25.000, o un pensionista si cobraba 15.000 pasar a 12.000... más o menos.
-Otra forma de bajarlo es pasar de pagar 4.000 € de impuesto del IRPF a pagar 6.000, 7.000, 8.000...
-También subir el IVA dos, tres puntos... con lo que se pierde por lo menos directamente 2 o 3 % del valor del salario.
-Aumento de impuestos especiales, por ejemplo 5 cts más en el litro de los combustibles, con que con el mismo dinero se hacen menos kms y los bienes costarán más. Se pueden poner nuevos impuestos, tasas, etc.

Bien sabemos que la tendencia de los Gobiernos es hacerse cada vez más poderosos y que los ciudadanos se hagan cada vez más dependientes de ellos. Pero, si queremos ser ciudadanos libres adultos, debemos asumir nuestra libertad y responsabilidad social. Para eso pueden ser muy importantes algunas de las enseñanzas de la Doctrina Social de la Iglesia aplicables aquí, de las que destaco:
-El Principio de Subsidiaridad que defiende que lo que puede hacer una persona o un grupo más pequeño no se lo impida un grupo mayor o el Gobierno, con el correspondiente derecho a la iniciativa económica y social. Lo podríamos resumir como Autogestión.
-El Trabajo sobre el Capital, es decir, que el dinero debe estar al servicio de las personas, lo que implica el  Destino Universal de los Bienes y la Solidaridad.

Humanamente es claro que ganarse el sustento con el propio trabajo dignifica más a las personas que otros medios de vivir o sobrevivir. Por eso serían importantes cosas pequeñas a hacer como:
-Dar oportunidad a que las personas puedan ejercer su trabajo mediante obras pequeñas, o no tan pequeñas, buscando que sean las más eficientes económica y socialmente ahora y en el futuro.
-Consumo solidario, responsable y ecológico para sostener el trabajo.
-Compartir el trabajo con diversas fórmulas.
-Préstamo sin interés a familiares, amigos, vecinos, necesitados... para que puedan poner en marcha su puesto de trabajo y comenzar a ganarse la vida. Esto es legal al menos desde 2011, aunque no sea nada anunciado en los medios por razones obvias. (¿Con parte a fondo perdido?).
-Seguir por la senda de aquel grupo de militantes de la HOAC que en Valencia en el año 1963 crearon un nuevo tipo de empresa, la Sociedad Anónima Laboral (de los Transportes Urbanos de Valencia, SALTUV), para hacerse cargo de la Compañía de Tranvías y Ferrocarriles ante el fin de la concesión al dueño anterior. Así, hoy, crear también nuevos modelos económicos desde la solidaridad.
-Por supuesto, sin olvidar lo urgente de que a nadie le falte el sustento diario, pero con la mirada puesta en lo importante, ¡qué puedan ganarlo cuanto antes!.

Para terminar, quiero traer aquí el criterio justo para evaluar las decisiones que pongan en marcha los Gobiernos y otras instituciones, que resumen muy bien los obispos de USA en “Justicia Económica para Todos”, nº 24: “Hay que evaluar las decisiones (de política económica) a la luz de lo que hacen POR los pobres, lo que hacen A los pobres y lo que posibilitan que los pobres hagan POR SI mismos. El criterio moral fundamental para todas las decisiones, las políticas y las instituciones económicas es el siguiente: deben estar al servicio de todos y especialmente al servicio de los pobres”.


Ahora más que nunca: AUTOGESTIÓN


Antón Negro

sábado, 18 de abril de 2020

El virus SÍ entiende de CLASES


El virus -dicen los que viven bien- no entiende de clases.
Eso sí que sería una novedad. Todo entiende de clases.

Unos: teletrabajan, menos riesgo.
Otros: reparten, más riesgo.

Unos: compran por internet y pagan con tarjeta, menos riesgo.
Otros: hacen cola, más riesgo.

Unos: transporte privado, menos riesgo.
Otros: transporte público, más riesgo.

Unos: vivienda buena, menos riesgo.
Otros: vivienda mala, más riesgo.

Unos: buenos medios en casa para educar, menos riesgo.
Otros: malos medios en casa para educar, más riesgo.

Unos: posibilidad de test, menos riesgo.
Otros: imposibilidad de test, más riesgo.

Unos: inversiones en bolsa, menos riesgo.
Otros: problemas desde mediados de mes, más riesgo.

Unos: vacaciones pagas, menos riesgo.
Otros: sin vacaciones, más riesgo.

Unos: papeles de primera, menos riesgo.
Otros: sin papeles.

Ahora más que nunca: mirada limpia

Eugenio A. Rodríguez

jueves, 16 de abril de 2020

LA MUERTE Y LA POLÍTICA




Antes de que el coronavirus ocupara todo el espacio y el tiempo, el gobierno apuraba una de esas leyes que aspiraban a revestir al gobierno de una aureola progresista. Se trataba de legislar por una muerte digna ¿Quién puede estar en contra de algo así?

La polarización, instalada en nuestro país de forma interesada, exige que ante esa propuesta la derecha diga no y la izquierda sí. De esta forma hablaremos más de la derecha y la izquierda que del contenido de la ley, la ideología ( o lo que sea eso) por encima del análisis.

Sí uno observa el resultado de leyes similares en los escasos países en los que se ha aprobado y tiene en cuenta el caldo de cultivo sobre el que se quiere aprobar la ley, la postura más coherente sería: Ahora no, así no. Para legislar sobre la muerte digna es necesario garantizar la vida digna. Y estamos muy lejos de eso.

La mayoría de los que lidian cotidianamente con la muerte saben que no hay cuidados paliativos para la mitad de la población, que no hay ayudas suficientes a la dependencia y que la precariedad de los trabajadores de los cuidados clama al cielo. Los que lidian con la economía saben que hay una relación entre las expectativas de vida y el paro, la precariedad, la vivienda y la pobreza. Ante un debate de ese calado, causa rubor que el gobierno se dedicara a hablar de la película Mar adentro en un intento de apelar a lo sentimental.

Pero ahora la pandemia ha levantado la alfombra y en sólo un mes va desvelando las relaciones perversas que hay entre la sanidad, la vejez, las condiciones laborales de los cuidados, los negocios y la política. Esas relaciones ya estaban operando ahí, la pandemia simplemente las ha hecho visibles. Hemos pasado de ser “la mejor sanidad del mundo” a tener las mayores cifras de muertos por millón de habitantes y de sanitarios contagiados y a descubrir que el material más elemental para los cuidados depende de China y que las condiciones de atención a la vejez son más que deficientes. En los próximos meses hemos de mirar con atención los datos (reales) y la relación entre ellos, será necesario escuchar los testimonios de las familias y los trabajadores y valorar en su conjunto esta cuestión. Lo que sabemos hasta ahora ya pone los pelos de punta y obliga a repensar en su globalidad los parámetros que estamos manejando en la atención a nuestros mayores.

La dignidad es un atributo esencial de todas las personas por el simple hecho de ser, no es una prerrogativa del estado concederla o no. Este debe garantizar las condiciones para que sea posible ejercer la dignidad en la vida y en la muerte. No se trata de decir sí o no, de ser progres o regres, si no de afrontar la complejidad de la realidad de las personas mayores y responder a ella salvando la dignidad de todos en la vida y en la muerte. Eso es política. Lo demás politiquería.

Ahora más que nunca: Política solidaria

Moisés Mato

miércoles, 15 de abril de 2020

Voluntad política


Esta crisis del coronavirus, nos demuestra una vez más, que lo importante para resolver un problema no es saber cómo resolverlo, ni tener todos los medios para hacerlo, sino tener voluntad: QUERER. 

Sería un buen ejercicio personal, buscar las diferencias entre la España del coronavirus que estamos viviendo y la anterior, en el ámbito social, educativo, sanitario… Y contrastar cómo se pasa por ejemplo de la humillación laboral, al aplauso mediático de las limpiadoras, o de la inconsciencia, a la preocupación por las diferencias sociales entre el alumnado…

 Pero si tuviese que escoger un hecho, uno sólo, creo que escogería cómo se pasa del desprecio y la violencia política e institucional hacia los migrantes, a la condescendencia interesada e hipócrita con ellos. El trabajo del campo en condiciones peores de las habituales, ha hecho que la clase política viese sencillo lo que antes parecía imposible: considerar al trabajador migrante, como trabajador, sin importar sus “papeles”.

Permisos de trabajo, homologaciones, y burocracias que parecen insalvables, son sencillamente superadas cuando hay voluntad política. Hasta los CIEs, donde miles de personas han estado encerradas sin cometer ningún delito, han abierto sus puertas…De esta situación, la sociedad, la gente sencilla, los que queremos vivir la solidaridad ¿aprenderemos?

 Ahora más que nunca: Política solidaria


 Nuria Sánchez Díez de la Isla

martes, 14 de abril de 2020

Niños españoles: el mundo desde la pecera


El confinamiento de los niños españoles mientras ven pasear a las mascotas espero que pase a los libros de historia: al "ridiculum vitae" de nuestra historia política. Espero que un día un Parlamento español mande desenterrar nuestras meteduras de pata no para maldecirnos no; simplemente para hacernos una caricia y echarnos una mirada compasiva. 

El secuestro de la infancia me parece que no se ha reflejado en las actas del Congreso de los diputados porque sorprendentemente todo el arco parlamentario ha estado de acuerdo. 

La decisión no me parece nada científica a no ser que no sean científicas las decisiones de Francia, Alemanía, Gran Bretaña, República Checa, Suecia y un largo etcétera que sí dejan salir a los niños. Lo dijo magníficamente una doctora: "el remedio puede ser peor que la enfermedad"... ¿Queremos niños de  cuatro años golpeándose la cabeza contra la pared? ¿Queremos que crezca la obesidad infantil? ¿la sobreexposición a aparatos electrónicos? 

Punto y aparte se merece la estupidez de no dejar salir a los bebés a tomar el aire y coger sol. Lo mismo habrían logrado salir si metiéramos el debate de si los sacan los padres o las madres, pero no: Todos a prisión. En nombre del bien general el sol se lo quedan los chaleteros. 

Los niños necesitan correr y coger sol tanto o más que algunos saberes. En el Parlamento nada se ha oído de que el confinamiento no es igual para todos. Detrás de este melifluo "entre todos" hay crueldad salvaje. ¿Cómo va a ser lo mismo los patios interiores de Moncloa que una chabola o una vivienda sin balcón? ¿O no saben que 5 millones de españoles viven en casas de menos de 60 metros? ¿Y un número de familias que ignoramos viven en habitaciones de 9 metros para toda la familia? 

Los padres (primeros educadores) y los educadores de profesión, especialmente los progresistas ahora se quejan. Más les valía haberse metido antes en política. Les he oído decir cientos de veces a buenos educadores que "la educación es política" y otras muchas verdades que les recluían en los cómodos (o incómodos) cuarteles de invierno de la casa y las aulas. Sin el frío polar del campamento enemigo. Ahora se quejan y no les falta razón pero es tarde. Ya les han impuesto a sus hijos y a las niñas de sus ojos el confinamiento. 

Muchos sanitarios ya se han dado cuenta de que la salud se juega en la vida fuera de sus consultas. Quizá ahora los padres y los educadores nos demos cuenta de que la vida está más allá de sus hogares y sus aulas. Y que fuera de las casas y las aulas, en el Parlamento, se toman medidas decisivas sobre la vida y educación reales de los niños. Citan poco los educadores españoles a los grandes educadores revolucionarios como Milani o Freire. ¿Seguiremos los españoles creyendo que la arena política es un lugar prescindible? Los padres y educadores ¿seguiremos dejando una parte importante de la educación en manos de los políticos? 

Ahora más que nunca: verdadero socialismo 

 Eugenio A. Rodríguez





lunes, 13 de abril de 2020

LAS PALABRAS NO SON SOLO PALABRAS



Estos días se repiten hasta la saciedad expresiones que aspiran a definir la realidad tan especial que estamos viviendo. Desde el presidente del gobierno, hasta un usuario de facebook, pasando por muchos contertulios televisivos, han repetido como si de un mantra se tratara, que los médicos son héroes, que estamos todos en el mismo barco y que hay que volver a la normalidad cuanto antes.

Las ideas tratan de convertirse en palabras y las palabras en acciones, decía Chesterton. De alguna forma las palabras que repetimos y consensuamos están marcando nuestro pensamiento y definirán nuestras acciones del futuro. Por eso conviene revisar nuestro lenguaje, reflexionar sobre el horizonte que nos plantea y hacernos conscientes del compromiso que entraña.

Es por ello, por lo que, en este momento donde muchas expresiones acaban siendo consignas que me atrevo a proponer algunos cambios:

Propongo que no llamemos HÉROES a los que hacen lo que deben.

No sea que pensemos que ser responsables, es una heroicidad y de esta forma, llegado el caso, podamos alegar que “no somos héroes”, cuando tengamos que admitir que “somos unos irresponsables”.

Propongo que no digamos “VAMOS TODOS EN EL MISMO BARCO”.

Más bien digamos que “estamos todos en el mismo mar”. Unos van en yate, otros van con potentes motores y otros con remos; algunos tienen velas, otros viajan en pateras y algunos van en flotadores; otros, a nado.

Propongo que no deseemos VOLVER A LA NORMALIDAD cuando controlemos al virus.

Deseemos, más bien, dadas las circunstancias, declararnos en alerta permanente hasta que lo normal sea el respeto a la dignidad de todos.


AhoraMQNunca: Promover el diálogo


Moisés Mato